El primer festival de novela negra de España y el único, a día de hoy, en el que conviven la cultura y la fiesta, con la literatura como eje central de todas las actividades, se celebra hasta el 14 de julio en Gijón
Comenzaba la década de los 90 cuando un niño de nueve años desembarcaba en el verano gijonés, de la mano de sus padres, desde la cuenca minera asturiana. Habían decidido cambiar Lastres por Gijón para pasar el mes de vacaciones familiares. La tarde que llegaron a la villa de Jovellanos, en un recién estrenado mes de julio, un paseo curioso por las calles de la ciudad les llevó hasta el espacio que actualmente ocupa la playa de Poniente y que antaño albergaba la actividad de Astilleros del Cantábrico. Recuerda el niño haber llegado a un espacio oscuro y lúgubre donde había gente “discutiendo”. Recuerda también las palabras de su padre, un avezado lector de novela negra, “no te preocupes, son escritores”.
Aquel espacio oscuro y lúgubre de principios de los 90 en Gijón era una recién nacida Semana Negra con apenas 3 años de vida. Aquel niño de nueve años, que pasa hoy de largo los 40 y se llama Miguel Barrero Vázquez, es el nuevo director del certamen literario que, con relevo en su dirección, afronta su trigésimo séptima edición.
Miguel Barrero es periodista y escritor. Autor de ‘La tinta del calamar’, ‘Camposanto en Collioure’, ‘El rinoceronte y el poeta’ o ‘La otra orilla’, entre algunos títulos, nunca se hubiera dedicado a escribir si aquel verano de principios de los 90 no hubiese entrado, de la mano de sus padres, en su primera Semana Negra. Y es que este hijo de un lector empedernido de Vázquez Montalbán, aprovechó la máquina de escribir eléctrica que su padre se compró ese verano para, tras su primera visita a la Semana, escribir las que serían las primeras líneas de su carrera.
A principios de los 2000, cuando ya hacía prácticas periodísticas en los diarios locales y a la salida de la velada poética que los poetas Ángel González y Luis García Montero conducían cada verano en la Semana Negra, el director del A quemarropa, ‘diario de sesiones’ del certamen, Ángel de la Calle, le ofreció entrar en el periódico a partir del año siguiente.
Y así fue, a partir del año 2005 Barrero pasó a formar parte de la plantilla del periódico A Quemarropa, hasta que en el año 2012 tuvo que abandonarlo por incompatibilidad con sus nuevas responsabilidades profesionales. “Desde entonces no volví a trabajar en la Semana Negra, pero siempre estuve muy cerca del festival”.
Paco no solo es el padre de la criatura, sino que es una persona con mucho carisma; pero a Ángel, que siempre se mantuvo en un segundo plano, le tocó sacar adelante años de gran dificultad
Barrero se convierte ahora en el tercer director del certamen tras Paco Ignacio Taibo II, uno de sus fundadores y director entre 1988 y 2011; y Ángel de la Calle, quien toma el relevo en 2012 y permanece al frente del festival hasta 2023.
“Paco no solo es el padre de la criatura, sino que es una persona con mucho carisma; pero a Ángel, que siempre se mantuvo en un segundo plano, le tocó sacar adelante años de gran dificultad”, cuenta sobre sus antecesores.
Una historia muy interesante
La Semana Negra fue el primer festival dedicado a la novela negra que hubo en España y sigue siendo el único que combina lo literario con lo festivo, lo cultural con lo popular, generando una vanguardia que no pocas veces ha levantado ampollas en determinados espacios ideológicos de la sociedad.
Su idea nació en 1987 a partir de la Asociación Internacional de Escritores Policíacos que aglutinaba a escritores de todo el mundo y vicepresidía un escritor nacido en Gijón, pero afincado en México, llamado Paco Ignacio Taibo II. Sus orígenes gijoneses hicieron que Taibo II optase por otro gijonés, Silverio Cañada, para ser su editor en España. Así, cuando encargan a Taibo organizar un encuentro de escritores de la Asociación en Barcelona, junto con Vázquez Montalbán, y tras haber concertado una reunión con éste para ir preparando el encuentro, se pasa por Gijón para ver a su editor.
La parada sirve para que editor y escritor se pongan al día y Taibo aprovecha para contarle a Silverio sus planes en la ciudad condal, quien le responde contundentemente que “ese encuentro se va a celebrar en Gijón”. A partir de entonces van a ver al socialista Vicente Álvarez Areces, quien recientemente había sido elegido alcalde de la ciudad, para plantearle su idea, y la maquinaria se puso a funcionar. Así nació la Semana Negra.
Cierto es que lo que inicialmente iba a ser un encuentro cerrado de escritores se convierte en un encuentro abierto a toda la ciudadanía, pues la idea de la que partían era recuperar el espíritu de las fiestas populares que organizaban los ateneos obreros en Asturias, en la década de los 30, en las que se combinaban clases de lengua con tómbolas o casetas de tiro al plato. “Una fiesta popular en torno a la literatura, de manera que una y otra cosa se complementen”, asegura Barrero.
La primera Semana Negra se celebró a finales del mes de junio de 1988 en el puerto de El Musel y contó con el circo de Ángel Cristo como cita lúdica estrella. De aquella primera edición hasta ahora, 36 años después, ha cambiado absolutamente todo, “para mejor, claro”, según reconoce su director, pero queda el espíritu, a pesar de quienes critican que cada vez hay menos cultura.
“Solamente hay que echar un vistazo a los programas de las primeras ediciones, a través de los A Quemarropa de aquella época, para comprobar que cada día había cuatro o cinco actividades culturales, en una sola carpa, frente a las 20 actividades al día, en cuatro carpas, que hay actualmente”, explica Barrero.
Si bien hablamos de un festival centrado en el libro, la Semana Negra también se reconoce como un certamen abierto a las expresiones ciudadanas, con decenas de colectivos que quieren enmarcar en él sus actividades.
“Les cedemos gustosamente espacio porque entendemos la Semana Negra como un foro en el que todo el mundo tiene que tener voz”, explica Miguel, quien lamenta que pese a aumentar la demanda, las actividades, y con ello las carpas, “no aumentan las ayudas”. Reconoce orgulloso el esfuerzo realizado este año para dar cabida a todas las personas que han querido estar en la Semana Negra, aunque todavía se ha quedado gente fuera pues es imposible atender todas las peticiones recibidas.
Con la vocación de defender y entender la cultura como fuente de pensamiento libre e insobornable, la Semana Negra ha ido “capeando el temporal” a lo largo de estos años, entre críticas de la derecha, cuyo ímpetu siempre ha sido asfixiar al festival hasta ahogarlo, a través de recortes presupuestarios derivados de los cambios de gobierno, que nunca consiguieron su fin.
Como buen conocedor del certamen, Barrero defiende el espíritu crítico de la Semana Negra y destaca que a lo largo de los años ha albergado a invitados de toda orientación política (salvo de extrema derecha), así recuerda la edición en la que coincidieron en un coloquio los periodistas Cristina Fallarás y Pedro J. Ramírez.
Este puente entre España y Latinoamérica seguirá contando con figuras consagradas y también con aquellas emergentes.
En año se abordarán una vez más debates de actualidad, como viene siendo habitual en todas las ediciones, en este caso, por ejemplo, sobre el futuro del periodismo y la incidencia de las fake news en su devenir, el conflicto palestino a través del cómic o la Revolución del 34 en Asturias y sus consecuencias, 90 años después, en las distintas artes.
Será “la mayor Semana Negra de la historia” pues por ella pasarán 250 autores y autoras y las actividades se repartirán en cuatro grandes carpas, una más que en ediciones pasadas. Escritores y escritoras de las dos orillas del Atlántico como Ignacio Martínez de Pisón, Leonardo Padura, Paco Ignacio Taibo II, Lorenzo Silva, Elia Barceló, María Larrea, Carlos Bardem, Paz Velasco, Jordi Sierra y Fabra, Antonia Lassa o Elisa Ferrer, sin perder a Luis García Montero en la tradicional velada poética.
Como cada año se fallarán los premios de la Semana Negra: Premio Dashiel Hammet, a la mejor novela de género negro de 2023; Premio Memorial Silverio Cañada, a la mejor primera novela de género negro de 2023; Premio Rodolfo Walsh, a la mejor obra de no ficción de género negro de 2023; Premio Espartaco, a la mejor novela histórica; y el Premio Celsius, a la mejor obra de ciencia ficción y fantasía.
Se publicarán y repartirán gratuitamente dos libros, uno sobre Palestina, en formato cómic, y otro sobre la Revolución del 34 en Asturias.
El ‘Rufo’, la tradicional escultura diseñada por Kike Herrero que cada edición se presenta en torno a una temática y constituye el galardón del certamen, es este año “más patriota que nunca”, según el director del certamen. ‘Rufo’ es ‘Rufa’, mujer, futbolista y de la ‘Roja’, en un claro guiño a la Selección Femenina Española de Fútbol, porque la Semana Negra “siempre toma partido”..
Tras el cambio en la dirección del certamen “no hay estilo Barrero”, tal y como asegura el director, porque la Semana Negra tiene un estilo propio que ha ido forjándose a lo largo de los años y que aún mantiene. Reconoce confianza plena en el modelo del festival y en el equipo que cada año lo saca adelante. Aunque sabe que sus antecesores le han dejado el listó muy alto, en sus palabras no hay nerviosismo, sí muchas ganas de abrir “este gran caleidoscopio en el que la literatura funciona como crisol en el que confluyen todos los demás temas”.
La Semana Negra fue galardonada en 2021 con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, que concede el Ministerio de Cultura, y en 2023 el certamen recibió la Medalla de Oro de Gijón, distinción otorgada por el Ayuntamiento de la ciudad en el marco de los honores y distinciones de la villa que se conceden anualmente.
Ha sido reconocida a nivel nacional e internacional y es uno de los hitos culturales nacidos en la ciudad de Gijón junto al Festival Internacional de Cine (FICX), el L.E.V Festival, o FETEN (Feria Europea de Artes Escénicas para Niños y Niñas).
Una vez que finalice esta edición, en un futuro más a corto que a medio plazo, la Semana Negra tendrá que abordar un nuevo cambio de ubicación, ya que el Ayuntamiento de Gijón ha adquirido el espacio donde el certamen ha venido celebrándose en los últimos años, y que antaño ocupaban los astilleros, para desarrollar un centro de I+D.