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La situación en Europa y Medio Oriente

Fuentes: Rebelión

La política es la expresión más concentrada de la economía, decía Lenin [1]. Y la guerra es la continuación de la política por otros medios era la tesis famosa de Carl Von Klausewitz [2]. O sea, la política es economía concentrada y la guerra es la continuación de la política por otros medios. Estos dos […]

La política es la expresión más concentrada de la economía, decía Lenin [1]. Y la guerra es la continuación de la política por otros medios era la tesis famosa de Carl Von Klausewitz [2]. O sea, la política es economía concentrada y la guerra es la continuación de la política por otros medios.

Estos dos conceptos son claves para entender las «guerras» en Medio Oriente en las cuales está teniendo una participación cada vez más intensa el capital concentrado europeo a través de sus aparatos estatales.

El terrorismo internacional es fundamentalmente una creación ficticia del estado norteamericano. Desaparecida la URSS, el argumento de la lucha contra el comunismo ya no tiene sustento. El capital concentrado norteamericano a través de su Estado necesita una excusa para atacar países como lo hace en Medio Oriente. La mayoría de los atentados que han «justificado» la «lucha contra el terrorismo internacional» son, en lo esencial, autoatentados. Esto se aplica desde el atentado a las Torres Gemelas hasta el último atentado en París. No se puede asegurar que no surjan en pequeña medida algunos movimientos terroristas en Medio Oriente. Pero la mayoría los promueven o inventan los servicios de inteligencias norteamericanos, israelíes, etc. Y además infiltran todo lo que surja. A esto hay que agregar que no es sensato creer que con toda la tecnología disponible no se puedan detectar estos movimientos antes de que cometan atentados; éstos son funcionales e imprescindibles para «justificar» el saqueo de otros países con métodos de guerra por parte de EEUU y otros estados asociados, lo que permite aún más asegurar que si no existiera el terrorismo norteamericano, no habría terrorismo.

La crisis del capital concentrado internacional es la crisis anunciada por Marx, la crisis provocada por la tendencia a la baja de la tasa de ganancia. Esta tendencia se ha agudizado y se sigue agudizando desde por lo menos la década del ’60. Si se parte de la base de que el valor de los productos fabricados es el trabajo humano socialmente necesario para producirlos, al aumentar permanentemente la proporción del capital invertido en alta tecnología, robótica, etc., con respecto a la inversión en mano de obra, la tasa de ganancia no puede dejar de disminuir. La tasa de ganancia se define como el cociente entre la totalidad de la plusvalía obtenida en las fábricas sobre la totalidad del capital invertido en la producción. Si el plusvalor depende de la cantidad de trabajo, de las horas trabajadas, al aumentar exponencialmente la proporción entre tecnología y mano de obra, la masa de plusvalía extraída en relación al capital invertido debe ser necesariamente cada vez menor. Y esto es una realidad irrefutable, por más que haya muchas estadísticas que hablan en tal o cual período de suba de la tasa de ganancia. Al aumentar la proporción de tecnología aumenta la productividad, y habitualmente los economistas dicen que es este aumento de la productividad lo central para aumentar la tasa de ganancia. Pero omiten decir que para que ese aumento de la productividad eleve las ganancias de las empresas que lo realizan, éstas deben desplazar del mercado a otras empresas con menor productividad, de manera que no sube la tasa de ganancia de todas las empresas, de toda la economía, sino solamente la de las que se adelantan en mejorar su productividad, y lo hacen a costa de desplazar a las otras. Esto lógicamente lleva a la concentración cada vez mayor de las empresas que elevan su productividad, pero además genera una crisis de superproducción cada vez mayor, porque al aumentar la productividad, la proporción de valor, de trabajo humano que contiene cada unidad de mercancía disminuye, de manera que hay que vender cada vez más unidades para obtener la misma suma total de plusvalor.

Esto es un proceso irreversible, inevitable en el capitalismo, y es la principal razón por la cual la humanidad no tiene salida sino a través de la expropiación del capital y la construcción del socialismo.

Inevitablemente el capital concentrado, por su escala actual de producción, por la necesidad de vender toda su superproducción necesita todo el mercado mundial para hacerlo, todos los mercados internos de todos los países, tanto para proveerse de insumos y materias primas, como para vender toda su superproducción. Y aún así no les alcanza. La ganancia en base a la producción y venta no es suficiente para retribuir con una tasa de ganancia «razonable» toda la inversión del capital disponible. Por eso la llamada «financiarización» de la economía. El capital trata de acceder a una ganancia realizando todo tipo de «inversiones» de capital dinero, llámese especulación financiera, guerras, etc. Son en general ganancias en capital dinero ficticio, pero el capital las considera igualmente «su capital» y las defiende a rajatabla De cualquiera manera, siempre puede utilizar ese capital dinero ficticio para adquirir capital real, al menos mientras el dólar continúe siendo moneda mundial. La lógica económica en el sentido tradicional: fabricar para vender sigue siendo la base real de la creación de valor, pero la baja de la tasa de ganancia mueve al capital a inventar nuevas formas de apropiación de capital dinero ficticio.

Ya no existen las fábricas en las que trabajaron tanto el abuelo como el nieto, fábricas que eran gerenciadas por el mismo dueño, o la misma familia, a través de generaciones. Ya no existe esa cierta estabilidad relativa de los obreros en las fábricas. Toda la revolución tecnológica, en comunicaciones, etc., permite al capital cerrar una fábrica en un país y trasladarla a otro en el que obtiene mayor ganancia, por distintas razones, por ejemplo, mano de obra más barata, el caso chino hasta hace muy poco.

Esta extrema inestabilidad laboral plantea un interrogante sobre la cohesión y la fuerza tradicionales del proletariado. Si bien la clase obrera sigue siendo la única clase capaz de dirigir y garantizar la revolución social, la expropiación del capital y la construcción del socialismo, por otro lado su inestabilidad laboral la debilita enormemente en relación a otras épocas del capitalismo. Tentativamente se puede afirmar que la única forma de compensar esta debilidad creciente de la clase obrera mundial es elevando exponencialmente su nivel de conciencia política. En la época de la Inglaterra fábrica del mundo, el peso cuantitativo social de la clase obrera era abrumador, ampliamente mayoritario, y por lo tanto sólo se necesitaba un nivel de conciencia mínimo (en términos relativos) acerca de la necesidad de la revolución social para materializarla en la realidad. Pero hoy en día ese nivel de conciencia debe ser mucho más elevado, más profundo, más conocedor de todos los aspectos de la vida económica, política, social, etc.

Todo este conjunto de factores hace que le mundo esté cada vez más desestructurado, que la lumpenización de la sociedad sea cada vez mayor, que la confusión ideológica alcance niveles inéditos, que desaparezcan los puntos de referencia, etc.

El enemigo del pueblo es el capitalismo, en particular el capital concentrado internacional, que es en este momento más que nunca el enemigo que primero hay que vencer, y la única forma de hacerlo es expropiándolo, y esto sólo se puede lograr con una revolución social, una revolución democrática, obrera y socialista. Democrática por su composición social, obrera por su clase dirigente y socialista por su estrategia, por su objetivo final.

La «guerra» norteamericana en Medio Oriente (la invasión unilateral en Medio Oriente), responde a esta necesidad del capital concentrado de saquear el planeta para sobrevivir como capital, para lo cual necesita irremediablemente aumentar su tasa de ganancia mundial, ya que estamos hablando de una escala del capital como conglomerados mundiales.

Desde esta perspectiva estas invasiones son inevitables mientras dure el capitalismo. El objetivo estratégico, en este sentido, de Estados Unidos es Asia Central, es decir, la zona que componen la cinco ex repúblicas soviéticas Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán. Es una zona rica en petróleo y gas, entre otras cosas. Por el abastecimiento de estos recursos naturales están compitiendo los países europeos, Rusia, China y los EEUU fundamentalmente. Pero además es una zona geopolítica fundamental, porque limita con Rusia, China, India, Iran, Afganistán, etc. Y los estados de Asia Central son países relativamente débiles, susceptibles de ser dominados por terceros estados. El equilibrio relativo actual Rusia-China vs. EEUU mantiene todavía la dominación de Asia Central sin definición.

Otra disputa central son los oleoductos y gasoductos que se han construido, se están construyendo y se querrían construir que van de Asia Central al resto del mundo. Uno de esos oleo-gasoductos pasaba por Rusia, Ucrania e iba hacia Europa, por eso EEUU quiso apropiárselo a través de lograr que Ucrania se separara de Rusia, y esa es una razón fundamental para el «golpe blando» realizado en Ucrania.

Pero más aún que Asia Central, hay un objetivo que va más allá para el capital concentrado norteamericano: los mercados internos de Rusia y China. Pero esto último sólo puede lograrlo con un triunfo bélico sobre Rusia y China. Este es un objetivo de máxima y de más largo plazo, pero está presente en todas las estrategias parciales de invasión de países, golpes blandos, etc., de EEUU. El objetivo menos lejano es la dominación del Asia Central y sus oleoductos y gasoductos. Si EEUU logra posicionarse en Asia Central, estará ubicado geoestratégicamente entre Rusia y China, lo que le facilitará enormemente una ofensiva sobre éstos dos estados.

La invasión de países como Irak, Siria, Afganistán, etc., tiene como objetivo final esta penetración en Asia Central.

Desde estas perspectivas pensar que el capital concentrado norteamericano pueda estar a favor de sinceras negociaciones de paz en cualquiera de estos escenarios no se corresponde con la realidad.

No existe el terrorismo como tal. El único terrorismo es el que generan el propio Estados Unidos y sus estados aliados. Les resulta indispensable para poder «justificar» su saqueo del mundo.

Estados Unidos tiene el aparato militar más grande del mundo, es equivalente al aparato militar de todo el resto de los países. Su supremacía militar es innegable. Pero está cada vez más debilitado económica y financieramente. Es progresivamente más difícil para EEUU financiar todo el gasto militar. El dólar es todavía la moneda mundial, pero día a día corre peligro de ser reemplazada por otras monedas. Recientemente el FMI estableció al yuan chino como la tercera moneda de reserva mundial. El poderío militar estadounidense tiene pies de barro, el día más o menos cercano en que se sincere el valor del dólar y de los bienes valuados en dólares, EEUU ya no podrá sostener más su aparato bélico. Todos los países lo saben, y tratan de que la hegemonía del dólar llegue pronto a su fin.

Tampoco EEUU puede en la actualidad ir sumando zonas de conflicto. Hoy en día está dejando Medio Oriente para orientar sus fuerzas armadas hacia Asia Central. Y otros estados nacionales del capital concentrado, como Francia, Alemania, Gran Bretaña, etc. se apresuran a reemplazarlo. Esta es por lo menos una de las principales causas del atentado en París y el inmediato comienzo del bombardeo francés al Estado Islámico en territorio sirio. Inmediatamente se han plegado Gran Bretaña y Alemania. Todos tras el botín de Siria. El Estado Islámico, creación de los servicios de inteligencia norteamericanos, sirve de excelente excusa para posibilitar el saqueo de Siria.

Al mismo tiempo el capital concentrado francés, a través de su Estado, limita la libertad en el propio país. Crisis económica insoluble en Francia, en términos capitalistas. Agitación social de los trabajadores franceses con consecuencias políticas preocupantes para el estado francés. Ahora el gobierno francés puede justificar las penurias internas con la excusa de la guerra con Siria, y justificará un aumento de la represión con el pretexto de vigilar otros posibles atentados. Y lo mismo se aplica a los demás principales países europeos como Gran Bretaña o Alemania.

Crisis económica insoluble, aumento de la represión de la protesta social y represión interna en general, justificación de todo esto con la necesidad de la «guerra contra el terrorismo». Repiten copiando la política de EEUU.

Todas las luchas sociales contra estas políticas de los estados propiedad del capital concentrado internacional pueden contribuir a paliar un poco la situación, pero no hay solución real a esta política del capital concentrado sin revolución social, sin expropiarlo. La tarea es muy difícil, pero no hay otra.

Notas:

[1] ‘»La guerra es la continuación de la política por otros medios’ (a saber: por la violencia)

Esta famosa tesis pertenece a Clausewitz*, uno de los hombres que ha escrito con mayor profundidad sobre temas militares. Con toda razón, los marxistas siempre han considerado esta tesis como la base teórica de las ideas sobre la importancia de cada guerra en particular. Justamente desde este punto de vista, Marx y Engels examinaron siempre las diferentes guerras.

Aplíquese esta tesis a la guerra actual. Se verá que durante décadas, casi medio siglo, los gobiernos y las clases dominantes de Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, Austria y Rusia siguieron una política de saqueo de las colonias, de opresión de naciones ajenas y de supresión del movimiento de la clase obrera. Ésta es la política, sólo ésta, que se continúa en la guerra actual.»

De El socialismo y la guerra, escrito en julio-agosto de 2015, en V. I. Lenin, obras completas, Editorial Cartago, 1970, Tomo XXII, pág. 409.

*K. Clausewitz, Sobre la guerra.

[2] «Al fin y al cabo el camarada Bujarin y yo dijimos en la resolución del IX Congreso del PCR sobre los sindicatos, que la política es la expresión más concentrada de la economía.» V. I. Lenin, Obras Completas, Editorial Cartago, 1971, segunda edición corregida y comentada, pág. 300. del artículo «Los sindicatos, la situación actual y los errores del camarada Trotsky».

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