Recomiendo:
1

La sociedad del espectáculo difuso y el devenir negro-gay-mujer de Putin

Fuentes: Rebelión

Cuando las arañas unen sus telas pueden matar a un león. PROVERBIO ETÍOPE 1. Bajtín no se cansaba de recordarnos que el signo es ideológico. La ideología, a su vez, más bien que una falsa conciencia, debe ser entendida afirmativamente: es la jerárquica historia humana acumulada como monumento a la barbarie, para dialogar también con Walter […]

Cuando las arañas unen sus telas pueden matar a un león. PROVERBIO ETÍOPE

1.

Bajtín no se cansaba de recordarnos que el signo es ideológico. La ideología, a su vez, más bien que una falsa conciencia, debe ser entendida afirmativamente: es la jerárquica historia humana acumulada como monumento a la barbarie, para dialogar también con Walter Benjamin.

2.

Una ideología es, pues, el propio monumento, bárbaro porque fue construida a costa de indescriptibles genocidios, humillaciones, esclavitud, desprecio, indiferencia, prejuicios, guerras, arrogancia, presunción, mentiras. El monumento es el fetiche que abstrae, en su ingenio y arte, las relaciones de opresión entre humanos. Ninguna civilización basada en la opresión (de clase, de género, étnica, simbólica, etaria) existiría sin lo que es posible llamar fuerzas de trabajo asesinadas en el monumento.

3.

El monumento está constituido por robadas y asesinadas fuerzas de trabajo gastadas para producirlo en nombre de las clases dominantes, razón suficiente para afirmar que, más bien que palacios, pirámides, estatuas, ciudades, los opresores de ayer y de hoy son monumentales: barbaries encarnadas.

4.

Si, con Marx, la ideología dominante es la ideología de la clase dominante, es porque esta roba para sí las fuerzas de trabajo humanas y tecnológicas erigiéndolas como monumento a su dominio de clase. Si, por otro lado, el monumento es barbarie, él también es la ideología de la clase dominante, su barbarie monumental. Esta apenas existe a costa de la humillación, del sufrimiento y de la muerte de la fuerza de trabajo colectiva.

5.

Bajo este punto de vista, poco importa si el opresor también está en el oprimido, que también aquí y allí se manifiesta como opresor activo, porque, si en una determinada relación es, por ejemplo, el oprimido económico, en otra puede volverse un activo machista, un opresor en el ámbito de las relaciones de género. Poco importa si el activo y el pasivo son intercambiables. La barbarie-mayor, la clase dominante, es toda la civilización que roba, humilla, secuestra, y mata el trabajo colectivo, el cual se vuelve trabajo muerto, porque es trabajo volcado sobre la dimensión colectiva; trabajo monumental, la barbarie de todas las épocas marcadas por civilizaciones opresoras.

6.

No existe salida, para este embrollo, sino yendo más allá de su propia civilización, cosa que no se consigue sin entender claramente que la barbarie de la opresión en la actualidad roba, secuestra, liquida, humilla y genocida las fuerzas de la vida de todo el planeta, solapándolas y capturándolas en grados de complejidad y eficiencia cada vez más sorprendentes, de tal manera que, hoy, es la misma fuerza revolucionaria -la que los pueblos oprimidos llevan a cabo para eliminar el monumento a la barbarie de su propia época- la que se transformó en un atroz monumento a la barbarie, en tiempo real, dedicado espectacularmente a sembrar la barbarie en los y entre los pueblos del mundo. Libia, Egipto, Siria son actualmente los ejemplos más monumentales.

7.

La idea de revolución, por lo tanto, como monumento a la barbarie de nuestra época, al revés de ser usada para ir más allá del sistema de opresión de la civilización burguesa, está siendo maniatada para mantenerlo.

8.

Estamos en la obligación de estar a la altura de nuestra época. Para tal fin, es necesario superar la civilización burguesa sin ignorar a las fuerzas futuristas de sus tecnologías para dominar. Parece que resistimos a percibir el nudo gordiano de esas fuerzas, responsable por la propia civilización burguesa y que se constituye como su forma específica de producir sin cesar el monumento genocida de su barbarie, instalado en el plano catastrófico de la destrucción de la vida en el planeta, en la actualidad.

9.

Entender el monumento a la barbarie de la civilización burguesa de alguna forma está relacionado con el desafío de ofrecer respuestas consecuentes a las siguientes cuestiones: ¿cómo la civilización burguesa produce la vanguardia o el futuro de su dominación? ¿Si el juego de la araña y su presa es ese en el cual está, quedándose quieta, sometiéndose, trazará inevitablemente su destino, la muerte, la contraseña para su liberación de la tela debe ocurrir a través de su agitación desesperada, inconsciente? ¿Pero no es precisamente agitándose en la tela que la presa sella de una vez su destino fatal? ¿Lo que la araña desea no es incluso que la presa se agite para huir? ¿No es así que ella, la araña, soltándose sobre la presa agitada, ratifica su condición de predadora? ¿Cómo se constituye la tela de la civilización burguesa? ¿Cómo no ser atrapado por ella, haciendo su presa dócil o «revolucionaria»?

10.

Creemos que un buen comienzo de conversación para estas cuestiones puede ser agitado, para quedarse en el mismo campo semántico, a partir de la tela argumentativa encontrada en el libro El inconsciente estético (2009), del filósofo francés Jacques Rancière. Para el autor de Políticas de la escritura (1995), Freud no habría dialogado con Sófocles, para fundamentar el concepto de inconsciente, por mera cuestión retórica o eterno retorno occidental al arte griego, sino ante todo porque existe un enlace que ligaría Edipo Rey (tragedia que Sófocles escribió alrededor del año 427 a.n.e.), la modernidad capitalista y el inconsciente freudiano.

11.

Para Rancière, la modernidad se constituye a partir de un inconsciente estético -su sujeto y no su predicado- porque lo que está en juego en ella es el mundo de lo sensible, el encuentro, la mezcla, el resbalar de los cuerpos vivos produciendo fuerzas de trabajo. La modernidad es ella misma un moldeado estético en el campo de lo sensible, un montaje de cuerpos, pronto de pueblos, agitándose, amándose, odiándose, lo que significa decir que es ante todo una pieza de teatro, una tragedia, mundialmente representada y presentada con el fin de poner en escena pueblos movilizándose, como presas, en la tela de la araña del mundo sensible, la propia modernidad, planetaria tela de pueblos capturados a levantar por todas partes el monumento estético de un destino que debe ser trágico porque la agitación de los pueblos sirve ante todo para atizar el deseo sin fin de plusvalía trágica de los dioses del Olimpo: sus oligarcas, encarnados monumentos vivos que presentan y representan la barbarie de toda una civilización.

12.

El inconsciente estético de la modernidad, por lo tanto, es la agitación planetaria de los pueblos, renovada e implementada a cada nuevo desafío, razón por la cual, en la actualidad, la idea de revolución pasó a ser ampliamente usada como táctica y estrategia para capturar pueblos y hacerlos moverse trágicamente cuanto más creen que pueden producir sus respectivas liberaciones y revolucionarias justicias.

13.

Si la idea de revolución es parte de la tela de la modernidad burguesa hoy es porque ella está tejida y entretejida para capturar y producir especialmente dos perfiles ávidos por agitarla: el fundamentalismo religioso e identitario y el romanticismo revolucionario de las izquierdas. Aquí, hay que decir que el término izquierdas (que debería ser simplemente izquierda, en singular, lo que hablaría de unión tácita), ha sido usado, abUSAdo, y capitalizado tanto por la derecha y la extrema derecha del mundo como por el Sistema para endilgarles una desunión implícita y, por ahí derecho, para desvirtuarlas/estigmatizarlas/condenarlas ante la invisible/mediática opinión pública.

14.

El primer perfil es encontrable por millones, para no decir por billones, y se desdobla en dos. De un lado, hordas de humanos abandonados a su propia suerte, especialmente durante y después de la avalancha de recetas neoliberales que fueron impuestas a los países de la periferia del planeta por entidades como el FMI y el BM y que ahora están siendo tratadas goteras abajo en los pueblos de Europa y en EE.UU. Esa multitud de humanos necesita básicamente de un valor y de una oferta más o menos irrecusable para agitarse de forma suicida. El valor es la creencia religiosa; la oferta es una garantía mínima de sobrevivencia, suya y de sus familiares: empleos. En Medio Oriente, el valor es la creencia religiosa, milenariamente producida. El nuevo puesto de trabajo, la oferta, a su vez, es la del empleo de combatientes (por Alá), entrenados, financiados y armados principalmente por las oligarquías estadounidenses, europeas, israelíes, y de los aliados de aquella región: Turquía, Jordania, Arabia Saudita, Qatar.

15.

Los dedicados religiosamente al trabajo del combate necesitan aún una motivación más, la del enemigo a ser combatido, a saber: el grupo étnico supuestamente no tan protegido por Alá como, por ejemplo, supone ser Al Qaeda, bravos extremistas religiosos ávidos por hacer explotar al Medio Oriente en nombre de Alá usado y abUSAdo para combatir contra los chiítas y los laicos, especialmente en nombre de las oligarquías sunitas de Qatar y Arabia Saudita y también de las castas sionistas de Israel: todos funcionando como la quinta columna del extremismo saqueador del imperialismo occidental. Aquí, tenemos, pues, el segundo lado del primer perfil de agitadores de la tela de araña actual, el fundamentalismo identitario, el cual, mezclado al fundamentalismo religioso forma la carnicería bomba de buche de cañón más poderosa del planeta.

16.

A su vez, el segundo perfil es este: los románticos revolucionarios de la vieja izquierda -y vieja porque es ciega para percibir que la idea de revolución fue absolutamente colonizada y funciona como cebo de gran alcance para capturarlos. Aunque estén marcados por el idealismo del siglo XIX, este perfil de agitadores de la modernidad capitalista, en su línea de frente occidental y occidentalizante, está básicamente compuesto por jóvenes de clase media que creen en la fuerza espontánea del combate revolucionario, desde la intuición y de una u otra forma se inspiran en filosofías vitalistas, como las de Deleuze y Guattari y, por derivación, las de Antonio Negri, con su concepto de multitud: el supuesto neorromántico actor de la vanguardia político-revolucionaria de la actualidad.

17.

No estamos con ello, rechazando la filosofía de Deleuze y Guattari. Los conceptos, ideas, pensamientos no son absolutos y no valen igualmente en toda época, no siendo casual que respondiendo en una entrevista, la cuestión relativa a no ser de izquierda, ya al final de su vida, Deleuze afirmó: «Ser de izquierda es un asunto de perspectiva», en un contexto en el que la perspectiva contemporánea es aquella en la que los revolucionarios son solicitados para agitar trágicamente la tela de araña de la civilización burguesa.

18.

La filosofía pos-estructuralista, en su versión francesa, fue largamente capturada por las universidades estadounidenses, razón por la que (también o ante todo) lograron prestigio internacional. Es claro que esa filtración no cayó en gracia y es necesario afirmar con todas las letras: las universidades gringas son fábricas de ideas comprometidas hasta los sesos con el imperialismo occidental, no siendo casual que formen doctorandos y pos-doctorandos, principalmente en áreas de las ciencias humanas, cada vez más críticos del propio concepto imperialismo, así como cada vez más aptos para confeccionar exquisitos y sutiles argumentos esgrimidos como armas teóricas comprometidas con la descalificación de toda perspectiva teórica pos-capitalista, razón por la que tratan con desdén, a veces con piedad, el devenir de la izquierda, que solo puede serlo si su perspectiva no está comprometida con las líneas de frente del imperialismo occidental.

19.

Devenir izquierda hoy necesita más que nunca claridad de perspectivas para no ser usado como carne de cañón de la agitación de la modernidad burguesa en su versión más trágica: la del imperialismo gringo-occidental, que usa y abusa de la idea de revolución para empujar a la humanidad a la barbarie del monumental racismo elitista de Occidente. Devenir izquierda, por lo tanto, solo tiene una salida en términos de perspectiva: colaborar con el proceso de construcción de una sociedad pos-capitalista afirmando la importancia irrecusable de un mundo multipolar, razón suficiente para evidenciar que el lugar de la multiplicidad en la era actual lo es ante todo el de la multipolaridad de bloques de países al interior de la propia modernidad burguesa.

20.

Bajo este punto de vista, el imperialismo occidental-yanqui, marcado por un belicismo comprometido con el dominio unilateral estadounidense-sionista es en sí el mayor peligro para la vida en el planeta, principalmente porque se volvió especialista en inventar falsas multiplicidades, a través del dominio de la sociedad del espectáculo incluyendo en esta no solo la TV, la radio y la prensa escrita, el cine, sino también la red de Internet y las redes sociales, verdaderos monumentos a la barbarie de una humanidad dividida explosivamente en subjetividades étnicas, de género, de clase, etarias, religiosas; subjetividades absolutamente vulnerables y capturables por la tela de araña fundamentalmente gringa que es la web, red de redes en la cual y de la cual somos presas fáciles mientras más nos agitamos en ella juzgando estar libres para revolucionar (esa es la palabra de orden), esto es, agitar, inviabilizando, la multiplicidad como vector de devenir izquierda al interior de la civilización burguesa actual.

21.

Guy Debord, al desarrollar el concepto de sociedad del espectáculo, la dividió en dos variables intercambiables, constituidas, respectivamente, por el espectáculo concentrado y el espectáculo difuso. Con el primero, se refería a las sociedades, como las de la periferia del sistema-mundo, tomadas por liderazgos políticos autoritarios, que concentran en sí tanto la esperanza como el desespero de todo un pueblo liderado. Con el segundo, a su vez, Debord se refería a la agringuización espectacular del mundo, difusa por estar constituida por múltiples rostros espectacularizados, incluyendo rostros políticos, pero también de famosos del cine, del deporte, de la moda, del sexo, del arte, de género e incluso de las etnias.

22.

A la unión de los dos espectáculos Debord dio el nombre de espectáculo integrado, abrazo monumental y bárbaro de la espectacular civilización burguesa sobre el planeta.

23.

Lo que está pasando con el lado difuso de la sociedad del espectáculo, su lado gringo, es que él está cada vez más concentrado, de forma dictatorial, haciendo uso de rostros aislados, sobre todo aquéllos que se encuentran en el campo étnico o de género, para despóticamente atacar la multipolaridad en proceso de construcción al interior de la civilización burguesa actual, usando para tal fin al romanticismo revolucionario de izquierda y a las identidades fundamentalistas, ambos formados a partir del espectáculo concentrado, pronto fácilmente agitables por el poder difuso del espectáculo gringo.

24.

Si, a su vez, lo que marca la modernidad capitalista es su fuerza intrínseca para coger y orquestar el mundo sensible, bajo el nombre común de las fuerzas de trabajo de los pueblos, el lado difuso de estas fuerzas, el espectacular estadounidense, está cada vez más concentrado, dictatorial, porque percibió que su verdadero obstáculo está en este otro campo en formación del mundo sensible pos-moderno, el de la multipolaridad, que ha funcionado precisamente como contraposición al espectáculo difuso gringo, cada vez más concentrado, razón por la que necesita como nunca de un vector específico de la sociedad del espectáculo, el publicitario, requerido para ocultar la perversión bárbara concentrada del otrora poder difuso estadounidense.

25.

Un lado publicitario del otrora difuso espectáculo occidental nos es presentado como derechos humanos, pretexto para el peor espectáculo concentrado que la modernidad jamás imaginaría: el gringo (negro), que sonríe, recibe el Premio Nobel de Paz, juega con las otredades, con el romanticismo de izquierda, con el fundamentalismo religioso, a fin de ponernos a todos al servicio del espectacular difusamente concentrado poder gringo; ese monumento a la barbarie dispuesto incluso a comenzar una III GM (o cuarta, toda vez que la mal llamada Guerra Fría dejó más muertos que las otras dos) como parte de un no menos espectacular plan monumental de poder despótico.

26.

Si el concepto devenir, conforme a la filosofía de Deleuze y Guattari, es siempre devenir otro, de otredad, significa decir que no existe devenir blanco, hombre, heterosexual, sino devenir negro, gay, mujer, niño, animal, pobre, indio, izquierda, molecular, periferia. Otro aspecto importante del devenir está relacionado precisamente con su movimiento, razón por la cual no es nunca imitación. Bajo este punto de vista, aunque un blanco no pueda devenir blanco, él puede devenir negro, indio, latino, así como un heterosexual puede devenir gay. Devenir no es una identidad fija; Guattari no se cansaba de destacar eso, sino, más bien, singularidades que destituyen a las semióticas dominantes.

27.

No existe semiótica más dominante hoy que el monumento del espectáculo concentrado, travestido de difuso, del poder de las élites gringas, marcado por un belicismo que utiliza su fuerza difusa espectacular y la pone al servicio de la producción de un mundo despótico, unipolar, dictatorial. Eliminar esa voluntad despótica de unipolaridad, que hace la guerra en todo el mundo, sustituyéndola por una multipolaridad, incluso al interior de la sociedad burguesa, es, en sí, una cuestión de devenir izquierda y, como un devenir es siempre solidario con otros, es también una cuestión de devenir negro, indio, mestizo, amarillo, mujer, niño, homo-afectivo, animal, molecular, periférico.

28.

Si las invasiones gringas, sus infinitas guerras, benefician fundamentalmente a multimillonarios blancos, sexistas, machistas, racistas, perfil de élite corporativa, es evidente que una declaración de guerra a Siria, hecha por un presidente negro, como Obama, nada tiene de devenir negro: al contrario. Si, por otro lado, devenir es siempre devenir otro y, de diversas maneras, destituye a las semióticas dominantes, no queda la menor duda de que, en el último encuentro del G-20, realizado en Rusia, Putin, incluso siendo blanco, incluso siendo acusado recientemente de homofobia, produjo, en perspectiva, devenir negro, al decir no a la barbarie de una nueva guerra, la cual mata, y ha matado, implacablemente mujeres, niños, viejos, gays, alteridades.

29

Considerando que un devenir lleva a otro, que un devenir negro lo es también indio, que lo es mujer, lo es niño, lo es devenir animal, molecular, surgen dos últimas preguntas: ¿al decir no a la barbarie de una nueva guerra hecha por EE.UU, país que más efectivamente ha usado sus armas de destrucción masiva, incluso armas químicas, contra los devenires del mundo, Putin no habrá producido un extraordinario devenir gay, negro, mujer, niño, molecular?

30.

La otra pregunta es: Siria, al resistir la invasión de fundamentalistas racistas, homofóbicos, antilaicos, entrenados, financiado y al servicio, como combatientes del terror, del monumento occidental-gringo, ¿no está como Estado soberano, produciendo devenir negro, mujer, homofóbicos, niño, molecular, futuro?

31.

Si en los dos mandatos de Obama, como presidente de EE.UU, la desintegración de Estados laicos o de tradición laica, como Siria, Libia, el golpe de Estado en Honduras, en Paraguay, en Brasil, como «triunfos» imperialistas de los despojos de su gestión, ¿no serían motivos suficientes para clasificarlo, no obstante su piel negra como máscara blanca del racismo, de la homofobia, del machismo contemporáneo, razones suficientes para denunciarlo como dictador sanguinario al servicio de las oligarquías blancas y heterosexuales (y mariconas, no gays) de Occidente?

32.

Alteridades del mundo, unidos contra el difuso poder concentrado de la dictadura planetaria estadounidense, a través, por ejemplo, de la lucha incesante por un mundo mediático multipolar, tomado cada vez más, en perspectiva, por devenires de justicia, libertad, cooperación, de todos los pueblos, entre todas las multiplicidades.

33.

El día que los pueblos/arañas unan sus telas podrán matar a los leones/oligarcas de la dictadura planetaria gringa para que no solo sea posible tal mundo mediático multipolar sino, lo más relevante, que se recobre la libertad individual y colectiva de los pueblos: donde competitividad sea reemplazada por cooperación, armas por escuelas y cementerios por hospitales. En los que la salud deje de ser un negocio y vuelva a ser un servicio público equitativo para beneficio de la comunidad humana.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.