El año pasado examinábamos la tendencia militarista del imperio destacando que éste colocaba al mundo en la senda de una guerra global contra la humanidad. De hecho la racionalidad del sistema-mundo capitalista opera en ese sentido, en sí mismo, es un sistema autodestructivo de la naturaleza y de los hombres, pero la tendencia militarista, sobre […]
El año pasado examinábamos la tendencia militarista del imperio destacando que éste colocaba al mundo en la senda de una guerra global contra la humanidad. De hecho la racionalidad del sistema-mundo capitalista opera en ese sentido, en sí mismo, es un sistema autodestructivo de la naturaleza y de los hombres, pero la tendencia militarista, sobre todo en su expresión americana estadounidense, con su crecimiento exponencial, conlleva una amenaza global contra todo signo de vida en el planeta tierra. Esta amenaza cada vez es más explícita y más extendida en el mundo. Estamos en presencia de un plan de liquidación de los métodos pacíficos para dirimir diferencias y controversias internacionales. (1)
La magnitud de tal tendencia es evaluada en forma muy bien documentada por el autor americano Chalmers Johnson, quién destaca que este envión a los gastos en el presupuesto de Defensa, por parte del imperialismo americano, busca propiciar el control y el dominio sobre el mayor número de países del que se tenga conocimiento hasta ahora. Como lo comenta Jalife-Rahme: «Las siete bases militares adicionales de EU en Colombia elevarán su total planetario a 872, lo cual no tiene equivalente con ninguna potencia pasada o presente: ¡EEUU invadió literalmente al Mundo¡» (2)
Solo para comparar, y siguiendo a Johnson: «Resulta muy interesante que las treinta y ocho instalaciones militares estadounidenses de tamaño grande y medio diseminadas por el planeta en 2005 (la mayoría bases aéreas y navales para nuestros bombarderos y flota) casi igualan con exactitud las treinta y seis bases navales y guarniciones británicas en la época de su cenit imperial en 1898. El imperio romano en su momento de plenitud en el año 117 (a.c.) necesitaba treinta y siete grandes bases para vigilar sus posesiones, desde Bretaña hasta Egipto, de Hispania a Armenia. Quizás el número óptimo de grandes fortalezas y guarniciones para una potencia imperialista aspirante a dominar el mundo se mueva ente treinta y cinco y cuarenta.» (3)
Cuando un imperio apela al uso indiscriminado de la fuerza para imponer su hegemonía está dando claras señales de su decadencia. Diferentes autores, además del ya citado Johnson, dan cuenta de ello, un ejemplo lo podemos encontrar en Berman Morris, quién en su obra: «El Crepúsculo de la Sociedad Americana «, hace un análisis que resalta la explicación del declive de la cultura americana como un proceso de carácter estructural, donde se juntan, además de aquellos factores endémicos de dicha sociedad, como la brecha entre ricos y pobres, el creciente clima de apatía, cinismo y corrupción, y las dramáticas caídas en los niveles de alfabetización y conciencia intelectual, y ahora, se superponen los problemas de la legitimidad americana en el mundo a partir de la ausencia de políticas de consenso para actuar en el escenario internacional. (4)
El núcleo duro del imperio está constituido por un oligopolio de capitales que adoptan la forma corporativa para desde allí tomar las grandes decisiones del gobierno mundial desde el tejido de instituciones que le brindan «legitimidad democrática», fundada en la primacía de lo privado sobre lo público. Se cuentan entre ellas la ONU ; las instituciones surgidas de Bretton Woods, el Banco Mundial, El FMI y la OMC ; igualmente, el Council on Foreing Relations (CFR) y el Royal Institute for International Affairs (RIIA), constituidas como expresión de los intereses angloamericanos de las finanzas y el petróleo. Su función es filtrar y adecuar las grandes opciones de carácter estratégico que faciliten las orientaciones para el dominio del mundo.
La existencia de un «Estado Profundo», también llamado «Aparato Securitario de Estado», en los EEUU se conformó en el marco de la denominada guerra fría y no es más que un dispositivo político-militar-industrial para gobernar en la trastienda. Como lo señala Meyssan: «La lógica del Aparato Securitario de Estado ahogó poco a poco la de las instituciones que ese mismo aparato debía proteger. El complejo militar-industrial utilizó su poder para modificar las instituciones según su propia conveniencia, en vez de ponerse al servicio de éstas» (5)
El objetivo central de dicha entidad militar-industrial es el de apoderarse del Estado «…hasta el punto no sólo de imponer ese macartismo global a escala internacional, y esa ofensiva interna represiva de toda disidencia contra su propia población y ciudadanía, sino ahora hasta el punto de intentar reorganizar integralmente al propio aparato de Estado de Estados Unidos, disciplinándolo y rearticulándolo para hacerlo totalmente funcional a todos sus designios.» (6)
Este complejo aludido es quien ha elaborado la Doctrina de Seguridad Nacional, documento que delinea los principios estratégicos de la nación americana y que, además, sirve de marco conceptual para definir la Guerra Global Contra el Terrorismo. Mecanismo que lleva implícitas variantes del militarismo arriba mencionado: guerras preventivas, guerras irregulares, guerras menores, entre otras modalidades del uso de la panoplia militar.
No es nueva esta concepción de la «Guerra Total». Ludendorff, a comienzos del siglo pasado, la argumentó como un método para aniquilar al adversario de manera absolutamente irracional. Y luego, en manos de Hitler se convirtió en moneda común. Con esta herencia, el «pentagonismo» actual concibe la guerra como un aplastamiento absoluto sobre el adversario, «por todos los medios (invasiones, guerra sucia, satanización cultural, guerra mediática) no ya de un ejército enemigo, sino de cualquier pueblo y cualquier sociedad mayoritariamente identificado con un territorio, un sentido originario de pertenencia y, finalmente, con un proyecto político nacional que aspire afianzar esa identidad construyendo un modelo económico, político y cultual independiente» (7)
Las guerras en la secular historia de la humanidad han tenido diversas motivaciones, pero, tal como está planteada la doctrina antes referida, y, además, por la larga cadena de antecedentes injerencistas de los EEUU en el mundo, la que hoy ya vivimos y las que vendrán en próximas décadas, son y serán conflictos por apoderarse de los recursos energéticos, la biodiversidad y el agua. Éste es el fondo del asunto en cuestión. Paradójicamente, los poseedores de tales recursos, mayoritariamente son Estados soberanos que han producidos importantes avances en el ejercicio de su autodeterminación para defenderlos.
La carencia de tales componentes, indispensables para la vida o el funcionamiento de la maquinaria industrial de la tríada imperial, EEUU, Unión Europea y Japón, son el incentivo básico para obtenerlos a como dé lugar. La visión unilateral de los principales dirigentes de los Estados imperiales, particularmente de los EEUU, es el principal aspecto a tener en cuenta a la hora de valorar las iniciativas y la construcción de los escenarios bélicos por parte de las naciones más poderosas del planeta.
Ilusos quienes pensaron que con Barak Obama iba a cambiar la política exterior norteamericana. Son innumerables los argumentos que desmienten tal apreciación. El primero de ellos ya ha sido mencionado más arriba, ningún presidente americano puede gobernar contra el «Estado Profundo», Obama es prisionero de una lógica que le impide tomar decisiones en forma independiente, la realidad de un gobierno «de facto» detrás de la presidencia hace que su capacidad de maniobra política sea poco menos que un remedo. Dicho por Chomsky: «bajo el control del Pentágono, no hay reglas, todo es válido». (8)
Dos datos previos configuraron, además, la definición del lo que es hoy el actual gobierno de Obama y su especial predilección por darle continuidad a las políticas guerreristas de su antecesor, George Bush. El primero, su activa vinculación con el lobby israelí en los EEUU, Las conferencias que dio ante el American Israel Public Affairs committe (AIPAC) fueron ilustrativas de hacia dónde iban sus preferencias. Allí se explayó en el tema de la Jerusalén indivisa. Y, luego, con el nombramiento de Rham Emanuel como jefe de gabinete de su gobierno, conocida su filiación pro-israelí, se terminaron de despejar quienes fueron sus financistas de campaña. (9)
No resulta descabellado pensar que la ofensiva militar de EEUU contra Palestina en fecha previa a la llegada de Obama a la presidencia le fuese desconocida. Necesitó de la desgastada imagen de George Bush, ya en los últimos días de su mandato en diciembre de 2008, para asestar un terrible golpe genocida al pueblo palestino. Muchos otros indicios nos hacen suponer que la enorme influencia del lobby israelí en la definición de la política exterior americana está en el centro de su orientación estratégica. Variadas son las conexiones del ahora presidente estadounidense con las empresas productoras de armas, como la firma judía Aeronautics Defense Systems Ltd, la cual, en alianza con la General Dynamics , formaron parte del financiamiento de la campaña electoral de Obama. (10)
Además, bajo el concepto de «Guerra Global Contra el Terrorismo» el discurso de Obama se alineó con la pasada administración Bush en el apoyo al incremento en los gastos militares y defensa nacional, ampliándose, a más del cincuenta por ciento del presupuesto de esa nación para el año 2009. Estos enormes gastos fueron aprobados, tanto por el partido republicano, como por el demócrata, en una elocuente demostración de hacia dónde iba el gobierno de los EEUU independientemente de quien ganara las elecciones. (11)
Esta excesiva afición de los EEUU por los gastos militares, tanto dentro de esa nación, como en el resto del mundo, tiene como telón de fondo una de las crisis económicas más severas de la historia del capitalismo. Crisis de sobreproducción, como ha sido definida por diversos autores, y conceptuada, además, como de larga duración. Con sus etapas bien diferenciadas, desde el fin del keynesianismo a comienzo de la década del setenta del siglo pasado, hasta los días de hoy: neoliberalismo a ultranza (años 80), globalización (años 90) y financiariciación (años 2000), han sido el recorrido de un sistema-mundo capitalista que ha estado asociado a dos componentes alrededor de los cuales se ha perfilado sus contradicciones. Ellos son, el mantenimiento del dólar americano como moneda de reserva internacional y el dominio de las fuentes de energía en todo el planeta.
En lo que respecta a lo primero, hay que recordar que desde el abandono del patrón oro como respaldo de las reservas internacionales en 1971, durante el gobierno de Richard Nixon, hasta fecha reciente, el imperio del dólar como moneda emblemática del poderío estadounidense ha sido una herramienta básica para gobernar el mundo. Hoy ya no es así, al menos, sabemos que emergen en la nueva geoeconomía internacional otras propuestas y opciones alternativas para distanciarse de la yunta petrofinanciera angloamericana que ha estado en un papel de dominio casi absoluto desde la pretérita década del 70. Hay iniciativas tendientes a establecer, o bien, cestas de monedas, u otras modalidades, de reserva y de pago que suplanten el dólar americano. Lo anterior supone, sino una quiebra inmediata de la hegemonía de EEUU sobre el resto del mundo, al menos una fuerte sacudida de su inconmensurable poder como ductor de las finanzas internacionales.
Y en cuanto a lo segundo, un dato muy simple: la triada del imperio (EEUU, UE y Japón) no dispone de recursos energéticos de carácter estratégico, a la par que tienen un consumo de ellos en una proporción del ochenta por ciento de la energía mundial. Sólo un ejemplo, los EEUU tiene un consumo diario promedio de 21 millones de barriles de petróleo diarios, lo cual representa un tercio de la producción mundial diaria. Esta situación contrasta con el hecho de que los Estados soberanos propietarios de los recursos, han, no sólo tomado conciencia de la importancia estratégica de las reservas energéticas, sino que, además, hacen uso de ellos como instrumento político y económico.
Como lo expresa Samir Amín: «Es necesario que los pueblos del sur retomen el control absoluto de sus recursos naturales y desarrollen estrategia de uso; primero, para favorecer su propio desarrollo, oponiéndose a los conservadores del norte si es necesario. Esto puede ser una fuente de conflicto militar» (12)
Venezuela está en el ojo del huracán. Por un lado, porque ha sido puntera en asumir posiciones soberanas en la defensa y desarrollo de sus fuentes de energía, como lo reseña la Agencia Bolivariana de Noticias, la cual señala que: «Con la reciente culminación de la fase de cuantificación del bloque Junín 7 de la Faja Petrolífera del Orino (FPO), donde los cálculos de Petróleo Original en Sitio (POES) arrojan unos 30,4 mil millones de barriles, Venezuela, a través del Proyecto Orinoco Magna Reserva, avanza con mayor fuerza para alcanzar los 314 mil millones de barriles necesarios para ocupar el primer lugar en reservas probadas de petróleo a nivel mundial» (13) Y, por el otro, porque la decisión de los gobiernos de Colombia y de EEUU de asentar bases militares de este último país en territorio neogranadino concuerda con la visión de Amín en el sentido de que éste es un escenario de guerra.
No es nueva la planificación estratégica del imperio para ejercer su dominación en América Latina, ni tampoco está circunscrita al ámbito exclusivamente militar, como lo puede sugerir la tendencia anteriormente descrita. La institucionalidad de la OEA ha servido de marco para desplegar el SIAD o Sistema Interamericano de Defensa, cuyo objetivo sería asegurarse para los Estados miembros de la comunidad americana de naciones, con la tutela de los EEUU, tanto el uso conjunto de las fuerzas militares de la región para el mantenimiento de la paz, como el hacer frente al terrorismo y al narcotráfico, entre otros adversarios de nuevo cuño para el continente o hemisferio occidental.
Se destacan tres ejes o pilares para el logro de tal cometido. (14) Uno, de carácter económico, formalizado como el ALCA, y cuyo principal objetivo sería instituir el modelo neoliberal en las economías americanas abriendo y eliminando toda clase de barreras para expansión de la economía estadounidense. Este proyecto comenzó con el impulso a los acelerados procesos de privatizaciones y endeudamientos masivos en los países latinoamericanos, desde comienzo de la década de los setenta, continuó con los denominados tratados de libre comercio, luego de la derrota que sufriera el ALCA en la Cumbre de Mar del Plata en 2005 y se relanzó con la denominada «Iniciativa de Caminos hacia la prosperidad» en 2008.
Un eje de contenido político lo constituye el compromiso de instalar las llamadas democracias representativas establecido en el llamado «Compromiso de Santiago con la Democracia y la Renovación del Sistema Interamericano», Santiago de Chile 1991 y resolución » 1080″ de junio de ese mismo año, que determinó que no será reconocido ningún gobierno que sea resultado de un golpe de Estado. (15) Concepción que fue subvertida cuando la posición de Venezuela, con una democracia participativa y protagónica, aprobada vía constituyente en 1999, esto obligó a un aparte en la declaración final de la Cumbre de las Américas en Quebec (2000) donde se dejaba constancia de dicha diferencia con respecto a las simplemente representativas.
Resulta contrario al interés del imperio el que los pueblos de América Latina, haciendo uso de los mecanismos formales de la democracia representativa, hayan conquistado posiciones de gobierno y, además, promovido formas democráticas de mayor contenido popular, como es el caso de Bolivia y Ecuador, incluyendo el ya conocido de Venezuela. Pero, en la concepción de Hillary Clinton, según lo conceptúa José Vicente Rangel, en lo que él denomina la «Doctrina Hillary», esta es una versión devaluada de la democracia. Dice Rangel: «En la concepción que comienza a manejar la señora Hillary Clinton se devalúa – si no gusta el término, se minimiza – lo que en el pasado fue fundamental: la decisión del pueblo expresada en comicios; y, luego, se potencia la pretensión de que la democracia la define la gestión de gobierno.
Pero en la teoría universalmente aceptada, es el voto popular lo que otorga legitimidad y constituye el origen de la democracia, mientras que el acto de gobierno es circunstancial y siempre polémico, ya que se evalúa en función de criterios políticos y por lo regular, lo hacen grupos de presión nacionales e internacionales. Mas este planteamiento sobre la valoración de conceptos como sufragio y gobierno, ya no sólo es teoría sino práctica. Y acaba de resolverse en Honduras.» (16)
Muy clara la argumentación de Rangel. Cuando los gobiernos y los Estados de América Latina, aun acogiéndose a los preceptos de la democracia representativa, evolucionan hacia formas y propuestas que no cuadran con la lógica del imperio, son justificables los golpes de Estado y las intervenciones militares de EEUU.
Un tercer eje, siguiendo la argumentación de García y Bruzzone, es el militar, el cual ocupa la atención de este articulo. Nunca antes, en la historia militar del hemisferio, se había concretado una definición de tanta envergadura en el plano de las estrategias militares como la que se acaba de plasmar con la alianza Colombia-EEUU. Si bien es cierto que hay un antecedente como el TIAR (1951), además de las sucesivas convocatorias de «Reuniones de los Ministros de Defensa de las Américas», hoy, con la «Reunión de Comandantes en Jefe de las Américas» en territorio colombiano, se está fraguando el pacto del «Uribismo» con el «Pentagonismo», valga decir, una alianza militar cuyos objetivos son dividir y agredir a América Latina y, en particular, a Venezuela.
El «Uribismo», como lo define Rangel, es absolutamente compatible con las políticas del imperio. «No hay que subestimar a Álvaro Uribe y a quienes están detrás de él. El uribismo, como expresión de una política no sólo para Colombia y la región andina, sino para toda Latinoamérica, requiere de un análisis menos velado por el inmediatismo o movido por la emotividad. Por la urgencia de dar respuesta a determinados hechos. Si alguna política demuestra coherencia, soporte ideológico y capacidad para operar, es la que dirige el presidente colombiano» (17)
Y es así. El alineamiento de la política exterior de la oligarquía colombiana, plan reeleccionista de Uribe incluido, se ajusta perfectamente al plan expansionista de EEUU, configurado desde 1823 con la denominada «Doctrina Monroe», actualizada en forma continua y sucesiva ya por tres siglos consecutivos.
En lo que respecta al «pentagonismo», término acuñado por Juan Bosch, presidente dominicano derrocado por la intervención militar estadounidense de 1965, para designar el contenido de las agresiones y golpes militares contra gobiernos democráticos en América Latina desde ese entonces, podemos decir que parece recobrar nueva vida con el gobierno de Barak Obama y su secretario de Defensa Robert Gates.
Con relación al tema comenta Armando Hart Dávalos, refiriéndose a la obra de Bosch: » Una tesis fundamental de este texto es que ya desde los años 50, tras la Segunda Guerra Mundial, el poder se distribuyó en Norteamérica de la siguiente forma: las decisiones fundamentales de política exterior y su confirmación pasaron al Pentágono, el gobierno o las administraciones civiles iban quedando para las tareas de orden interior. Habría que estudiar hasta dónde, a partir de la administración de Bush con sus antecedentes en Reagan y Bush padre, esta relación se trastocó, pues el gobierno y la administración civil parecen hoy estar en unas solas manos, y ellas se sustentan a partir del complejo militar industrial que ha sido y es el apoyo principal del pentagonismo.» (18)
Otro autor, Javier Biardeau, desprende de su análisis una conclusión que es reveladora de la manera como EEUU, apoyándose en la permisividad de las oligarquías locales y en las grietas constitucionales existentes en algunos de nuestros países vecinos, abren la puerta y los espacios para la entronización de las bases imperiales. Dice Biardeau: «Que cada quién saque sus conclusiones. Desde nuestro punto de vista, EE.UU se cola entre los vacios y ambigüedades constitucionales. Por allí mete sus cuñas en el área andino-amazónica-caribeña. Cuñas del proyecto imperial pentagonista.» (19)
De lo anteriormente expuesto quedan pocas dudas, o casi ninguna, de la creciente y sostenida escalada militarista de EEUU en América Latina. Ya no se trata de las clásicas intervenciones militares, que servían de apoyo a fuerzas locales para el derrocamiento de gobiernos ajenos a los intereses del imperio, generalmente hechas desde afuera de sus territorios o tuteladas para tal fin; ahora, el plan es posesionarse de países (Colombia y pueden ser otros), de territorios y de bases ya existentes para tener una fuerza militar activa, con gran capacidad operativa y de inteligencia, apoyada con los más avanzados equipos y tecnología militar. Claro está que lo anterior supone unas soberanías alquiladas o, sencillamente, entregadas al más vil de los designios.
Grandes son los desafíos que tiene América Latina por delante. Unos referidos a profundizar los cambios generados en los últimos diez años, los cuales le han llevado a perfilar una región con rasgos propios en el concierto de las naciones del mundo y, por otra parte, a constituirse en referente en el debate acerca del modelo de sociedad que aspira la humanidad. Cuando se pensaba que el socialismo era cosa del pasado, el sólo plantear su viabilidad y necesidad ante la opción depredadora y devastadora del capitalismo y su variante imperial, constituye un aporte de significación invalorable. No son poca cosa los logros alcanzados en lo político, económico, social y cultural. Como pocas veces en su historia América Latina está ante el umbral de una nueva era, en el camino de transición hacia una etapa de superación de rémoras del pasado y, mirando hacia el futuro, con posibilidad inmensa para resarcirse de los daños ocasionados por otros.
Poco a poco ha ido construyendo espacios para la integración y encuentros de pueblos y Estados, con paso firme, aunque a veces lentos, pero seguros. Ejemplos de ellos son la ALBA , MERCOSUR, la UNASUR , entre otros, proyectos de concreción de autonomías regionales y de independencia política respecto de las tutelas del imperio; hoy, tales avances se ven amenazados por su panoplia militar y la manera como, apelando a su superioridad tecnológica y de fuerza, quiere imponer su hegemonía. Con el establecimiento de bases militares en territorio suramericano EEUU está obligando a nuestras naciones a debatir y definir estrategias de defensa y de desarrollo en un escenario distinto al de la paz.
Como lo ha expresado Zibechi: «Una de las peores consecuencias de la ofensiva de Estados Unidos en la región sudamericana es que la desvía de los objetivos que se había trazado: integración y creciente autonomía a través de un banco, una moneda y un consejo de defensa regionales. La ampliación de la presencia militar del Comando Sur en Colombia mediante un acuerdo que permite al Pentágono utilizar siete bases, dos de ellas navales, puede suponer un giro tan decisivo en el balance militar de la región, que los demás países no pueden sino colocar el asunto en lugar destacado de sus agendas, como sucede estos días en la cumbre de Unasur en Bariloche, Argentina.» (20)
El gran objetivo del imperio es dividir y fraccionar los intereses comunes de Suramérica. Golpear a Brasil, principal economía de la región, y crear las condiciones para detener el proceso revolucionario en Venezuela, punto de partida y palanca de los cambios latinoamericanos en la última década. Hay quienes sostienen que éstos son irreversibles y no tienen vuelta atrás. Como por ejemplo lo asume el ya citado Hart Dávalos: «El pentagonismo y su complejo militar industrial a estas alturas no pueden tener éxito porque estamos en presencia de un proceso económico y social de gran envergadura que sólo es posible asumir con medidas radicales de este carácter» (21)
Sea cual sean los escenarios, tanto en el mediano como en el largo plazo, como por la complejidad y la velocidad de los acontecimientos, además del marco regional de la UNASUR , los Estados y sus jefes buscan aliados y refuerzan sus relaciones bilaterales con otros países del mundo, en busca de apoyos y contrapesos para lo que se viene en la región.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, realizó una gira que le llevó al norte de África, Oriente Medio y Europa. Asuntos militares, energéticos, económicos, culturales y de promoción de la Cumbre África-América del Sur, están en su agenda y, en el centro político de ésta, por supuesto, la promoción del mundo pluripolar y la paz como antídoto contra el hegemón del norte.
El balance de dicha gira fue resumido de esta manera por el propio Chávez: «Ante tantos propósitos y celadas que quieren desviarnos del camino, debemos crear nuevas formas de mancomunidad y a la vez propiciar nuestras propias estrategias de resistencia. Resistencia y creación múltiple para poder convertir el destino en conciencia, como decía el escritor francés André Malraux.
Por eso mismo, Venezuela sigue y seguirá luchando –con la misma consecuencia de siempre– por la creación de un mundo multipolar. Ahora bien, el mundo multipolar que queremos no está a la vuelta de la esquina.
Esta gira me ha permitido mirar con mayor claridad el panorama.Quiero retomar lo que dije en la Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos en Moscú: hoy podemos decir que el mundo ha dejado de ser unipolar. Pero ni se ha reproducido un escenario bipolar, ni hay indicios tangibles de la marcha hacia la conformación de cuatro o cinco grandes polos de poder mundial. Es evidente, por ejemplo, que la estructuración de Nuestra América como un solo bloque político no se ve en el horizonte inmediato: no se hará realidad en el corto plazo. Pero igual pasa en África, Asia y Europa.» (22)
Como lo decíamos más arriba, no sólo Chávez se ha movido y evaluado la nueva situación internacional, también Brasil, país que tuvo una respuesta casi eléctrica ante el implante de las bases de EEUU en Colombia, recibió la visita del presidente francés Sarkozy, con quién, no sólo relanzó las relaciones bilaterales entre los países, sino que a decir de Zibechi: «Nace un complejo militar-industrial autónomo en el que alguna vez fuera el patio trasero del imperio, que consigue blindar la Amazonia y las reservas de hidrocarburos descubiertas en el litoral marítimo brasileño. Por si fuera poco, se informó que Brasil está en condiciones de fabricar armas atómicas.» (23)
Los alcances de la magnitud de los acuerdos y convenios estratégicos entre Francia y Brasil son difíciles de evaluar de inmediato, pero, sí dan luces acerca de la independencia de criterios que despliega el Estado y la cancillería del sureño país, no digamos exclusivamente ante la escalada militar estadounidense en la región, sino, también en cuanto a la manera como asume su papel como importante economía mundial, miembro del BRIC, y también parte del G20.
En ese sentido, Zibechi comenta las declaraciones del comandante de la marina brasileña: «Más claro fue el comandante de la marina, Julio Soares de Moura Neto, quien respondió a un cuestionamiento del conservador Folha de Sao Paulo sobre el elevado gasto militar: Los brasileños precisan tener conciencia de que tenemos riquezas inconmensurables en el mar, y la marina debe estar preparada para defender nuestra soberanía sobre ellas. Agregó que la reactivación de la Cuarta Flota no fue ni política ni diplomáticamente informada a Brasil, con lo que la pretendida alianza entre la Casa Blanca y Planalto se disolvió en las nieblas del militarismo. (24)
Lo expresado por Chávez, en su apreciación acerca del escenario internacional actual, nos sirve de marco de referencia para calibrar el nuevo mundo en construcción y, a la vez, para introducirnos en la compleja madeja del surgimiento de múltiples expresiones contrahegemónicas que recorren el planeta tierra. En América del Sur falta camino por recorrer, ahora con el obstáculo de una bases militares hostiles, sin embargo, compartimos el optimismo de Hart Dávalos ya señalado más arriba. Podrá superarse la política del hegemón militarista de EEUU contraponiéndole la fuerza y la voluntad de los pueblos que ya han consagrado procesos liberadores y autonomías en la región.
Como lo dijimos en la presentación del libro «Los movimientos sociales del siglo XXI. Diálogos sobre el Poder» (25) , el pasado 26-08-2009 en la Universidad de El Salvador, «Ante la creciente ofensiva militarista de los EEUU en América Latina la lucha por la paz y la unidad de nuestros pueblos se convierten en un imperativo de vida o muerte».
BIBILOGRAFIA.
(1) Ruiz Tirado, Wladimir. La Hermandad del Maíz . Imprenta Los Planes. San Salvador. 2008. p. 36
(2) Jalife-Rhame, Alfredo. ¿Más siete de Colombia? Las 865 bases militares de EEUU en 40 países. La Jornada. 10-08-2009.
(3) Johnson, Chalmers. El imperio mundial: 737 bases militares estadounidenses. Alternet. 04-04-2007. (Capítulo del libro: Némesis: The Last Days of the American Republic.)
(4) Berman, Morris. El crepúsculo de la cultura Americana. Sexto Piso. México. 2005. P. 19
(5) Meyssan, Thierry. Cómo se mantiene el Estado profundo a pesar de la alternancia política partidaria. Red Voltaire. 09-03-2008.
(6) Aguirre Rojas, Carlos A. Para comprender el siglo XXI. El Viejo Topo. Novagrafik. España. 2005. P 131.
(7) Ruiz Tirado, Leonardo. Palabras de la Polis . Fundación Editorial El Perro y la Rana. Caracas. 2008. p. 60
(8) Chomsky, Noam. Entrevista en VTV. 29-08-2009. Caracas. Eva Golinger.
(9) Abunimah, Alí. Rham Emanuel, jefe de gabinete de la Casa Blanca . The Electronic Intifada. 08-11-2008
(10) Cockburn, Alexander. ¿Cambio? ¿Qué cambio? CounterPunch. Rebelión. 17-06-2008.
(11) Chossudovsky, Michel. Los demócratas adoptan la «guerra global contra el terrorismo»: Obama «persigue» a Osama. Global Research. Rebelión. 04-09-2008
(12) Amin, Samir. Debemos aprender las lecciones del siglo XX para aplicarlas al comienzo del siglo XXI. Aporrea/CIM. 08-07-09.
(13) Agencia Bolivariana de Noticias. Caracas. 13-08-2009.
(14) García, José Luís; Bruzzone, Elsa María. La crisis de Honduras en el marco del nuevo Sistema Interamericano de defensa. ALAI AMLATINA. 05-08-2009.
(15) IBID.
(16) Rangel, José Vicente. La doctrina Hillary. Aporrea. 10-08-2009.
(17) Rangel, José Vicente. Plan Uribe. El Salto Estratégico. Aporrea. 31-08-2009.
(18) Hart Dávalos, Armando. El pentagonismo, sustituto del imperialismo. www.doctoc.com 22-12.2008.
(19) Biardeau, Javier. El pentagonismo avanza: nueva doctrina de ocupación de Nuestra América. Aporrea. 22.08.2009
(20) Zibechi, Raúl. La UNASUR acosada . La Jornada. 29-08-2009.
(21) Hart Dávalos, Armando. El pentagonismo, sustituto del imperialismo. www.doctoc.com 22.12.2008
(22) Chávez Frías, Hugo. Las líneas de Chávez. Aporrea. 13-09-2009
(23) Zibechi, Raúl. El definitivo adiós al patio trasero. La Jornada. 12-09-2009
(24) IBID.
(25) Martínez, Ricardo y otros. Los movimientos sociales del Siglo XXI. Diálogos sobre el poder. Ediciones de El Perro y la Rana. 2008. Caracas.