La foto de la portada de la revista Vistazo, con el mote de «triple alianza», es patética. Para hacer triunfante la alianza (3 alcaldes de las 3 ciudades más importantes de Ecuador) les faltó convencer al alcalde de Cuenca. Pero, a veces, las cosas no salen a pedir de boca, y la adornaron con un […]
La foto de la portada de la revista Vistazo, con el mote de «triple alianza», es patética. Para hacer triunfante la alianza (3 alcaldes de las 3 ciudades más importantes de Ecuador) les faltó convencer al alcalde de Cuenca. Pero, a veces, las cosas no salen a pedir de boca, y la adornaron con un prefecto provincial cercano a Pachacutik. Son tiempos de fanesca, o sea, para este potaje juntar todo grano sirve: maduro y tierno.
Les diagramaron perfilados a los alcaldes de Quito y Guayaquil, con Carrasco en la mitad, para que esa ubicación prevalezca sobre los dolorosos recuerdos nacionales de saqueos bancarios y ventas de la bandera. Acuden siempre a su mito auto-estimulado de amnesia colectiva, a la desmemoria mediática y también a la natural inadvertencia histórica de las generaciones más jóvenes. Y si, por estar siempre de espaldas la triple alianza, no ha caído en cuenta, y tiene chance, la revista le recuerda la figura ejemplar y excepcional de Lenin Moreno.
¿Encontraron ya por fin la piedra filosofal del recambio luego de diez años de angustias, insomnios y desobligos?
La alianza visible y la portada no salen a destiempo ni llegan juntas porque sí. La marcha del 19 tampoco. Una planificada construcción de verdades a medias en triple alianza con la fábrica de rumores y dudas, han copulado con un sólo fin: 2017.
Que no asomen a la marcha -fue la súplica del prefecto Carrasco a los politiqueros de su alianza-. El ruego fue tan patético como la portada. La voz de la dirección política de la imperfecta movilización marcó el territorio del plan. A pesar de ello, en Quito, desplegaron un cartel con la efigie del banquero candidato, quien debe estar indignado por no ser incluido en la fórmula de Vistazo. Muchos de los que salieron entenderán, algún día, que fueron manipulados por la tripleta y por uno que otro interés transnacional unido a la vieja y la nueva partidocracia.
No hay nada nuevo, creativo, original, en el guión de Nebot y sus dos acólitos. Eso funcionó, a veces, en el siglo XX. Parece estrategia trabajada entre Buenos Aires y Brasilia, México y Caracas, Montevideo y Quito, por un miembro del círculo íntimo de Mahuad, Nebot, Macri y Marina Silva.
La reunión de la portada o la marcha de la próxima portada y los símiles construidos en otros países de la Unasur, no son casuales. Marzo fue el mes para ablandar soberanías, golpes de «nuevo tipo», golpes blandos. La idea llega de la Matriz del Gran Hermano aunque no responda a la realidad local. Arribar a Panamá con un grupo de presidentas y presidentes soberanos, pero tembleques, magullados, ojerosos, puede ser el propósito que agitó a Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador en este marzo no-santo. Un gobierno estadounidense aislado y obligado por estos regímenes independientes a invitar a «su Cumbre» a la Cuba no vencida, es una afrenta.
Al marco continental se unen los alquimistas criollos para recuperar el poder perdido, lograr sus mezquinos sueños y vencer la desidia. No terminan de entender a la democracia y a la paz como limbo que abre y cierra puertas en la Nueva América Latina del siglo XXI: no, insisten en pujar y pujar en su bolsa de valores, aunque no aparezcan físicamente por orden de Carrasco.
La diferencia ecuatoriana entre la noche neoliberal y el período 2007-2017 sigue siendo la Patria Soberana. No obstante, ronda en sus cabecitas «entontecidas por el dinero» la idea de una adelantada navidad en Carondelet, si hasta entonces se lubricara la invasión de Obama a Venezuela. La «Triple Alianza»: Partidocracia, Medios y Capital, como receta para el 2017, aún no cuaja. Así se probó el pasado 19 de marzo.
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