Por si cabía alguna duda, la Comunidad Europea se ha plegado al secreto bancario en contra de la transparencia política, defendiendo la más que segura evasión de capitales e impuestos, protagonizados por más de dos mil personas pertenecientes a profesiones que van desde la militancia en la sociedad multimillonaria, a la canción, el cine, la […]
Por si cabía alguna duda, la Comunidad Europea se ha plegado al secreto bancario en contra de la transparencia política, defendiendo la más que segura evasión de capitales e impuestos, protagonizados por más de dos mil personas pertenecientes a profesiones que van desde la militancia en la sociedad multimillonaria, a la canción, el cine, la banca y la pintura.
La Unión Europea no va a permitir que el banco de datos proporcionado por el ex banquero suizo Rudolf Elmer, tenga espacio abierto en la prensa mundial. Al contrario de lo que se exigiría en un estado de derecho, el organismo desarrolla actualmente medidas para impedir que se revele esa lista con los datos de los titulares de esas cuentas secretas. Un nuevo escándalo que deja al sistema democrático a la altura de lo requerido en una Mafia o Camorra que se precie de tal.
Elmer dirigió en el pasado la oficina de la Banca Julius Baer, en las islas Caimán, hasta que fue despedido en el 2002. Ahora deberá comparecerá ante un tribunal por quebrantar el secreto bancario, lo que puede acarrearle años de cárcel, como a Julian Assange en caso de que prosperasen los autos en los que se acusa de presuntos delitos sexuales, colocados como entramado para encerrarle en prisión por la publicación de miles de documentos, que demuestran la vesania, corrupción y terrorismo de estado que protegen los gobiernos de USA y la Europa comunitaria, en su cacareada guerra contra el terrorismo, de origen tan sospechoso como las actividades de Felipe González durante su mandato como presidente español.
Elmer, que trabajó en aquella entidad durante ocho años, dijo: «Sé cómo funciona el sistema… Es dañino… Hay que educar a nuestra sociedad«. Igualmente, declaró a la agencia Reuters que esperaba que su comparecencia en la rueda de prensa, llamara la atención sobre los abusos financieros amparados en el extranjero, proporcionando a WikiLeaks un nuevo mecanismo para que otros informantes den a conocer sus historias. «Rudolf es claramente un informante de buena fe (…) Tenemos de algún modo el deber de apoyarle en este asunto«, declaró Assange, que se halla de momento en libertad bajo fianza en el Reino Unido, tratando de evitar ser extraditado a Suecia.
WikiLeaks examinará los datos antes de publicarlos. La propia organización, algunos medios de comunicación de probada honestidad (entre los que no figuran El País, Tele-5, El Mundo o la BBC) y otros socios que protejan las fuentes, serán los encargados de hacer el análisis de este proceso que llevará al menos dos semanas. Sin embargo, la verdad no interesa ni a los jueces europeos, ni Rubalcaba, ni a Berlusconi, ni al Rey de Suecia.
Basándose en el nuevo derecho de veto que les confiere el Tratado de Lisboa, los eurodiputados han bloqueado por una abrumadora mayoría el acuerdo firmado a finales de noviembre por los Ministros del Interior de la Unión, siguiendo las recomendaciones formuladas la semana pasada por la Comisión de Libertades Civiles de los USA, que había denunciado el texto, basándose en que estas revelaciones serán de una gran utilidad para el terrorismo internacional.
Una vez más, la verdad es amordazada en nombre de la privacidad e impunidad con la que los multimillonarios cometen sus delitos. Una vez más, los gobiernos de Europa quedan al desnudo en todo su oprobio y servilismo hacia quienes son culpables de la crisis económica, cultural, ética y mediática que asola el mundo.
No se salva ni una república, ni una monarquía, ni una democracia. La impostura es tal, que millones de ciudadanos podrían estar decididos a pasar a la desobediencia civil, a la lucha armada, como única solución a esta infame situación.
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