Venció el pueblo ecuatoriano. Derrotó a la descomunal ofensiva de mentiras, calumnias y distorsiones de la casi totalidad de los llamados medios de comunicación que se empeñaron en dividirlo, engañarlo y hacerle votar contra si mismo. Lo hizo acudiendo masivamente a sufragar en unas elecciones vigiladas de cerca por miles de observadores venidos de todo […]
Venció el pueblo ecuatoriano. Derrotó a la descomunal ofensiva de mentiras, calumnias y distorsiones de la casi totalidad de los llamados medios de comunicación que se empeñaron en dividirlo, engañarlo y hacerle votar contra si mismo. Lo hizo acudiendo masivamente a sufragar en unas elecciones vigiladas de cerca por miles de observadores venidos de todo el mundo incluyendo a los representantes del candidato derrotado -el banquero Guillermo Lasso, uno de los responsables del desastre financiero que hundió al país en 1999 y dueño de varias cuentas en los «paraísos fiscales»- que estuvieron presentes en todos los centros de votación y conteo.
A lo largo de la jornada dominical no hubo una sola denuncia de irregularidades, no se produjo ningún incidente y los observadores fueron unánimes en destacar la tranquilidad y armonía que prevaleció en todo el país en lo que fue una gran fiesta cívica y democrática.
Curiosamente, antes de producirse el primer informe de las autoridades electorales, el perdedor se proclamó ganador valiéndose de varios «exit polls» (encuestas a boca de urna, algunas encargadas por su propio banco). Por su parte, tal cual había prometido, el Consejo Nacional Electoral fue haciendo públicas según eran recibidas las actas de cada centro de votación suscritas también por los representantes de ambos candidatos. Desde la primera era evidente que el pueblo había elegido a Lenin Moreno el candidato de Alianza País que continuará la Revolución Ciudadana iniciada por el Presidente Rafael Correa.
A partir de ahí el banquero comenzó a alegar que se había cometido un fraude y sin presentar evidencia alguna llamó a sus partidarios a protestar en las calles. El absurdo reclamo ha encontrado eco en los medios de prensa y se han producido algunos incidentes y actos de violencia, afortunadamente aislados.
El pueblo ecuatoriano ha dado una prueba admirable de madurez y civismo. Su victoria es también la de todos nosotros, los latinoamericanos y caribeños empeñados en defender nuestra independencia y construir un mundo mejor. Los ecuatorianos supieron cumplir. Nos toca a todos ahora acompañarlos con nuestra solidaridad para que nadie pueda arrebatarles la victoria.
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