La captura y muerte del enemigo nº 1 de EEUU, Osama Bin Laden, ha dado origen a toda una serie de películas sobre tal operación militar que probablemente tendrán un gran éxito de taquilla no sólo en EEUU, sino también en otros países que vivieron atemorizados por el terrorismo practicado por las fuerzas políticas lideradas […]
La captura y muerte del enemigo nº 1 de EEUU, Osama Bin Laden, ha dado origen a toda una serie de películas sobre tal operación militar que probablemente tendrán un gran éxito de taquilla no sólo en EEUU, sino también en otros países que vivieron atemorizados por el terrorismo practicado por las fuerzas políticas lideradas por tal personaje. Estas películas son un intento de idealizar la capacidad de los servicios llamados de seguridad del establishment estadounidense para conseguir lo que desean, sea el lugar que sea, y como sea.
Independientemente de las simpatías o antipatías que uno tenga hacia tal tipo de películas, en lo que sí deberían coincidir todas las personas respetuosas con los Derechos Humanos es en la necesidad de denunciar comportamientos -como la tortura- que se promocionan en muchas de estas películas. Así, en una de las películas de mayor taquillaje sobre la captura y muerte de Osama Bin Laden, se justifica e incluso aplaude la tortura de aquellos elementos de la fuerza terrorista que, según la película, dieron información valiosísima para localizarle. Esta promoción de la tortura ha creado una protesta que ha ido más allá de los círculos intelectuales de base académica que tienden a monopolizar la temática de los Derechos Humanos. Incluso voces conservadoras dentro del Congreso de EEUU, como el Senador John McCain, candidato a la presidencia de EEUU en las elecciones del 2008 por el Partido Republicano, han denunciado este canto a la tortura que han significado algunas de estas películas. En realidad, ninguna de las informaciones de la campaña de captura de Bin Laden que se consideran válidas fue obtenida a través de la tortura. Antes al contrario. Tal información -la mayoría falsa- creó una gran confusión, retrasando la operación. Expertos en temas de información y comunicación del propio gobierno federal de EEUU así lo han atestiguado.
Pero lo que incluso ha creado más protesta entre la comunidad científica y académica, que no ha tenido visibilidad en los medios de mayor difusión españoles, ha sido la utilización de las campañas de salud pública para obtener información (que ocurrió en la búsqueda y captura de Bin Laden). A partir de la publicación de algunos de los detalles de tal operación, se descubrió que las agencias responsables de tal operación habían utilizado supuestas campañas de vacunación de la población para obtener datos sobre el ADN de niños e infantes en áreas donde se sospechaba que vivía Bin Laden, a fin de localizar su vivienda, donde residía con familiares, incluidos sus hijos.
La obtención de datos para fines militares o policiales, utilizando como instrumento campañas de salud pública, compromete a todas estas campañas, que pasan a ser percibidas como objetivos militares por el enemigo. El conocimiento de tales prácticas ha tenido un impacto negativo inmediato, incluyendo el asesinato de ocho trabajadores de los servicios de vacunas de las Naciones Unidas en Pakistán, que estaban realizando programas de vacunaciones reales, y no ficticias como las realizadas en Pakistán por aquellas agencias de EEUU. Varias asociaciones y ONGs de ayuda humanitaria, que incluían programas de salud pública, han tenido que abandonar aquel país, temerosos de que las fuerzas próximas a Al Qaeda las consideren instrumentos de los servicios de inteligencia del Gobierno federal de EEUU.
Los decanos de las doce escuelas de salud pública más importantes de EEUU han escrito una carta de protesta al Presidente Obama por utilizar los servicios sanitarios y de salud pública como instrumentos de las agencias de inteligencia del gobierno federal. Tal como indican tales científicos, los servicios de salud pública deben considerarse como instrumentos única y exclusivamente orientados hacia la salud y deben, no sólo serlo, sino también ser percibidos como tales. Cualquier variación de ello hace un daño inmenso a todos los servicios sanitarios. Existen normas de conducta, incluso en los conflictos armados, que deben respetarse. Es más que preocupante, cuando se hacen películas en las que se ensalzan y/o justifican tales violaciones de los códigos de conducta y que estos comportamientos no se denuncien.