La izquierda habitualmente es acusada de dramática. Pero ahora es la derecha brasileña la que, sin propuestas, apuesta al «cuanto peor mejor» para ver si consigue volver al gobierno, desesperada frente al 80% de popularidad del gobierno de Lula. Primero apostaban a la inflación, que iba a tornarse descontrolada y llevaría el país a la […]
La izquierda habitualmente es acusada de dramática. Pero ahora es la derecha brasileña la que, sin propuestas, apuesta al «cuanto peor mejor» para ver si consigue volver al gobierno, desesperada frente al 80% de popularidad del gobierno de Lula.
Primero apostaban a la inflación, que iba a tornarse descontrolada y llevaría el país a la recesión por las medidas que, según la fantasía de ellos, acostumbran a ser tomadas. Seguían el editorial del The Economist que esperaba que el gobierno de Fernando Lugo fuese el último gobierno progresista en América Latina porque, dicen ellos, llegan tiempos de recesión y en eso la derecha es un crack. Proponen explorar temas dolorosos y que le son caros, como enfermeros de la recesión y de los sufrimientos para el pueblo: inflación y violencia. Se centran en la explotación de estos temas.
Se olvida la revista no solo que el continente es otro hoy, sino que en El Salvador Mauricio Funes, candidato del FMLN es abiertamente favorito para ampliar la lista de presidentes progresistas en América Latina. Y que la capacidad de resistencia de estos gobiernos frente a la crisis es mayor a la que tuvieran aquellos fracasados queriditos – Fernando Henrique Cardoso (FHC), Menem, Carlos Andrés Peres y Sánchez de Losada, entre otros.
FHC, es un apóstol del caos, apuesta a la crisis, a la recesión. Él conoce bien eso. Al final, en sus ocho años de gobierno – debemos recordar que él compró votos para cambiar la Constitución durante su mandato, a fin de conseguir su reelección -, mandó a la quiebra a Brasil tres veces y tuvo que ir al FMI tres veces para firmar nuevas Cartas-compromiso. Escondió la crisis durante la campaña electoral de 1998, hizo todo – ayudado generosamente por la misma prensa privada que ahora apuesta al caos – para ganar en el primer turno, porque el país estaba de nuevo quebrado y Pedro Malan [2] negociaba un nuevo acuerdo de capitulación con el FMI.
No hubo caso, vino la crisis, los intereses fueron elevados al 49% (sic) y la economía entró en la prolongada recesión que acompañó a todo el gobierno FHC e hizo que los tucanos [3] fuesen rotundamente derrotados en 2002 y que FHC sea el político con peor desempeño según la opinión del pueblo brasilero. Y fue una crisis provocada y sufrida aquí, no como consecuencia de una crisis internacional.
Ahora la derecha apuesta a la crisis, que es la crisis de su doctrina, de sus prédicas sobre las virtudes del mercado. Fariseos, intentan esconder que son discursos como los suyos los que llevaron a la juerga especulativa de Estados Unidos – meca del neoliberalismo – y cuyos efectos el gobierno tiene que enfrentar. Si gobernasen los «tucanos»(imagínense lo que sería la economía de Brasil si Alckmin hubiese ganado como quería la prensa privada) tendríamos un alto grado de fragilidad con la continuidad de la apertura económica que los tucanos predican..
Lula necesita fracasar, porque si el docto, el sabio, el ilustrado, el adorado por los grandes empresarios y de la prensa privada, FHC, fracasó – en la política económica, en la política social, en la política educacional, en la política cultural, en la política externa… Como un tornero mecánico, del nordeste, que perdió un dedo en las máquinas, del PT, puede triunfar?
Es el fracaso de las teorías que preconizan que las élites saben mas, pueden mas, hacen mejor las cosas. Esa misma teoría que fracasa en Bolivia, donde el indio Evo Morales resulta y donde el gringo Sánchez de Losada fracasó. En Venezuela, donde el mulato Hugo Chávez da resultado, cuando las elites blancas de Carlos Andres Peres, de Rafael Caldera, fracasaron.
Las economías de los países que participan de los procesos de integración regional, porque privilegian los intercambios entre sus países, porque diversificaron sus mercados internacionales – con el de China ocupando un lugar destacado -, porque desarrollan los mercados internos de consumo popular, dependiendo menos de las exportaciones, porque van disponiendo cada vez de mayores recursos propios de financiación – que el Banco del Sur va a incrementar -, sufren menos las consecuencias de la mayor crisis del capitalismo desde 1929. Recordemos que como efecto de esta, cayeron 16 gobiernos latinoamericanos. Ahora, ninguno debe caer y sufren mas los que mas se apegaron a la economía estadounidense y mas siguieron aferrados al neoliberalismo – de los cuales México es el caso mas grave.
FHC, y todas sus viudas en la prensa privada, pueden llorar, pueden pedir lo peor, pueden esperar sentados el fracaso de los nuevos gobiernos latinoamericanos. Su tiempo ya pasó, el funeral de Wall Street es su funeral, el de la apología de los mercados, del Estado mínimo, del reino de la especulación. Que descansen en paz, que el pueblo brasilero tiene mucho que hacer, tiene que ocuparse de su destino, esas casandras neoliberales que derrotó y sigue derrotando.
Texto original en portugués: www.cartamaior.com.br Traducción: Insurrectasypunto
Casandras: Mitología griega. Casandra sacerdotisa de Apolo, hacía en forma permanente vaticinios catastróficos, como la caída de Troya, pero nadie le creía, debido en virtud de la venganza de Apolo.
[2] Ministro de economía durante el gobierno de FHC
[3] Se denomina así a los integrantes del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) al cual pertenecía el ex presidente Fernando Henrique Cardoso.