La publicación del libro que el lector tiene ahora entre sus manos es un hecho importante, en términos políticos y también en términos ideológicos, dentro del complicado panorama que hoy, en 2024, vive todo el semicontinente de América Latina. Pues luego de la crisis y debacle de todo el conjunto de los gobiernos latinoamericanos llamados ‘progresistas’, que al haber terminado desilusionando completamente a todos sus respectivos pueblos, han ido abriendo la puerta al retorno de los gobiernos de derecha y ultraderecha en distintas naciones latinoamericanas, resulta relevante comprender de modo adecuado cuales son los mecanismos represivos y los modos de operar en general de los actuales gobiernos capitalistas latinoamericanos, sean los ya mencionados gobiernos de derecha y ultraderecha, que hoy vuelven a hacerse presentes y a ganar elecciones, sean también los supuestos gobiernos de ‘izquierda’ o ‘progresistas’ aún subsistentes dentro del cada día más deslegitimado ámbito de la política contemporánea de América Latina.
En este sentido, creemos que el injusto y absurdo montaje que el profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas vivió a partir de mayo de 2009 y hasta 2016, cuando el Tribunal Superior de Colombia lo declaró finalmente inocente, e incluso hasta 2018, cuando el Consejo de Estado ordenó su reincorporación a la Universidad, es un caso excepcionalmente revelador de esos modus operandi de dichos gobiernos de nuestro semicontinente. Porque en ese ridículo montaje, que fue denunciado como tal desde su inicio,1 convergen desde evidentes inconsistencias jurídicas hasta delirantes declaraciones ideológicas, pasando por claras arbitrariedades políticas y por inconfesables alianzas diplomáticas, las que en su conjunto desnudan y revelan de manera paradigmática la inmensa torpeza y la gran limitación de todos los gobiernos recientes y actuales de América Latina, lo mismo los de derecha y ultraderecha de los que se trata en este caso, que de los llamados supuestamente ‘progresistas’ o de ‘izquierda’, los que sin duda son en general, y más allá de estos pequeños matices, genuinos gobiernos burgueses y procapitalistas, y por ende, obligados guardianes y reproductores del injusto orden capitalista todavía vigente en todos los países de nuestro semicontinente latinoamericano.
Entonces, revisitar este caso quince años después de su comienzo, es sin duda importante por varias razones. La primera, es porque se trata de una injusticia profunda, que tenía fines absolutamente espurios de autolegitimación del gobierno de Álvaro Uribe, cuando ese gobierno se tambaleaba por los múltiples efectos de su ilegítima acción internacional del ataque en Sucumbíos de 2008, llevada a cabo violando todos los principios del derecho internacional, y cuando Uribe pretendía, de modo delirante e irracional, reelegirse por tercera ocasión como presidente de Colombia. Injusticia profunda y flagrante que, como toda injusticia, debe ser denunciada y hecha pública, no sólo para que sea repudiada por la opinión pública, sino sobre todo para tratar de evitar que pueda repetirse en el futuro, en México, en Colombia, o en cualquier país de América Latina o del mundo.
En segundo lugar, porque se trató de una clara estigmatización y criminalización del pensamiento crítico, cuyo ejercicio abierto y confeso, era el único posible ‘crimen’ que podía realmente imputarse al Dr. Beltrán Villegas en 2009 o ahora. Descarada persecución de la actividad de la reflexión y el pensar críticos en América Latina, que se explica precisamente por el hecho de que este pensamiento crítico ha estado floreciendo abundantemente en Latinoamérica a partir del 1 de enero de 1994, fecha de la irrupción pública del digno movimiento del neozapatismo mexicano, florecimiento que acompaña y expresa en el plano intelectual, al claro fortalecimiento de distintos movimientos realmente anticapitalistas y antisistémicos desplegados a todo lo largo y ancho del semicontinente, incluidos naturalmente tanto Colombia como México.
Combate feroz a estas nuevas expresiones del pensamiento crítico, impulsado por las clases dominantes, por los Estados y los gobiernos, y por los sectores poderosos de toda Latinoamérica, que es llevado a cabo lo mismo por ciertos sectores cómplices y acomodaticios de la academia institucional, que por diversos defensores de la ideología dominante, junto a jueces, magistrados y funcionarios del más distinto rango y jerarquía. Constante criminalización del pensamiento crítico, que seguramente continuará y se incrementará en el cercano futuro, y que vuelve también relevante el estudio y el análisis de este caso mencionado, en la lógica de obtener lecciones que nos sirvan para enfrentar dicha persecución y estigmatización futuras, con más herramientas y en mejores condiciones. Porque es evidente que pensar de manera diferente, y también de manera crítica, no debería ser objeto ni de persecución, ni de encierro, ni de cárcel, ni de secuestro o represión alguna, aunque como lo demuestra el caso del Profesor Miguel Ángel, en pleno siglo XXI, y dentro del actual capitalismo latinoamericano y mundial todavía dominante, todavía lo es, y es también por eso que esta difícil experiencia debe ser conocida y difundida hoy.
En tercer lugar, la lectura de este libro es útil e importante, porque a través de la revisión de sus distintos contenidos, y de las descripciones que incluye, por ejemplo de la verdadera situación-límite que representa la experiencia carcelaria,2 o del examen y demostración del importante aunque contradictorio rol que juegan los medios de comunicación masiva, o del estudio de las muy diferentes posturas de los propios colegas académicos colombianos y mexicanos frente a este suceso, se nos van entregando diversos elementos y pistas que nos permiten comprender cómo funciona la sociedad colombiana actual, marcada por varias décadas de una verdadera guerra civil no declarada, pero también por una clara colusión entre el Estado colombiano y los carteles del narcotráfico, junto a una violencia paramilitar desmesurada y un clima represivo general bastante agudizado.
Y lo mismo sucede con la sociedad mexicana reciente y actual, en donde el Estado también se ha aliado con los carteles del narcotráfico, y en donde los diversos gobiernos de todos los partidos políticos, sin excepción alguna e incluyendo lo mismo al PRI o al PAN, que al PRD o MORENA, compiten para mejor reprimir a los crecientes movimientos sociales anticapitalistas de todo México, aterrados por la amenaza de un nuevo estallido social general, que muy posiblemente será equivalente a la guerra de Independencia de 1810, o a la Revolución Mexicana de 1910, como lo han planteado recientemente tanto el Subcomandante Insurgente Marcos, como también Immanuel Wallerstein.3 Porque luego de seis años de una retórica vacía y mentirosa, junto a políticas clara y agresivamente capitalistas, antipopulares y beneficiarias sólo de las élites mexicanas, ya muy pocos se hacen ilusiones sobre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, el que en muchos ámbitos sigue siendo tan atrasado y tan represor como los anteriores gobiernos de Vicente Fox, de Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto, y en otros es incluso peor, como en los temas de los feminicidios, en su torpe y servil política migratoria, o en su absurdo manejo de la economía mexicana, el que muy pronto bien podría provocar una nueva y fuerte devaluación del peso mexicano.
Y son estas pistas o claves valiosas sobre la situación colombiana o la situación mexicana contemporáneas, las que también convierten a este libro en un instrumento útil y valioso para los lectores actuales.
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Para entender mejor el sentido profundo del injusto secuestro que sufrió el Profesor Miguel Ángel Beltrán el 22 de mayo de 2009, hecho que fue concertado y realizado de manera coordinada entre el gobierno colombiano de Álvaro Uribe y el gobierno mexicano de Felipe Calderón, vale la pena recordar los distintos contextos en que este infeliz acontecimiento tiene lugar, reconstruyendo algunos de los trazos principales del contexto mexicano, luego del contexto colombiano, y finalmente del contexto latinoamericano más global que entonces se vivía en el conjunto de América Latina.
Respecto del contexto mexicano, hay que recordar que este acontecimiento se da en el año de 2009, cuando el presidente de México era Felipe Calderón, y su gobierno era el segundo gobierno panista dentro de la historia reciente de México. Pero no hay que olvidar que Calderón era un presidente absolutamente espurio, que había llegado al poder en el año de 2006 mediante un escandaloso fraude electoral, montado por el gobierno de Vicente Fox, fraude que casi al final de su mandato fue reconocido cínicamente por el propio Calderón. Lo que implica que dicho gobierno calderonista haya sido, sin duda alguna, el gobierno más ilegitimo de toda la historia de México, después de la dictadura militar del general Victoriano Huerta, de inicios del siglo XX.
Esto es importante de recordar, porque entonces Calderón fue siempre un presidente con una bajísima legitimidad, y por ende, era un presidente muy débil, que para poder gobernar se apoyó de manera muy importante, en todo su periodo de gobierno desde 2006 hasta 2012, en las fuerzas represivas del ejército y de la policía. Y hay que decir claramente que los gobiernos que recurren con frecuencia a las fuerzas represivas de la policía y el ejército no son los gobiernos fuertes sino los gobiernos débiles, los que al tener un muy escaso o nulo consenso social, y muy poca legitimidad social, necesitan por eso a las fuerzas armadas y a los cuerpos policiacos, para poder mantenerse, reproducirse, y para llevar a cabo sus distintas políticas. No hay que olvidar que Felipe Calderón declaró lo que el mismo llamó la “guerra al narcotráfico”, que produjo más de 120 mil muertes inútiles,4 pues como se ha sabido después, ese gobierno de Calderón tenía una alianza estratégica con el Cartel de Sinaloa, a través de su Secretario de Seguridad, Genaro García Luna, que hoy está siendo enjuiciado por esta alianza en Estados Unidos.
Y de la mano de esas muertes absurdas e inútiles de la supuesta guerra al narcotráfico, también se disparó en ese gobierno calderonista la cifra de los desaparecidos, la que entonces pasó de unos cuantos centenares en el gobierno de Vicente Fox, a más de 17,000 personas.5 Y cabe señalar que este problema ha continuado creciendo y aumentando, pues ni el gobierno de Peña Nieto ni el de López Obrador, han querido ni podido enfrentarlo seriamente y resolverlo, lo que implica que este siga siendo hasta hoy un problema acuciante de la sociedad mexicana, que mantiene a miles de familias mexicanas en una angustia extrema.
Otro segundo elemento que hay que tomar en cuenta en este contexto mexicano, es que Felipe Calderón era el segundo presidente panista de México, pues después de que el PRI gobernó en México desde 1929, el año de su fundación, hasta el año 2000, llego al poder Vicente Fox, como el primer presidente panista de México, dando durante su errático e ineficiente gobierno, un giro de ciento ochenta grados en la política exterior mexicana, política que era quizá el único elemento medianamente rescatable de los setenta años de gobiernos priistas. Pues estos últimos fueron siempre gobiernos muy represivos dentro del propio México, apoyando esa represión en el amplio control corporativo que tenían de los movimientos obreros, de los movimientos campesinos, y de los movimientos urbano-populares, los que a través de la CTM (Central de Trabajadores de México), la CNC (Central Nacional Campesina), o la CNOP (Central Nacional de Organizaciones Populares) eran obligados a someterse totalmente a los diversos designios del gobierno.
De esta forma el PRI, que gozaba de ese vasto control de los movimientos populares en México, pudo darse el lujo de desarrollar, en el ámbito de la política exterior, una cierta actitud y postura relativamente progresista, recibiendo por ejemplo a los emigrados republicanos de la guerra civil española, o al exiliado León Trotsky, que había sido rechazado por muchos gobiernos europeos. Y todavía en los años sesenta, setenta y ochenta, México fue receptivo para recibir a todos los exiliados latinoamericanos, de Brasil, de Chile, de Argentina, de Guatemala, etc. que escapaban a las dictaduras militares y a las represiones brutales de todos sus respectivos países. Además, México es el único país que se niega a apoyar la iniciativa estadounidense dentro de la OEA, para montar el criminal bloqueo a Cuba, a la rebelde y digna isla del Caribe, manteniendo por décadas el comercio normal y la venta de petróleo a ese país.
Por eso se dice en México que, bajo el PRI, los sucesivos gobiernos de nuestro país eran “Farol de la calle, y obscuridad de su casa”, o sea que dentro de México había una represión clara contra todo tipo de oposición política o contra toda forma de protesta social popular, como es siempre el caso de cualquier gobierno burgués, mientras que en política exterior el gobierno mexicano se jactaba de ser avanzado y progresista, de ser abierto, tolerante y hasta solidario con estos exilios españoles, con Trotsky y con los distintos exilios latinoamericanos mencionados.
Pero esto se acabó totalmente con Vicente Fox y Felipe Calderón. Pues luego del año 2000, se da ese giro radical de la política exterior mexicana hacia posturas muy conservadoras y de derecha, además de que esos dos gobiernos panistas empiezan a cometer una serie de errores diplomáticos elementales, los que sólo demuestran su enorme inexperiencia, en esa política internacional, pero también en la política interna. Y es así que por ejemplo se da, en marzo de 2002, la vergonzosa situación de que Fox invita a Fidel Castro a la Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, en la ciudad de Monterrey, pero le pide que no se quede mucho tiempo, para evitar que pueda encontrarse con George Bush hijo, mostrando así una actitud totalmente servil frente al gobierno de Estados Unidos.
En esta misma lógica, se inscribe el torpe manejo del gobierno de Felipe Calderón de la terrible crisis del ataque del ejército colombiano en la ciudad ecuatoriana de Sucumbíos, donde estuvieron involucrados cinco estudiantes mexicanos y cuatro de ellos murieron, logrando sobrevivir solo una estudiante. Ese manejo muestra nuevamente la gran inexperiencia e incapacidad de esos gobiernos panistas en el área de la política exterior. De modo que una cierta presencia independiente y un cierto rol de liderazgo latinoamericano, que México había conquistado en varias décadas gracias a su política exterior relativamente progresista, se derrumbaron totalmente por estas grandes torpezas y errores de ambos gobiernos panistas. Desde el año 2000, México pierde un cierto protagonismo positivo en las arenas internacionales, y su papel diplomático y geopolítico en Latinoamérica comienza a declinar, para cederle esos roles al gobierno de Lula en Brasil, el que a pesar de ciertos errores también muy grandes, como el del envío de cascos azules a Haití, ha sido muy activo a nivel latinoamericano, desplegando una política exterior que más allá de sus evidentes claroscuros, se aparece, comparada con la de México, como una política exterior mucho más relevante y hasta moderadamente progresista.
Y debemos agregar un tercer elemento a este contexto mexicano del año de 2009. Y es que Felipe Calderón es, en sí mismo, un hombre muy torpe. Como lo era también Vicente Fox. Entonces, Calderón estaba aliado con las fuerzas más oscuras, porque la antes mencionada alianza de su Secretario Genaro García Luna con el Cartel de Sinaloa no era la única. Él tenía también nexos con los sectores más conservadores de la Iglesia, lo mismo que con ciertos personajes de la derecha y la ultraderecha europea y latinoamericana. Y uno de esos vínculos era con el presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez. Por eso, Calderón va a aceptar de manera sumisa y complaciente el desarrollo del burdo montaje que le propone el mismo Uribe, montaje en donde el Profesor Miguel Ángel Beltrán es tan sólo la víctima y el chivo expiatorio, cien por ciento inocente, de la confabulación uribista y de sus vanos y ridículos esfuerzos por recuperar su limitada legitimidad perdida.
Pues en esos años previos al año 2009, pasando ahora a la revisión del contexto colombiano de aquellos tiempos, Álvaro Uribe ya había gobernado Colombia por un primer período de cuatro años, y se había reelegido, pero su gobierno estaba ya muy desgastado por haber sido un muy mal gobierno. Así que en 2009, Uribe también se apoyaba ya sobre todo en el ejército y en la policía colombianos, porque era también un gobierno débil y deslegitimado, como el de Felipe Calderón.
Además, era un gobierno que estaba en una gran crisis, debida al inmenso error del ataque de Sucumbíos, en la que se invadió, sin justificación legal alguna y sin razones válidas, el territorio de Ecuador. Esto provocó la ruptura de relaciones diplomáticas con el gobierno de Rafael Correa, y entonces Álvaro Uribe vuelve a apoyarse sobre todo en la fuerza, en el ejército. Y ya desde esos años se decía abiertamente que Uribe había financiado grupos paramilitares, y ese era entonces un escándalo que estaba creciendo y que cobrará mucha más fuerza cuando termine su segundo período.6 Sumado a todo esto, se estaban descubriendo los casos inventados de los llamados ‘falsos positivos’ los que fueron promovidos e impulsados en escala masiva por el gobierno uribista, junto a su constante y descarada política brutal de represión hacia todos los movimientos sociales de protesta y de oposición.
Y es dentro de este contexto colombiano de gran debilidad del propio Álvaro Uribe, que él se inventa ese montaje ridículo en contra del Dr. Beltrán Villegas, en un intento desesperado para tratar de relegitimarse dentro de la misma Colombia. Por eso su visita a México antes del secuestro del Profesor Miguel Ángel, en la que seguramente convenció a Felipe Calderón de ser cómplice de dicho montaje, y ajusto los detalles logísticos y prácticos para el mismo. Y Uribe va además a agradecer, con todo cinismo, esta colaboración activa y cómplice del gobierno de Calderón, luego del secuestro y deportación ilegales del Doctor Beltrán. Descarado agradecimiento que desnuda la explícita alianza que estuvo detrás de este burdo montaje, alianza de la más rancia y atrasada ultraderecha mexicana, representada por el Partido Acción Nacional y por Felipe Caderón, y la más rancia y atrasada ultraderecha colombiana, representada por Álvaro Uribe,7 el que paradójicamente, ganó la Presidencia apoyado en el movimiento ‘Primero Colombia’, cuyas raíces principales eran más bien del viejo Partido Liberal.
En cuanto al contexto de América Latina de aquellas épocas, hay que recordar que en el año de 2009, todavía una parte importante de la izquierda vivía bajo la ilusión del supuesto carácter radical y avanzado del llamado ‘progresismo latinoamericano’, ilusión que se fue disolviendo y quebrando progresivamente en los años posteriores, y que ahora ya muy pocos sostienen. Pero en aquellos tiempos, cuando en 1999 Hugo Chávez subió al poder en Venezuela, o en 2002 comenzó el gobierno de Lula en Brasil, o en 2003 el gobierno de Néstor Kirchner en Argentina, o en el año 2005 el de Rafael Correa en Ecuador, y en 2006 se instauró el gobierno boliviano de Evo Morales, un sector de la izquierda de América Latina aún mantenía la ilusión de que estos gobiernos realmente iban a llevar a cabo cambios sociales sustantivos, que podrían realmente hacer una diferencia fundamental frente a los gobiernos neoliberales de derecha anteriores.8
Pero esa ilusión, difundida un poco en diversos ambientes de la izquierda de toda Latinoamérica, va a irse desvaneciendo cuando en los hechos, todos estos gobiernos supuestamente ‘progresistas’, demuestren que ellos son totalmente procapitalistas, y que no representaron nunca los intereses ni de sus respectivas clases populares, ni de sus movimientos sociales realmente anticapitalistas y antisistémicos (aunque luego hayan tratado, e incluso muchas veces logrado, cooptar a los líderes de esos movimientos), sino que siempre representaron a sus respectivas burguesías nacionales. Y ahora es muy claro que fueron esas burguesías nacionales las que impulsaron, sostuvieron y defendieron a esos gobiernos ‘progresistas’ beneficiándose ampliamente de dicho apoyo.
Pues como lo declaró el propio Lula, la burguesía nacional brasileña nunca ganó tanto dinero como lo hizo bajo sus dos gobiernos, y lo mismo puede decirse de la burguesía nacional boliviana bajo el gobierno de Evo Morales, o de las burguesías nacionales ecuatoriana, venezolana o argentina, durante los gobiernos de Correa, de Chávez o de los Kirchner. En cambio ahora, creo que ya muy poca gente que sea realmente de izquierda podría defender a los actuales gobiernos ‘progresistas’ de Gabriel Boric en Chile, o de Gustavo Petro en Colombia, o de Andrés Manuel López Obrador en México, gobiernos tan moderados, tan pálidos y tan descoloridos, incluso en su supuesto lenguaje de izquierda, que sólo combinan una retórica vacía y supuestamente crítica, con una clara práctica totalmente capitalista y represiva, muy poco diferente de los gobiernos de derecha latinoamericanos actuales.
Pero en 2009, este hoy decadente progresismo latinoamericano estaba aún en su fase ascendente, y creo que esto influyó para que tanto la ultraderecha colombiana aliada con Uribe, como la ultraderecha mexicana representada por Calderón se sintieran un poco acosadas, y comenzaran a sentirse derrotadas y cercadas. Ellas se asumían como estando en una etapa de declive, y quizá eso es lo que explica que el propio Uribe haya montado esta especie de intento de golpe de timón desesperado, usando como chivo expiatorio, totalmente inventado, al Profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas, el que, hay que decirlo muy claramente, no era más que un académico brillante, que al mismo tiempo defendía de manera clara, firme y explícita la necesidad y la urgencia del cultivo del pensamiento crítico en todas sus formas, y en todos los espacios sociales posibles. Y dado que entre los varios temas que el Dr. Beltrán Villegas había estudiado, estaba también incluido el tema de la historia de las FARC, entonces la rancia y atrasada derecha colombiana de Uribe pensó que podía llevar a cabo el montaje absurdo y el ridículo golpe publicitario de su supuesta ‘aprehensión’, montaje e informaciones que en los años siguientes fueron siendo demostrados como totalmente falsos e inventados, además de ilegales y delirantes, aunque naturalmente si le cambiaron la vida entera al Profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas.
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Conocí personalmente al Doctor Miguel Ángel Beltrán en el año de 1992, cuando él cursaba en México sus estudios de Maestría. Él asistió primero a un Coloquio Internacional celebrado en la UNAM, sobre la historia de la corriente francesa de los Annales, y luego a otro Coloquio Latinoamericano sobre la influencia de esos mismos Annales en la historiografía de América Latina. Recuerdo que en este segundo Coloquio hubo ponentes que analizaron la influencia de esa tendencia historiográfica francesa en Perú, en Brasil, en Guatemala, en Argentina, y naturalmente también en México. Así que al concluir el Coloquio, el Profesor Miguel Ángel se me acercó y me pregunto: “¿Y por qué en este Coloquio, no fue incluida la influencia de Annales en Colombia? Porque esa influencia existe y es importante”. Y yo le respondí: “Porque yo no conozco a ningún investigador serio que haya trabajado esa influencia. No dudo que exista ese investigador, pero yo no lo conozco”. Luego el me facilitó algunos materiales sobre este tema, y fue así que inició una larga amistad que perdura hasta el día de hoy.
En aquel año de 1993, no había ido nunca a Colombia, y cuando estuve viviendo un año en Francia, entre 1988 y 1989, para hacer un Posdoctorado en Historia, nunca encontré algún profesor colombiano o de otra nacionalidad que hubiese estudiado el impacto de los Annales en Colombia. Comenzó así una rica relación académica y también una valiosa relación personal, lo que hizo que entre 1992 y 1997, cuando el Profesor Miguel Ángel retornó a Colombia, luego de concluir sus estudios de Doctorado, hayamos participado juntos en varios Coloquios, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, o en la Universidad Iberoamericana, entre otros varios foros.
Después de 1997, cuando el Profesor Beltrán Villegas regresó a Colombia, mantuvimos nuestros vínculos académicos, y así yo fui invitado por él a Colombia, por primera vez, para dar Conferencias en varias Universidades de ese país, invitación que se repitió más adelante en varias ocasiones. También, cuando en el año de 2003 participé en la fundación de una revista de historia y de pensamiento críticos de la cual aún soy miembro, la revista Contrahistorias, propuse a los miembros del Comité de Redacción, que incorporáramos al Doctor Beltrán dentro del Comité Científico Internacional de Contrahistorias, propuesta que felizmente prosperó, lo que entonces enriqueció y potenció una vez más nuestros diversos vínculos académicos.
Así, el Profesor Miguel Ángel colaboró activamente en el trabajo de la revista, publicando primero en 2004 una entrevista que él me realizó, y luego un artículo escrito en coautoría con Natalia Caruso, en el número 5 de Contrahistorias editado en 2005. En 2008, decidió realizar en México un Posdoctorado, el que concluyó exitosamente entre 2008 y 2009. Y precisamente cuando intentaba renovar los trámites para extender esa investigación posdoctoral durante un año más, fue cuando fue ilegalmente secuestrado y deportado a Colombia. Nosotros habíamos estado cenando juntos la noche anterior a su ridícula supuesta ‘captura’, la que no fue tal, porque el Profesor se presentó voluntaria y pacíficamente en las oficinas del Instituto Nacional de Migración, pensando que le entregarían la nueva Visa para poder permanecer un año más en México, y se encontró en cambio con el violento e irracional montaje mediante el cual se intentó justificar su secuestro y su inmediata deportación a Colombia.
Es importante subrayar que para todas las personas que conocían de cerca al Dr. Beltrán Villegas, las acusaciones que se le hacían aparecían como completamente inverosímiles e increíbles, además de absurdas y delirantes. Lo que no impidió que la noticia apareciera en México el lunes 25 de mayo, en la noche, en el principal noticiero de televisión de México, de la cadena Televisa. Y también fueron transmitidas las declaraciones de Álvaro Uribe, proclamando que había sido una ‘gran captura’ y un gran éxito de su gobierno. Lo cual demuestra nuevamente, tanto la vergonzosa complicidad del gobierno calderonista en este burdo montaje, como también el triste papel de los medios de comunicación masiva, que en lugar de investigar mínimamente la verdad y tratar de informarla, se limitan a repetir y difundir los boletines de noticias que les hacen llegar sus respectivos gobiernos.
Ahora, quince años después, y partiendo de considerar los contextos colombiano, mexicano y latinoamericano de esas épocas, es un poco más fácil comprender el limitado sentido de esta irracional acción de las autoridades mexicanas y colombianas, pero en esos momentos si fue un hecho que nos impactó y nos sorprendió profundamente, en virtud de su carácter artero e inesperado. Entonces, frente a lo inverosímil de las acusaciones dirigidas al Profesor Miguel Ángel, nosotros protestamos en la revista Contrahistorias en contra de esta absurda captura, y en contra de todas esas increíbles acusaciones que se le hacían, y también tratamos de seguir de cerca las noticias de sus juicios.
Y vale la pena recordar que en el primer juicio, él fue declarado inocente, pero la Fiscalía colombiana apeló dicho fallo, y el proceso se fue a una segunda instancia, y en ella, él fue absurdamente declarado culpable. A partir de esto, sus abogados llevaron el proceso a un tercer nivel de la justicia colombiana, el más elevado posible, que equivale a lo que en México se llama la Suprema Corte de Justicia, la que es el Tribunal Superior de la justicia mexicana y cuyos fallos son definitivos e irrevocables. Entonces, en esa tercera instancia, el Doctor Miguel Ángel Beltrán fue absuelto y declarado definitivamente inocente.
Durante el complicado proceso de estos tres juicios, cuyo desarrollo se llevó varios años, el Profesor tuvo que exiliarse un tiempo en Argentina, y estuvo dos veces viviendo la terrible experiencia del encierro carcelario, experiencia que ha sido tan agudamente estudiada y diagnosticada por Michel Foucault, y sobre la cual afirma que la cárcel es el único lugar en el que el poder se muestra de manera desnuda, sin tapujos, sin cortapisas, sin encubrimientos. Porque ahí el poder se siente a sus anchas, y siente que puede desplegar toda su potencia y su capacidad de castigo, toda su fuerza represiva en contra de las víctimas que están encarceladas, sin tener que ‘guardar las formas’, y sin necesidad de legitimarse con discursos, porque ahí el poder simplemente actúa.
Y sabemos que esa experiencia de la cárcel, además de ser una experiencia excepcionalmente dura, es también una experiencia contradictoria, porque puede ser al mismo tiempo muy aleccionadora, para aquellas personas inteligentes que la sufren. En este sentido, podemos evocar los célebres Cuadernos de la Cárcel de Antonio Gramsci, por ejemplo. En este sentido, el Profesor Miguel Ángel vivió en la cárcel una experiencia similar a la que han vivido algunos otros pensadores críticos o intelectuales, los que al ser encarcelados, tratan de utilizar sus propias herramientas intelectuales para intentar procesar esta terrible experiencia límite, aunque al mismo tiempo para sacar algunas posibles lecciones útiles de la misma.
Porque resulta muy ejemplar, de manera positiva, el comportamiento del Profesor Beltrán Villegas en la cárcel. Pues esta última quiebra y destruye a mucha gente, literalmente la anula y la aniquila, así que mucha gente no sale indemne de esta atroz experiencia carcelaria, y luego de vivirla ya no es capaz de recuperar su vida anterior. En cambio, felizmente, el Profesor Miguel Ángel Beltrán trató de ‘hacer buena cara al mal tiempo’, y entonces buscar algunos elementos positivos de esta difícil experiencia, a la que fue llevado de manera forzada y además, con fundamentos absolutamente injustos, injustificados, absurdos e irracionales.
Así, al estar conviviendo con los presos, él fue recolectando y ensamblando los elementos para construir un libro muy interesante, en el que recoge los testimonios de muchos de los protagonistas fundamentales de la vida social colombiana de los años más recientes. Se trata de gente que está reunida y que convive cotidianamente en la cárcel, aunque haya llegado allí por razones completamente diferentes: para empezar los propios guerrilleros, tanto los de las FARC como los del ELN, pero también los paramilitares, o los militares mismos, además de los distintos tipos de presos políticos y de presos sociales. Es muy interesante este libro, que se llama La vorágine del conflicto colombiano. Una mirada desde las cárceles.9
En ese libro se nos dan los testimonios directos de esos protagonistas centrales, lo que creo nos permite captar de una manera mucho más cercana a lo real, incorporando como decían los microhistoriadores italianos, la dimensión de lo vivido de la historia. Pues la microhistoria reivindicaba y defendía sin duda la historia general, la macrohistoria, los modelos generales, pero afirmaba también que cuando fuera posible, los historiadores y los científicos sociales también deberían tratar de recuperar esa experiencia vivida directamente por los propios protagonistas, lo que los franceses llaman le vécu. Y lo que hace el Doctor Miguel Ángel en este libro es recuperar esa experiencia de ‘lo vivido’ mismo, tal y como es concebida, sentida, vivida y procesada emocional e intelectualmente por sus propios protagonistas.
Junto a esto, está un hecho que el Profesor Beltrán Villegas me ha referido recientemente. Yo sabía que muchos años antes de estar encarcelado, él estaba interesado, entre muchos otros temas de investigación, también en la historia de las FARC. Así, como muchos otros investigadores de su país, él había estudiado esa historia de las FARC, porque le preocupaba entenderla más a fondo. Y sucedió que cuando estuvo en la cárcel, se encontró directamente con varios guerrilleros que eran militantes activos de las FARC y que en ese momento estaban allí como presos políticos. Y él pudo entrevistarlos con mucho tiempo, ampliamente y sin prisas, de modo que parecía que le habían preparado ese escenario, en donde en lugar de tener que ir a buscar a cada posible testigo, y sólo poder hacer una entrevista hoy, y la siguiente tres meses después, y la tercera en un año, el podía en cambio realizar esas entrevistas en muy poco tiempo y con la amplitud que deseara.
Era como si le hubieran juntado a todos sus ‘testigos’, por usar esta expresión de historiadores y de jueces, y el pudiese entrevistarlos todo el tiempo necesario y hasta agotar sus preguntas e inquietudes completamente. Así que él pudo entrevistar a diecisiete miembros de las FARC que vivieron buena parte de los procesos históricos y políticos de la evolución global de esa organización de manera directa y personal, y que le cuentan tanto su historia como sus propias evaluaciones y experiencias personales. Con lo cual es capaz de escribir una historia de las FARC que en este sentido es totalmente excepcional y original, y que hace de este libro una fuente imprescindible para cualquiera que quiera estudiar o comprender este complejo tema.10
Yo no soy para nada especialista en este tema, pero sí me doy cuenta de que posee esta singular dimensión de rescatar ese elemento de lo vivido y de lo concreto experimentado, que en cambio no está presente en la gran mayoría de las anteriores investigaciones sobre la historia de las FARC. Y todo esto sólo fue posible por la dura experiencia de la vivencia de la cárcel, la que el Profesor Miguel Ángel aprovecha para recabar esos testimonios directos, y para escribir a partir de ellos los dos libros que ya hemos mencionado, y que representan importantes contribuciones para aproximarnos a la reconstrucción de la historia y de la radiografía actual de la verdadera guerra civil que Colombia ha vivido desde hace ya más de medio siglo.
Otro tema importante que se rescata en este libro, es el de las posturas que la Academia dominante y la Universidad tuvieron frente al burdo montaje del gobierno de Uribe. Pues muchas de las autoridades universitarias, junto a muchos colegas y compañeros del Profesor Beltrán, que lo conocían desde hacía muchos lustros y décadas, y que sabían perfectamente que era un Profesor honorable, y un académico e investigador brillante, que dedicaba el cien por ciento de su tiempo a las actividades de la docencia, de la investigación y de la difusión académica, tuvieron actitudes y posturas a veces sumisas, y a veces omisas, pero en ambos casos de clara complicidad con el montaje del gobierno colombiano, cuando no posturas abiertas de promover activamente la criminalización del pensamiento crítico, promoviendo diversos esfuerzos e iniciativas para que él fuera declarado culpable.
De modo que con unas pocas excepciones valientes y notables, la Universidad Nacional de Colombia se mostró como una institución poco solidaria y poco responsable frente a una clara injusticia e ilegalidad cometida en contra de uno de sus Profesores, al mismo tiempo que exhibía su naturaleza predominantemente conservadora, en lo que se refiere a sus autoridades y a sus académicos, aunque no, felizmente, en lo referido a sus estudiantes, los que en cambio sí mantuvieron durante mucho tiempo sus protestas y sus exigencias de liberación del Profesor Beltrán Villegas. En cambio, la Universidad y muchos de sus académicos no solamente guardaron un silencio cómplice, evitando defender la honorabilidad de su propio colega vulnerado, mediante uno o varios pronunciamientos contundentes que plantearan que el Profesor Miguel Ángel llevaba muchos años trabajando para la Universidad, y que todos lo conocían y respetaban, y que por ende respondían totalmente por su persona y por su respetabilidad en general.
En lugar de esto, en el año de 2015, el Doctor Miguel Ángel Beltrán Villegas fue destituido de su cargo como docente, aunque después tuvo que ser restituido en el mismo, cuando el Tribunal Supremo de Colombia lo declaró final y definitivamente inocente. Si no, él no hubiese podido regresar a la Universidad. Por eso, es importante ahora volver a recordar los nombres de las personas, y las declaraciones concretas que entonces hicieron, y las posturas políticas que adoptaron, y cual es el diverso grado de responsabilidad de cada uno, en las distintas medidas que, de diferentes modos, afectaron la situación universitaria del Profesor Miguel Ángel.
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La historia es muchas veces paradójica, y avanza por caminos extraños e insospechados. Por eso hoy, quince años después del artero y cobarde montaje de la supuesta ‘captura’ y ‘aprehensión’ del Profesor Miguel Ángel Beltrán, los personajes principales de ese infeliz acontecimiento han comenzado a ubicarse en el verdadero lugar histórico que les corresponde.
Así, Álvaro Uribe es hoy un personaje totalmente deslegitimado, que en la opinión pública colombiana es concebido como un claro promotor del paramilitarismo, y cuya detención preventiva fue solicitada por la Corte colombiana en 2020, obligándolo a renunciar a su puesto como Senador, y provocando que su caso pasara a manos de la Fiscalía, la que recientemente, en marzo de 2024, lo llamó a juicio, por los cargos de fraude procesal y de soborno a testigos. Y esperemos que un poco de verdadera justicia se cumpla, y Uribe sea muy pronto condenado a pagar todos los crímenes que ha cometido a lo largo de prácticamente toda su vida.11
Por su parte, Felipe Calderón es también un presidente completamente desprestigiado en México y en el mundo, al ser concebido como el responsable del ciclo todavía abierto del aumento desmesurado de los desaparecidos mexicanos, el que no se ha detenido ni disminuido durante el gobierno de López Obrador, así como de la enorme y espeluznante cifra de los llamados ‘muertos colaterales’ que antes mencionamos, y que fue provocada por su insensata y absurda ‘guerra al narcotráfico’. Además, él está hoy exiliado en Estados Unidos, temeroso de que su Secretario de Seguridad, Genaro García Luna, hoy acusado de colusión con el Cartel de Sinaloa, pueda delatarlo como obvio cómplice, y también como beneficiario directo de esa misma colusión. Y no es para nada imposible que una vez que García Luna sea condenado, decida confesar dicha culpabilidad de Calderón, aportando pruebas prácticas de la misma, para a partir de esto intentar negociar alguna reducción de su pena.
Mientras tanto, el profesor Miguel Ángel Beltrán Villegas se ha convertido, en toda Colombia, y también en buena parte de toda América Latina, en un claro ejemplo de los reales riesgos que corren hoy todos aquellos que se atreven a cultivar el pensamiento crítico, a ejercer una docencia realmente libre y autónoma, a difundir las múltiples injusticias que cotidianamente padecemos, dentro de las Universidades, y también dentro de nuestras sociedades, y a investigar guiados solamente por la búsqueda de la verdad y por el afán de comprender la compleja realidad actual.
Pero también se ha convertido en un ejemplo paradigmático de ese mismo pensamiento crítico latinoamericano, y en un referente práctico que, en contra de todos los poderes hoy dominantes, en Colombia, en México, en América Latina y en el mundo entero, nos demuestra una vez más que siempre es posible resistir con dignidad, y que siempre se puede continuar defendiendo con orgullo y con valentía nuestras propias ideas, y que aún en las condiciones más adversas se pueden mantener vigentes nuestras posiciones, y que siempre seremos capaces de afirmar nuestras verdades, y de proseguir reivindicando, al precio que sea necesario, la inmensa e invencible fuerza de la razón, en contra de las bajas y terribles razones de la fuerza.
Este texto corresponde al prólogo del libro México y Colombia: Alianza para un secuestro. Persecución al pensamiento Crítico. El caso del sociólogo y profesor universitario Miguel Ángel Beltrán Villegas (2009-2025) Volumen I. Secuestro, cárcel y Juicio, cuyos autores son Natalia Caruso (Universidad Pedagógica Nacional), Rosembert Ariza y Miguel Ángel Beltrán (Universidad Nacional) y que fue lanzado en el auditorio Camilo Torres de la Universidad Nacional de Colombia el jueves 22 de mayo.
Carlos Antonio AGUIRRE ROJAS es investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM- México.
Notas:
1 A este respecto, cfr. el ‘Editorial’ del diario La Jornada, del domingo 24 de mayo de 2009, página 2, publicado sólo dos días después del artero secuestro y la ilegal deportación del Doctor Miguel Ángel Beltrán Villegas, llevados a cabo por las autoridades mexicanas, en total connivencia con las autoridades colombianas.
2 Al usar el concepto de ‘situación-limite’ estamos pensando en la definición que Jean-Paul Sartre dio del mismo en su texto, “Pour une théâtre de situations”, incluido en su libro Une théâtre de situations, Ed. Gallimard, París, 1992. Y sobre la radical experiencia carcelaria y sus múltiples implicaciones, cfr. Michel Foucault, Vigilar y castigar. El nacimiento de la prisión, Ed. Siglo XXI, México, 1976.
3 Dice el Subcomandante Insurgente Marcos: “…la gente ya está harta, ya está harta y no cree en ningún partido político, en ninguno, ni cree en la vía electoral. Se está levantando allá abajo, se está preparando un gran estallido social, grande, como ni en la Revolución Mexicana ni en la Guerra de Independencia…”, en “Reunión con el Magisterio y otros sectores de Tlaxcala”, del 20 de febrero de 2006, en el sitio de Enlace Zapatista, en: https://enlacezapatista.ezln.org.mx. Una idea similar expresa Immanuel Wallerstein en dos de sus Comentarios, titulados “La bomba de tiempo mexicana”, del 1 de octubre de 1999, y “La tempestad mexicana: ¿Insurrección o guerra civil?” del 15 de diciembre de 2006, ambos incluidos en Contrahistorias, num. 33, 2020.
4 En el sitio de Wikipedia en español se dice que “Entre diciembre de 2006 y enero de 2012, murieron alrededor de 121,000 personas, mediante ejecuciones, enfrentamientos entre bandas rivales y agresiones a la autoridad”, en la entrada “Guerra contra el narcotráfico en México”, en el sitio en internet: https://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_contra_el_narcotráfico_en_México.
5 “En el sexenio de Vicente Fox (2000-2006) hubo 854 desparecidos; con Felipe Calderón (2006-2012), 17,210 y con Enrique Peña Nieto (2012-2018), 35,305, de acuerdo al Registro Nacional de Personas Desaparecidas”. Sobre este punto, cfr. el artículo “100,012 desaparecidos”, del 2º de mayo de 2022, en el sitio en internet: https://animalpolitico.com.
6 Sobre estos turbios vínculos entre el Estado colombiano y los grupos paramilitares, que abarcan desde los niveles locales y regionales, hasta la escala nacional, cfr. el libro colectivo Parapolítica. La ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos, Ed. Intermedio Editores, Bogotá, 2007.
7 Una vez consumado el montaje, y la ilegal deportación a Colombia del Doctor Miguel Ángel Beltrán Villegas, Uribe declaró: “Hago llegar nuestra más sentida voz de gratitud al presidente Calderón, porque en México se acaba de capturar a uno de los terroristas más peligrosos de la organización narcoterrorista FARC”, en el diario Crónica, del 24 de junio de 2009, página 7. Más allá de las afirmaciones delirantes y calumniosas de Uribe, queda aquí claro el contubernio entre los dos presidentes y los dos gobiernos mencionados.
8 Para una crítica de las limitaciones, del verdadero contenido de clase, de los intereses sociales subyacentes y de los objetivos globales de todos esos gobiernos que fueron llamados ‘progresistas’, e incluso gobiernos ‘del giro a la izquierda’ de América Latina, que nos sea permitido remitir a nuestros trabajos Carlos Antonio Aguirre Rojas, América Latina en la encrucijada, Ed. Contrahistorias, México, 2005, Antimanual del Buen Rebelde, Ed. El Viejo Topo, Barcelona, 2015, y Movimientos antisistémicos y cuestión indígena en América Latina, Ed. Quimantú, Santiago de Chile, 2018.
9 Véase Miguel Ángel Beltrán Villegas, La vorágine del conflicto colombiano. Una mirada desde las cárceles, Ed. CLACSO, Buenos Aires, 2018, libro digital consultable en el sitio en internet: https://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20180808092008/La_Voragine_del_conflicto.pdf.
10 Nos referimos al libro de Miguel Ángel Beltrán Villegas, Las FARC-EP (1950-2015): luchas de ira y esperanza, Ed. Desde Abajo, Bogotá, 2015.
11 Sobre la opinión pública generalizada de la figura de Uribe, y sobre ese llamado a juicio reciente, véanse los artículos de Nicholas Dale Leal, “La nube negra que persigue a Uribe”, en el diario El País, del 29 de noviembre de 2023, de Camila Osorio, “La fiscalía llama a juicio a Álvaro Uribe por el caso de falsos testigos”, en El País, del 9 de abril de 2024, y el de Emma Jaramillo Bernat, “El expresidente Uribe tras ser llamado a juicio: ‘Me abren las puertas de la cárcel sin pruebas’”, del 10 de abril de 2024, todos ellos en el sitio: https://elpais.com/america-colombia/.
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