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Entrevista a Luciano Wexell Severo, profesor de Economía, Integración y Desarrollo en la Universidad Federal de Integración Latinoamericana (UNILA)

Las elecciones están en las manos de una clase media alienada

Fuentes: Rebelión /Epholi (Grecia)

Dimitris Givisis.- ¿Qué crees que las elecciones del 7 de octubre significarán para el futuro de Brasil? Luciano Wexell Severo.- De 0 a 10, parece que los resultados positivos de las elecciones no pueden ser mayores que 6. Sin embargo, por otro lado, los resultados negativos podrían ser de menos 10. Estamos ante la posibilidad […]

Dimitris Givisis.- ¿Qué crees que las elecciones del 7 de octubre significarán para el futuro de Brasil?

Luciano Wexell Severo.- De 0 a 10, parece que los resultados positivos de las elecciones no pueden ser mayores que 6. Sin embargo, por otro lado, los resultados negativos podrían ser de menos 10. Estamos ante la posibilidad de quiebra de derechos fundamentales, de fragmentación etnico-cultural, de mayor pérdida de soberanía política y económica y de ruptura de padrones básicos de convivencia.
Internamente, lo que está en juego es el destino de las reservas de petróleo, los sistemas públicos de proteción social, las compañías estatales y las posibilidades de desarrollo científico-tecnológico autónomo. En el marco internacional, se trata del futuro de los BRICS, del impulso de un mundo multipolar, de las iniciativas de cooperación Sur-Sur, del proyecto de Integración Sudamericana, del respaldo a las iniciativas emancipadoras de Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Es decir, tendrá consecuencias directas también sobre los países vecinos.
Dimitris Givisis.- ¿Cómo las cosas están caminando antes de las elecciones? És verdad que no se ve un clima de normalidad democrática.
Luciano Wexell Severo.- La disputa no es democrática si tomamos en cuenta la división asimétrica del tiempo de propaganda de cada candidato o si consideramos la marcada interferencia de los grandes medios de comunicación, las empresas, los bancos, las instituciones estadunidenses y los institutos de pesquisa. Además, hay un bipartidismo que, desde 1994, conduce a la segunda vuelta el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido de la Social-Democracia Brasileña (PSDB). Ambas son agremiaciones liberales y cosmopolitas, representantes de los intereses de las elites de Sao Paulo, aunque una sea de «derechas» y otra de «izquierdas».
Además, el escenario en los últimos años es de inestabilidad institucional. Desde la victoria de Dilma Rousseff, en 2014, parte de la oposición optó por no reconocer los resultados de las urnas. El proceso de impeachment se trató de una trama entre los sectores más conservadores y corruptos del Parlamento, junto con los medios de comunicación y el poder judiciario. Un caso sui generis de golpe de Estado. Tomando confianza, los golpistas reforzaron su caza a las brujas y su plan para aniquilar al PT. Su problema es que no hubo forma de salvar al PSDB ni tampoco al MDB de Michel Temer.
El encarcelamiento de Lula es un atropello. Se trata de persecución política, de odio de clase. Su «crimen» fue sacar a millones de personas de la miseria, crear decenas de Universidades para los trabajadores y sus hijos, aumentar la autoestima de los más humildes, defender la propiedad nacional sobre riquezas estratégicas, proyectar a Brasil de forma altiva en el mundo. El lider en la preferencia de los brasileños está preso.
El segundo lugar, Jair Bolsonaro, estuvo en un hospital por más de 20 días, haciendo campaña electoral vía Twitter y Facebook. El atentado le rindió benefícios al crear un clima de conmoción y solidariedad, al servir de excusa para que no participar de debates y darle el espacio midiático que no tenía. Usa slogans de violencia, intolerancia y prejuicio. Habla en Cristo y la Patria sin ser cristiano ni tampoco nacionalista. Incluso ya afirmó que no reconocerá otro resultado que no sea su victoria.
Dimitris Givisis.- ¿Cómo usted interpreta los resultados de las encuestas? Está claro que en la segunda vuelta tendremos un enfrentamiento entre Bolsonaro y Haddad, o crees que el resultado aún está «abierto»?
Luciano Wexell Severo.- Es posible presentar tres escenarios: 1) segunda vuelta entre Bolsonaro y Haddad (situación más probable); 2) segunda vuelta entre Bolsonaro y Ciro Gomes (situación preferible); y 3) que no hubiera elecciones, debido al ambiente de conflictividad (situación menos probable). El actual escenario podría sufrir modificaciones debido a tres bombas reloj que están por explotar, con impactos negativos sobre Haddad y favorables a Bolsonaro.
La primera son denuncias realizadas por un ex-ministro de Lula, preso desde 2016. Ataca al PT para reducir su propia condena. Las acusaciones, realizadas hace siete meses y rechazadas por el Ministério Público Federal, fueron divulgadas solamente ahora por el juez-militante Sergio Moro. La segunda bomba es la autorización judicial para que se realice una entrevista con el hombre que atacó a Bolsonaro.
La tercera es la prohibición judicial, censura explítica, de que un gran periodico realice entrevista a Lula. En ese ambiante, desde ya, los institutos de pesquisa deberían ser prohibidos de emitir prognósticos. Están manipulando el proceso electoral.
Dimitris Givisis.- ¿Cómo el endurecimiento general del regimen político en Brasil está asociado al surgimiento del neofascismo de masas y a la ascensión de políticos de extrema derecha como Jair Bolsonaro?
Luciano Wexell Severo.- Brasil tuvo gobiernos autoritários entre 1964 y 1985. La caída del muro de Berlín, el fin de la URSS y los bombardeos de Irak abrieron las puertas para la idea de «victoria total» de Estados Unidos y del capitalismo de mercado. No se puede menospreciar esos impactos sobre varias generaciones. Desde entonces, llegó el neoliberalismo salvaje de Fernando Collor y Fernando Henrique Cardoso.
El periodo del PT no significó un rompimiento con ese proceso. La dinámica apuntó para la consolidación de un Estado privatizado y de una sociedad deshecha, con valores individualistas. Se forman seres sin educación ni capacidad crítica, que viven en un presente permanente. Es la mejor forma de describir a la clase media, que mejoró bastante sus condiciones entre 2003 y 2016. Sin embargo, asocia el éxito a su proprio esfuerzo o a alguna santidad, ignorando a las políticas públicas de crédito, inversión, empleo y aumento del salario real.
Durante 14 años, pese a los avances en el campo social, la cúpula del PT apostó en despolitización y desmovilización. Esa esterilización refleja disputas internas del gobierno y la flacidez ideológica de la dirección del partido. Los resultados son los pobres de «derechas» y una clase media alienada e ideológicamente subordinada a lo que viene de afuera. La mayoría de los electores de Bolsonaro son de esos grupos, sin consciencia política, dirigidos por los medios de comunicación. Su objetivo supremo sería limpiar el país, cambiar el sistema, destruir las ideologías, eliminar la corrupción inventada por el PT y derrotar algo llamado genéricamente de comunismo. Se respira la Guerra Fría. Y por eso preocupa la polarización en una eventual segunda vuelta entre el fascismo y Haddad.
Dimitris Givisis.- ¿Esas elecciones pueden solucionar la crisis política, económica y social de Brasil? ¿Existen perspectivas de superar esa crisis, o crees que va profundizarse?
Luciano Wexell Severo.- Debemos sumar a ese cuadro complejo la insatisfacción y la desilusión con el PT. No hay forma de apretar un botón y regresar hacia 2010. Pese a los avances, no se hicieron cambios estructurales y caminamos para ese callejón sin salida. Ganará las elecciones quien tenga menos rechazo. Es razonable prever que Haddad vencería con poca margen y que tendría dificultad para gobernar. La gran preocupación es con el despedazamiento del país, el enfrentamiento entre hermanos y la intensificación de las profundas desigualdades sociales y regionales. Por eso, deberíamos haber huido de ese falsa polarización. Ahora parece que la «derecha liberal» tendrá que escoger entre la «izquierda liberal» y el fascismo.
Desde 1990, la acción macroeconómica oscila entre el neoliberalismo y el keynesianismo avergonzado. Se ampliaron las oportunidades de los brasileños vía acciones paliativas de transferencia de los recursos oriundos de la creciente extranjerización del centro decisorio de la economía nacional. Una propuesta seria defendería elementos de intervención estatal y de nacionalismo económico. Pero el PT no posee un Proyecto Nacional que represente amenaza a los intereses estadunidenses, a las transnacionales, al sector financiero, a las petroleras, a los bancos o a la oligarquía brasileña. Hoy, debido a la amenaza fascista, el cuadro que se dibuja es todavía peor. Lo máximo que se alcanzará es un gobierno fragil, en disputa, con el país dividido.
Si se confirman las actuales previsiones, Haddad y el PT serán la mejor opción para cualquier humanista, demócrata, progresista, nacionalista o militante de «izquierdas». Pero la situación no va solucionarse con las elecciones. Porque la salida de la crisis, que hoy no se ve en el horizonte, dependería de mayor intervención estatal y de nacionalismo económico. Entonces, los resultados electores servirán más bien para definir los desafíos de Brasil a partir de enero de 2019.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.