Recomiendo:
0

Entrevista al cineastra Emir Kusturica:

«Las guerras y las ONG las pagan los mismos»

Fuentes: La Vanguardia

Kusturica y su No Smoking Orchestra ha actuado en el Paral·lel; me da entrevista en el camerino. Error. A medianoche, este eslavo excesivo, cortejado por las chicas que han hecho cola a mi lado, ha estado cerca del jamón y demasiado próximo al Rioja y balbucea excusas. A la mañana siguiente, hora y media más […]

Kusturica y su No Smoking Orchestra ha actuado en el Paral·lel; me da entrevista en el camerino. Error. A medianoche, este eslavo excesivo, cortejado por las chicas que han hecho cola a mi lado, ha estado cerca del jamón y demasiado próximo al Rioja y balbucea excusas. A la mañana siguiente, hora y media más tarde de lo jurado, baja el autor de Underground al vestíbulo de su hotel. Me mira con el mismo interés que a la lámpara del pasillo y se va… Desesperado, le hablo de fútbol y al fin… ¡despierta! Llevaba yo el chip de entrevistas promoción a hora fija y lo que tengo ante mí es un jefe de tribu zíngara: o le motivas y le caes bien o te larga, pero si al final te quedas, la conversación, como una juerga gitana, acaba sólo por agotamiento. Y, al final, es él el que casi no me deja irme

EMIR KUSTURICA, MÚSICO, CINEASTA: ´GATO NEGRO; GATO BLANCO´…

Tengo 50 años. Nací en Sarajevo, ciudad aprisionada entre montañas a través de la que he corrido toda mi vida. Estoy casado y tengo dos hijos: Stribor y Dunja. Estreno La vida es un milagro, que retrata a un carcelero serbio que se enamora en plena guerra de su prisionera musulmana. Actúo con mi No Smoking Orchestra por toda España…

¿Por qué se batió usted en duelo?

-Reté a duelo al líder radical serbio Volislav Seselj en 1993, porque pidió que los croatas fueran expulsados del Parlamento. Esa expulsión era un terrible error que anticipaba la guerra. Me indigné y quise darle una lección y que pidiera perdón.

-¿Es usted capaz de matar a alguien?

-Nadie sabe qué tiene debajo de la piel, pero tampoco me dio oportunidad de descubrirlo. Cuando la fecha del duelo se acercaba peligrosamente, Seselj declaró que no quería acabar con la vida de un artista.

-Después hubo mucha sangre en su país.

-Sí y Seselj ha acabado ante el Tribunal de La Haya, pero no creo que se lo merezca.

-¿Acaso Seselj no es un genocida?

-Los asesinos deben sentarse ante los tribunales, pero todos. Lo contrario es injusto. Y lo cierto es que las cifras de víctimas no dan la razón a quienes acusaban de genocidio sólo a los serbios. Se hablaba de 500.000 víctimas y ahora resulta que son 100.000 de las cuales al menos 35.000 eran serbios.

-También fue usted un futbolista casi profesional que prefirió, al fin, el cine.

-Hay mucho cretino intelectual que desprecia a los futbolistas, pero no hay ningún gran jugador estúpido: el buen fútbol es pura geometría, sofisticada empatía y compleja capacidad de anticipación y abstracción…

-Pero no todo el fútbol es bueno.

-…Lo que sucede es que pocos futbolistas se cultivan intelectualmente, pero eso no significa que sean tontos. El fútbol me ha dado el sentido del espacio y del trabajo en equipo que es la base de mi cine.

-Usted era un jugador muy agresivo.

-Soy explosivo, no agresivo. Lo soy en la vida, en el sexo…¿Acaso el sexo no es una explosión de vida? y en el cine… ¿Acaso el cine no es mejor que la vida? Voy a por la pelota. No me quedo esperando que a alguien se le ocurra enviarme el balón para poder jugar.

-¿Y en la guerra?

-Luché mucho para que mi país no acabará bombardeado, pero los serbios no encajábamos en el nuevo orden capitalista y las guerras las financian los mismos que subvencionan las ONG. Las multinacionales pagan partidos y políticos para que las declaren.

-¿Para qué quieren a las ONG?

-Para lavar la sangre y las conciencias de los ciudadanos que votan a esos políticos que ordenan bombardeos. Las ONG recogen los heridos y son su coartada para ser políticamente correctos después de lanzar bombas sobre niños en nombre de la democracia.

-Lo que dice no es políticamente correcto.

-Ese políticamente correcto me recuerda adjetivos como revisionista,que se lanzaban en la más dura época estalinista.

-¿A qué se refiere?

-Nadie sabía qué era ser revisionista, y nadie sabe lo que es ser políticamente correcto,pero todo el mundo lo comprende. Sobre todo cuando te bombardean como bombardearon a mi pueblo: 5.000 víctimas inocentes para tratar de cazar a un Milosevic.

-Milosevic no era la madre Teresa…

-Es un genocida porque no tenía bomba atómica. Si la tuviera, hoy sería respetado estadista. A los que no tengan arsenal atómico los machacan hasta que no se atreven a ser.

-A ser qué.

-A ser algo por sí mismos. Esas multinacionales y quienes les sirven para implantar el capitalismo global acorralan a cualquier país que se atreva a tener una cultura propia, una identidad, un modo de organizarse diferente, una alternativa. No quieren que preguntes, ni que te atrevas a ser, sólo que compres lo que te venden y punto.

-¿Qué está pasando en Serbia ahora?

-Primero le explico lo que pasó: pagamos por ser serbios, ortodoxos, eslavos, cercanos a Rusia. Una de las grandes pesadillas de Oc-cidente y de Europa es una mayoría eslava demasiado poderosa y demasiado cercana. Así que, cada vez que Serbia y Rusia se aproximan demasiado, Occidente apuesta por Turquía. Hace dos siglos que nos pasa eso. Y ahora ha vuelto a suceder.

-¿Pero por qué no se mezclan ustedes unos con otros? ¿Tanto se odian?

-Mi padre era un serbio con nombre turco, Murad. Eran dos hermanos y uno continuó siendo ortodoxo, pero el otro hermano se convirtió al islam para sobrevivir bajo la ocupación turca. Así que uno permaneció ortodoxo y el otro hermano se convirtió al islam para ayudar a toda la familia. Ya ve, a la fuerza se puede imponer la homogeneidad.

-Pero, hombre, no es eso…

-En los Balcanes se bombardeó a todo aquel que se atrevió a plantear alguna pregunta antes de aceptar sin rechistar los planes que tenía Washington para nosotros.

-Por lo menos ahora no se matan.

-Ahora ese orden de las grandes corporaciones ha elegido a los serbios más ricos para implantar una plutocracia de políticos dóciles con Washington y amables con sus lugartenientes europeos. La cuestión es no entorpecer la implantación de esas multinacionales y la ampliación de sus mercados en el Este de Europa.

-Como quiera, pero paz, al cabo.

-Y si no te gusta el capitalismo global, ya no es que acabes en el Tribunal Penal Internacional de La Haya, acabarás en Guantánamo, porque a Washington La Haya le parece demasiado independiente.

-¿No espera usted nada bueno del futuro?

-Si fuera español, me alegraría de tener un presidente capaz de dar su palabra de retirar a las tropas españolas de Iraq y cumplirla, pero cuando eres serbio y miras alrededor, el futuro que te espera no es mejor que el de las repúblicas bananeras de Latinoamérica.