Las revoluciones son vientos que remueven edificios antiguos, asaltan calles que han sido cotidianas, convocan al lenguaje de avejentadas academias con renovadoras palabras, y traen nuevos rostros a la escena de la historia que se escribirá. Las revoluciones son esas experiencias donde el grito acalla los millones de silencios, y en que la sangre corre […]
Las revoluciones son vientos que remueven edificios antiguos, asaltan calles que han sido cotidianas, convocan al lenguaje de avejentadas academias con renovadoras palabras, y traen nuevos rostros a la escena de la historia que se escribirá. Las revoluciones son esas experiencias donde el grito acalla los millones de silencios, y en que la sangre corre sin un atisbo de arrepentimiento para el asesino y para el que ofrenda su vida al servicio de lo que llegará.
Recuerdo a Pancho Villa marchando a galope ante la mirada atónita del ojo de la cámara del cine estadounidense del Black and White, que pretendía captar en planos y contraplanos el drama de la revolución mexicana, y la realidad de las balas que no respetaban repeticiones. Las ediciones incluso se hacían sobre la marcha, y no conferían espacio al error. ¡Como olvidar la imagen del Comandante Marcos, abriendo en la Selva Lacandona su ordenador para derrotar la cursilería del internet¡
Pobres periódicos de papel del siglo XXI apostándole a las inmobiliarias, pobres pasquines de anuncios clasificados al portador, que cuando ya caen en las manos son parte del pasado. Pobres realidades del rectángulo y lentes de reproductoras hi 8 mm. La realidad no tiene que ser el horizonte del plano ni de los platós, que tramoyistas especializados prepara para soslayar el comentario procaz del que aparece fuera de la escena.
Pobre CNN añorando ser protagonista del criterio y la imagen como en Iraq. ¿Donde encerrar tanta basura y tanto desperdicio de tiempo? Pretenderán ahora cerrar espacios que dieron, sin saber que de la democratización de la bisutería se podían encausar revoluciones o será esta con palmadita de arrepentimiento incluida, la asunción de los efectos secundarios del Cliché. De inmediato los noticieros pasan a la era de las cavernas.
Un ejecutivo de google de vacaciones inició el polvorín en Egipto. Habrá que revisar los procedimientos de selección de personal, y replantear los exámenes psicométricos para espantar los males de los blogueros, Twiteros y facebookeros convertidos en maquinas de producir sueños. Habrá que pedir disculpas públicas para conservar licencias, y no caer en las bolsas de valores que se mueven desde siempre con inversiones garantizadas.
El Moderno Faraón cayó. Estados unidos perdió un hombre es cierto y planteará conservar incólume sus intereses es cierto, pero ¿Quien me asegura que una nueva era no inició?, ¿que la libertad de prensa no era la libertad de expresión que deseaban esos jóvenes? ¿Qué esto es solo una muestra de lo que nos traerá el porvenir? ¿Qué ya no pueden controlar la virtualidad real, y que de vez en cuando hay que navegar en las aguas turbias de la chusma para acordonar los millones que no tienen credo ni religión?
L a plaza Tahrir fue el lugar de la reunión. Fue la casa de los indignados, fue la mesa de los ordenadores. Chusma y google, chusma y Twiter, chusma y Facebook, omitiendo perfiles de candorosos narcisos, pero publicando la ira en rostros y en pancartas. Nadie puede proclamar un novedoso prodigio de la postmodernidad, si se divorcia de tiempos en que revoluciones se alzaron sin correos electrónicos ni computadoras ni con montajes de anuncios publicitarios, incluso hasta sobre el cadáver del analfabetismo pasaron, quienes adjuraron siempre de falsas garantías de libre expresión, sin embargo, si el estado de la insignificancia social requiere que la revolución recurra a la tecnología para trascender censuras de fusiles y de apoltronados diarios y noticieros de la mentira oficial, que se aviente, porque no mata solamente el que ataca con su arma sino también aquel que tiene la destreza de defenderse y quitarla de manos del victimario.
Una momia se fue del poder. Las pirámides siguen en su lugar , y los tecnificados ratoncillos de los ordenadores tienen excusas suficientes para atacar a las autenticas democracias, por de pronto que viva Facebook, que vivan mis amigos que salen de la intrascendencia a través de ese prodigio, y que vivan los jóvenes egipcios que arrebataron las armas al enemigo.
* El autor es escritor y fiscal contra la corrupción en Honduras.