Dos preguntas, sólo dos preguntas: ¿qué cosmovisión puede subyacer a estas sesudas reflexiones económico-sociales? ¿De quién pueden ser? La pista, las palabras del propio entrevistado: «El consenso dice que hemos conseguido una recuperación, pero frágil y lenta… Lo que atestiguan los datos es que la recuperación será más rápida y robusta… Porque nuestras élites sufren […]
Dos preguntas, sólo dos preguntas: ¿qué cosmovisión puede subyacer a estas sesudas reflexiones económico-sociales? ¿De quién pueden ser?
La pista, las palabras del propio entrevistado:
«El consenso dice que hemos conseguido una recuperación, pero frágil y lenta… Lo que atestiguan los datos es que la recuperación será más rápida y robusta… Porque nuestras élites sufren el síndrome de Berlín: han interiorizado la visión germánica de que la causa de nuestros males es el sobreendeudamiento. Y, además, han asumido sus falsos clichés sobre España… Que no somos laboriosos y que nos resistimos a cambiar. Los hechos, en cambio, demuestran que somos muy trabajadores y que hemos realizado las reformas con más rapidez y eficiencia que los alemanes cuando sufrieron su propia crisis… Con tolerancia y sin racismos que hayan logrado significativo apoyo electoral… Y se decía -otro falso mito- que con más del 25% de paro se rompería la convivencia y saldríamos a arrasar las calles. En cambio, hoy los analistas extranjeros me explican que han vuelto a invertir aquí al ver que, pese a ese paro, hay paz y limpieza en las calles y servicios a buen precio… Por nuestra solidaridad familiar probada ya en crisis anteriores de las que todos recordábamos haber salido bien. Y, además, como individuos, sabemos buscarnos la vida… El otro día recibí un correo de una alumna que relacionaba los paraderos de 16 de sus compañeros de aula: Jordi en Chile; Manel en Berlín; Pedro en Singapur… «Y yo misma -concluía- llego desde Londres a trabajar a Washington». Saben salir adelante… Esa emigración no es tan numerosa como se cree, pero es una oportunidad. Quienes vuelvan volverán mejores y quienes no, serán nuestras cabezas de puente en el mundo… España en el 2008 era el país con el mayor déficit comercial del mundo: importaba un 10% más de lo que exportaba. Y todos los Moody’s y Krugman y Berlín nos machacaban diciendo que nuestro ajuste duraría décadas conflictivas y dolorosas… En sólo cinco años hemos conseguido aumentar 11 puntos hasta lograr superávit. Mejor que Alemania, que en el 2000 era el enfermo de Europa con un déficit exterior del 1,7%, y que en siete años sólo mejoró siete puntos… Datos de la UE: hoy nuestras empresas no financieras son las que tienen mayor capacidad de generación de recursos internos. Ganan tanto que pueden desendeudarse y, al mismo tiempo, financiar sus inversiones… Y no es cierto que hayamos aplicado reformas sólo por imperativo de Berlín o Bruselas. Como en la transición y otros momentos históricos, hemos sabido ajustarnos… Si le pido nombres de estadistas, citará a Kennedy, De Gaulle, Churchill… Los grandes líderes se forjan frente a grandes retos, y aquí, cuando los ha habido, han surgido… Antes del euro, este era un país industrial. Pero la entrada en el SME y el euro distorsionaron la estructura de nuestra inversión desviándola de la industria hacia actividades más lucrativas a corto plazo, como la inmobiliaria que produjo la burbuja….¿Para qué estudiar FP si el propio gobierno en el 2000 suprime el ministerio de Industria y lo sustituye por un pomposo Ciencia y Tecnología? Lo lógico entonces es que todos quisieran rimbombantes licenciaturas… Volvemos a la fábrica y la exportación como pilar de nuestro sistema productivo. Y es fundamental que las élites lo interioricen: somos una potencia industrial exportadora y no un país de aperitivo y postre -olivas y naranjas- y de turismo de playa… Hemos creado muchos líderes mundiales: Inditex en Galicia, Mercadona en Valencia, Abengoa en Sevilla o aquí Mango, junto a nuestras constructoras, ingenierías y servicios, que hoy son el equivalente de las manufactureras que en su día no supimos crear. [la deuda pública] es sostenible. Lo que me preocupa es el malestar social que estallará si no se reparte la mejoría y las clases medias bajas se ven perdedoras. También debemos evitar que los jóvenes de entre 20 y 30 se queden en casa. Ya era así antes de la recesión. Los países prósperos becan a sus jóvenes para que se formen por el mundo. Sin mili y con una universidad al lado de casa nuestros jóvenes no se emancipan. Debemos becarlos».
Ya está, ya está. No les torturo más.
No respondo a la primera pregunta (¡es fácil!) pero les ayudo en la segunda respuesta.
El entrevistado es Antón Costas. Tiene 64 años y sucedió a Fabià (Fabián) Estapé en su cátedra de la Facultad de Economía y Empresa de la UB. Dice respetar «ciertos valores católicos», colabora con el Cornellà Creació Fòrum y es nada menos que el presidente del Cercle d’Economia catalán, en sustitución de Josep Piqué, la institución en la que, otro gran y sesudo economista, don Andreu Mas-Colell, suele lanzar sus proclamas antiobreras y sus panfletos neoliberales.
Don Antón, antiguo y en su momento habitual colaborador de El País, tiene fama de progre entre la intelectualidad catalana y entre la comunidad «científica» de los economistas. ¿Ustedes lo entienden?
Nota:
[1] Contra de La Vanguardia, 21 de enero de 2014. Por Lluís Amiguet.
Salvador López Arnal es nieto de José Arnal Cerezuelo, cenetista aragonés asesinado en el Camp de la Bota de Barcelona, en mayo de 1939, por defender la Segunda República de todos los pueblos de España.
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