En este artículo el autor defiende el papel del PT en la construcción democrática de Brasil.
El PT ocupa hoy un lugar fundamental en la vida política de Brasil. El partido llega a su 42 cumpleaños en su mejor momento, pero al mismo tiempo con enormes responsabilidades. Este es un año de disputa política, ideológica y electoral, cuyo resultado definirá el futuro de Brasil durante toda la primera mitad del siglo. Y el lugar del PT en esta disputa es decisivo.
La elección presidencial es la disputa decisiva. La posible elección de Lula permitirá que el partido tenga la responsabilidad de sacar al país de la peor crisis de su historia, en un marco muy difícil. Lula ha reiterado que la herencia será mucho peor que la que recibió en 2003.
Para ello, es fundamental entender en qué se diferencia esta transición de un régimen autoritario de la salida de la dictadura militar. La izquierda es más fuerte, el peso del PT y el mismo Lula son prueba de ello.
Ahora se trata no sólo de restablecer la democracia como sistema político, sino de democratizar el Estado y la sociedad brasileña en su conjunto. Lo que significa luchar contra las desigualdades sociales, la característica negativa más llamativa de Brasil.
El programa de Lula debe enfrentar el proceso de democratización de Brasil en su conjunto. Un programa que engloba la democratización del Estado brasileño, el sistema educativo, el sistema de salud, el sistema judicial, los medios de comunicación, la vida cultural
El PT conquistó el lugar de partido hegemónico de la izquierda ya que, poco después de su fundación, en 1980, se proyectaba como una fuerza alternativa a los gobiernos de las élites tradicionales. La llegada de Lula a la segunda vuelta de la carrera presidencial, en 1989, solamente 9 anos después de la fundación del PT, hizo que el partido y la dirección de Lula se consolidaran como la principal fuerza de la oposición.
En la década siguiente, el partido sufrió duros reveses, con Lula derrotado por Cardoso, siempre en primera vuelta, en 1994 y 1998. Pero expandió su influencia nacional, de las alcaldías, de los gobiernos provinciales, aumentando periódicamente sus escaños, tanto a nivel municipal y provincial como federal.
La victoria presidencial de Lula en 2022 es un hito histórico en la vida de Brasil. Por primera vez un líder sindical alcanzó a ser presidente del país. Por primera vez un partido de trabajadores llega a la presidencia de Brasil. Y esto solo 22 años después de su fundación.
El PT realizó los gobiernos más virtuales de la historia brasileña, combatiendo directamente las desigualdades sociales y regionales, rescatando el papel activo del Estado, promoviendo políticas exteriores de soberanía nacional. Implementar políticas sociales innovadoras, ampliar el mercado interno de consumo popular, retomar el crecimiento económico y generar millones de empleos formales, además de elevar constantemente el poder adquisitivo del salario mínimo por encima de la inflación. Amplió y democratizó el acceso a las escuelas públicas y la salud pública como nunca había conocido el país.
Brasil se ha democratizado notablemente en términos sociales y políticos. El PT logró la elección y reelección democrática de Lula y Dilma cuatro veces, varios gobiernos estatales, alcaldías, con amplias y numerosos grupos parlamentarios, tanto a nivel federal y estatal como municipal.
Todo ello bajo el fuego cruzado de la campaña más sistemática y odiosa de que un partido haya sido víctima en Brasil, que pretendía forjar el antipetismo como palanca de combate contra el mayor partido democrático, nacional y popular de la historia de Brasil. Como resultado de esta campaña, el PT fue víctima de un nuevo golpe de estado en 2016, que tuvo que romper con la democracia para sacar al PT del gobierno. Tuvieron que arrestar a Lula e impedir que ganara las elecciones de 2018, para poder implementar el gobierno más trágico de la historia de Brasil.
El PT, tras superar los momentos más difíciles de su historia, llega a su 42º aniversario con enormes desafíos por delante. Primero, transformar el favoritismo de Lula en las encuestas en una victoria electoral y devolverlo a la presidencia de Brasil. Si tiene éxito, será una hazaña extraordinaria. Nunca un presidente de Brasil tuvo un reconocimiento tan formidable, nunca consolidó su liderazgo político nacional de manera tan incuestionable.
Pero para enfrentar este desafío, es imprescindible desarrollar un programa de democratización de Brasil, en todas sus dimensiones. Este año debería estar dedicado a esta elaboración.
Asimismo hay que dedicar un esfuerzo especial a las elecciones parlamentarias, para que el PT y la izquierda puedan disponer de bancadas que, aunque no sean mayoritarias, permitan que un posible nuevo gobierno del PT alcance la mayoría, a través de alianzas.
La responsabilidad del PT es grande, ya que es el partido más fuerte hoy en Brasil, el único nacional, el que pueda liderar el nuevo proceso de democratización del país. Pero la fuerza de la reanudación de la democracia depende de la capacidad del PT para construir el bloque de fuerzas democráticas que pueda liderar estas transformaciones, con unidad de izquierda y alianza con todas las fuerzas antibolsonaristas.
El partido tiene que reajustar sus estructuras internas, constituidas en un período político anterior, agilizar y dinamizar sus estructuras, promoviendo nuevas generaciones, especialmente de mujeres, jóvenes y negros.
El país saldrá de este año histórico, con plenas condiciones para liderar un período político decisivo para el futuro de Brasil. Para ello necesita poder hacer frente a todos estos desafíos.
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