Entre la profusa oferta teatral que exhibe la capital chilena al comenzar el año, se destaca el festival que presenta emotivas obras protagonizadas por reclusos y personas en riesgo social, quienes intentan salir de la marginalidad subiéndose al escenario. El primer encuentro de arte, teatro testimonial y rehabilitación «Escenarios del Alma», inaugurado el 4 de […]
Entre la profusa oferta teatral que exhibe la capital chilena al comenzar el año, se destaca el festival que presenta emotivas obras protagonizadas por reclusos y personas en riesgo social, quienes intentan salir de la marginalidad subiéndose al escenario.
El primer encuentro de arte, teatro testimonial y rehabilitación «Escenarios del Alma», inaugurado el 4 de este mes, pone en escena a más de 100 personas, ninguna de las cuales es actor o actriz profesional.
Es organizado por la Corporación Cultural de Artistas por la Rehabilitación y Reinserción Social a través del Arte (Coarte), liderada por la actriz Jacqueline Roumeau, y financiado por el gobierno regional de Santiago, la capital de este país sudamericano de 15,6 millones de habitantes.
Hasta el día 10, las obras se presentaron gratuitamente en un pequeño teatro ubicado al interior de una de las estaciones del metro (tres subterráneo) de Santiago. Luego pasaron al edificio de la firma trasnacional de origen español Telefónica.
Una de las cinco obras que componen el festival, que ha tenido gran éxito de público, es «Historias de Chilenos», que no es otra cosa que un cúmulo de relatos, algunos divertidos y otros entristecedores, de personas comunes, con tantas necesidades como sueños.
En ella se mezcla el drama de la violencia doméstica y la drogadicción con la pasión del fútbol y el culto a la Virgen María. También surgen temas tan diversos como el desempleo, la delincuencia, la infidelidad y la corrupción, así como las víctimas de la dictadura del recientemente fallecido general Augusto Pinochet (1973-1990).
Sus protagonistas asisten al Centro Comunitario de Salud Mental (Cosam), de la populosa comuna (barrio hacinado) de Puente Alto, en el sudeste de Santiago. Entre ellos destaca un joven tartamudo, cuyo personaje asesina a 10 personas que compartían con él una tediosa fila: una cruda imagen del descontrol moderno del tipo reflejado en la película estadounidense «Un día de furia».
«Las obras de este festival están realizadas por personas de todas las edades, provenientes de comunidades terapéuticas, centros de rehabilitación (de drogas y alcohol) y cárceles de jóvenes, además de ex reos», explicó a IPS Roumeau, presidenta ejecutiva de Coarte, creada en 2001.
La actriz partió en 1998 trabajando con detenidas en un centro de reclusión femenino de la septentrional región de Antofagasta. Ahí nació la popular obra «Pabellón II- Rematadas», cuyo elenco estaba integrado por ex traficantes de droga, la cual ha sido exhibida en varios penales del país.
En 2001 produjo y dirigió la reconocida pieza «Colina 1: Tierra de Nadie», protagonizada por convictos de una de las dos cárceles de la comuna de Colina, en el norte de Santiago.
Coarte organizó en 2002 el primer Festival de Teatro Carcelario de Chile y dictó un taller en el penal de mujeres de Londrina, en el sureño estado brasileño de Paraná. Al año siguiente, «Colina 1: Tierra de Nadie» se presentó en el Festival Internacional de Teatro de ese mismo estado, al igual que en tres cárceles de Argentina.
Hoy, los improvisados actores y actrices de ambas piezas están libres y reinsertados en la sociedad. Algunos de ellos trabajan en Coarte y otros en empresas privadas comprometidas con la labor realizada por esta corporación sin fines de lucro.
Roumeau explicó que las obras nacieron a través de una inédita metodología denominada Teatro Carcelario Testimonial, compuesta de cinco fases: conocimiento, creación colectiva, dramaturgia, montaje y producción y difusión. «Cuando empecé a trabajar con los testimonios de las presas de la cárcel de Antofagasta me di cuenta que era una metodología que servía mucho terapéuticamente para elevar la autoestima de las personas», comentó la actriz y directora teatral.
«Trabajamos con los sueños, las penas, las alegrías, en base al pasado, el presente y el futuro. Hay un viaje que a veces se remonta a aspectos de la vida que uno tiene guardados, produciéndose una catarsis», acotó Roumeau, para quien las obras no sólo resaltan por su labor social sino también por su valor artístico.
Este mismo proceso se aplicó en la creación de las obras que componen el festival «Escenarios del Alma». Pero a diferencia de los primeros trabajos, que sólo buscaban la rehabilitación de los presos, la actual apuesta de Coarte es partir por la prevención entre la población más vulnerable.
«El pueblo de la alegría», «Knock Out», Trato familiar», «El Chile de allá atrás», «Alma de padre, ojos de niño», son otros de los títulos que componen este festival veraniego. Cada una de las obras surgió a partir de los testimonios de personas procedentes de ocho comunas de Santiago.
Roumeau destaca «Knock Out», montada por la Casa de la Cultura de la comuna de El Monte, que se ubica casi 50 kilómetros al sudoeste del centro de la capital. «La gente de esta localidad se siente alejada de Santiago, habla de lo mucho que le cuesta encontrar trabajo y de los problemas que tienen para trasladarse», indica Roumeau. En «El Chile de allá atrás», en tanto, actúan jóvenes infractores de la ley que se encuentran recluidos en organismos del gubernamental Servicio Nacional de Menores (Sename), los cuales serán vigilados por la policía durante su participación en el festival.
Uno de los actores de «Colina I: Tierra de Nadie», David Ibarra, de 31 años, comentó a IPS que el teatro le sirvió «para despertar, para abrir mis canales mentales, para reconciliarme conmigo y la sociedad, para buscarle un sentido a la vida».
Ibarra estuvo preso en la cárcel de Colina cinco años y un día, por un delito que no quiere confesar, y ahí se integró a la obra de teatro montada por Coarte. Una vez en libertad, se integró a la agrupación y hoy trabaja en el área de producción. Para él, la iniciativa que lidera Roumeau es digna del más ferviente apoyo y dedicación.
Coarte se financia a través de proyectos concursables y de la realización de cursos de capacitación. Sólo un año, en 2005, recibió subsidio estatal, el cual podría ampliar los beneficiarios de la rehabilitación de personas vulnerables a través del arte.