En 2024, la guerra en Ucrania entre Estados Unidos y Rusia ha cumplido dos años. En febrero pasado, Estados Unidos y Reino Unido han atacado a Yemen, por el apoyo que los Hutíes brindan a la lucha palestina por su liberación. En abril, Irán bombardeo objetivos israelís como respuesta a los ataques israelíes contra el consulado iraní en Siria. En junio se dio a conocer el acuerdo de cooperación militar entre Rusia y Corea del Norte, lo que encendió los focos rojos en Japón y Corea del Sur. Israel, a la par que avanza con su genocidio y ocupación del territorio palestino, toca los tambores de guerra contra Irán y El Líbano.
Además, en este año los estados africanos de Mali, Burkina Faso y Níger, formaron la Alianza de Estados del Sahel. En los tres casos, sus gobiernos emanaron de rebeliones militares contra gobiernos “civiles” subordinados a los intereses económicos de las potencias europeas. En Palestina, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas) que gobernaba la Franja de Gaza, defiende su derecho a la resistencia armada contra la ocupación y etnocidio cometido por la fuerza colonial y ocupante israelí.
También se desarrollan conflictos armados a gran escala en Somalia, Sudán, Yemen, Myanmar, Nigeria y Siria. Ante todos estos conflictos, las potencias mundiales, no solo asumen postura, sino que juegan un rol activo político militar.
¿Qué significado tienen los conflictos militares y las guerras contemporáneas en el orden geopolítico del capitalismo contemporáneo? ¿Es justificada la Operación Especial desplegada por Rusia en Ucrania? ¿Reino Unido y Estados Unidos tienen el derecho de bombardear territorios extranjeros? ¿Son legítimas las rebeliones militares contra gobiernos subordinados a potencias extranjeras? ¿Los palestinos tienen el derecho legítimo de defenderse militarmente del ocupante sionista? ¿Es justificado el bloqueo marítimo de los Hutíes del paso entre el mar Rojo con el mar Mediterráneo en apoyo al pueblo palestino?
Una posible respuesta puede darse desde la teoría de las Relaciones Internacionales, que vale decir, caracterizan los conflictos entre naciones como “tenciones diplomáticas”, debido a la “presencia de unos pocos centros de toma de decisiones estratégicas globales a nivel mundial, independientes y soberanos.” Pero, el nivel de análisis de la “diplomacia internacional”, se olvida de las relaciones político económicas históricamente determinados entre los Estados nacionales. El enfoque exclusivamente diplomático de la cuestión es, como lo diría el comunista italiano Antonio Gramsci, solo la pequeña política internacional que oculta el interior de un equilibrio ya constituido y que no tratan de superar. Por tanto, la explicación, siguiendo a Gramsci, se encuentra en la gran política internacional, en las cuestiones que se refieren a la estatura relativa de los Estados nacionales en sus recíprocas confrontaciones y la creación o destrucción de Estados.
El esfuerzo por explicar cabalmente la esencia de los conflictos militares de los que la humanidad es testigo, requiere pasar de la pequeña a la gran política internacional, y para ello, el punto de partida fundamental es el funcionamiento del imperialismo capitalista y el papel que juega la guerra en éste.
La guerra y la política
“La guerra es la prolongación de la política por otros medios, (a saber: por la violencia). Esta famosa sentencia pertenece a Clausewitz, uno de los más profundos escritores sobre temas militares. Los marxistas siempre han considerado esta tesis, con toda razón, como la base teórica de las ideas sobre la significación de cada guerra en particular. Justamente desde este punto de vista examinaron siempre Marx y Engels las diferentes guerras”. Las palabras anteriores pertenecen a V.I. Lenin. Fueron escritas en 1915 en su texto El socialismo y la guerra: la actitud del P. O. S. D. R. ante la guerra, con el objetivo de exponer el significado imperialista de la Primera Guerra Mundial.
Si la guerra es la prolongación de la política por otros medios o, en otras palabras, la imposición de una voluntad sobre otra de forma armada, y a su vez la política es “la expresión más condensada de la economía porque en ella cristalizan los intereses fundamentales de las clases”, las guerras expresan la forma de dirimir una relación social de fuerza entre las clases y segmentos de clase, pero también expresa como se dirimen finalmente las contradicciones al interior de la burguesía o entre burguesías de distintas nacionalidades o entre pueblos de una nación y fuerzas ocupantes de otra, contradicciones y conflictos de intereses que ya no pueden ser resueltos como hasta el momento se venía haciendo.
Es por ello que la guerra, exclusivamente observada en su dimensión técnico-militar o su historia diplomática no revela su esencia. V.I. Lenin señalaba que los conflictos militares deben ser analizados desde el materialismo dialectico, si se quiere entender su verdadero sentido.
Los tipos de guerra
En su análisis, el dirigente bolchevique, apuntaría que el primer paso para una precisa comprensión de los conflictos bélicos, es diferenciar el carácter de la guerra, así como los tipos históricos de las guerras modernas y la diferencia entre una guerra de ofensiva y defensiva, ya que, según su tipología, las confrontaciones bélicas pueden tener un contenido progresista o uno reaccionario.
Por ello, Lenin señala que existen guerras legítimas y progresistas, así como guerras retrogradas y reaccionarias. “reconocemos plenamente la legitimidad, el carácter progresista y la necesidad de las guerras civiles, es decir, de las guerras de la clase oprimida contra la clase opresora, de los esclavos contra los esclavistas, de los campesinos siervos contra los terratenientes y de los obreros asalariados contra la burguesía. Nosotros, los marxistas, diferimos tanto de los pacifistas como de los anarquistas en que reconocemos la necesidad de estudiar históricamente (desde el punto de vista del materialismo dialéctico de Marx) cada guerra en particular”
Las guerras civiles se distinguen de las guerras imperialistas en la medida que las segundas eran “de conquista, de bandidaje y de rapiña, guerras por el reparto del mundo, por la distribución y redistribución de las colonias de las esferas de influencia del capital financiero, etc. Lo anterior implica un análisis de la situación objetiva en que se desenvuelve los conflictos militares, en este caso, entre los estados nacionales. “La prueba del verdadero carácter social o, mejor dicho, del verdadero carácter de clase de una guerra no se encontrará, claro está, en su historia diplomática sino en el análisis de la situación objetiva de las clases dirigentes en todas las potencias beligerantes”
Sobre las diferencias entre guerra ofensiva y guerra defensiva, V.I. Lenin, reiteraba que cuando los socialistas hablaban del carácter legítimo de la guerra «defensiva” siempre tenían en cuenta precisamente esos fines, que se reducían a la revolución contra el régimen medieval y la servidumbre. Los socialistas entendieron siempre por guerra «defensiva» una guerra «justa » en este sentido (expresión empleada en cierta ocasión por W. Liebknecht). Sólo en ese sentido, los socialistas admitían y siguen admitiendo el carácter legítimo, progresista y justo de la «defensa de la patria» o de una guerra «defensiva». Las guerras ofensivas, tienen otro carácter, el de la conquista propiamente de territorios de otras naciones o pueblos, por lo que su fondo es la expansión imperialista o colonial.
Las guerras imperialistas
El 26 de abril de 1917, el dirigente comunista señalaba en el Prólogo al libro Imperialismo fase superior del capitalismo, que el “folleto ayudaría a orientarse en el problema económico fundamental, sin cuyo estudio es imposible comprender nada cuando se trata de emitir un juicio sobre la guerra y la política actual: el imperialismo
Al trocar el capitalismo en imperialismo, las disputas entre las potencias y sus clases dominantes por apropiarse de nuevas regiones ricas en materias primas (petróleo y gas) y rutas comerciales (gaseoductos y oleoductos) desemboca en la confrontación bélica.
Por ello Lenin apunta “El capitalismo ha llevado la concentración a tal punto, que ramas enteras de la industria se encuentran en manos de asociaciones patronales, trusts, corporaciones de capitalistas multimillonarios, y casi todo el globo terrestre está repartido entre estos «potentados del capital», bien en forma de colonias o bien envolviendo a los países extranjeros en las tupidas redes de la explotación financiera. La libertad de comercio y la libre competencia han sido sustituidas por la tendencia al monopolio, a la conquista de tierras para realizar en ellas inversiones de capital y llevarse sus materias primas, etc”
En este sentido la guerra imperialista es resultado de que el capitalismo entro a una etapa donde la repartición del mundo está ya dada entre los monopolios y el capital financiero, repartición soportada militarmente por los Estados nacionales, que defienden a sus respectivas burguesías criollas, así como a sus rapaces intereses. Es por ello que la guerra imperialista, reaccionaria por definición, esconde, aunque cada vez menos, la disputa por territorios, riquezas materiales, rutas comerciales, etc., entre las grandes potencias y sus respectivas burguesías.
Por ello, Lenin señalaría que: “basta considerar la guerra actual como una prolongación de la política de las «grandes» potencias y de las clases fundamentales de las mismas para ver de inmediato el carácter antihistórico, la falsedad y la hipocresía de la opinión según la cual puede justificarse la idea de la «defensa de la patria».
La defensa de la patria es, sin duda, la consigna más útil para esconder los intereses imperialistas económicos que se disputan. “Anexionar tierras y sojuzgar naciones extranjeras, arruinar a la nación competidora, saquear sus riquezas, desviar la atención de las masas trabajadoras de las crisis políticas internas […], desunir y embaucar a los obreros con la propaganda nacionalista y exterminar su vanguardia a fin de debilitar el movimiento revolucionario del proletariado: he ahí el único contenido real, el significado y el sentido de la guerra imperialista”
Las guerras modernas
La propaganda de los medios de comunicación occidentales invisibiliza premeditadamente el fondo económico como político de las guerras contemporáneas: Justifican la ocupación genocida sionista de palestina y condenan la guerra en Ucrania, pero condenan la resistencia palestina contra el genocidio y la ocupación, y aplauden el envió de armas de la OTAN a Ucrania. Condenan las rebeliones militares antiimperialista en Mali, Burkina Faso y Níger, pero aplaudieron el golpe militar contra Evo Morales en 2019.
¿No ha sido la guerra en Ucrania entre Estados Unidos y Rusia provocada por la expansión y presión imperialista de la OTAN hacia Europa Oriental? ¿No es acaso una ocupación militar y genocida la realizada por Israel en territorio palestino con objetivo apropiarse de los recursos naturales y dotar a los imperialistas de una posición geoestratégica?
La correcta caracterización de las guerras, más allá del pacifismo ingenuo, es una tarea de la militancia internacionalista, pues se debe de revindicar no solo la necesidad de una paz basada en el principio del derecho de los pueblos a la autodeterminación, sino también, en el derecho de los pueblos a rebelarse contra los invasores imperialistas y colonialistas.
Podemos empezar con la tarea fundamental de defender y solidarizarnos con el pueblo palestino en su lucha contra la ocupación nazi-sionista, revindicar el derecho de los pueblos africanos a luchar contra el neocolonialismo y exigir el fin del envío de armas de la OTAN a ucrania.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.