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Libertad para Jorge Glas, preso político ecuatoriano

Fuentes: Rebelión

El asalto a la embajada mexicana y el secuestro ilegal:

El 5 de abril del presente año, fuerzas militares y policiales ecuatorianas, cumpliendo órdenes de Daniel Noboa, presidente ecuatoriano, asaltaron ilegal y violentamente la embajada mexicana en Quito y secuestraron al ex vicepresidente Jorge Glas, quien gozaba del estatus oficial de asilado político.

Las imágenes del asalto dieron la vuelta al mundo, y en concreto la agresión física a Roberto Canseco, máxima autoridad diplomática de la sede (tras la previa expulsión de la embajadora Alicia Bárcena por Noboa), que mantuvo una actitud frontal y valiente. La gravedad del ataque militar es evidente, pues una embajada es, legamente hablando, territorio soberano del país que la regenta, por lo que constituye todo un casus belli y crea un peligrosísimo antecedente. No en vano, México rompió relaciones con el país andino, y tanto la OEA como la Unión Europea condenaron el hecho, a la vez que la ONU recordó la inviolabilidad de las embajadas.

El delicado estado de salud de Jorge Glas:

Desde entonces, hace ya unos 3 meses, Jorge Glas se encuentra en La Roca, una cárcel de máxima seguridad ubicada cerca de Guayaquil, donde ha intentado suicidarse, se ha declarado en huelga de hambre y, según su equipo jurídico que ha presentado documentos médicos, se encuentra en un estado de depresión profunda y podría morir de un momento a otro. Por supuesto, podemos considerar al presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, responsable del estado de Jorge Glas y del desenlace que su vida pudiese tener. Dice uno de los documentos brindados por dicho equipo jurídico:

“Su estado de ánimo es profundamente deprimido. Su postura corporal es encorvada y con hombros caídos. Habla rápido, pero sin expresiones faciales y casi sin gestos. Mientras habla, de repente se toca la cara con las manos y se pasa los dedos por toda la cara. Piensa ‘casi todo el tiempo’ en suicidarse. Dice ‘no quiero vivir más’, ‘no me interesa vivir’ y ‘me he decidido dar dos meses de vida, si no pasa nada en esos meses se acabará’” (Fuente: https://kchcomunicacion.com/2024/07/02/las-razones-por-las-que-solicitan-un-nuevo-habeas-corpus-a-favor-de-jorge-glas-su-estado-mental-es-extremadamente-grave/).

Causas de la persecución a Jorge Glas:

            Jorge Glas fue vicepresidente de Rafael Correa, de quien es amigo desde su adolescencia en que se conocieron en el seno de los boy scouts de Guayaquil. Ha sido su mano derecha aún antes de la primera victoria electoral y, como tal, ha sido vicepresidente electo desde 2013 hasta 2017 y responsable del proyecto del cambio de la matriz productiva y energética. Bajo su responsabilidad, se construyeron las hidroeléctricas que no solo generan energía segura y ecológica, sino que se ha logrado la autosuficiencia y aún la exportación de ella, que con anterioridad se importaba. Además, llevó la red a prácticamente todo el territorio ecuatoriano. Y su gestión al frente de la reconstrucción tras el terremoto de Manabí fue absolutamente ejemplar.

            En 2017, Lenín Moreno, vencedor correista de las elecciones, traicionando su programa electoral, comenzó un viraje hacia la derecha (apertura al FMI, privatizaciones, eliminación de subsidios, caída en picado de la inversión social…), así como una campaña de descorreización mediante medidas administrativas y mediante la práctica sistemática del lawfare (o persecución mediático-jurídica). Ante este nuevo panorama, Jorge Glas, vicepresidente electo de Lenín Moreno, reaccionó: a nivel interno le cuestionó directamente al nuevo presidente el novedoso rumbo y, al no ser escuchado, publicó una carta explosiva donde hablaba claro y sin tapujos, llamando a las cosas por su nombre, denunciando la traición, defendiendo la década correista y afirmando ser una persona honesta.

            Ante este acto de valentía, el nuevo gobierno la aplicó el lawfare con la finalidad de destituirlo, pues desde la vicepresidencia podía bloquear en buena medida el proceso de traición. Para ello, mediante una consulta popular ilegal se lograría la renovación ad hoc del aparato judicial nombrando jueces para expresamente perseguir al correismo. La actitud de Glas ante esto, ya acusado de corrupción, es digna de ser reflexionada: en primera instancia, se sometió a sendas auditorías, una periodística y otra notarial. Resultado: no se encontró un céntimo mal habido ni el más remoto indicio de ello. Además, aceptó someterse a juicio político en la Asamblea, para lo que llegó a pedir a su propia bancada, en un gesto inaudito, que votara a favor de levantarle la inmunidad que gozaba como vicepresidente para poder ser sometido a dicho juicio político. Finalmente, acabaría perdiendo la vicepresidencia.

            La pregunta que subyace a todo esto es: ¿qué político corrupto pide a los suyos serle retirada la inmunidad? ¿Qué político corrupto se brinda a sendas auditorías (periodística y notarial, de las que por descontado salga totalmente limpio)? Esta postura digna y ética contrasta con el secretismo y el obstruccionismo de los posteriores presidentes presuntamente corruptos, en especial Moreno (caso Pandora Papers) y Lasso (caso Panamá Papers).

El lawfare contra Jorge Glas:

            Nuestro protagonista fue juzgado y condenado principalmente por dos casos: el caso Odebrecht (6 años) y el caso Sobornos (8 años), en total 8 por reunificación de penas y, a la espera de más casos penales pendientes, ya ha cumplido 5 en la cárcel de Guayaquil. La reclusión en este centro fue, cuanto menos, un acto de irresponsabilidad (cuando no de intento de amedrentamiento), pues hay presos comunes de alta peligrosidad, de manera que se produjeron motines en el que se llegó a proponer ir a la celda de Glas para matarlo.

            A los 5 años de estancia en dicho centro, fue liberado para cumplir el resto de su condena en libertad pero con determinadas medidas cautelares. Sin embargo, el ser convocado a declarar por otro caso motivó que nuestro protagonista se dirigiese a la embajada mexicana a pedir asilo, lo que le fue otorgado.

            Ahora bien, ambas condenas, la de los casos Odebrecht y Sobornos, ¿se han fallado mediante procesos correctos? Para empezar, se trata de sendos procesos llevados por jueces puestos bajo cuerda ad hoc para ejecutar el lawfare, tras la renovación de la cúpula judicial ilegalmente orquestada por el gobierno de Moreno.

Con respecto al caso Odebrecht:

  • Se le aplicó un código penal ya derogado (pues era el que permitía condenarlo los años necesarios para poder desalojarlo de la vicepresidencia), lo cual ya es causal de nulidad procesal.
  • En ningún momento se procesó al presunto corruptor (José Conceiçao Santos), sino que únicamente al presunto corrupto. Las preguntas concretas son: ¿y por qué?, ¿no es tan delincuente el corruptor como el corrompido?
  • Posteriormente, la justicia brasileña informó que la función de Santos como corruptor de Odebrecht quedó procesalmente anulada, es decir, que era mentira que fuese corruptor (por lo que hoy Lula está libre y en la presidencia). Y nos preguntamos: ¿por qué la justicia ecuatoriana no ha aplicado esto? De haberlo hecho, hoy Glas estaría libre.

Con respecto al caso Sobornos:

  • La única prueba es un correo electrónico elaborado durante media hora en un vuelo corto, con numerosos datos numéricos referentes a hechos ocurridos un año antes de dicho vuelo. ¿Qué valor procesal pueden tener dichos datos, escritos de memoria, a la prisa y con un año de retraso? Absolutamente ninguno.
  • Incluso, a priori no hay pruebas concluyentes de que dicho correo electrónico no haya podido ser alterado con posterioridad. ¿No sabían esto los peritos y por tanto los propios jueces?
  • La defensa del caso pidió un peritaje técnico para verificar si en efecto fue posteriormente alterado o no. El juez se negó. ¿Quién de ambos, la parte o el juez, se preocupó por tanto de establecer la verdad?
  • Finalmente, la figura por la que fue condenado (junto con el propio Correa y otros) fue la de “influjo psíquico”. Aberración jurídica y fraude procesal  que no comete un alumno de primero de Derecho. Cabe preguntarse: ¿no había figuras más concretas? Y si las había, ¿por qué no se aplicaron? Mediante esa lógica, cabría acusar a Putin por “influjo psíquico” en la victoria electoral de Melloni, caso de carecer de sentido del ridículo alguno.

Por todo esto, Glas está sufriendo tortura al menos psicológica, ha intentado suicidarse, padece depresión aguda y el riesgo de morir es real y no remoto. Estamos hablando de una persona honesta e íntegra, del que no consta ilegalidad alguna, y cuyo caso, jurídicamente hablando, es un rosario de incorrecciones éticas y procesales. En este contexto, se debe articular todo un clamor internacional a favor de la libertad de Jorge Glas.

Por una campaña por la liberación de Jorge Glas:

            El pasado mes de mayo, el Grupo de Puebla pidió su liberación mediante un documento entregado a la CIDH en la que cuestionaron el silencio de dicho organismo al que en vano Glas recurrió en su momento. Dicho documento, firmado por expresidentes como Evo Morales, Ernesto Samper, Alberto Fernández, Rafael Correa o José Luís Rodríguez Zapatero, y en España por personalidades como Baltasar Garzón, Juan Carlos Monedero e Irene Montero, sostiene que el caso es semejante al de Julian Assange (y con razón).

            Debería emerger una campaña internacional para su liberación. Lula, Assange, Mandela…y mucha más gente que estuvo injustamente presa fue liberada en parte por la presión de la ciudadanía. La historia se debe repetir y lograr (ello es posible) la libertad de Jorge Glas, un hombre honesto.

            Se cuenta que el escritor estadounidense Henry David Thoreau, pionero decimonónico de la desobediencia civil y del anticonsumismo, fue encarcelado por negarse a pagar impuestos. Declaró negarse a subvencionar a un gobierno que masacraba a los indios, esclavizaba a los negros y expoliaba a los mexicanos. Probablemente, en su momento su postura levantó ampollas, pero hoy la historia le da la razón. Su amigo, el también escritor Ralph Waldo Emerson le liberó pagando la deuda. Y al ir a su celda a sacarlo, se produjo una conversación breve pero significativa. El uno preguntó: “pero amigo, ¿qué haces ahí adentro?”, a lo que el otro respondió: “pero amigo, ¿qué haces ahí afuera? ¿Es que no sabes que el lugar justo del hombre justo en un mundo injusto es la cárcel?”. En nuestros días, otro Thoreau (Jorge Glas) necesita muchos emersons (nosotras, la sociedad civil internacional). Hago una invitación a “emersonizarnos”.

Nacho Dueñas: cantautor e historiador.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.