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Llamamiento para la creación de un Movimiento Ecologista Ecuatoriano

Fuentes: Rebelión

Los incendios en la Amazonía y en Siberia, las temperaturas altas del verano europeo, los diferentes informes científicos internacionales sobre el estado de la biodiversidad, la sexta extinción masiva de especies (primera por obra humana), el acelerado deshielo en los polos, entre otros, representan eventos que evidencian la alarmante crisis ecológica en nuestro planeta. El […]

Los incendios en la Amazonía y en Siberia, las temperaturas altas del verano europeo, los diferentes informes científicos internacionales sobre el estado de la biodiversidad, la sexta extinción masiva de especies (primera por obra humana), el acelerado deshielo en los polos, entre otros, representan eventos que evidencian la alarmante crisis ecológica en nuestro planeta. El cambio climático es parte de las discusiones a nivel internacional desde hace casi 30 años (Cumbre de Río en 1992) y desde hace una década se ha convertido en un tema central en las cumbres internacionales. La huella de los seres humanos sobre las ecologías de nuestro planeta es indiscutible, a tal punto que los geólogos han determinado que nos encontramos en una nueva era geológica, el Antropoceno, en la cual el ser humano se ha convertido en una fuerza geológica responsable de un cambio sin precedente en la Tierra y sus ecosistemas, tal como lo muestra el calentamiento climático evidenciado en los últimos años. Sin embargo, está claro que no todos los seres humanos tenemos la misma responsabilidad frente a esta crisis climática.

Esta disrupción ambiental es parte de una crisis multidimensional que se expresa en lo económico y financiero desde 2008 pero también en lo ecológico, alimentario, energético, hídrico, cultural, político, moral. Estas crisis están interconectadas y sus efectos cuestionan de manera profunda los fundamentos y los valores sobre los cuales se ha construido la sociedad capitalista basada en un productivismo y consumismo insaciable, así como en una relación utilitarista entre el ser humano y la naturaleza. Existe también una fuerte disminución de las reservas de todos los recursos naturales; una contaminación generalizada del agua, del suelo, del aire; un aumento de la deforestación y de la pérdida de hábitats y extinciones de especies; una crisis de pérdida de fertilidad de los suelos.

La crisis multidimensional hace que las empresas nacionales y transnacionales busquen expandirse a lugares cada vez más alejados, frágiles y profundos, así como a territorios en los cuales el capital aún no había penetrado, coincidiendo generalmente con territorios pertenecientes a campesinos, poblaciones afrodescendientes o pueblos indígenas. Una de las consecuencias de esta feroz extensión del capital es el aumento de las amenazas y la cantidad de los conflictos socio-ambientales que en el Ecuador se ha agravado por el avance de la frontera extractivista sea minera, petrolera o agroindustrial. Sin embargo, los debates alrededor de la ecología quedan relegados de la escena política nacional, a pesar de tener una Constitución con avances como el reconocimiento de los derechos de la naturaleza, del agua como derecho humano, la prohibición de la apropiación privada de servicios ambientales, el territorio libre de transgénicos, entre otros avances ecológicos importantes.

Frente a este contexto y con el objetivo de influir en la política nacional y regional, llamamos a la creación de un gran Movimiento Ecologista Popular en Ecuador.

Es evidente que el Estado ecuatoriano está apostando claramente por políticas neoliberales y extractivistas que no toman en cuenta ni el tema social, ni lo ambiental, como es el caso de la minería a cielo abierto y a gran escala y la profundización y expansión de la explotación petrolera. Así, frente a la pobreza del debate ambiental es imperativo construir un ecologismo que rebase el campo de las ONG y abandone el sectarismo; un ecologismo interseccional que abarque las luchas clasistas, antineoliberales, feministas, culturales, antiespecistas, etc. Un ecologismo que no se sea sólo una cultura de resistencia frente a los desastres ambientales sino también un proyecto de sociedad con propuestas políticas claras y precisas de transformación económica, social, ecológica y cultural. En suma, un ecologismo que tenga como objetivo la emancipación individual y colectiva y que trascienda las nociones particularistas y meramente instrumentalistas del entorno ecológico hacia una sociedad en armonía con la naturaleza.

Es evidente que en un país como el Ecuador no es fácil hablar desde la ecología debido a la importancia que tiene el extractivismo en la economía, el espacio que ocupa el petróleo en el Estado rentista ecuatoriano, o el sentido común de la población frente a este modelo económico. Sin embargo, frente a la expansión agresiva de la minería, cuyas consecuencias van a ser desastrosas, es necesario hoy en día replantear un debate ecológico y social que busque responder a la siguiente interrogante:

¿Cómo vincular lo ecológico y lo social en un país con un gran porcentaje de su población que ni siquiera tiene sus necesidades básicas satisfechas, con una alta biodiversidad -natural y cultural – y cuyo régimen de acumulación está basado en la explotación y exportación de sus recursos naturales?

En otras palabras: ¿cómo se puede defender los derechos de la naturaleza, luchar contra su degradación y al mismo tiempo buscar el bienestar de su población, la extensión de los derechos sociales y el fin de la pobreza?

La salida del extractivismo es compleja y por lo mismo debería estar en el centro de los debates políticos. La discusión sobre alternativas a este sistema explotador es una oportunidad para construir un proyecto político renovado cuyo objetivo es ir hacia una sociedad más justa, más equitativa, más ecologista.

A partir de estas premisas, proponemos construir un ecosocialismo ecuatoriano que tenga los siguientes principios:

  1. Un ecosocialismo que vuelve a pensar la emancipación individual y colectiva poniendo en el centro la satisfacción de las necesidades humanas, de los animales no humanos y de la naturaleza. El ser humano es un ser social dependiente de su entorno natural. Crear más sociedad y respetar los ciclos de reproducción de la naturaleza deben ser centrales para esta emancipación.

  2. Un ecosocialismo necesariamente anticapitalista que busque articular la justicia social y la justicia ambiental como bases de una sociedad post-extractivista. La ecología no es compatible con el capitalismo y sus valores (acumulación de capital, consumismo, productivismo). Un ecosocialismo que luche contra todo tipo de opresión, desigualdad e injusticia, a favor de la redistribución de la riqueza y de cambiar los hábitos de producción y consumo.

  3. Un ecosocialismo feminista ya que la explotación de la naturaleza es igual de perversa que la explotación de las mujeres, en sus cuerpos y sus roles de cuidado asignados y perpetuados por el sistema patriarcal que sostiene el sistema capitalista. El feminismo debe ser transversal a esta lucha para dar espacios seguros de militancia a las mujeres, visibilizarlas como actoras políticas legítimas y reconocer sus formas de resistencia como válidas para pensarnos fuera de lógicas utilitarias y mercantiles.

  4. Un ecosocialismo antiespecista que reconozca a los animales no humanos no sólo como parte de un ecosistema sino también como seres sintientes que deben ser protegidos y dejar de ser considerados como objetos, materia prima de todo tipo de industrias (sobre todo la cárnica, principal causa de la destrucción de la Amazonía), o daño colateral de políticas extractivistas y neoliberales.

  5. Un ecosocialismo profundamente participativo que implique una ética democrática que no deje el futuro de la sociedad y las decisiones importantes en manos de la oligarquía o de tecnócratas. Estas decisiones democráticas deben tomarse a partir de los objetivos de la sociedad, las metas y las necesidades de la población.

  6. Un ecosocialismo popular, anti-clasista y no sectario. Hay que romper con la idea de que la ecología no es para todo el mundo, que está reservada a las clases medias y altas: ser ecologista no debe ser un privilegio social puesto que las personas más afectadas por los problemas ambientales son las más pobres. Para esto, hay que construir un nuevo sentido común, partir de la vida cotidiana de la gente y articularla con problemas nacionales y globales.

  7. Un ecosocialismo plurinacional, anti-racista y anti-colonialista que reconozca y denuncie el racismo ambiental del sistema capitalista. El cambio climático es y será responsable de un nuevo tipo de migración, la migración climática, que ya está generando refugiados climáticos. No se pueden cerrar las fronteras. La solidaridad con todos los tipos de migraciones es un principio fundamental del ecosocialismo, como también lo es el rechazo de todo tipo de xenofobia y racismo.

  8. Un ecosocialismo que apuesta por la rearticulación de los territorios, con énfasis en las zonas rurales y urbanas. Repensar los territorios y sus dinámicas para lograr la soberanía alimentaria y energética, el desarrollo de economías que tomen en cuenta a la naturaleza y a las diferentes prácticas eco-culturales de cada espacio, y que apunte hacia una organización descentralizada del territorio nacional. Como parte de esta lógica, vemos como necesaria una reforma agraria cuyo eje central debería ser la redistribución equitativa de las tierras, del agua y la agroecología.

  9. Un ecosocialismo que busca articular el desarrollo de experiencias locales y la toma del poder nacional para cambiar las estructuras del poder. Las experiencias locales son fundamentales para formular y avanzar alternativas al capitalismo que no se queden como experiencias periféricas, lo que requiere la transformación del Estado y de las estructuras de poder.

  10. Un ecosocialismo internacionalista e integracionista. Para un país como el Ecuador, que es muy dependiente de la geopolítica internacional, no es factible salir del capitalismo solo. Para salir del extractivismo es necesario retomar el camino de la integración regional latinoamericana que vaya más allá de la integración económica y el libre-mercado. La integración regional debe fundarse en la cooperación entre países y no la competencia. También se debe apoyar el reconocimiento de una Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza que sea al mismo nivel que la de los Derechos Humanos como pilar de una paz internacional.

El ecologismo – como un marco de principios éticos, políticos, sociales, culturales y económicos – debe organizarse, incidir y participar en la política nacional ecuatoriana. No se puede sólo denunciar la inacción del Estado y de los diferentes actores políticos y sociales. Tampoco podemos conformarnos con el llamamiento a que actúen solamente quienes tienen el poder de decidir. Además de develar las correlaciones de fuerzas que se disputan el poder político materializado en el Estado, quienes nos reconocemos como ecologistas tenemos que construir un proyecto de sociedad con propuestas políticas claras que puedan hablar a la gran mayoría de los y las ecuatorianas, especialmente a jóvenes, estudiantes, feministas, campesinas y campesinos, trabajadores y trabajadoras, defensores y defensoras de derechos humanos, etc. En este sentido, el ecosocialismo es una urgencia y una apuesta política no sólo para salvaguardar a la naturaleza y la biodiversidad, sino para garantizar el sostenimiento digno de la vida de los seres humanos y no humanos que habitamos esta tierra.

Este llamamiento es solo el inicio en la conformación de un Movimiento Ecologista Popular , un espacio amplio de acciones y debates alrededor de los temas tratados más arriba con el objetivo de incidir en una transición social, ecológica, cultural hacia otro tipo de sociedad. Para esto, llamamos a las personas interesadas a juntarse con nosotras y nosotros, así como a militantes y organizaciones sociales y políticas a participar en el encuentro nacional que organizaremos los días 14 y 15 de diciembre en Quito.

Correo electrónico de contacto: [email protected]

Primeras firmas

Lisseth Castañeda

Matthieu Le Quang

Luis Medina

Sofia Torres

Christian Contreras

Bolívar Lucio

Adriana Mejía

Diana Vela Almeida

Natalia Cordero

Gabriel Lucio

Melissa Moreano

Tamia Vercoutère

Gonzalo Criollo

Antonio Malo Larrea

Jeremy Rayner

Verónica Vivar

Mohamed El Khatib

Camilo Martínez I.

Andrés Román Morales

Andrei Hidrovo

Joaquín Martínez

Valeria Sánchez

Geovanna Lasso

Juan Sebastián Martínez

David Suárez Ch.

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