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Llover sobre mojado: Pallares, Correa y el GII

Fuentes: El Telégrafo

El 21 de agosto, Martín Pallares mostró su cara más visceral. En un artículo titulado ‘Cuando dos papanatas tratan de convencerse a sí mismos’, despotricó contra la «aguda inhabilidad de [Correa] para aceptar [la realidad]». Digo que despotricó, porque no hizo más que tomar lo dicho por Correa y ponerle adjetivos: estúpidos (sus argumentos), patético […]

El 21 de agosto, Martín Pallares mostró su cara más visceral. En un artículo titulado ‘Cuando dos papanatas tratan de convencerse a sí mismos’, despotricó contra la «aguda inhabilidad de [Correa] para aceptar [la realidad]». Digo que despotricó, porque no hizo más que tomar lo dicho por Correa y ponerle adjetivos: estúpidos (sus argumentos), patético y, claro, papanatas. El problema no está en la adjetivación, el problema está en la falta de contraargumentos.

Cuando Pallares atacó a Correa (y a René Ramírez, el otro ‘papanatas’) por la crítica que hizo (i.e. son neoliberales, «comparan camellos y naranjas», está errado) sobre él en el Global Innovation Index (GII) y nuestra posición (100 entre 140 países), nunca analizó el índice, solo analizó los argumentos. Es decir, en todo su artículo no menciona ni un parámetro del índice ni una métrica del índice… no menciona el nombre del índice. Esta es una especie de rectificación. Algo que no se detienen a analizar ni Pallares, ni Correa ni Ramírez es que el número en el índice solo nos da cierta información. Sí, estamos en el puesto 100 entre 140 países, pero eso no nos dice nada sobre lo que, fuera de la innovación, determina que cada país esté en su puesto en el índice. El GII está directamente ligado al tamaño de la economía de los países. Nunca estaremos en los primeros puestos, porque nuestra economía no es tan grande como para estarlo. Entonces, no es tan importante en qué puesto estamos, sino cuál es nuestro desempeño con relación al tamaño de nuestra economía. A pesar de esto, según el índice, nuestro país rinde por debajo de lo esperado. Entonces es cuando uno se vuelca sobre la composición del índice.

Correa y Ramírez criticaron el índice por utilizar como métrica una medida de libertad de expresión. Pallares criticó a Correa y a Ramírez (los ‘papanatas’) por «ignorar una de las obviedades más grandes»: la necesidad de libertad de expresión para innovarse.

Si alguien se daba el trabajo (o hacía su trabajo) de leer los reportes del índice, sabría que ‘libertad de expresión’ dejó de ser parte de su composición hace dos años. Lo que sí es parte del índice son elementos que esconden algunas realidades. Los índices institucionales, que miden el ambiente político, regulatorio y empresarial, están basados en el ampliamente criticado World Governance Indicator, del Banco Mundial (donde el país tiene sus peores resultados). Entre las críticas, el hecho de que se basa la respuesta de ‘expertos’ refiriéndose a definiciones poco claras. O la sofisticación de los mercados, por ejemplo, que mide la apertura y desregulación de los mercados, explicando que Panamá está en el puesto 68.

Incluso lo que mejor representaría la innovación, el número de patentes, beneficia a países como Suiza, donde las corporaciones no pagan impuestos y desde donde es más fácil crearlas y presentar patentes. No olvidemos el puntaje por artículo de Wikipedia editados y videos de YouTube subidos.

Pero esto no termina de esconder lo que el índice dice sobre Ecuador. Las fallas de índice y, sí, su tinte neoliberal, donde la innovación es solo tan buena como la desregulación, hablan también de áreas en que despunta y otras en que no termina de crecer (y que han sido promesas del Gobierno). Despuntamos en la exportación de servicios culturales y creativos y en el número de marcas registradas.

Estamos en quinto lugar cuando se trata de compañías que ofrecen entrenamiento a sus empleados (que lo hicieron solitos, verdad, Martín). Pero estamos muy rezagados en la creación de conocimiento, en el número de patentes, en la cantidad de artículos académicos publicados en ciencia y tecnología, todos elementos que no se resuelven con una planta de fibra óptica y Yachay.

Pero el estado de las cosas es otro. Es criticar a partir de un discurso. Es criticar a partir de las vísceras. Es llover sobre mojado.

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