«Queridos amiguitos, en este mundo todo está bajo control… ¿todo? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste ahora y siempre al invasor con una poción mágica que los hace invencibles: el cerebro» La verdad es que a estas alturas poco importa que haya podido ser por una canción o por cagarse en quien uno […]
«Queridos amiguitos, en este mundo todo está bajo control… ¿todo? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste ahora y siempre al invasor con una poción mágica que los hace invencibles: el cerebro»
La verdad es que a estas alturas poco importa que haya podido ser por una canción o por cagarse en quien uno no debe cagarse en vez de en el wáter, como todo hijo de vecino debe hacer. Si Evaristo, el actual cantante del grupo Gatillazo, fue retenido por la Guardia Civil algo habría hecho. Lo que no se entiende es que esto no ocurriera antes, qué se yo, allá por el 84, cuando el cantante del grupo que por aquel entonces se llamaba «la polla records» tuviera a bien sacar su primer disco ¿Se acuerdan del nombre? «Salve» se llamaba ¡Que irreverencia por favor! Para colmo un fraile enrabietado esgrimiendo una cruz en llamas protagonizaba la portada. Por no hablar de la letra de ese single. Si es que… ellos se lo buscan ¿Qué se puede esperar del cantante de un grupo cuyo nombre parecía pretender precisamente eso, provocar, como ocurriría en sus aledaños «The Kagas» y «The Meas» y así hasta llegar a «Gatillazo»? ¡Que desfachatez! Seamos serios, si estaba «harto de ser el sospechoso habitual», tal y como preconizaba en alguna de sus canciones, que hubiera dejado de cantar antes. Basta con recordar su sexto álbum, el último de la antigua formación, «Los Jubilados», en el cual la figura del trabajador cobraba un papel central con canciones como, «Huelga general», «El obrero» o «Mis riñones». Imagínese por algún casual que les da por escuchar la canción a los jubilados de ahora que tanto protestan ¡La que se puede liar oiga! Nada, nada, hay que terminar con ellos y, ya puestos con todo, el rock urbano que poblaba esa época, que vengo de afilar la tijera de la censura y la «letra con sangre entra». Empecemos por «Leño», «Asfalto» o «Topo», para luego pasar al heavy -Barón Rojo a la cabeza- y terminemos con el que fuera denominado Rock Radical Vasco -«Kortatu» o «Eskorbuto» a la cabeza-, sin olvidarnos de las radios libres que puedan hacerse eco de semejantes canciones. Pues qué va a ser, todos y todas prohibidas. Que ya no estamos en tiempos de la transición, cuando a algunos les dio por tildar de tímidos y decepcionantes los logros democráticos.
Al fin y al cabo, con una democracia todavía en pañales, era normal que no se ejerciera la censura como arma política, no fuera a ser que evocaran tiempos no tan remotos. Ahora, bajo el paraguas de la ley mordaza, no sé usted pero yo les obligaba a decir «lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir». ¡Uy! Perdón, no quise decir eso. Espero que nadie entienda la más mínima de las ironías en la última frase… no vaya a ser que… bueno mejor no pensar que «mañana es tarde y todo será igual» que decía el tal Evaristo ese. Qué más da que canten Rap o Punk, que hagan teatro o les dé por escribir sobre la «Fariña». ¡A prohibir se ha dicho! Pero ¡ojo!, que a la libertad a veces le da por despertar ante la prohibición. Ya lo apuntaban Eva y «Adancito» cuando pensaron que la fruta prohibida siempre es la más apetecida. Pero ciertamente… ya ha llovido mucho desde entonces… y oiga, que sigue lloviendo. Gota a gota, censura a censura, recorte a recorte. No, no hace falta ser un cuentagotas para observar cómo se recortan libertades y como hoy como ayer amén… «A menudo llueve».
Hágame caso, antes de salir de casa, aprópiese de un paraguas y por si acaso alguien intenta que se empape del agua censora, tenga preparada la lengua para evocar la del susodicho letrista y brindarle su famosa cita:
«¿Quieres identificarnos? Tienes un problema».
José Antonio Mérida Donoso, profesor y «pegaletras…cuando se dejan».
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