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Comercio de armas

Lo importante no es qué, sino a quién se vende

Fuentes: IAR noticias

A Estados Unidos preocupa una carrera armamentista en Sudamérica. Pero los presupuestos militares de estos países no representan riesgo alguno. ¿La pelea es por quién vende esas armas?

Como en toda gran discusión, existe una cuestión superficial y otra de fondo. En los últimos días se sucedieron reuniones del más alto nivel entre autoridades latinoamericanas y estadounidenses sobre el tema defensa. Los Estados Unidos plantearon formalmente su preocupación por el inicio de una carrera armamentista en el Cono Sur, a raíz de la adquisición de material bélico por parte de Venezuela. Esta es la cuestión superficial, pero ¿cuál será la cuestión de fondo?.

La pregunta que nos planteamos es si Sudamérica atraviesa una carrera armamentista. Para un correcto abordaje de la cuestión es mejor que definamos el término. Una carrera armamentista se denomina al proceso por el cual dos naciones o bloques de naciones incrementan en forma sustancial y sostenida sus gastos militares. Esta política va acompañada de una retórica verbal que siempre recurre a una mezcla de amenaza-advertencia hacia sus supuestos enemigos.

Si bien es cierto que existen algunas cuestiones conflictivas sin resolverse entre algunos países de Sudamérica, la zona es una de las de menor tensión en el mundo. Y también una de las que menos fondos dedican de su Producto Bruto Interno (PBI) al presupuesto para el mantenimiento, abastecimiento y modernización de sus Fuerzas Armadas.

Latinoamérica gastó en 2001 unos 25 mil millones de dólares en defensa, lo que representa el 1,5 por ciento del producto bruto total calculado en 1,7 billones de dólares. En orden decreciente, Brasil fue la nación que más invirtió en sus Fuerzas Armadas, con 14.000 millones de dólares, la Argentina con 3.800 millones, y Chile, con 2.500 millones. En cuarto lugar está México con 2.400 millones de dólares y en quinto Colombia con sólo 2,2 mil millones de dólares – pero con fuerte apoyo en pertrecho militar e intervención directa de fuerzas armadas estadounidenses -.

Cabe aclarar que Bogotá recibe 3.500 millones más aportados por el Tesoro de los Estados Unidos dentro del «Plan Colombia», por lo cual no figura como gasto propio. De contabilizarse estos fondos, los gastos colombianos ascienden a 5.700 millones de la moneda norteamericana.

El gasto total latinoamericano suma 25 mil millones de dólares, lo cual representaba en 2001 alrededor del 7% del gasto de defensa de los Estados Unidos, 380 mil millones de dólares. Hablamos de una región con 510 millones de habitantes, 18 naciones, donde está excluida la isla de Cuba y donde Costa Rica y Panamá carecen de Fuerzas Armadas, es decir, no gastan.

Estos números indicarían que no es correcto hablar de una carrera armamentista. Pero este término fue reintroducido a partir del anuncio por parte del presidente Hugo Chávez de una importante adquisición de material bélico por fuera del mercado de oferta de Estados Unidos.

¿Qué decidió comprar Venezuela para que se hable de una carrera armamentista?, fusiles automáticos AK-47, 50 aviones cazabombarderos MIG-29 y 40 helicópteros Mi-35 a la Federación Rusa; sumando un acuerdo con el gobierno de España por 1.700 millones de dólares para la adquisición de material naval aeronáutico, que incluye cuatro corbetas, y la adquisición de 50 aviones de entrenamiento y combate a la empresa EMBRAER de Brasil. A estas compras el Departamento de Estado norteamericano las define como «inicio de una carrera armamentista»

. Con estas adquisiciones, Venezuela aprovecha los buenos precios internacionales del petróleo para renovar material bélico. No es la única nación sudamericana que lo hace. Chile vivió un proceso parecido para el re equipamiento de su Fuerza Aérea, con la preselección de cuatro aeronaves para reemplazar sus modelos actuales. Participaron de la compulsa el Jas 39 «Gripen», de origen sueco; el «Mirage 2000», francés, y los F-16 «Fighting Falcon» y el F-18 «Hornet», ambos fabricados por los EE.UU. El enorme poder de lobby de las empresas norteamericanas logró que las autoridades castrenses chilenas se inclinasen por el F-16, más allá de las cualidades innegables de la aeronave mencionada.

Y Brasil también planea dar de baja aviones que fueron concebidos en las décadas del 50 y del 60 -como el Mirage III- y reemplazarlos por alguna de las cuatro aeronaves que mencionamos antes, ya que son consideradas de lo mejor que existe en el mercado bélico. Los aviones de combate sudamericanos actualmente en servicio deben enfrentarse a cambios tecnológicos o al fin de su vida útil

Por otra parte, la Unión Europea gasta, en promedio, el 4 por ciento de su presupuesto en Defensa. La industria armamentista es un gran negocio en el Viejo Continente, y por sobre todo, un medio para generar empleo. Para ejemplo basta citar que en la Unión Europea trabaja más gente en fábricas del complejo industrial militar que en los Estados Unidos, aunque el gasto norteamericano sea sustancialmente superior

. Estados Unidos gastaba un 3 por ciento de su PBI en defensa y el 18 por ciento del gasto federal, es decir, unos 353 mil millones de dólares. Pero la administración del presidente George W. Bush ha decidido incrementar el gasto en pertrechos bélicos hasta la suma de 451 mil millones en el 2007. Si en la actualidad el Departamento de Defensa dispone de fondos iguales a los que gastan la suma de las restantes potencias mundiales, en dos años esa desigualdad se verá potenciada.

Estados Unidos exportó entre 1995 y 2000 unos 114,732 millones de dólares en armas; muchas de ellas para abastecer rivalidades estériles entre países del Tercer Mundo. El gasto norteamericano no sólo incluye compras de armas, sino la presencia en el extranjero. Según el informe anual del Departamento de Defensa, existen más de 700 bases militares estadounidenses, repartidas en más de 130 países. El informe no incluye las bases recientemente establecidas en Kosovo, Afganistán, Irak, Kuwait y otros países, a pesar de que hay indicaciones de que muchas de ellas se harán permanentes.

Y la zona del mundo donde más se gasta en armamentos es Medio Oriente. En esa región, el mantenimiento de las Fuerzas Armadas y la adquisición de armas llegan a absorber el 12 por ciento del producto bruto regional. Allí existen aliados estrechos de Estados Unidos, Israel, Egipto y Arabia Saudita, a los que el Departamento de Defensa transfieren sumas altísimas en cooperación militar.

Todo indica que quizás la cuestión pase porque algunos mandatarios sudamericanos se manifestaron a favor de no comprar armas en las tiendas norteamericanas, y de, con las limitaciones existentes, desarrollar una industria de defensa propia. En ese sentido, Brasil, Chile, Venezuela y la Argentina han mostrado predisposición para trabajar en conjunto en ese camino.