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Marx y el fútbol

Lo lúdico, mercado, ideología y política en la Copa Mundial

Fuentes: Rebelión

Para Catherine Bryan, quien lo motivó. Escribo este texto como un brasileiro que durante casi toda su vida ha sido (como otros millones) un amante del juego de fútbol pero que actualmente, ha dejado de sentir ya casi ninguna exaltación de emoción por la realización de las Copas Mundial de Fútbol. Así, me gustaría decir […]

Para Catherine Bryan, quien lo motivó.

Escribo este texto como un brasileiro que durante casi toda su vida ha sido (como otros millones) un amante del juego de fútbol pero que actualmente, ha dejado de sentir ya casi ninguna exaltación de emoción por la realización de las Copas Mundial de Fútbol. Así, me gustaría decir que no sólo he sido un fiel espectador de centenares de partidos de las principales ligas de fútbol del mundo (Brasil, España, Italia, Alemania, México, Argentina), sino que he jugado personalmente, por muchos años, al «jogo bonito» (el bello juego) como pasatiempo, o como un futbolista amador (en Brasil, USA y México). Debo aun mencionar que ya participé directamente de una Copa Mundial de Fútbol (la de 1986, realizada en México), donde tuve la suerte de actuar en calidad de espectador y también como entrevistador del público asistente. (1)

Hace pocos días, hubo la inauguración de la Copa Mundial de Fútbol 2010, en Sudáfrica, y empezamos a mirar y a oír el espectáculo (el pan y circo) del torneo internacional masculino más importante del mundo . Todo lo que acontece en la Copa Mundial (los equipos, los jugadores, los juegos, las entrevistas con los astros, directores técnicos, sus contratos millonarios, su propaganda etc.) se transmite por el planeta a través de los tentáculos gigantescos de la red de medios de comunicación y la gran prensa.

Como sabemos, durante un mes entero (11 de junio al 11 de julio) millones de individuos estarán asistiendo, directamente y a través de la televisión, radios y periódicos, a los juegos entre las selecciones nacionales clasificadas para actuar como protagonistas de este colosal evento en Sudáfrica.

Actualmente, el fútbol es uno de los deportes más populares, pero, a la par, uno de los negocios deportivos mejor sucedidos comercialmente e ideológicamente en el mundo. Dado el proceso de globalización capitalista (que en este momento está metido en una profunda crisis) el fútbol mundial es hoy menos un juego lúdico, que un escandaloso medio de producir dinero, ganancias e injusticia social.

El fútbol como mercancía y fuerza de dominación comercial e ideológica

En 1998, durante la Copa Mundial de Fútbol en Francia, un estudiante mexicano del posgrado de la University of California San Diego (UCSD) me preguntó ¿Profesor, cómo se puede entender el fútbol como «una mercancía», dado que el fútbol no es un objeto concreto, como un libro, una chaqueta o un par de zapatos? (2) Transformé la pregunta individual en una pregunta para todos los alumnos en la clase y tratamos de dar una respuesta de acuerdo al marco teórico-metodológico marxista, o sea, como el juego de fútbol se había transformado, históricamente, en una de las mercancías más vendibles del sistema de producción capitalista.

Debido a su pertinencia, volveré aquí a la pregunta del estudiante y a nuestra respuesta ¿cómo se puede entender el fútbol como «una mercancía», dado que el fútbol no es un objeto concreto, como un libro, una chaqueta o un par de zapatos?

Como nos enseña Marx, la mercancía es una unidad contradictoria entre valor de uso y valor. Así tenemos que distinguir las mercancías en cuanto a valor de uso (producto del trabajo humano concreto), por oposición al valor (producto del trabajo abstracto) de los mismos trabajadores (3 )

De eso modo, cuando compramos de las multinacionales, una hamburguesa de McDonald’s, un par de tenis Adidas, o una botella de Coca-Cola, la mercancía comprada es un objeto concreto, pero cuando el espectador va a la billetera de un estadio de fútbol, él no compra un objeto concreto, lo que él compra es una entrada que le da derecho a sentarse en el cimiento o en una poltrona del estadio durante un determinado tiempo para asistir al juego de fútbol. En este caso, estamos delante de un valor de uso del tipo a que pertenecen los transportes: cuando se compra un pasaje de avión, de ómnibus o de tren, no se compra el avión o el tren sino el derecho de ocupar una poltrona para ser transportado.

De esta forma existe en el fútbol, el polo de su valor de uso, (aquel que satisface necesidades humanas, vengan del estomago o de la fantasía), que expresa su lado lúdico para los que están jugando o los que están asistiendo al juego concreto. Repito, aquí estamos identificando el fútbol como valor de uso de la mercancía en su función de entretenimiento y diversión (ese polo que en principio es el que más le interesa e importa al fanático del deporte o al hincha de corazón).

Pero, junto al valor de uso, tenemos que referirnos al otro polo de la mercancía fútbol, o sea, al polo del valor de cambio (la expresión en moneda del trabajo abstracto socialmente necesario para producirlo como mercancía), aquel que se constituye como el determinante para generar la forma específicamente capitalista (el plusvalor (4)) de la producción de mercancías. Desde el punto de vista socioeconómico, en una sociedad capitalista, el fútbol se ha convertido en la gran mercancía, en el gran negocio del Capital, en el extraordinario emprendimiento de miles de millones de dólares.

Desde el punto de vista político cultural (de los estudiosos y críticos de la cultura), el fútbol también puede y debe ser visto como uno de los poderosos medios para observar la realidad de la división social del trabajo y de la lucha de clases en nuestra sociedad. Así, hay que mirar el fútbol como un instrumento para analizar el fetichismo de la mercancía (5), la alienación (6) y las subsecuentes deformaciones de la consciencia social en nuestro sistema socio-económico-cultural.

Dentro del aspecto lúdico y popular del fútbol se encuentra la intensa valorización del valor, o sea, se encuentra el Capital y sus propietarios; se encuentra el Capital en su movimiento imponente para obtener ganancias y dominación sobre los individuos, grupos y naciones. En otras palabras, es necesario analizar el fútbol como elemento de un sistema de apropiación del trabajo social y de sus consciencias; el fútbol como una expresión de la irracionalidad de la economía capitalista donde se reproduce la explotación de unos pocos sobre muchos, o sea, el fútbol como forma de la apropiación privada de los frutos sociales del trabajo humano.(7)

Como uno de los deportes más lucrativos del mundo capitalista, el fútbol, repito, no puede dejar de expresar las contradicciones de la sociedad capitalista (sobretodo, aquella que es la fundamental, que se da entre el Capital y el Trabajo). Hoy día, una de las características más escandalosas de ese deporte es la manutención y expansión de la injusticia social entre seres humanos, coadyuvados por el fetichismo de la mercancía y de la alienación, en el plano de la consciencia social, como veremos a seguir. Como nos enseña «El Capital», es a través del crecimiento de la concentración y de la centralización de la riqueza en la mano de unos pocos individuos (una clase social dueña de los medios de producción) por un lado, y del aumento de la pobreza y del desempleo por otro, que el sistema capitalista se reproduce como sistema, permanentemente. Y el fútbol reproduce los mismos mecanismos de apropiación privada y enajenación social a que nos referimos en el párrafo anterior.(8)

Así, la alienación social puede ser observada en el discurso futbolístico (lo que leemos y escuchamos vía comentaristas del sector de los grandes medios de información y la gran prensa), cuando trata de naturalizar (olvidando su carácter artificial e histórico) la actividad humana(9) que es el fútbol, justificando y legitimando lo absurdo y lo inmoral de la acumulación y de la concentración de la renta, por un lado, y el aumento de la injusticia social por otro. De esa forma, justifican y legitiman, sin cuestionamiento, el hecho de que destacados jugadores (como Cristiano Ronaldo, Zinedine Zidane, Kaká, Ronaldo, Ronaldinho, Robinho, Messí y otros del «star system» futbolístico), reciban gigantescas cantidades de dinero para trabajar pateando una pelota de fútbol para los grandes clubes (Real Madrid, Barcelona, A.C. Milan, Manchester United, Chelsea, Manchester City, etc.) o sea, para los propietarios de la riqueza, del prestigio y del poder que el fútbol nacional y mundial ha conquistado socialmente.

Recientemente, pudimos tomar conocimiento de uno de los episodios más graves y escandalosos de los últimos tiempos: uno que enseña lo que significa la apropiación privada de capital en el fútbol. Ha ocurrido cuando el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, contrató al jugador portugués Cristiano Ronaldo por 96 millones de euros, pagándole, además, 13 millones de euros por temporada. Y como si fuera poco, el Real Madrid ya había pagado 65 millones de euros para contratar a Kaká, el jugador brasilero que estaba en el A.C. Milán (Italia). Aquí, el aficionado se puede preguntar ¿de dónde Florentino Peréz ha conseguido tanto dinero?(10) cuando sabemos que la economía española (como las demás) anda en crisis y el dinero para prestamos a pequeñas y medianas empresas (las que realmente emplean grandes contingentes de trabajadores) desapareció de la circulación monetaria.

El fútbol como una narrativa cultural alienada

Del punto de vista narrativo, el juego de fútbol cuenta la historia de una lucha, de una disputa o una rivalidad entre dos equipos, presentando (en caso de no haber un empate) un final de júbilo y de felicidad para los miembros del equipo vencedor (presidentes, directores técnicos, ju gadores y torcedores), a la par con un final de tristeza y de frustración para los miembros del equipo que lo perdió. La historia sucede en un espacio que se denomina la cancha de fútbol, en una duración de aproximadamente 1 hora y 30 minutos donde los protagonistas (los dos equipos, cada cual con un número de 11 jugadores) hacen todo lo permitido para ser victoriosos.(11)

Pero el discurso futbolístico no se limita a lo que pasa internamente en el campo de juego entre los dos equipos. Este relato, inicial e interno, se amplia y extrapola sus trazos formales básicos, continuando su propagación cultural-ideológica vía la creación de mitos sobre los clubes, los jugadores, los juegos, sus rituales, sus sacrificios y sus celebraciones que se expanden a través de la propaganda comercial e ideológica, reforzando, de esta forma, todo el proceso de fetichización, cosificación y alienación de los individuos en la sociedad capitalista.

El relato (extendido), propagado por la media, de que la Copa Mundial y los juegos olímpicos son el espacio-tiempo para la realización del final feliz (happy ending) entre los protagonistas , puede ser ampliamente refutado, mediante ejemplos que contradicen, sin equívocos, a ese discurso hegemónico, o sea, lejos de traer la luz y la paz entre naciones, la Copa Mundial y los juegos sirven para encubrir los graves problemas que estamos viviendo y que los gobiernos de la clase dominante desean encubrir.

Por ejemplo, cuando la selección brasileña de fútbol ganó la Copa Mundial por la tercera vez en México en 1970, el gobierno del dictador Garrastazu Medici, aprovechó aquel momento de ufanidad y patriotismo ramplón (de himnos y banderas; de inmenso júbilo, de fiestas, glorias y embriaguez) del pueblo brasileño, para incrementar, expandir e intensificar, en las prisiones secretas del régimen, las torturas, los asesinatos, y las desapariciones de los prisioneros políticos, opositores y resistentes a la dictadura militar, que se extendió por más de 20 años en Brasil(12). Aquí, me gustaría sugerir a los lectores que vean la película brasileña reciente (2006), de Cao Hamburger, O ano que meus pais sairam de ferias ( El año que mis padres se fueron de vacaciones ) que, hasta donde conozca, es la que mejor que trata la relación entre la enajenación futbolística y el fortalecimiento de la dictadura militar brasileña en aquel período.(13)

Como sabemos, hoy es casi un lugar común en la media capitalista, afirmar que el fútbol mundial (así como los juegos olímpicos) proporciona el espacio privilegiado para la congratulación entre los países; el espacio en donde se consigue la paz y se supera la competencia y la rivalidad entre las naciones del mundo. En otras palabras, de acuerdo a ese discurso hegemónico, el fútbol mundial y los juegos olímpicos, proporcionan el espacio-tiempo ideal para encontrar y realizar la igualdad y la fraternidad . Nada más lejos de la realidad histórica que estamos viviendo.

Por ejemplo, mientras el presidente de USA, George Bush, saludaba y celebraba públicamente en los Juegos Olímpicos de China, al primer ministro Putin y el presidente Medvieve de Rusia, el mismo gobierno de George Bush, por detrás de lo público, apoyó a Georgia en su invasión (¿sorpresa?) del espacio de soberanía de los rusos, dando inicio a una guerra de conquista que luego fue aplastada por el gobierno de Rusia.

En mi opinión, la Copa Mundial puede ser muchas cosas, menos el espacio-tiempo de la paz, de la igualdad y la fraternidad. Todo lo contrario, la Copa Mundial y los Juegos Olímpicos, han sido el espacio de la rivalidad, de la competencia, y del patriotismo ramplón, donde las selecciones nacionales, se pelean «a muerte» para conseguir la supremacía sobre las otras. En esa dirección, la Copa del Mundo no sólo espeja la rivalidad y la competencia capitalista, sino que también crea simbólicamente un modelo (falso) para las naciones no desarrolladas socio-económicamente, pues lleva legiones de ciudadanos a imaginar que cualquier nación del tercer mundo puede llegar adonde se encuentran las del primero, bastando para ello, con solamente entrar en juego y seguir las reglas internacionales.

En oposición al modelo cumplidor de las reglas, descrito arriba, las naciones centrales (las imperialistas) están en donde se encuentran actualmente, precisamente porque irrespetan cualquier regla del juego internacional cuando esas no les convienen. Y lo que es peor: pese a sus crímenes, continúan impunes, ya que nada les pasa.

Por ejemplo, cada vez que Israel (que posee por los menos 150 bombas nucleares) invade y roba las tierras de los palestinos, establece campos de concentración, prosigue con la tortura y el apartheid, o comete crímenes de guerra contra los palestinos (como ocurrió en diciembre de 2008), la mayoría de las naciones dichas civilizadas intenta condenar a Israel por sus crímenes contra la humanidad, pero el gobierno de USA siempre boicotea la condenación. Lo mismo ha pasado recientemente con el ataque de los militares israelíes a los barcos que llevaban ayuda humanitaria a los palestinos, ahora a vísperas de la Copa Mundial 2010.(14)

En mi opinión, mientras el fútbol y otros deportes, continúen funcionando bajo la forma capitalista, cualquier relato sobre la superación de la competencia y rivalidad entre naciones, no pasará de un discurso altamente ideológico, una alucinante forma de falsificación y mistificación de la realidad histórica.

Otro lugar común de la media, es la de afirmar que la Copa Mundial es como una gran familia; una familia harmoniosa, en que todos sus miembros, están felices y sin problemas. Dejando de lado, por ahora, los fieles que llevan a serio el romanticismo barato de la metáfora familiar sin cuestionamiento (o que se dejan manipular por unas metáforas inapropiadas) lo que me parece claro es que desde un punto de vista crítico, la comparación deja mucho a desear, pues desde la publicación del Manifiesto Comunista,(15) sólo los ingenuos pueden aun creer que la familia sea una panacea que tenga la importancia y la fuerza para resistir y superar a las inhumanas y enajenadoras presiones de la sociedad capitalista.

El populismo de la media y de los jugadores explora el lado romántico (el mismo que informa las novelas de TV del canal Univisión o del canal Globo) del fútbol, propagando que él tiene el poder mágico de resolver, superar y sanar las diferencias, las luchas, las heridas y la guerra de clase de nuestra sociedad capitalista.(16)

Ayer, por ejemplo, vi a un hondureño, fanático del fútbol y de la selección de su país, dando una entrevista para «»República Deportiva», un programa de TV de Univisión (la gran cadena de la derecha latinoamericana y de los gusanos de Miami): respondiendo al reportero sobre la Copa Mundial de Sudáfrica, dijo que su país fue unificado gracias a que la selección de Honduras se clasificó para el Mundial de África. Para unos ojos y oídos críticos, lo que decía el tipo hondureño sobre la situación de su país, no pasaba de pura tontería (una manifestación contundente de ignorancia y enajenación), pues, hace mucho estamos informados que ni siquiera las elecciones fraudulentas de Porfirio Lobo como presidente del país fueron capaces de subsanar la grave crisis política que atraviesa el país, originada por el golpe militar que (con el apoyo de USA) logró la expulsión ilegal de Manuel Zelaya (el presidente legítimamente elegido por el pueblo hondureño), imponiendo al golpista Roberto Micheletti   como el actual dictador hondureño.

Por último, me gustaría incluir palabras sobre la FIFA (la Federación Internacional de Asociaciones de Fútbol) y su relación capitalista con la organización de la Copa Mundial en países pobres como Sudáfrica. Como sabemos, hoy ya existen un conjunto de declaraciones, documentos y libros, registrando la obscena historia de cómo la FIFA ha transformado un deporte lúdico, placentero y popular (el fútbol arte de Garricha, Didi, Pelé, Maradona y Zico) en una » mastodóntica» máquina de generar dinero.(17)

Hasta donde sepa, ningún documento sobre fútbol ha denunciado más valientemente, el carácter corrupto, mafioso e imperial de la FIFA, que el libro Como se robaron la Copa, de David Yallop (el notable investigador inglés que también ha denunciado la historia de cómo el Vaticano asesinó al papa Juan Pablo I, Albino Luciani). El libro de David Yallop sobre la FIFA es tan documentado y contundente que João Havelange (brasileiro aliado de la ex-dictadura militar, ex-presidente de la CBD y de la FIFA) trataron de prohibirlo, sin lograrlo.(18) Havelange ha sido varias veces acusado de diferentes actividades ilegales (entre las que se incluyen el tráfico de armas, tráfico de drogas, los sobornos por parte de dictaduras militares y cobro de pagos ilegales, etc.). Por estas actividades, Havelange fue interpelado e interrogado por el Congreso Brasileño.

Recientemente, el crítico Mateo Patrono, denuncia en su artículo » El mundial es totalmente suyo: Blatter ya ganó», el escandaloso acuerdo (leyes especiales y royalties) que logró la FIFA para traer la Copa Mundial de Fútbol a Sudáfrica. Cito, «las garantías concedidas por el Gobierno de Pretoria a la FIFA, en el momento de asignarle el Mundial en el 2004, son 17, confirmadas por los diferentes ministros del ejecutivo conducido en esa época por Thabo Mbeki y destruyen la soberanía del país, ni que la FIFA fuera el Fondo Monetario Internacional. «(19)

Para concluir (por ahora) me gustaría volver a algunas de las nociones marxistas usadas en este comentario para decir (a todos los interesados en cambiar la estructura capitalista del fútbol local y mundial), que el único modo de liberar el fútbol de las garras de una FIFA (que como el FMI, sólo sirve al gran Capital), es luchar para cambiar esta obscena sociedad capitalista. Una sociedad que legitima la apropiación privada de los frutos del trabajo social (de los medios de producción y de los medios de vida) por una minoría que sólo puede reproducirse constantemente, desapropiando y excluyendo a la mayoría de los seres humanos de los frutos de la riqueza social.

Solamente superando el injusto modo de producción capitalista (y su hambre de explotación, dominación, opresión y ganancia), nos libraremos de la Copa Mundial de Fútbol organizada por la FIFA y las multinacionales; sólo de este modo podremos reapropiar y revitalizar el lado lúdico (del valor de uso) del fútbol como un gran deporte, una gran arte, un modo colectivo y lúdico de diversión y de práctica atlética para todos seres humanos.

Notas:

(1) En aquella oportunidad, entrevisté (con la colaboración de la periodista colombiana Yolanda Botero) a los hinchas españoles, que se encontraban en Guadalajara (obviamente, que la queja de los españoles en contra del referee que pitó el juego entre Brasil x España, era justificada, toda vez que España, hizo un gol legítimo en contra de Brasil, y el referee no lo marcó). Por último, una de mis grandes emociones, fue, lueg o de ser invitado para conocer el local en donde la selección brasileña se concentraba, haber podido conocer y charlar con los astros brasileños que admiraba: Zico, Alemão, Josimar, Julio Cesar, Blanco, Careca. Aun poseo como buen recuerdo de aquel tiempo, una agenda con las firmas de los jugadores brasileros mencionados.

(2) En año de 1998, era un profesor invitado de la UCSD (Universidad de California San Diego, La Jolla) y enseñaba, cursos de lengua, literatura y cultura brasileña para los estudiantes (nivel de graduación y pos graduación) del Departamento de Literatura de UCSD. En aquel período, impartía mis cursos dentro de un marco teórico-metodológico que acompañaba los planteamientos de los críticos culturales de formación marxista, tales como Terry Eagleton, Fredric Jameson, Raymond Williams y Manuel Sacristán.

(3) Ver la sección primera, «Mercancía y Dinero», de El Capital de Karl Marx. Edición y traducción de Manuel Sacristán Luzón. Ediciones Grijalbo S.A. 1976, Barcelona.

(4) Ver la sección tercera, «La producción de la plusvalía absoluta», y la sección cuarta, «La producción de la plusvalía relativa» de El Capital de Karl Marx.

(5) Ver «El carácter de fetiche de la mercancía y su secreto» en la sección primera, Mercancía y Dinero, de El Capital de Karl Marx.

(6) Ver la entrada «Alienación o extrañación» escrita por Manuel Sacristán Luzón para el Diccionario de Filosofía de Dagobert D. Runes, 1969. Reimpreso en el libro de Sacristán Panfletos y materiales, II: Papeles de filosofía . Icaria, Barcelona, 1984

(7) Ver el Capítulo XXIII «La Acumulación de Capital» en la Parte Séptima de El Capital de Marx.

(8) Como sabemos, de acuerdo a Karl Marx, antes que la sociedad mercantil capitalista pudiera operar normalmente bajo su propia base (la de la subsunción real del trabajo al capital) como productora de valor, plusvalor y ganancia, tuvo que haber antes de ella, una gran redistribución de la riqueza y del trabajo social entre los grupos de individuos existentes. Es este proceso (violento y sanguinario) de la redistribución de la riqueza social, el que permite surgir a la clase de individuos (enajenada de sus medios de producción) como trabajador asalariado en un polo, y a la clase de los propietarios de los medios de producción, del otro. Esta acumulación de la riqueza en las manos de una clase de individuos propietarios, es lo que Marx denominó el Proceso de Acumulación Primitiva de Capital. Sin esa redistribución primitiva de la riqueza social, no podría existir el capitalismo, pues no habría trabajadores libres, (alienados de sus medios de trabajo) disponibles, para ser empleados como fuerza de trabajo por el Capitalista. Ver el capítulo XXIV «La Denominada Acumulación Primitiva» en la Parte Séptima de El Capital de Marx.

(9) El fútbol como actividad humana históricamente determinada, el fútbol como Capital, ha evolucionado y cambiado a lo largo de los años, sobretodo en sus aspectos técnicos/comerciales, en la complejidad del trabajo social necesario para producirlo como espectáculo, y en la intensificación de obtención de las ganancias, en el sector.

(10) La respuesta a esa pregunta puede ser encontrada en el lúcido artículo «Cristiano Ronaldo, Jacques Diouf y Jeff Lawrence» de Francisco Umpiérrez Sánchez en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=87400

(11) Ver un ejemplo de la narración de un partido fútbol en la forma de un relato interno básico (limitado al juego propiamente dicho), en mi libro «Memorial da Ilha e Outras Ficções», JVBMoreira Edições, Feira de Santana-Bahia-Brasil, 2007.

(12) Pelé, el jugador de fútbol brasileiro denominado «el rey» y considerado por la mayoría de los hinchas como el mejor de todos l os tiempos, contribuyó directa e indirectamente (con su talento, su popularidad, su prestigio, y su discurso) para la manutención de la dictadura militar en Brasil. Uno de los discursos más infames del «rey» Pelé en el período, fue cuando trató de justificar y legitimar la decisión de los militares de no permitir las elecciones directas y libres en el país afirmando que «los brasileños no deberían tener las elecciones libres y directas, porque son analfabetos y ni siquiera saben como cepillarse los dientes» mucho menos votar en las elecciones. Naturalmente que, algunos años después del termino del proyecto dictatorial, Pelé tuvo que pagar públicamente por sus muchos errores, como por ejemplo, cuando la Câmara Legislativa do Distrito Federal le negó el título Ciudadano Honorífico de Brasilia.

Pero no todos los «astros» han actuado dentro de la alienación que Pelé y la gran mayoría de los jugadores de futbol han demostrado. Maradona (de Argentina) y Sócrates (de Brasil), por ejemplo, han enseñado que existe excepción a la regla general.

(13) Ver el libro Brasil, nunca mais de Paulo Evaristo Arns, Editora Petropolis, Rio de Janeiro , que es considerado como el mejor documento sobre aquel período.

Ver, además, la entrevista de Salvador López Arnal con el autor de este texto sobre el filósofo Manuel Sacristán Luzón, donde se refiere a los «Años de Plomo» de la dictadura militar en Brasil. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=69805

Para el lector no familiarizado con la historia Brasil, informo que hasta hoy (después de 25 años de poder civil), ningún gobierno brasileño fue capaz de hacer justicia a las víctimas de los militares. Recientemente, el gobierno del presidente Luiz Ignácio Lula da Silva, reculó y asignó el decreto que altera nueve puntos del «Programa Nacional dos Direitos Humanos», para atender a las reivindicaciones chantajistas de los militares brasileños (en contra de los intereses de la demanda de la sociedad civil por justicia), que continúan en la impunidad.

(14) Más un ejemplo para nuestra colección, un día antes de la inauguración de la Copa Mundial de 2010, USA ha promovido y logrado imponer en la ONU, nuevas sanciones contra Irán (por querer, supuestamente, usar la energía nuclear para fabricar armas de destrucción masiva), mientras que Israel, el mayor aliado de USA en el Oriente, ya posee centenares de bombas nucleares y no le pasa nada.

(15) Ver Marx y Engels. El Manifiesto Comunista. Buenos Aires: Ediciones Nuestra Propuesta, 2003.

(16) Ya es un lugar común: antes mismo del inicio de una Copa Mundial, escuchar a los jugadores de la selección brasilera y otros, por ejemplo, afirmar, románticamente, que intentan concentrarse solamente en los juegos del Mundial y olvidarse del «mercado de la bola (mercado de la pelota) que se agita para la temporada europea. Sin embargo, lo que afirman los jugadores («el intento de concentrarse en el juego») no se puede llevar en serio, pues ya sabemos que todo ese discurso no pasa de auto-engaño, farsa, o mala fe.

(17) Actualmente, otras de las operaciones utilizadas por la media (con la finalidad de glorificar o monumentalizar el fútbol), es enseñar a los espectadores televisivos escenas de los astros futbolísticos (como Kaká, Cristiano Ronaldo, etc.) en acción (sea pateando para gol, driblando el defensor adversario, cabeceando el balón con elegancia, o metiendo el gol deseado), acompañado de trechos de óperas monumentales, o sinfonías grandiosas, o conciertos religiosos, Estos fueron, como sabemos, uno de los recursos utilizados por la estética nazi-fascista para monumentalizar las glorias del régimen. No es ninguna coincidencia que el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, sea todo un «maestro» en aquella estética, consiguiendo enaltecer las glorias de A.C. Milán, utilizando el talento y la fama de Kaká (fue el ganador de los premios FIFA World Player, el Balón de Oro, y el FIFpro al mejor jugador del mundo, todos en 2007) para, entre otras cosas, venderlo por 65 millones de euros al Real Madrid.

(18) David Yallop ¿Cómo se robaron la copa? Editorial Oveja Negra, 2001

(19) «Para comenzar, tanto la FIFA como sus sociedades y delegaciones están exentas del pago de impuestos. Entre ellas Host, la empresa del nieto de Blatter, que administró la venta de entradas del Mundial, los hoteles oficiales y los paquetes receptivos (aunque para las Federaciones internacionales y sus amigos se asegurara un descuento del 20% en todos los hoteles). No habrá restricciones para nadie en cuanto a la importación y exportación de moneda extranjera. En un país donde sin seguro privado nadie puede atenderse en un hospital, el Gobierno ofreció al ejército del Coronel cobertura médica integral además de seguridad privada 24 horas al día. Una importante fracción de las fuerzas del orden fue comprometida y redirigida a lo que más urge al corazón del jefe de la FIFA: proteger la exclusividad de sus socios comerciales, los generosos y fidelísimos patrocinadores en términos de marketing, marcas, derechos televisivos, propiedad intelectual. En caso de controversias legales, Sudáfrica se ha comprometido incluso a pagar a la FIFA una indemnización además de los honorarios de los abogados. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=107784

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