Seguramente resolverán lo que sea más inseguro para nosotros. Desde su inutilidad proverbial, para los pueblos que sufren agresiones e injusticias a mansalva, el «Consejo de Seguridad», y la ONU, cierran el circulo perfecto de la crueldad institucionalizada. Todo consiste en ahogar a la Historia en piletas de saliva y de perfumes diplomáticos. Dejar que […]
Seguramente resolverán lo que sea más inseguro para nosotros. Desde su inutilidad proverbial, para los pueblos que sufren agresiones e injusticias a mansalva, el «Consejo de Seguridad», y la ONU, cierran el circulo perfecto de la crueldad institucionalizada. Todo consiste en ahogar a la Historia en piletas de saliva y de perfumes diplomáticos. Dejar que corra el tiempo entre acrobacias de burócratas y hacer lo imposible para no disgustar a sus amos con recomendaciones humanitarias que desvelen la pachanga macabra de los negocios bélicos. Un decreto por aquí, unas declaraciones por allá, dosis generosas con palabrería de leguleyo y a esconder los muertos (que ponen los pueblos) bajo la alfombra. Eso, seguro.
El «Consejo de Seguridad» de la ONU es un carcamán de estulticias tributarias del crimen, de la burla y de la humillación contra los seres humanos que vivimos sofocados bajo la metralla del saqueo, de la explotación y del sometimiento de las conciencias. Es decir, la inmensa mayoría de las personas que, sometidas por el capitalismo pagamos son sangre y pánico cuotas de esclavitud rentable. Casi no importa que tengan sus excepciones.
Hace mucho tiempo (medido con sangre y muerte) el «Consejo de Seguridad» de la ONU dejó de merecer cualquier respeto. Hace mucho tiempo que, como institución «garante de la paz» y de la vida, dejó de tener significado ante los conflictos y ante las aberraciones del capitalismo. Y hace mucho tiempo que exhibe su lado macabro y cómplice a la hora de hacerse pasar como instancia válida para frenar la barbarie. Todo está patas arriba. La lista de episodios en los que la «inutilidad» institucional se torna utilidad delincuencial es inmensa, es dolorosa, es alarmante y es muy costosa. ¿Si su mejor utilidad es su complicidad, quién podrá protegernos del «Consejo de Seguridad»?
Algunos creen que es un «honor» pertenecer al «Consejo de Seguridad» pero olvidan, no sin voluntarismo, que su «honor» está cercado con el «veto» providencial de los poderosos y que ya podrán patalear, rechinar los dientes o lagrimear por las calles… nada de lo que digan, y hagan, tendrá valor (aun teniendo razón) a la hora en que los poderosos dicten sus resoluciones definitivas y sepulcrales. De esas aberraciones está llena la memoria histórica del «Consejo de Seguridad». ¿Entonces qué hacemos?
Los pueblos que sostienen compromisos irrenunciables con la justicia y la igualdad, es decir, con la paz fundada en el respeto riguroso a la justicia social internacionalista, han visto cómo, por ejemplo, desde 1945 hasta hoy, las invasiones, las guerras, los saqueos desfachatados… no han hecho sino multiplicarse. Desde el 11 de septiembre de 2001, nos impusieron una nueva estigmatizante e imperialista ofensiva plagada con novedades hegemónicas, especialmente la imposición planetaria de una guerra a perpetuidad.
Eso nos ha dejado el paisaje aterrador en el que USA, único país que siembra bases militares en todo el planeta, exhibe toda su impunidad con impudicia estruendosa. La guerra imperialista nos amenaza a todos mientras el poder de la cúpula militar-financiera hace una metástasis global que, mientas destruye al mundo, acumula cada vez más ganancias. Los comerciantes de armas, camuflados como cúpulas militares-financieras y propagandistas, agreden cada día más porque el modo de existir del capital financiero es la invasión, el golpe de estado y la guerra que lacera a la mayoría y enriquece con toda obscenidad a unos pocos.
La crisis energética y la crisis alimentaria, entre otras provocadas contra los pueblos, se agudizan, el capitalismo sigue pisoteando impunemente todos los límites y para asegurarse más negociados impuso su lógica bélica en el «Consejo de Seguridad» de la ONU en complicidad con la OTAN, también brazo armado del capitalismo. Además, la lógica bélica y su estética del horror, perfeccionan su «relato» con armas de guerra ideológico-psicológica travestidas como «transnacionales de la comunicación». Ahí fabrican miedo y mentiras con la bendición del «Consejo de Seguridad» de la ONU y pavimentan las autopistas del crimen donde se pasea la OTAN.
Es intolerable que los «poderosos» pisoteen, con su «Consejo de Seguridad», el derecho y la legitimidad democrática de pueblos y gobernantes legítimos y soberanos. Es indispensable desarrollar organismos internacionalistas, de base social y eficacia política probada, para frenar esos abusos imperiales.
Lo más inseguro ha sido, para muchos pueblos, el «Consejo de Seguridad». Es imposible, o sospechoso, ignorar, o jugar a ignorar, la crisis aguda que infesta a la Organización de las Naciones Unidas. Es urgente un modelo nuevo, absolutamente, que sustituya el actual -corrupto y agotado- que sólo sirve para la demagogia diplomática. Es urgente una refundación hecha, esta vez, por los pueblos.
No hay tiempo para reformas ni para reformistas. Necesitamos una Organización democrática y vigorosa, cuya fortaleza moral y política contribuya a suprimir injusticias y agresiones de todo género comenzando con las agresiones a los ecosistemas y al derecho de los pueblos a disponer de sus tierras y sus riquezas naturales. Nos urge una Organización que de verdad cuide al trabajo y a los trabajadores, que destierre el belicismo y a su industria criminal con todo y sus derroches macabros, así se hagan llamar «científicos».
El mundo no tolera más las aberraciones del «Consejo de Seguridad» que nos traicionará siempre con toda seguridad. No puede seguir siendo un club de miembros privilegiados porque el peor crimen contra la paz es dejar a la ONU y al mundo como están. Si no intervenimos dejaremos al presente y el porvenir en garras la guerra perpetua y de sus negocios «seguros». No nos cansemos por denunciarlo, no nos distraigamos. Paremos el genocidio en Gaza.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.