“Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando obtener resultados diferentes”.
No importa quién fue la primera persona en decirlo. Lo realmente importante es que estaba en lo cierto. Y, sin embargo, muchas de nuestras autoridades, líderes y opinadores, andan empecinados en devolvernos -cuanto antes, y elecciones mediante, porque parece que ya les dan los números – a la vieja normalidad.
No han pasado ni tres meses de los aplausos en los balcones, y – mientras Urkullu profetiza recortes al funcionariado – ya han dispuesto más dinero para el TAV, y la misma cantidad (ninguna) para eliminar la precariedad laboral (35%) en la plantilla de Osakidetza. Nos siguen ocultando la realidad de lo sucedido en Zaldibar, y el Gobierno Vasco continúa ampliando la gestión privada de los vertederos, y de paso enmascarando los fallos de la incineradora de Zubieta. Hoy, los mismos políticos que no permitían abrir los mercados agrícolas locales, nos proponen apelotonarnos en los bares, y abrir más terrazas, en suelo público. Otra vez (y van cien mil) los moñas que hablaban de “humanizar” el capitalismo, nos empujan a cambiar de coche, mediante un dinero público que mejor podría dedicarse a inversión en salud. Todo un ejemplo de cómo entiende el actual Gobierno la lucha contra la emergencia climática. Como diría cualquier Diputado General de Bizkaia: ¡¡¡Consumid, consumid, malditos!!!
Es comprensible su irracional prisa por hacernos votar cuanto antes. El otoño se presenta complicado para un Gobierno PNV+PSOE: con un aumento considerable del paro; una patronal insaciable y que cada vez necesita gobiernos más serviles; una ciudadanía cada vez más consciente de la importancia de los servicios públicos, no privatizables y bien gestionados (o sea, lo contrario de lo perpetrado con el vertedero de Zaldibar); una mayoría sindical dispuesta a no dejar a nadie atrás; y unos movimientos sociales (feministas, pensionistas, ecologistas, anti racistas, etc.) decididos a defender una vida digna de ser vivida, como centro de todos sus proyectos.
Urkullu y Mendia necesitan imperiosamente cuatro años con mayoría absoluta para disciplinar y/o desactivar esa mitad del país que se les resiste con serena determinación, y a la que con tanto desprecio tratan desde siempre. Son esas mujeres trabajadoras de hogar (muchas sin papeles), y de las residencias de mayores, que han sido nuestra primera línea de defensa contra la pandemia. Las y los precarios de todas las empresas buitre, muchas transnacionales y algunas vascas. Las y los eternos eventuales de nuestros servicios públicos (salud, educación, Admon.) que suman más de un tercio de las plantillas. Y luego están las y los jóvenes sin empleo, ni futuro; quienes no cobran la RGI; los migrados; los sin techo, y el resto de perdedores de este capitalismo de casino, que cada día multiplica las injusticias y ensancha las desigualdades.
Pues que sepan los que mandan que, en plena fase preelectoral, les ha salido un grano inesperado. Cuando ya estaban con su cantinela de Gora gu ta gutarrak, van y aparecen más de 700 profesorxs e investigadorxs de las universidades vascas, y casi 200 colectivos de la sociedad civil, y publican un manifiesto, de impecable base científica, solicitando un cambio radical de rumbo en la economía vasca. Todo un plan de choque para enfrentar, no solo los efectos de la pandemia, sino también para rectificar los graves errores de bulto que nuestra economía preCOVID arrastraba desde mucho antes. Si no lo han leído, háganlo ya, porque en EITB no encontraran ni rastro de su existencia. Y es que l@s cientific@s que firman ese documento se atreven a decir cosas como que: “El hecho de que el COVID-19 esté teniendo profundos impactos tanto a nivel humano como económico se debe, en gran medida, al modelo de desarrollo global dominante, consolidado también en Euskal Herria. Un modelo que, para su mantenimiento, depreda la naturaleza y genera, entre otros trastornos, crecientes impactos y desequilibrios ambientales con graves costes sociales.” Y, para conseguir ese cambio de modelo, proponen, entre otras medidas: una fiscalidad progresiva; abandonar el modelo de movilidad basado en grandes infraestructuras y modos de transporte insostenibles, y transformar el sistema agrícola y alimentario con el objetivo de avanzar en la soberanía alimentaria basada en la agroecología que asegura la conservación de la biodiversidad, la producción de alimentos sostenibles y locales, basados en condiciones de trabajo dignas. O sea, una pura locura, además de una herejía. (Spoiler: Ya hay rumores de que se van a recortar las subvenciones… a la universidad pública).
Aunque, bien mirado, a algunas nos parece más locura… seguir votando a los de siempre… para que sigan haciendo la misma política… que básicamente consiste en perjudicar a la inmensa mayoría.
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P.D. La patronal vasca, que ya está en campaña electoral, glosa este cinco de junio en Radio Euskadi, la magnífica gestión pandémica del Gobierno Vasco, y se reafirma en que hay que intensificar la producción industrial, según el modelo vigente, y postergar el debate sobre fiscalidad. Otros que no quieren darse por aludidos.
Andoni Louzao Bustamante y Itxaso Apraiz Larruzea son miembros de Euskal Gune Ekosozialista.