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Los amos de la justicia universal

Fuentes: Publico

Fue la desconfianza en la capacidad humana de restablecer la justicia lo que suscitó el diseño de un tribunal universal precedido por los dioses tras la hecatombe apocalíptica. Las actuales cortes internacionales son otra prueba de esta incompetencia de los mortales: se está castigando a los malos para dejar impunes a los peores. Con el […]

Fue la desconfianza en la capacidad humana de restablecer la justicia lo que suscitó el diseño de un tribunal universal precedido por los dioses tras la hecatombe apocalíptica. Las actuales cortes internacionales son otra prueba de esta incompetencia de los mortales: se está castigando a los malos para dejar impunes a los peores. Con el serbio Karadzic en el banquillo y el africano al-Bashir en la lista negra, los amos de la justicia terrenal del Primer Mundo pretenden dar su merecido a los criminales del sur mientras entregan la cátedra de ética y puestos de alta remuneración a los políticos del norte implicados en la matanza de decenas de miles de civiles, secuestros y torturas, cometidos en nombre del Bien.

Ellos deciden quién, cómo y dónde uno será vengado. A pesar de que Sadam y Milosevic fueron acusados de los mismos delitos, al primero Bush le negó un tribunal internacional, pues no expide pena de muerte. Incluso su captura por los ocupantes fue una infracción de la Convención de la ONU. Se buscaba, además de eliminarle, humillarle, a fin de derrotar psicológicamente a los iraquíes. Para ello, el Congreso aprobó 128 millones de dólares -a cuenta de los invadidos- para organizarle un tribunal tutelado, a puerta cerrada, sin abogados (tres de ellos fueron asesinados) y sin darle ni un lápiz para que escribiera su defensa. Los procedimientos permitían al tribunal usar la negativa del acusado en su contra. Los vídeos de aquella farsa salían del juicio con la etiqueta de «Aprobado por el Ejército de EEUU». Así se sentaban las bases del terror y del miedo -que no de la justicia- en los ajustes de cuenta internacionales.

¿Tenía EEUU autoridad moral para juzgarle si ellos en Irak habían destrozado más vidas en una semana que aquel tirano durante todo su mandato?
Según el Tribunal de Nuremberg, «desencadenar una guerra de agresión es el crimen internacional supremo y sólo difiere de los otros crímenes de guerra por el hecho de que los contiene todos». Este «todos» incluye lanzar bombas de racimo y proyectiles con uranio empobrecido, además de violar y torturar a los civiles. La Corte Penal Internacional archivó 240 denuncias relativas a crímenes cometidos por los invasores de Irak.

Juicios montados por los vencedores, capaces de engrandecer a marionetas como Suharto, Trujillo o Pinochet, con tal de diluir la trascendencia de quienes les mueven.

Fuente: http://blogs.publico.es/puntoyseguido/28/los-amos-de-la-justicia-universal/