Recomiendo:
0

Los «Buenos Propósitos»

Fuentes: Rebelión

Hemos ideado mil maneras de asumir y tramitar (a veces suavizar) nuestras tensiones y pretensiones ante el paso del tiempo. Con el cumplimiento de los ciclos que nuestras cronologías fijan bajo las convenciones actuales del conocimiento, nos llega la necesidad de revisar y corregir lo hecho y lo pendiente. Y produjimos, con eso también, una […]

Hemos ideado mil maneras de asumir y tramitar (a veces suavizar) nuestras tensiones y pretensiones ante el paso del tiempo. Con el cumplimiento de los ciclos que nuestras cronologías fijan bajo las convenciones actuales del conocimiento, nos llega la necesidad de revisar y corregir lo hecho y lo pendiente. Y produjimos, con eso también, una cultura.

No son pocos los pueblos, ni las personas, que planifican sus vidas con base en propósitos de tipo muy diverso. Se piensa el futuro, se fijan tareas y se fijan plazos… se determinan calidades y cantidades que, en ideas o en hechos, traducirán (según los relojes que cada quien prefiere) los propósitos en obras medibles, cada tanto y desde lo subjetivo hasta lo objetivo. Y viceversa.

En general, lo que le falta a cada lista de «Buenos Propósitos» es cumplirla. Aunque algunos, cautelosos, recomiendan cuidarnos de lo que deseamos (y nos proponemos) porque, así es la dialéctica, lo que hoy se nos ocurre como prioritario y urgente… lo que hoy creemos que es valioso y conveniente… en otro momento se convierte en su contrario.

El contenido de los «Buenos Propósitos» es generalmente una aproximación al arte de la planificación en el que pretendemos sintonizar nuestras ideas sobre «lo que es mejor» y nuestras, siempre muchas, asignaturas pendientes. Y los «Buenos Propósitos» son normalmente un escaparate de las debilidades, reflejo de aquello que se quedó en el tintero y que va siendo hora que pongamos en orden. Uno toma papel y lápiz, se sienta con gesto convencido y hace su lista, su carta, su prontuario calendarizado. Nos arrojamos a la mar de los tiempos inmediatos y navegamos, si lo recordamos, con esa carta de navegación cronológica que nos conducirá a un reino de avances con menos culpas. Nada mal, lo que falta, comúnmente, es la praxis.

Pero los «Buenos Propósitos» no son ajenos a la Historia ni a los hechos sociales que van esmerilando nuestras vidas, nuestras luchas y nuestras identidades de clase. En realidad nada de lo que pensamos y sentimos, nada de lo que imaginamos o de lo que pretendemos, está ajeno a la Historia. Los «Buenos Propósitos» son síntesis de nuestros avances personales y colectivos; son resumen y espejo de nuestras contradicciones y de nuestras ganas de superarnos aunque no pocas veces también son expresión de algunas demagogias personales. Y, si se los mira con responsabilidad, los «Buenos Propósitos» pueden ser oportunidad magníficamente revolucionaria.

Al inicio de cada ciclo, cuando se cumplen plazos, se cumplen años o se cumple cualquier calendario… una lista autocrítica, convencida y sincera de «Buenos Propósitos» expresa la creación de un eslabón cultural nuevo que ratifica la verdadera dinámica de los cambios, la prueba cercana de que se puede cambiar y se debe mejorar todo permanentemente. En lo personal y en lo colectivo, en lo individual y en lo comunitario. Y ya que la Revolución es Permanente o es nada; y ya que los tiempos son siempre desafiantes y exigentes; y ya que tenemos un mundo que ganar y nada que peder… hagamos nuestras listas de «Buenos Propósitos» con lo propio y con lo de todos. Anotemos, por ejemplo: este año tomaremos el cielo por asalto…Cultura de los «Buenos Propósitos» socialistas… pues.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.