CEO es una palabra que no está registrada en el diccionario de la Real Academia, pero se volvió lenguaje común en el mundo de las grandes instituciones y empresas anglosajonas y actualmente se ha generalizado al resto del planeta. CEO es el acrónimo de chief executive officer, y se trata de la persona con más […]
CEO es una palabra que no está registrada en el diccionario de la Real Academia, pero se volvió lenguaje común en el mundo de las grandes instituciones y empresas anglosajonas y actualmente se ha generalizado al resto del planeta. CEO es el acrónimo de chief executive officer, y se trata de la persona con más alta responsabilidad de una organización o corporación de cualquier tipo. En la etapa del capitalismo podrido -la del presente-, y muchas veces con independencia de los resultados de las aludidas organizaciones o corporaciones, suelen percibir ingresos delirantes, incomprensibles, estratosféricamente elevados. Pero los CEO son los Zeus tronantes de la economía de hoy, y ante ellos suelen inclinar las cerviz los dirigentes de los gobiernos. El ejemplo más notable, pero no el único, es el de los bancos. Una vez rescatados por el poder público, con recursos públicos cuantiosísimos, porque estaban en rapidísimo hundimiento, los CEO continuaron asignándose ingresos multimillonarios por sus inútiles y/o embaucadores servicios. Son una plaga sin conciencia, con una conducta execrable, vil, perversa: pueden robarse esas sumas en una sociedad con ingresos destripados e índices de desempleo de una cuarta parte de la población económicamente activa.
Véase una pringa de la podredumbre: la semana pasada, JP Morgan aceptó pagar 410 millones de dólares por manipular el precio de la energía en California. En ese momento este banco también estaba siendo investigado por violar ciertas leyes federales en relación con la venta de obligaciones ligadas a títulos inmobiliarios de alto riesgo ( subprime) entre 2005 y 2007. Al mismo tiempo este banco reveló sus planes de recortar 17 mil puestos de trabajo (4 mil este año).
No sólo JP Morgan anda con estos planes. Bank of America despidió 16 mil trabajadores en septiembre de 2012. HSBC anunció en mayo 14 mil despidos, mientras Citigroup hizo lo mismo con 11 mil empleados en diciembre pasado. Meredith Whitney, analista de varias instituciones, asegura que el sector financiero está a punto de enfrentar hasta 100 mil despidos, lo que supondría una reducción de 15 por ciento de la fuerza laboral de la principal bolsa de comercio del mundo en los próximos 18 meses, de acuerdo con las futuras proyecciones de los bancos.
La autoridad reguladora del mercado canadiense ha destapado la última gran conspiración financiera en la que podrían estar implicados funcionarios (los CEO) de seis de las entidades más grandes del mundo -Citigroup, Deutsche Bank, HSBC, JP Morgan, Royal Bank of Scotland y UBS-, que habrían alterado el futuro del mercado de préstamos interbancarios en su propio beneficio. UBS es el nombre de la fusión de la Unión de Bancos Suizos y la Sociedad de Bancos Suizos. Desde la fusión el término UBS es utilizado como nombre corriente de la empresa. En 2000, con la adquisición del grupo estadunidense Paine Webber, UBS se convirtió en el banco privado más grande del mundo.
Leo un discurso difundido por la agencia Bloomberg: las consecuencias de la crisis financiera global se hacen sentir cada vez con más fuerza en las ciudades de Estados Unidos. Después de la quiebra de Detroit, ahora Nueva York corre el riesgo de caer en bancarrota, según advirtió el propio alcalde, Michael Bloomberg, principal accionista de la agencia que difunde el discurso. La podredumbre se muestra en las dos cláusulas de este párrafo: la quiebra que amenaza a las ciudades estadunidenses y el hecho natural del capitalismo podrido de que el señor alcalde sea el dueño principal de la fuerte agencia de comunicación que lleva su nombre. Capitalistas y Estado se han vuelto uno.
Leo también esta vistosa (no novedosa) noticia: el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó este lunes una demanda civil contra S&P y su matriz McGraw-Hill, en la que acusaba a la agencia de crear un esquema para defraudar a los inversores con productos financieros como RMBS (valores respaldados por hipotecas) y CDO (obligaciones de deuda coleteralizada). Los CEO en acción. La demanda señala que S&P era consciente de que estaba inflando los ratings de los CDO, ya que falseó su solvencia y subestimó sus riesgos, y acusó a la agencia de engañar a sus inversores, incluidas muchas instituciones financieras aseguradas por el gobierno federal, provocándoles pérdidas de miles de millones de dólares.
Leo también este comentario del economista español Marco Antonio Moreno: Desde que The New York Times destapó la manipulación del precio del aluminio por parte de Goldman Sachs, han comenzado a denunciarse las malas prácticas del sistema financiero en la manipulación del precio de los commodities y los productos estratégicos. Por eso que la metáfora de vampiro chupador que succiona todo lo que sea dinero de la faz de la humanidad, aportada por Matt Taibbi [satírico periodista de la revista de Rolling Stone] es tan clara y precisa: Goldman Sachs es una especie de parásito que se nutre del trabajo y la ingenuidad humana a niveles insospechados.
No sólo los CEO de Goldman Sachs son parásitos, no. Podemos apostar con una gran dosis de seguridad que lo mismo ocurre con las 150 mayores empresas del mundo cuyos CEO luchan a muerte en el ring de una economía globalizada y hundida con vehemencia mediante obcecados desvaríos neoliberales.
A propósito ¿con cuál CEO vamos negociar el futuro de Pemex?
Con un abrazo fraterno para Raúl Álvarez Garín
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2013/08/13/opinion/020a2pol