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Los Cinco

Fuentes: Punto Final

Durante los días en que los responsables de atentar contra el World Trade Center de Nueva York se entrenaban en técnicas de vuelo en La Florida, el FBI de ese estado norteamericano apresaba a cinco jóvenes cubanos, consagrados a combatir el terrorismo contra Cuba. Más tarde, el atentado del 11 de septiembre incitó al gobierno […]

Durante los días en que los responsables de atentar contra el World Trade Center de Nueva York se entrenaban en técnicas de vuelo en La Florida, el FBI de ese estado norteamericano apresaba a cinco jóvenes cubanos, consagrados a combatir el terrorismo contra Cuba.

Más tarde, el atentado del 11 de septiembre incitó al gobierno de Estados Unidos a imponer una cuestionada cruzada contra el terrorismo en el mundo, pero esa política no sirvió para «limpiar» a Miami de las organizaciones anticubanas, autoras de muchos actos violentos contra la isla.

A siete años y cinco meses del arresto de los cinco antiterroristas, sin razón alguna y sin hacer caso a los fallos de un jurado de Atlanta y del Grupo sobre Detenciones Arbitrarias e Ilegales de la ONU, esos hombres permanecen secuestrados en cárceles de alta seguridad norteamericanas.

Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero, Fernando González y René González permanecen en algunos de los peores establecimientos penales del país, con desconocimiento absoluto de sus derechos. Los Cinco, como también se les conoce, fueron acusados de espionaje a pesar de demostrar que su labor voluntaria era informar a Cuba de las actividades terroristas preparadas por los grupos enclavados en Miami.

Según los analistas, este caso continúa siendo un asunto político para la administración estadounidense, quien vuelca todo su odio contra un pueblo que no se sometió y prefirió construir su propio destino. «Es hora de que regresen a casa», exigen sus familiares y su pueblo, que los considera héroes.

A LA LUZ DEL DERECHO

De llevarse este caso al plano del derecho, hace rato que los prisioneros debieron ser liberados como ordenó el pasado 9 de agosto un panel de tres jueces de la Corte de Apelaciones de Atlanta. Un total de 17 meses tomó a los magistrados adoptar la decisión, luego de revisar los argumentos de la defensa y valorar una serie de elementos a la luz del derecho internacional y de la propia Carta Magna estadounidense. Finalmente, el jurado emitió el único fallo posible en este caso: anular las desproporcionadas condenas.

La orden es el primer acto de justicia a favor de Los Cinco desde el tortuoso proceso realizado en Miami en 2001, en el cual fueron condenados a duras penas que oscilan entre los 15 años y doble cadena perpetua. Aquel juicio se caracterizó por manipulaciones de los fiscales y la actitud parcial de la jueza. El jurado que participó en la vista oral sufrió la presión del sector anticubano de esa sureña ciudad, así como la influencia de los medios de difusión masiva que divulgaron opiniones contrarias a los acusados.

No está de más recordar que esa ciudad del sur de La Florida es un bastión de la contrarrevolución cubana en el exterior, y asiento de los principales grupos terroristas, por lo que cualquier tema relacionado con la isla allí levanta las más fuertes pasiones.

Esas características constituyeron la base para las mociones de cambio de sede presentadas por los abogados del grupo, propuestas que la jueza encargada del caso no aceptó sentando un precedente negativo para la justicia.

Por su parte, en su justificación de 93 páginas los tres jueces de la Corte de Apelaciones de Atlanta analizan las características injustas del juicio, así como la falta de imparcialidad y de pruebas que justificaran las fuertes penas impuestas. Como si ello fuera poco, un grupo de expertos de la ONU también consideró la prisión como arbitraria e ilegal, y condenó el confinamiento solitario durante 17 meses en condiciones de crueldad extrema.

En octubre pasado, en un intento por mantener el caso en los tribunales y prolongar el encierro de Los Cinco, los fiscales pidieron a la corte de Atlanta revisar su veredicto anterior, proceso en el cual se encuentra hoy. Para muchos expertos los argumentos de la defensa son sólidos, por lo que existen muchas probabilidades de que el tribunal apelatorio ratifique su dictamen anterior.

Más que una apelación a las resoluciones, como señaló Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento cubano, lo que correspondía era la libertad inmediata, algo negado reiteradamente por las autoridades estadounidenses.

Washington, además, ignora las numerosas demandas en ese sentido provenientes de organizaciones sociales, intelectuales, parlamentarios y otras personalidades de todo el mundo que subrayan la injusticia cometida con los cinco antiterroristas. Esas denuncias, al igual que las del gobierno cubano, plantean las condiciones terribles del encierro aplicado al grupo, demostrativas no sólo del ensañamiento oficial sino del nivel de vinculación de la Casa Blanca con los grupos terroristas. Desde el principio se les mantiene separados en cárceles de California, Wisconsin, Florida, Texas y Colorado, con largos períodos de confinamiento solitario en un intento por quebrar su voluntad y resistencia.

EL DRAMA FAMILIAR

El caso de Los Cinco encierra también un doloroso drama familiar, al quedar suspendida y a merced de decisiones judiciales la relación de cada uno de los integrantes del grupo con sus seres queridos.

Sus madres y esposas se han ganado, por derecho propio, la misma admiración que ellos. Su accionar, en estos últimos siete años, es ejemplo de entrega y sacrificio, de dignidad y grandeza insuperables. En algunos casos, ellas también sufrieron en carne propia el rigor de la prisión, como la esposa de René González, Olga Salanueva, quien fue encerrada varios meses en una penitenciaría de Miami para doblegar la resistencia de su cónyuge y la suya propia.

Las demás también han sido prisioneras de la espera, la incertidumbre y, en muchos casos, de la impotencia de no poder luchar en igualdad de condiciones contra la dura realidad.

Durante el juicio ellas fueron testigos de la manipulación del caso y sufrieron la agresión directa de los medios de difusión. «Siempre supimos que en Miami no iba a existir arreglo, que la sanción sería injusta y severa, pero mi hijo se mantuvo arriba, sereno. Pasamos por cosas hermosas y por enfrentamientos difíciles», confesó a la prensa Mirtha Rodríguez, madre de Antonio Guerrero, luego de la vista oral.

Irma Sehwerert, madre de René González, narró que entre el público estaban los que querían verlas llorar, derrotadas, con la cabeza baja. «No lo lograron, porque nos propusimos no hacerlo. Nuestros hijos nos inspiraron tanta dignidad que era imposible derramar una lágrima», expresó en el programa de la televisión local en que expusieron sus impresiones del proceso.

Desde entonces, el gobierno norteamericano se ha ensañado por igual con el grupo, sus madres, hermanas, esposas e hijas. A todos los ha puesto en difíciles trances para hacerlos bajar la guardia. Después de separar a Los Cinco, se las han arreglado para dificultarles las visitas de sus allegados.

Hasta hoy Adriana Pérez y Olga Salanueva, esposas de Gerardo Hernández y René González, respectivamente, e Ivette González, hija de este último, no han podido abrazarlos. Sin embargo, en todo este tiempo se les ha visto dignas e incansables recorriendo el mundo para hacer prevalecer la verdad en el caso de sus seres queridos. Sus testimonios fueron determinantes para que los expertos de ONU se pronunciaran contrarios al proceso, y consideraran ilegales sus condenas a la luz de los convenios internacionales.

Cuando se supo el fallo de Atlanta, el pasado 9 de agosto, algunas de ellas se encontraban en Venezuela para exponer el caso a los delegados al festival juvenil. La esposa de Gerardo Hernández, condenado a dos cadenas perpetuas, comentó allí que aún quedaba un largo camino para que regresaran. «Nos llena de satisfacción saber que defendemos una causa justa y que no se han doblegado, a pesar de las injusticias cometidas contra ellos», enfatizó.

Por su parte, Rosa Aurora Freijanes, esposa de Fernando González, condenado a 19 años de cárcel, declaró sentirse contenta y apostó por la posibilidad de que el grupo pueda disfrutar de su vida familiar en Cuba.

CALVARIO DE LA PRISION

Los abogados defensores sorteando numerosas dificultades lograron contactarse con sus defendidos. Muestran fehacientemente la realidad en la cual están purgando una condena ya anulada legalmente, lo cual les convierte en secuestrados.

El abogado Leonard Weinglass relató una visita que logró hacer a Gerardo Hernández: «Se encuentra bajo la forma más severa de castigo en la prisión, ‘la caja’, un hueco dentro del hueco, estremecedor lugar, sin duda alguna. Se trata de una celda en la cual apenas puede dar tres pasos, sin ventanas y con sólo un orificio a través del cual le pasan la comida. Sus ropas le fueron retiradas y sólo se le permite usar calzoncillos y camiseta, sin zapatos. El preso no puede diferenciar el día de la noche: la única celda en la cual permanece la luz encendida es la suya, y los constantes gritos de los otros presos, en su mayoría enfermos mentales, no lo dejaban dormir», agregó Weinglass.

Dos días después pudo hablar con Antonio Guerrero y el relato es parecido. «Antonio llegó a la visita con grilletes y esposado. La entrevista se realizó en un cubículo tan pequeño que mi asociado y yo no cabíamos juntos», explicó. «Antonio estaba encerrado en una parte y nosotros, los abogados, en otra. No había ni una ranura para pasar los documentos. Nos invitaron a entregarlos a los guardias y decidí mostrárselos a través del cristal que nos separaba», añadió.

El jurista reconoció que aquellas condiciones eran peores a las del llamado «corredor de la muerte», donde los condenados a la pena máxima esperan su ejecución.

Al contrario de lo que sus carceleros pensaron conseguir con este tratamiento, se ha elevado el valor y la fortaleza de principios de quienes resisten tal martirio y se han convertido en un símbolo de la resistencia y la lucha de todos los cubanos.

Nadie sabe cuándo pondrá fin a este calvario el gobierno de Estados Unidos, que continúa ignorando la decisión judicial vigente y el reclamo de cientos de miles de personas, entre ellas figuras mundiales, que exigen la inmediata liberación del grupo