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Para un esbozo de una crítica de la economía política de la actualidad

Los dos universales de la dominación y el universal por sustracción

Fuentes: Rebelión

Traducido del portugués para Rebelión por Luis Carlos Muñoz Sarmiento

Prejuicio y desprejuicio

Existen el prejuicio y el desprejuicio. Somos seres sociales. Producimos instituciones. Hay instituciones que estimulan e imponen prejuicio, pero también puede haber instituciones que impulsen el desprejuicio. Esto solo es posible si el trabajo en las y de las instituciones del desprejuicio se refieren al trabajo común, al trabajo que somos, al trabajo que producen las instituciones, que es siempre colectivo, porque nada es construido de por sí; es esfuerzo humano universal.

El trabajo, si no es la única, es la categoría insustituible del desprejuicio, en todos los sentidos: geopolítico, de género, étnico, epistemológico, etario. ¿Por qué? Porque es la categoría que produce el inverso del universal por particularidades, sin perder la potencia universal del desprejuicio, que es infinita, desde los finitos.

¿Cómo así?

Lo universal por particularidades eurocéntricas – El primero

Existen dos universales. El que se realiza por imposición de particularidades, a todas las partes. Explico. Si le referencia fuera el universal eurocéntrico, por ejemplo, se tiene un universal que se impone a la fuerza, generalizándose como patrón, en todas las dimensiones de la vida. Impone un modelo: cristiano, blanco, hombre, heterosexual, adulto, «serio», grafocéntrico, hablante de una lengua de los países europeos dominantes, como el inglés, el francés, el alemán.

Es claro que este universal es una falacia, volviéndose la razón permanente de racismos, de machismos, de homofobia, de epistemicidios; de guerras, de barbaries.

Por causa de eso, ¿toda universalidad es autoritaria, machista, racista? Es evidente que no.

El universal por particularidades del sistema de dominación estadounidense – El segundo

Para eliminar el universal por suma de particularidades del sistema de dominación europeo, el eurocéntrico, no hay otro modo si no es a través de la categoría del trabajo – la lucha de clases de los pueblos, descolonizándose. Es el trabajo de los pueblos afirmándose y diciendo no a las imposiciones de las particularidades europeas, por medio de la lucha de clases descolonizadora. 

Esto no significa en modo alguno que el trabajo de los pueblos, para liberarse del eurocentrismo, engendre también nuevas formas de particularidades. Por el contrario. El trabajo es el universal por sustracción y no por suma. En este caso, eliminando el universal europeo, lo que adviene es el universal de los pueblos, incluyendo los europeos.

El universal por particularidades se impone adicionando trazos. El ejemplo actual es el universal por particularidades del imperialismo estadounidense. Funciona así: cristianismo puritano, gringo, blanco, rico (siendo rico puede ser negro, mujer, gay…), anglo parlante, políticamente correcto.

En líneas generales, esta es la universalidad dominante de la actualidad; la responsable por la tragedia del mundo actual, así como lo fue, en su época, la universalidad eurocéntrica del imperialismo europeo.

Es esta universalidad, por particularidades puritanas, la que está en la base del golpe de Estado en Brasil; y es ella, porque somos cada vez más puritanos, que insistimos en no identificar, porque hemos sido educados para tener prejuicio con el trabajo de los pueblos oprimidos, que somos -el trabajo de los pueblos por su liberación, tanto del universal europeo como del universal gringo.

El universal gringo es un simulacro del universal por sustracción; una farsa a escala del absurdo. Tiende a seducirnos porque no funciona de la misma forma que el universal eurocéntrico, que impone sus trazos como superiores a todos los demás. El universal gringo por adición, como simulacro, explora los resentimientos producidos en la era del universal eurocéntrico.

¿Cómo así? Funciona multiplicando particularidades, pero desde que estas se rostrifiquen (tengan un rostro) teniendo en cuenta el estilo gringo de vida (que ya se sabe es de muerte). Su lado puritano es su lado confesional. Es un universal que exige que confesemos quiénes pensamos ser, pero esta confesión solo vale si se refrenda con el propio patrón gringo.

Es una falacia publicitaria de democracia: el universal por particularidades del modelo yanqui, porque tiene como referencia la cortina de humo de las relaciones mercantiles del sistema virtual tecnológico.

¿Qué modelo es este? Es el modelo en red, que funciona por red, por medio de tecnologías de red; con Internet en el centro. El modelo «.com». Al entrar en él, nos confesamos en la inmanencia de él. Se llama Panóptico molecular.

¿Cómo funciona?

Zbigniew Brzezinski, uno de los principales estrategas contemporáneos al servicio de la puritana causa gringa de dominación planetaria, muerto el 26/may/2017, al inicio de la década del 70 del siglo XX, publicó un libro con el siguiente título: BETWEEN TWO AGES America’s Role in the Technetronic Era (Viking Press, NY, 1970) (ENTRE DOS ÉPOCAS – El papel de EE.UU en la Era Tecnotrónica) (Viking Press, NY, 1970), en el cual, con una claridad meridiana, como un estratega de la colonización del futuro, describía la época actual en que vivimos: un sistema virtual, conectable por diversos soportes tecnológicos, que estuviese bajo el control gringo, a partir del cual pondría a la humanidad entera en el bolsillo.

La configuración actual de ese modelo, para capturar y chantajear a toda la humanidad, funciona así: «Confiesa quién eres tú, tus perfiles múltiples, en las tecnologías de y en la red actual. Te doy cuerda. Ven… ¡conéctame!»

Mientras nos induce a un estímulo de libertad, en realidad un simulacro más, prepara las instituciones mundiales que son y serán cada vez más las que estarán en la línea de frente para imponer su dominación, a saber: el poder judicial y el poder mediático, funcionando en compañía. El primero usa los rastros que producimos, nuestras particularidades, en la red Panóptica, para criminalizarnos enviando informaciones al sistema mediático, que tiene la tarea de calumniarnos.

La calumnia se transforma en prueba y esta genera la condena. Nadie está libre de eso. Nadie, si entra en la red, y por una razón muy simple: los controladores de la red son los que la editan y como señores de la edición pueden producir pruebas por simulacro y a partir de ellas condenarnos.

¿Cómo así? Sencillo: pueden escribir un correo electrónico, o reeditarlo, en nuestro lugar y decir que fuimos nosotros los que lo hicimos y, a partir de ahí, justificar una condena. Si somos famosos: el poder mediático cumplirá su función: condenar por calumnia pública.

¿Cómo salir de esa locura? Transformando la Red Mundial de Computadores o el sistema de virtualidad actual en propiedad común de la humanidad, porque fue producida por el esfuerzo de todos nosotros y, así, eliminar el sistema de propiedad «.com», el principal medio de producción contemporáneo: producción de simulacros (incluso simulacros de pruebas); esa quintaesencia de las mercancías.

El universal por sustracción – El tercero

Para superar ese Panóptico total de hoy es necesario actualizar e insistir en el universal por sustracción. No hay otra salida. El sistema confesional, por particularidades, que domina en y el contemporáneo; es lo que nos vuelve vulnerables, porque tiene el objetivo de dividirnos y, dividiéndonos, condenarnos, cuando quiera.

Pero, ¿cómo así, universalidad por sustracción?

La universalidad por sustracción, la del trabajo, se da así: no soy blanco, no soy negro, no soy indio, no soy mujer, no soy gay, no soy rico, no soy pobre, no soy europeo, no soy gringo, no soy brasileño. En su infinita sustracción no es el nihilismo el que emerge, sino el trabajo.

Afirmarse fuera de las particularidades: ¿soy trabajadora o trabajador?

Pero, ¿no es eso, sustrayendo las diferencias, una forma de autoritarismo? No, no es. La categoría del trabajo, como universal por sustracción, invierte en un sistema de referencia que tiene el común como horizonte de construcción permanente.

Ser trabajo significa ser del común, para el común, por el común: ser común, como cualquiera o cualquier. Es la potencia laica en su escala singular: la singularidad sin fin.

Y es esa singularidad la que elimina los prejuicios y, al mismo tiempo, es ella la que no permite que las diferencias se apaguen, desde que estas se afirmen en el trabajo.

¿Cómo así?

Las dos formas de afirmación: universal por particularidades y la universal por sustracción

Existen dos formas de afirmación subjetiva, identitarias: la que sigue los criterios de universalidad por particularidades, imitándolo; y la que sigue los criterios de universalidad por sustracción, creándolos a partir del común.

¿Cómo así? La primera forma de afirmación, la de las particularidades, está en la red, cae en la red, se afirma en la red. Así nos divide como nunca. Es la quintaesencia del simulacro, porque lo universal se torna sistémico, virtual. Se deshumaniza más y más. Y nosotros somos los «pececitos» que los burócratas de la virtualidad pueden pescar cuando quisieran.

El universal por sustracción, al afirmar el trabajo común que somos, crea, en red, la mujer del común, singularísima; el gay del común; el negro del común; las religiones del común. En proceso de sustracción sin fin, seremos la red del común: trabajo en red.

P. S.: Para escribir este texto me basé en las teorías de Alain Badiou y de Toni Negri, considerando que hay algo común en ambos: la teoría marxista, porque esos argumentos son nada más y nada menos que herederos de la categoría «crítica de la economía política», creada (creación común) por Friedrich Engels en 1843, con el texto Esbozo de una crítica de la economía política. En él Engels afirmaba básicamente que la categoría del trabajo es la inmanencia contra todos los prejuicios burgueses. Ahí nace el marxismo: la teoría del trabajo de los pueblos; teoría del desprejuicio.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.