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Centenario de la revolución rusa y del repudio de las deudas (VI parte)

Los empréstitos rusos no mueren nunca

Fuentes: CADTM

A pesar de que los títulos rusos fueron repudiados por el Gobierno soviético en febrero de 1918, continuaron siendo objeto de transacciones hasta los años 1990 (¡!) La política del Gobierno francés, y de otros gobernantes, estuvo directamente ligada a esa vida después de la muerte. Los títulos rusos sobrevivieron al repudio En 1919, el […]

A pesar de que los títulos rusos fueron repudiados por el Gobierno soviético en febrero de 1918, continuaron siendo objeto de transacciones hasta los años 1990 (¡!)

La política del Gobierno francés, y de otros gobernantes, estuvo directamente ligada a esa vida después de la muerte.

Los títulos rusos sobrevivieron al repudio

En 1919, el Gobierno francés efectuó una lista de tenedores de títulos rusos en Francia: 1.600.000 personas declararon poseer títulos rusos. Parece ser que estos títulos representaban el 33 % de las obligaciones extranjeras que los y las residentes en Francia poseían. Y además constituía el 4,5 % del patrimonio de los franceses. O sea que entre el 40 y el 45 % de la deuda rusa se encontraba en Francia. Uno de los principales títulos rusos que se intercambiaban en la Bolsa de París era el famoso empréstito de 1906 que había sido denunciado anticipadamente por el Sóviet de Petrogrado en diciembre de 1905. Ese empréstito masivo fue emitido en París en junio de 1906 por un monto de 2.250 millones de francos. Estaba destinado a permitir al régimen zarista continuar reembolsando las antiguas deudas y restablecer las finanzas después del desastre de la guerra ruso-japonesa. El Crédit Lyonnais, 1 el banco francés que se había especializado en la emisión de la deuda rusa, obtenía de esos empréstitos el 30 % de sus ingresos antes de 1914.

Durante el periodo que precedió y que siguió al repudio de las deudas por el Gobierno soviético, el 72 % de los títulos del empréstito de 1906 se encontraban en Francia y eran objeto de transacciones en la Bolsa de París.

Un nivel de complicidad muy alto unía al régimen zarista, al Gobierno francés, a los banqueros franceses que emitían los títulos rusos (Crédit Lyonnais en primera línea, y también la Société Générale y la Banque de l’ union parisienne), 2 los grandes agentes de cambio y la prensa francesa que había sido comprada por el emisario del zar.

Empréstito del Estado ruso de 1909

Los banqueros hacían grandes beneficios gracias a las comisiones percibidas en el momento de la emisión y gracias a las operaciones especulativas de compraventa con los títulos rusos. Realizaban todo eso sin correr demasiados riesgos, ya que los participantes eran pequeños inversores. Los propietarios de los diarios embolsaban los sobornos remitidos por el emisario del zar. Miembros clave del Gobierno también se dejaban corromper. En el plano político y diplomático, el zar era un aliado de primer orden para el Gobierno de Francia y los grandes grupos capitalistas franceses que invertían en Rusia -al igual que los capitalistas belgas-.

Durante la guerra fue el Gobierno francés el que pagaba los intereses a los que tenía derecho cada tenedor de título. El interés era del 5 %. El monto de los intereses pagados por el Gobierno francés en lugar del Imperio ruso era inmediatamente agregado a la deuda que Rusia debía a Francia. El derrocamiento del zar por el pueblo ruso en febrero de 1917 constituyó un mal asunto para el Gobierno francés, que puso sus esperanzas en el Gobierno provisional porque éste había afirmado que honraría las deudas contraídas por el zar. Las cosas verdaderamente empeoraron cuando los sóviets llevaron al Gobierno a los bolcheviques y sus aliados, los socialistas de izquierda en noviembre de 1917. Cuando el Gobierno soviético suspendió el pago de la deuda en enero de 1918, el Gobierno francés pagó de nuevo los intereses de los títulos rusos a sus tenedores. Cuando el Gobierno soviético repudió todas las deudas del zar y las del Gobierno provisional, Francia decidió utilizar todos los medios y se preparó para enviar tropas a Rusia. Desde 1918, cuatro meses antes que se firmara el armisticio con el Imperio alemán, el Gobierno envió tropas francesas para unirse con las tropas británicas que habían tomado Múrmansk en el norte de Rusia. Enseguida, se enviaron más militares para ocupar Arkhangelsk. Después de la firma del armisticio con Berlín, Francia envió tropas al Mar Negro para bombardear a partir de sus barcos de guerra las posiciones del ejército ruso. Eso provocó un motín entre los marineros franceses. La agresión contra la Rusia soviética no era, por supuesto, solamente motivada por el repudio de la deuda, las diferentes potencias que participaron en esa agresión querían acabar con un foco de contagio revolucionario. Pero los intereses financieros de Francia y sus capitalistas constituyeron un importante motor. Las autoridades francesas sostenían financieramente a los generales blancos en su lucha para derrocar a los bolcheviques, puesto que habían proclamado que reconocerían las deudas del zar. París apoyaba también a los políticos y militares polacos, ucranianos y de las repúblicas bálticas que habían obtenido su independencia o luchaban con esa perspectiva con la esperanza de que las autoridades de los nuevos Estados independientes tomarían a su cargo una parte de las deudas zaristas. Cuando los soviéticos firmaron a partir de 1920 tratados con las repúblicas bálticas y con Polonia por los que consideraban que esos países no debían tomar a su cargo nada de las deudas zaristas, París lo tomó muy mal.

¿Qué pasó con los tenedores de títulos rusos después del repudio de las deudas hecho público en febrero de 1918?

En Francia, en septiembre de 1918, el Gobierno propone un intercambio de títulos rusos contra títulos de la deuda francesa. Los tenedores de títulos rusos podían adquirir títulos del nuevo empréstito que estaba realizando el Gobierno francés. Podían devolver sus títulos rusos para recibir a cambio títulos franceses. En julio de 1919, el Gobierno francés renovó la operación. Las autoridades de Roma, Londres y Washington hicieron lo mismo: intercambiaron títulos rusos contra títulos italianos, británicos o estadounidenses, respectivamente. El Gobierno japonés indemnizó al 100 % a los tenedores japoneses de títulos rusos. 3

Está claro que al proceder de esa manera, los gobiernos de esos países fueron en ayuda de los banqueros que tendrían que haber sido responsabilizados de la financiación del régimen zarista y pagar por las consecuencias del repudio de unas deudas odiosas. En el caso francés, el Gobierno había sido activamente corresponsable con los banqueros del apoyo al régimen del zar. El Gobierno francés había sistemáticamente empujado a una parte de su base social, los rentistas de clase media, a adquirir títulos rusos.

Una precisión importante: en Francia, una gran parte de los títulos rusos no fueron cambiados contra títulos franceses. Los títulos rusos ofrecían un rendimiento superior a los títulos franceses. El tipo de interés para los títulos rusos de 1906 se elevaba al 5 % mientras que el tipo medio de los títulos del Estado francés era del 3 %.

Entre 1918 y 1922, numerosos rumores difundidos por la prensa financiera y por el Gobierno dejaban entender que el Gobierno soviético iba a caer y que su sucesor iba a asumir la deuda zarista. Además, durante la conferencia de Génova y también en otros momentos, la misma prensa dejaba entender que Moscú finalmente iba a aceptar el reconocimiento de la deuda. Se asistía a una situación surrealista: títulos emitidos por un Gobierno que había dejado de existir, títulos repudiados, continuaban comprándose y vendiéndose en la Bolsa de París. Es un ejemplo perfecto de capital ficticio.

Entre 1918-1919, el precio de reventa de los títulos rusos oscilaba entre un 56,5 % y el 66,25 % de su valor nominal -al comienzo se habían vendido al 88 % de su valor nominal-. El precio de los títulos soberanos franceses en la misma época oscilaba entre el 61 y el 65 % de su valor nominal. Por lo tanto, había una escasa diferencia entre el precio de los títulos rusos repudiados y el de los títulos franceses. Es cierto que el especulador, y los banqueros eran los primeros de la lista, hacía un muy buen negocio si compraba al 56 % cuando los pequeños tenedores los vendían espantados por uno u otro rumor lanzado por la prensa (y por detrás los banqueros) si los podía revender al 66 %.

Traducido por Griselda Pinero

Notas:

1 Fundado en 1863, Le Crédit Lyonnais es sobre todo conocido por el escándalo que rodeó su rescate por el Estado francés a fines del siglo pasado. En una situación de casi bancarrota en los años 1990, debido a la crisis inmobiliaria, el banco fue nacionalizado y recapitalizado antes de pasar a ser controlado por el Crédit Agricole en 2001. Su rescate habría costado un total de 14.700 millones de euros a la población.

2 Banco de negocios fundado en 1904, que se fusionó en 1973 con el Crédit du Nord.

3 Landon-Lane J., Oosterlinck K., (2006), «Hope springs eternal: French bondholders and the Soviet Repudiation (1915-1919)», Review of Finance, 10, 4, pp. 507-535

Parte 1: Rusia: el repudio de las deudas en el núcleo de las revoluciones de 1905 y de 1917
Parte 2: De la Rusia zarista a la revolución de 1917 y al repudio de las deudas
Parte 3: La revolución rusa, el repudio de las deudas, la guerra y la paz
Parte 4: La revolución rusa, el derecho de los pueblos a la autodeterminación y el repudio de la deuda
Parte 5: La prensa francesa a sueldo del Zar

Eric Toussaint es maître de conférence en la Universidad de Lieja, es el portavoz de CADTM Internacional y es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia. Es autor de diversos libros, entre ellos: Procès d’un homme exemplaire , Ediciones Al Dante, Marsella, 2013; Una mirada al retrovisor: el neoliberalismo desde sus orígenes hasta la actualidad , Icaria, 2010; La Deuda o la Vida (escrito junto con Damien Millet) Icaria, Barcelona, 2011; La crisis global , El Viejo Topo, Barcelona, 2010; La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos , Gakoa, 2002. Es coautor junto con Damien Millet del libro AAA, Audit, Annulation, Autre politique , Le Seuil, París, 2012. Este último libro ha recibido el premio Prix du livre politique, otorgado por la Feria del libro político de Lieja. Ultimo libro: Bancocracia Icaria Editorial, Barcelona 2015. Es coordinador de las publicaciones Comisión de la Verdad Sobre la Deuda.

Fuente: http://www.cadtm.org/Los-emprestitos-rusos-no-mueren