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Los errores de la derecha brasileña

Fuentes: Carta Maior

Traducción del portugués para Rebelión por Susana Merino

Con su enorme confianza en sí mismo Lula llegó a decir que esta sería la campaña más fácil para el PT. Comparada con las anteriores el PT tiene la ventaja de poder presentar los resultados de su gobierno y no hallarse confinado al marco de las críticas a gobiernos anteriores. Este factor influyó fuertemente en la elección de 2006, pero ahora luego de dos mandatos, parece ser aún más decisivo.

Pero para ganar apoyos en la campaña actual han influido también los errores de la derecha de los que dicha campaña es una demostración cabal. Ante todo la derecha -cuya fuerza más importante es el monopolio de los medios de comunicación- ha seguido creyendo en un poder cada vez más declinante.

La campaña de 2005 contra el gobierno y la excesiva utilización de ese monopolio en la primera vuelta de las elecciones de 2006 – en las que fueron determinantes sus manipulaciones para acceder a la segunda vuelta –  les proporcionaron una sensación de omnipotencia, de estar hablando en nombre de la opinión pública y del país. Se quedaron con la impresión de disponer de un poder que en realidad estaba declinando y que perdió fuerza aceleradamente a medida que se fue consolidando el apoyo al gobierno.

Pero las mayores equivocaciones procederían de la asunción a fondo de los valores neoliberales, creyendo que la población se solidarizaría con esas posiciones, confundiendo sus intereses con los del país – como resulta típico en los medios conservadores. Comenzaron a creer que la población brasileña no quiere al Estado, que todo lo que procede del Estado le parece negativo y que en consecuencia lo que viene del mercado es positivo para la población. 

Critican cualquier gasto del Gobierno, sin discriminar nunca su destino como si a la población le pareciera negativa toda acción estatal. No discriminan entre contratar burócratas ineficientes – el prototipo del funcionario público – o profesores, enfermeras, médicos para atender a las mayorías de la población.

Las críticas de FHC (1) y de Serra(2) sobre el corporativismo (?) del gobierno de Lula no tienen ningún sentido para la población, que ni entiende lo que significa ni considera que sea uno de los problemas fundamentales del Brasil. La misma revista conservadora británica The Economist considera que al pueblo brasileño le gusta el Estado, que garantiza sus derechos. Como esta problemática – de los derechos – no está incluida en el espectro neoliberal, la derecha brasileña es víctima de sus propios preconceptos  y se ubica a contramano de la opinión de los brasileños.

Consideran además que la participación en el movimiento sindical y en los partidos está mal vista por el pueblo, del mismo modo que juzgan que cualquier criterio ideológico desvirtúe los objetivos del estado. El pueblo prefiere un gobierno afín a los sindicatos – que significan reinvidicaciones para grandes contingentes de población-  a un gobierno como el de FHC que criminaliza los sindicatos y les niega sus reivindicaciones.

En el plano internacional la derecha carga con la tradicional concepción de mantener relaciones privilegiadas (de subordinación) con los EEUU y con Europa. Cree que el dinamismo económico externo debe continuar según esos ejes y propugna privllegiar esas relaciones. La crisis actual demostró exactamente lo contrario. Los países centrales del capitalismo no superan la crisis mientras que los que optamos por la integración regional, la superamos junto a los demás países del sur del mundo.

La derecha cree en las mentiras que difunde. Por ejemplo  que existe un empate técnico y que los candidtos comienzan el período electoral en una situación equilibrada. Son víctimas de su propio veneno.

El error más importante mientras tanto, y por el cual está pagando un alto precio, es el del gobierno de FHC que creyó que con la simple estabilidad monetaria podría conquistar el apoyo popular para perpetuar en el poder el proyecto del bloque  «tucano-demista». Sacrificó así las políticas sociales, el desarrollo económico, la soberanía nacional, el papel activo del estado, la regulación económica, los derechos de las mayorías de la población – a favor del ajuste fiscal y de la hegemonía del capital financiero.

FHC prefirió como tema central para enfrentar, la estabilidad monetaria, los datos inflacionarios a los salarios y el ajuste fiscal como remedio para todos los males. Lula prefirió en cambio la injusticia social, con el crecimiento y la distribución de la renta como antídotos. Queda claro quién tenía razón y quién triunfó. Con los méritos de la izquierda y los errores de la derecha.

Notas
(1) Fernando Henrique Cardoso, antecesor de Lula en la Presidencia del Brasil
(2) Serra: candidato a Presidente del PSDB