A causa de la demanda interpuesta por la transnacional farmacéutica Novartis contra la Ley de Patentes de la India se me ocurrió hacer una pequeña investigación por las webs de algunas de estas macroempresas, que focalizan como ninguna otra la cólera de los defensores de la justicia global. Las referencias a sus supuestos proyectos de […]
A causa de la demanda interpuesta por la transnacional farmacéutica Novartis contra la Ley de Patentes de la India se me ocurrió hacer una pequeña investigación por las webs de algunas de estas macroempresas, que focalizan como ninguna otra la cólera de los defensores de la justicia global. Las referencias a sus supuestos proyectos de ayuda y acceso a medicinas en los países en desarrollo -PED- ocupan siempre espacios prioritarios.
Por supuesto esto no es exclusivo del sector. Ocurre también en los portales electrónicos de las transnacionaless de la ropa, de las petroleras, de los bancos, de la químicas, de los alimentos… Todas emplean poderosos mecanismos de propaganda e ingentes presupuestos para contrarrestar las acusaciones sobre todo tipo de abusos emitidas por innumerables movimientos sociales y ONG, algunas muy influyentes en esa opinión pública que, según dicen, pronto será, después de los Estados Unidos, la segunda potencia mundial.
Sin embargo, leyendo «El libro negro de las marcas», estremecedor documento de Klaus Werner y Hans Weiss, uno bien puede comprobar que el peso de las farmacéuticas en el tétrico arte empresarial de los excesos contra los desfavorecidos es impresionante. Las acusaciones son muchas y muy graves: trabas a la fabricación y comercialización de medicinas básicas en los PED, análisis clínicos no éticos, soborno de médicos, fraudes fiscales, expolio de recursos naturales, comercialización de medicinas ineficaces, etc.
El caso Novartis es extremadamente peligroso. Con una medicina irrelevante como excusa (1) pretende frenar al mayor productor mundial de genéricos de bajo coste, de los que el 67% van a parar la PED. A pesar de que la India está en la OMC, y por lo tanto bajo la terrorífica ley de 20 años para las patentes, su política es la de no conceder ninguna de estas inhumanas exclusivas si no se trata de una innovación clara. Es muy común en las farmacéuticas la cínica estrategia de prolongarlas en el tiempo introduciendo pequeños compuestos en los medicamentos que pasan a dominio público para, digamos, repatentarlos. Además, India es de los pocos países con capacidad tecnológica para producir buenos genéricos a gran escala, por lo que si Novartis gana peligraría la vida de millones de personas. Años de lucha a la basura.
Novartis ya había encabezado en 2001, junto a otras 38 farmacéuticas, una demanda contra Suráfrica por violar el derecho de patentes. El «delito» era tratar a los enfermos de Sida con medicinas baratas gracias a una ley creada en 1997 por Nelson Mandela. La presión de la sociedad civil, que colocó el prestigio de las empresas contra las cuerdas, consiguió enseguida la retirada de la demanda. Una pequeña victoria -lastimosamente sólo válida para el país de Mandela, pues cada país decide sobre sus patentes- en un campo de batalla favorable por la sensibilidad mundial con la enfermedad, pero victoria al fin y a la postre. Por ahora, la presión de colectivos como Oxfam y Médicos sin fronteras parece haber conseguido algo, pues la sentencia acaba de aplazarse, aunque uno no sabe si esto es buena o mala señal.
Así que ya saben, mientras tanto, miren bien los estuches de los medicamentos al comprar en la farmacia. Hay logotipos que matan…
(1) La demanada interpuesta por Novartis hace referencia a un medicamento contra el cáncer llamado Glivec, que no es ni mucho menos la prioridad de la compañía. El fondo de la cuestión es que una sentencia favorable a la transnacional podría generar jurisprudencia y afectar a una lista de más de 10.000 principios activos y combinados de estos que esperan ser patentados en el país hindú. Para el mundo «de abajo» sería un fiasco.
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