Aclaro, en primer lugar: el calificativo de «GANSTER ECONÓMICO» no es mío; ni siquiera de alguno de los cientos de miles de críticos del neoliberalismo o capitalismo salvaje. El apodo se lo dio John Perkins, un «promotor económico» del gran capital transnacional norteamericano que enredó a no pocos países subdesarrollados del mundo en esa inmensa […]
Aclaro, en primer lugar: el calificativo de «GANSTER ECONÓMICO» no es mío; ni siquiera de alguno de los cientos de miles de críticos del neoliberalismo o capitalismo salvaje.
El apodo se lo dio John Perkins, un «promotor económico» del gran capital transnacional norteamericano que enredó a no pocos países subdesarrollados del mundo en esa inmensa rueda de molino que tiene el nombre de DEUDA EXTERNA y que fue pensada, programada y ejecutada para someternos a sus fauces insaciables por los siglos de los siglos.
«Los gánsters económicos son profesionales generosamente pagados que estafan miles de millones de dólares a países de todo el mundo. Entre sus instrumentos figuran los dictámenes financieros fraudulentos, las elecciones amañadas, los sobornos, las extorsiones, las trampas sexuales y el asesinato»
Esta especie de audefinición la escribió el tal John Perkins en su libro «Confessions of an Economic Hit Man» (edición en inglés 2004) que él mismo (ya que habla un castellano bastante fluido) lo tituló como CONFESIONES DE UN GÁNSTER ECONÓMICO, en su edición en español 2005 (es decir de hace tres años)
¿Por qué traigo a colación este libro y este autor?
Por la sencilla razón de que este libro está en circulación (en inglés) desde hace cuatro años; y en español, desde hace tres. Miento, en realidad, en Ecuador, poco o nada sabíamos de esta edición hasta que hace meses «apareció» en Quito este mister Perkins; pero la gran prensa ecuatoriana tan siquiera le dedicó un cintillo entre los turistas gringos que llegan todos los días, en tránsito a Galápagos.
Tampoco dijeron nada sobre que mister Perkins era autor de un «curioso libro» que se titulaba «Confesiones de un Gánster Económico» Pero, más curioso aún, fue que ni siquiera esos «compañeritos», especializados en crónica roja, se preocuparon de la obra peor del autor confeso.
A mister Perkins le escuché en una entrevista por Radio la Luna, en un castellano por lo menos comprensible. Y puse atención cuando explicaba que él había sido uno de los «expertos en grandes préstamos internacionales» para nuestros países; que anduvo, como papa Noel, repartiendo millones de millones de dólares.
Un organismo «privado» de Estados Unidos recomendaba para construir carreteras, centrales eléctricas, complejos industriales, embalses, puertos y otras obras de gran envergadura. Desde luego, tan importantes préstamos debían ser pagados por los países deudores, en plazos «razonables» y a intereses más «razonables» todavía.
Y mister Perkins confesaba que esa era la política del gran capital imperial para iniciar con nuestros países una relación económica que no podía terminar nunca.
Una gran parte de los préstamos (entre un 60 a un 80 por ciento) se quedaba en el propio país prestamista ya que el Banco Mundial, el Fondo Monetario, la Corporación Andina de Fomento, en los respectivos contratos con el Estado deudor, se encargaban de establecer esas condiciones imperiales por todos conocidas, especialmente por los que firmaban los préstamos.
Estos decidían qué equipos y técnicos debían ser contratados en el país que generaba el préstamo, en las condiciones que impongan los prestamistas; que los intereses debían ser fluctuantes (comenzaron con un módico seis por ciento y subieron en poco tiempo a 20 por ciento, lo cual, en miles de millones, era un verdadero atraco), que la contraparte local debía ser evaluada y supervigilada por ellos y que el dinero (el poco dinero que realmente llegaba al país) vendría mediante cuotas semestrales (o trimestrales) pero previo el visto bueno del «veedor» internacional sobre el estricto cumplimiento de la parte local (mano de obra barata, algunos elementos primarios, las obras civiles, etc.)
Después de escuchar a mister Perkins y de advertir que se trataba de una confesión ciertamente infame, respecto de cómo nos tratan y cómo nos programan en el primer mundo, a fin de garantizarse sus monumentales réditos y su derecho a la «la dolce vita» del sector élite del gran capital, pues me preocupé por conseguir el libro en español.
Recorrí algunas librerías y, en varias de ellas, la obra con ese titulo era desconocida. En un par de librerías «de primera» me dijeron que efectivamente habían llegado unos pocos ejemplares pero que estos se habían «agotado» rápidamente.
Un librero amigo me confesó que los 20 o 30 ejemplares que le habían llegado fueron comprados «de un solo tajo» por una señora «encopetada».
Y me ofreció conseguirme un ejemplar, cosa que lo hizo semanas después. Por eso pude acceder a este título.
Solo después de leer las 348 páginas de «Confesiones de un Gánster Económico» comprendí por qué desaparecieron de «un solo tajo» los pocos ejemplares que llegaron y por qué nuestros medios de prensa (tan «sensibles a los problemas nacionales, tan objetivos e independientes») dijeron muy poco o nada respecto del personaje en Quito y, sobre todo, de lo mucho que dice y denuncia en su libro.
Es que en casa del ahorcado no hay que hablar de la soga. Exactamente como lo denuncia Perkins
Pero, no hay mal que dure 100 años ni cuerpo que lo resista, dice la sabiduría popular; y lo dice muy bien. Hubo necesidad que llegue al poder el economista Rafael Correa y su Alianza País, para que, desafiando tirios y troyanos, nominara (hace un año) una Comisión Auditora de la Deuda Externa y para que este organismo entregara un informe económico-político sobre el escabroso tema.
No voy a repetir por lo menos los principales puntos consignados en este informe ya que irremediablemente la gran prensa ecuatoriana no pudo ignorar el acto público en el que los auditores dieron a conocer un resumen de los principales puntos detectados y entregaron los folios de su investigación al Presidente de la República.
Este, a su vez, asumió el reto, anunció que Ecuador iniciaría acciones tendentes a no seguir pagando por lo menos la parte de la deuda que aparecía ilegal, arbitraria; y entregó lo actuado al Fiscal General del Estado, a quien le corresponde analizar detenidamente la auditoria y pronunciarse contra quienes resultaren autores, cómplices y encubridores de la comisión de estos delitos.
Volvamos a un par de párrafos de las confesiones de Perkins y veremos cómo son muy coincidentes con las puntualizaciones de la comisión:
«En cada uno de estos proyectos, el aspecto tácito era la intención de originar SUSTANCIOSOS BENEFICIOS para los contratistas y HACER MUY FELIZ AL PUÑADO DE FAMILIAS MAS RICAS E INFLUYENTES DEL PAÍS RECEPTOR» (las mayúsculas son mías)
Y lo que agrega Perkins es todavía más impactante:»Al mismo tiempo dicho país (Ecuador para el caso) QUEDABA SUMIDO EN LA DEPENDENCIA FINANCIERA POR MUCHOS AÑOS Y CAUTIVA LA VOLUNTAD DE SUS DIRIGENTES POLÍTICOS»… «La carga de la deuda PRIVARÍA DE ATENCIONES SANITARIAS, EDUCACIÓN Y OTROS BENEFICIOS SOCIALES, A LOS CIUDADANOS MÁS POBRES, también durante muchos años PERO ESO NO SE TOMABA EN CONSIDERACIÓN»
La deuda interminable
Que la deuda externa es eterna e impagable, eso lo dijo Fidel Castro hace muchos años. También lo dijo Ernesto Che Guevara.
Pero como esa denuncia fue dicha por dos líderes del «comunismo internacional», pues los sumisos países reunidos en la Organización de Estados Americanos (OEA) no hicieron nada.
Siguieron pagando religiosamente la deuda que, en lugar de reducirse, aumentaba año tras año. Así, por ejemplo, Ecuador, que comenzó en los años 70 con una deuda «chiquita».
Sin embargo, para el 2007 ya estábamos en los 16 mil millones de dólares (capital e intereses sumados), eso que ya hemos pagado religiosamente más de tres veces su valor total.
Nuestros «chulqueros» (agiotistas, dicen los abogados que son) se quedan chiquitos frente a tan descomunales «prestamistas».
El capital imperial había descubierto la fórmula «mágica» para asegurarse SUSTANCIOSOS BENEFICIOS a costa naturalmente de nosotros, los pobres de los países más pobres de la tierra.
Aún cuando la Comisión Auditora no cuantificó ni siquiera aproximadamente los montos que hicieron felices a las familias más ricas e influyentes del país, pues queda entendido que se trata del «puñado» de agentes oficiosos, gánsteres tipo mister Perkins, ministros de la economía y de la política, jefes de Estado inescrupulosos, políticos en funciones, asesores y expertos en tan complejas materias, profesionales bancarios, abogados y firmas de abogados, procuradores, gerentes de bancos centrales, etc. Y olvidaba: medios de comunicación (prensa escrita, radios y estaciones de televisión) y esos editorialistas tan sabios y tan admonitivos. Aquí, hay que aplicar aquello de «piensa mal y acertarás»
Casi de inmediato y en los días subsiguientes «dieron la cara» una serie de personajes de la política económica doméstica, ya sea para tratar de justificarse (El Abuelito salió presuroso a decirnos que él actuó conforme a la ley y que nada tiene que ver con lo que ha ocurrido, rememorando el viejo cuento del ¡qué cucharas!).
Otros salieron a tratar de descalificar el informe o a restarle importancia. Y los medios del sistema insinuaron en sus informaciones y en sus comentarios que el informe le estaba sirviendo a Correa para no seguir pagando los intereses de la deuda o como promoción electoral, ya que para el 26 de abril del 2009 han sido convocadas las elecciones generales, de conformidad con la nueva Constitución.
Pero no aclararon cómo fue que comprometieron los recursos del país renunciando inclusive al elementalísimo derecho a la posibilidad de recurrir a instancias judiciales locales o internacionales, un acto simple y llano de traición a la patria.
Pero, Ecuador (al igual que muchos otros países del tercer mundo) quedó como el «tigre amarrado», sujeto al látigo de sus amaestradores.
El atraco de los bonos Global
Pretender adentrarse en estos terrenos tan reservados y profesionales es complejo y difícil. Pero no si se recurre a lo que se llama el sentido común y a un lenguaje perceptible por cualquier mortal. Así, por ejemplo, paso a explicar (por qué a mí también me explicaron) como fue el atraco de los años 2000, cuando en los cenáculos mundiales de los tenedores de la deuda externa (que nunca son identificados) cambiaron los llamados Bonos Brady por los Bonos Global.
En dónde estuvo «el truco» y por qué fue que se inició un juicio penal contra el ex presidente Gustavo Noboa y su negociador de la deuda, el ex ministro Jorge Gallardo.
Los Bonos Brady habían caído entre un 20 y un 25 por ciento de su valor nominal, en los mercados de papeles mundiales (es decir, un bono que nominalmente valía 100, en realidad podía adquirirse en 25 o menos).
Ecuador, si se las agenciaba para comprar estos papeles, o para que algún país amigo los compre, se hubiese ahorrado nada menos que 75 de los 100 de su valor nominal.
¿Qué hizo don Jorge Gallardo en estas negociaciones?. Anunció con bombos y platillos, como un acto patriótico, que había conseguido de los tenedores de los bonos Brady un descuento equivalente al 40 por ciento del valor NOMINAL de los bonos (es decir del 100%). En palabras más sencillas, los «generosos» tenedores de los bonos nos «perdonaban» 40 de cada 100 cuando estos valían en los mercados bursátiles 25.
Los 60 restantes se convertían en Bonos Global, que se emitían con todas las garantías habidas y por haber a fin de que los prestamistas puedan tener la seguridad de que Ecuador «honrará la deuda» le guste o no le guste, sea quien sea el que esté al mando del país.
En apariencia, el negociador Gallardo había conseguido una rebaja del 40 por ciento de la deuda, en los bonos Global y por ello el presidente Noboa debió condecorarle.
Pero, si sumamos y restamos lo que en realidad ocurrió, fue que lo que costaba en el mercado de papeles 25 (o menos) el sabio negociador les reconoció 60.
Es decir, les regaló 35, que en miles de millones de dólares, adquiere dimensiones colosales. Los que llevan las cuentas dicen que lo que debió negociarse en mil millones se renegoció en tres mil millones, que es lo que estamos pagando por los bonos Global.
Fue tan buen negocio (para los prestamistas desde luego) que estos bonos, en los mercados bursátiles se cotizan con un premio adicional, es decir al 106 al 108 por ciento de su valor nominal.
Descalificar al argentino
Uno de los auditores comisionados fue el experto argentino Alejandro Olmos Gaona, quien, desde hace meses, viene denunciando los «milagros» de la deuda externa, entre otras razones porque es muy similar a la argentina.
Olmos, a los pocos periodistas decentes que le han entrevistado por las también pocas radioemisoras locales, desde hace meses viene denunciando los vicios de la deuda externa que son muy coincidentes con las confesiones de mister Perkins. Pero la gran prensa ecuatoriana no le dio importancia alguna.
Con ocasión del informe de la Comisión Auditora, el principal periódico del país, El Comercio, editorialmente cuestionó el informe porque en la Comisión actuaron «extranjeros» como que por ello, el informe pierde valor.
Al margen de que semejante argumento no le resta un ápice de contundencia a lo actuado por la Comisión, no deja de ser muy significativo que los medios de comunicación del sistema estén ciertamente preocupados por cuanto Ecuador ha puesto en la picota a este instrumento de dominación política y económica del gran capital imperial.,
Por ello vuelvo a preguntar: ¿Y qué pasaría si los estados que han sido y son víctimas de estos gánsters económicos siguen el ejemplo ecuatoriano, auditan sus deudas y demandan su no pago?
Bueno, de ilusiones también vivimos los hombres.
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*Destacado periodista ecuatoriano, Colaborador de Prensa Latina