Traducido para Rebelión por Christine Lewis Carroll
No importa si los libros se lean en papel o en teléfono inteligente; lo importante es perderse en ellos. Leer libros es esencial para el desarrollo humano.
¿Para qué molestarnos en leer un libro? Todos los niños dicen esto en ocasiones. Gran parte de los 12 millones de adultos en Gran Bretaña con dificultades para leer repiten esto diariamente. Pero por primera vez en los 500 años desde que Johannes Gutenberg democratizó la lectura, muchas personas entre las clases educadas se preguntan, en un mundo de alta tecnología con falta de tiempo y atención, por qué deben invertir tiempo en leer un buen libro.
La respuesta reside en la misma tecnología que suscita la pregunta. Psicólogos de la Universidad de Washington realizaron exploraciones cerebrales para ver qué ocurre dentro de nuestra cabeza cuando leemos. Descubrieron que los lectores simulan mentalmente cada nueva situación que encuentran dentro de una narración. El cerebro entreteje estas situaciones con sus propias experiencias vitales para crear una nueva síntesis mental. La lectura de un libro nos proporciona nuevas sendas neuronales.
El descubrimiento de que la experiencia de leer cambia físicamente nuestro cerebro es algo que muchos entendemos instintivamente si recordamos cómo un libro extraordinario transformó nuestra visión del mundo. Esta transformación sólo tiene lugar cuando nos perdemos en un libro, al abandonar el parloteo mental y emocional del mundo real. Es por eso que los estudios han demostrado que este tipo de lectura nos hace más empáticos, o como Nicholas Carr* escribe en su ensayo The Dreams of Readers [Los sueños de los lectores], «más atentos a la vida interior de otros».
Esto es importante porque estudios científicos recientes han descubierto una disminución dramática en la empatía de los adolescentes en las culturas occidentales avanzadas. No estamos seguros todavía por qué esto ocurre, pero la mejor hipótesis es que sea resultado de su inmersión en Internet y la rapidez del mundo virtual que éste ofrece, de modo que la tecnología revela que la misma tecnología cambia nuestro cerebro y luego ofrece una posible solución: el libro.
Racionalmente, sabemos que la lectura es la piedra angular de la educación y, por tanto, un apuntalamiento esencial de la economía del conocimiento, de modo que la lectura es -o debería ser- un objetivo de las políticas públicas. Pero quizá es más importante su papel emocional como punto de partida para viajes de desarrollo personal y placer. Los libros exponen paisajes históricos, imaginativos y emocionales que igualan y amplían los corredores de la red. Pueden ayudar a crear y consolidar nuestro sentido de uno mismo.
Si la lectura disminuyera significativamente, cambiaría la misma naturaleza de nuestra especie. Si en el futuro no estamos preparados para la reflexión en solitario y el pensamiento creativo, nos haríamos más pequeños. Pero como lectora y editora, soy optimista. La tecnología nos arroja tantas soluciones como desafíos: por cada puerta que cierra, abre otra. La capacidad de incorporar toda una biblioteca dentro de un libro electrónico, un teléfono inteligente o una tableta es una oportunidad asombrosa. Como editores, necesitamos utilizar la nueva tecnología para empotrar la lectura de una obra larga dentro de nuestra cultura. Debemos concentrarnos en el mensaje y no atormentamos con el soporte. Debemos ser agnósticos con respecto al soporte y evangélicos con respecto al contenido.
También debemos mejorar la capacidad de Internet para informar a los lectores potenciales sobre todos los nuevos libros extraordinarios que se publican anualmente y renovar su amistad con lo mejor de la rica tradición literaria británica. Las investigaciones han descubierto que si dejamos de leer, seremos personas diferentes: menos complejas, menos empáticas, menos interesantes. No hay mejor razón para luchar por la protección del futuro del libro.
* The Dreams of Readers de Nicholas Carr aparece en Stop What You’re Doing and Read This [Deja lo que estás haciendo y lee esto].
http://www.guardian.co.uk/
Gail Rebuck es Presidenta y Directora ejecutiva de Random House UK (Editorial)