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Los «ilustres» gurús del capitalismo

Fuentes: Rebelión

Como cabe esperar de toda ideología económica, el capitalismo tiene sus teóricos quienes propalan las doctrinas fundamentales y las supuestas bonanzas del sistema. Estos teóricos suelen preparar sus recetas durante un cierto tiempo para aparecer estridentemente en épocas de emergencia o bonanza del capitalismo, pero luego desaparecen misteriosamente en los períodos de crisis, quiebras o […]

Como cabe esperar de toda ideología económica, el capitalismo tiene sus teóricos quienes propalan las doctrinas fundamentales y las supuestas bonanzas del sistema. Estos teóricos suelen preparar sus recetas durante un cierto tiempo para aparecer estridentemente en épocas de emergencia o bonanza del capitalismo, pero luego desaparecen misteriosamente en los períodos de crisis, quiebras o recesión.

¿Quiénes son?

La gran mayoría de estos gurús son los intelectuales orgánicos del capitalismo. Ellos son formados, sostenidos y publicitados por las más importantes universidades públicas y privadas, o por las más destacadas fundaciones donde ejercen hegemonía la burguesía, la banca y las empresas transnacionales; aunque también los hay que surgen de las canteras de especuladores financieros, o de solícitos conversos del marxismo.

Estos predicadores del capitalismo abarcan diferentes épocas, categorías y nacionalidades. Podemos encontrar diferentes representantes desde el período clásico-liberal, pasando por la etapa keynesiana, hasta el actual período neoclásico y neoliberal. Estos comprenden desde renombrados teóricos centroeuropeos, angloamericanos y asiáticos, hasta simples replicadores locales en los países periféricos y dependientes.

De acuerdo con Eric Mulot [1], el término «liberal» designa a los pensadores clásicos partidarios de la división del trabajo, fundada en la propiedad privada, tales como Adam Smith, Jeremy Bentham, Jamer y John Stuart Mill, Condorcet, etc. Se habla de los «neoclásicos» para designar a los marginalistas y a una parte de sus herederos, como Theodore Schultz, Gary Becker y Robert Lucas.

En cuanto al término «neoliberalismo», designa la corriente de pensamiento que define a una sociedad libre como una economía capitalista cuyo fundamento político principal es el respeto de la libertad individual, concebida como la libertad de elección de un individuo ejercida en un mercado competitivo, en el sentido neoclásico del término. Entre los principales exponentes están, en Europa Occidental: Ludwing Von Mises, Wilhem Roepke y Frderik Von Hayek. En Estados Unidos: los economistas Milton Friedman, Paul Samuelson y Jefri Sachs. Y otros de origen asiático como el politólogo Francis Fukuyama, o el ingeniero y asesor de empresas Kenichi Ohmae.

Los neoliberales, como los neoclásicos, afirman prolongar y actualizar el pensamiento de los liberales, no obstante, así como hay semejanzas existen importantes discontinuidades y hasta rupturas entre estas corrientes del pensamiento capitalista. Las principales diferencias se encuentran en las distintas concepciones de la libertad, las relaciones entre la libertad económica y la libertad política, el rol del Estado como instancia política, entre otros aspectos.

Eric Mulot concluye en que: «Si el término ‘neoliberal’ es utilizado para defender la idea de una continuidad entre corriente liberal y neoliberal, es totalmente inapropiado. Si, por el contrario, busca destacar la ruptura entre las dos corrientes, que pasa por una concepción diferente de la libertad, entonces parece apropiado. Si es esta segunda concepción la que se elige -dice Mulot-, se vuelve difícil diferenciar entre teoría neoliberal y neoclásica, dado que la última le otorga la misma primacía a la opción individual y al cálculo racional. Ellas solo aparecen como las dos facetas de una misma fábula, de una ‘parábola’: la de Robinson Crusoe».

Por otra parte, divergiendo de las corrientes del pensamiento económico antes mencionadas, encentramos al economista británico John Meynard Keynes. Algunas fuentes [2] indican que la teoría económica «keynesiana» es básicamente una teoría macroeconómica. En una refutación del liberalismo o teoría clásica, se centró en el análisis de las causas y consecuencias de las variaciones de la demanda agregada y sus relaciones con el nivel de empleo y de ingresos, así como en el papel del Estado como le único ente que puede regular esta situación.

En tanto que el llamado «post keynesianismo» surge a partir de 1970 como un nuevo paradigma económico cuya figuras principales serían Michael Kalecki y Piero Straffa. Estos economistas critican la «adulteración» de las tesis de Keynes que exponen los keynesianos, como también plantean que las hipótesis neoclásicas son inaceptables.

Las argucias del discurso capitalista

Los primeros ideólogos del capitalismo como los liberales, y posteriormente los keynesianos, no es que eran más «progresistas» o más «éticos» que los ideólogos neoclásicos y neoliberales posteriores, sino que sus tesis se correspondían fundamentalmente con el nivel alcanzado en su momento por los procesos de expansión y acumulación del capital, con el grado de desarrollo de las contradicciones y la lucha de clases, y con el papel del Estado y sus políticas dentro de estos procesos.

Actualmente, explica Joan Ginebra [3], el discurso de estos gurús capitalistas se fundamenta en los propósitos neoliberales de siempre: a) una tendencia liberalizadora en la legislación laboral; b) privatizadora respecto de la acción económica del estado y c) fuertemente recortadora de los beneficios sociales adquiridos por el estamento más necesitado.

De acuerdo con este mismo autor: «Para defender sus posición en los tres frentes señalados, el capitalismo ha elaborado unos argumentos -mezcla sutil de verdades y falacias- que son repetidos incansablemente por todos sus lacayos en las universidades, en los medios de comunicación escrita o audiovisual, o en los foros políticos». Una lista de las más comunes de estas aseveraciones puede leerse en este libro de J. Ginebra:

  • Hay que acabar con el Estado como empresario, porque no es eficaz.

  • El socialismo es… el estado emprendedor.

  • El estado empresario es corrupto.

  • El Seguro Social es corrupto y acaba en la quiebra.

  • Hay que apostar por la libertad. El desempleo es culpa de las rigideces sindicales y laborales.

  • Hay que luchar contra la inflación, que es el cáncer del desarrollo y el castigo de los pobres.

  • El proteccionismo prolonga la pervivencia de empresas ineficientes.

Como puede observarse fácilmente, los deficiencias antes mencionadas pueden y suelen presentarse en cualquier tipo de régimen económico y en muchos gobiernos ineficientes, sean estos capitalistas o de otra clase. Pero realmente el objeto de estos sofismas neoliberales es el Estado de bienestar social, sus instituciones y sus políticas asistenciales.

Lo que se pretende con ese discurso es que gobierne exclusivamente el sacrosanto Mercado; un mercado desregulado por los estados pero manipulado por los monopolios y oligopolios. O en el peor de los casos, que el llamado Estado de bienestar sea desmontado para sustituirlo por un Estado mínimo y descentralizado, cuya función principal es la de garantizar la plena libertad de los agentes económicos capitalistas.

Las contradicciones del capitalismo y el pensamiento burgués

Pero sospechosamente estos apóstoles de la economía capitalista y el pensamiento burgués no pregonan igualmente las limitaciones y contradicciones fundamentales del sistema. Estas contradicciones, que determinan las insustentabilidades y las más severas crisis del capitalismo, son celosamente ocultadas a la vista del común de la gente. En contraste, ellas son ampliamente analizadas y explicadas por otros investigadores críticos y más serios. Sintetizando o reelaborando las ideas expuestas por algunos de estos investigadores [4], esas contradicciones serían las siguientes:

  • La contradicción fundamental entre el carácter social de la producción y la forma privada, capitalista, de apropiación de los medios y los bienes producidos; Esta contradicción constituye la base de la división social del trabajo, de la desigualdades de clases, de la anarquía de la producción, y de la crisis sistémica del capitalismo.

  • La contradicción inevitable de la meta de la producción capitalista -la obtención de ganancias en proporciones sin cesar crecientes- con los medios empleados para alcanzarla, es decir, con el ensanchamiento de la producción y el consumo; Esta contradicción constituye la base de las crisis económicas de superproducción.

  • La contradicción entre las características «progresivas» del capitalismo -manifestadas en la racionalidad del sistema de producción, en su capacidad de adaptarse a nuevas modalidades de crecimiento económico y desarrollo tecnológico-, y por otro lado las características entrópicas inevitables de su desarrollo al tener que expulsar constantemente degradación al entorno humano y natural; Esta contradicción ya ha puesto al planeta al borde de una crisis ecológica.

  • La más reciente contradicción entre la economía especulativa de los mercados mundiales de dinero y de activos financieros -conocida como la «financierización» del capitalismo-, y la economía productiva de creación de empresas y de producción de bienes y servicios; Esta contradicción ha hecho saltar por los aires el empleo y la estabilidad macroeconómica, y ha creado la grave crisis financiera y económica que estamos viviendo.

  • La contradicción entre las ideas fuerza iniciales -filosóficas, religiosas y políticas- que crearon el «espíritu del capitalismo», y las leyes objetivas y necesarias de su inhumano desarrollo material; Esta contradicción crea a su vez una situación de doble moral, con la contradicción entre las normas morales tradicionales declaradas y la conducta práctica que son especialmente frecuentes en el modo de vida capitalista.

  • La misma contradicción se da entre la tendencia a reforzar las funciones represivas del Estado frente a quienes amenazan sus privilegios, y la reivindicación de libertad individual necesarias para el desarrollo del mercado; Esta contradicción es el origen de casi todas las crisis de gobernabilidad, así como pone en entredicho la cobertura ideológica del «neoliberalismo» respecto al dilema entre Estado e individuo, o entre libertad económica y libertad política.

Estas crisis del capitalismo son consustanciales al sistema. Pero, como destaca el economista Raúl Valdés Vivó [5], el grado de amplitud y antagonismo que han alcanzado actualmente estas contradicciones son de tal magnitud que ellas han determinado que esta nueva crisis del capitalismo sea una crisis integral del sistema: «Abarca la crisis financiera, la real cíclica, la energética, la alimentaria, la ecológica, la de su agresiva política exterior, la ideológica, la moral, la de gobernabilidad, la de consumismo desenfrenado, y la crisis de su Economía Política».

Las limitaciones del sistema y la teoría económica capitalistas

Al ritmo de este desarrollo contradictorio del capitalismo han venido formándose y extendiéndose las diferentes corrientes del pensamiento económico que expresan los intereses de las distintas clases. Desde los escritos de los primeros teóricos como los mercantilistas y fisiócratas, pasando por los economistas clásicos liberales y sus críticos marxistas, los keynesianos, hasta llegar a las diferentes corrientes continuadoras o «neos» posteriores, todas han tenido como preocupación esencial las fuentes y características del proceso de acumulación del capital , o de la riqueza de las naciones, según lo llamaban los clásicos.

Este problema central de la Economía política fue abordado por uno y otros con diferentes grados de aciertos, errores o (in)consecuencias. Pero sólo serían Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895) quienes científicamente desvelarían este problema esencial del desarrollo capitalista. Así, si bien la teoría del valor trabajo formuladas por los clásicos sirvió a Marx de base para su teoría de la plusvalía, nadie como ellos había puesto de relieve que, bajo el capitalismo, no es el trabajo mismo, sino la fuerza de trabajo, lo que constituye una mercancía.

Determinaron que la plusvalía es el valor que el trabajo del obrero asalariado crea después de cubrir el valor de su fuerza de trabajo, y que el capitalista se apropia gratuitamente. Por consiguiente, la plusvalía es el fruto del trabajo no retribuido del obrero. Siendo así que la obtención de plusvalía, la obtención de lucro, es la ley económica fundamental del capitalismo.

Así mismo, entre muchos otros logros intelectuales, se debe a Marx el descubrimiento de las leyes de la acumulación del capital. Entendiéndose por tal acumulación a la incorporación al capital de una parte de la plusvalía o a la conversión de una parte de la plusvalía en capital. Por tanto, la fuente de la acumulación de capital.

Marx también estudió las condiciones en las que se da el desarrollo del capitalismo, la concentración y la centralización del capital. La ley de la concentración y centralización del capital trae consigo la acumulación de gigantescas riquezas en manos de unos cuantos individuos o empresas.

Igualmente analiza las condiciones de la reproducción capitalista simple y ampliada y las profundas contradicciones que la realización capitalista lleva consigo y que conducen inevitablemente a las crisis económicas.

De acuerdo con algunos investigadores marxistas contemporáneos [6], la importancia del estudio de los antes mencionados procesos radica en que ellos establecen los límites en la extensión del capitalismo como modo de producción, así como también de la Economía política burguesa como ideología. Según señala el profesor de economía Carlo Benetti: «Estos límites se hacen visibles al considerar como objeto de estudio la «frontera» (variable geográfica e históricamente) del modo de producción capitalista» (Benetti, C., ob. cit., p. 7).

El punto es que, según el discurso de los predicadores del capitalismo, supuestamente todos los países tendrían las mismas posibilidades para desarrollar sus economías de manera «firme y sostenida» con solo integrarse sin restricciones al capitalismo globalizado. A tal fin sugieren observar los modelos de reproducción y acumulación que experimentaron las economías capitalistas de las naciones occidentales.

Pero, como acertadamente observa Samir Amin (Ob. cit., p. 11), resulta que las nuevas economías y sus procesos de industrialización jamás podrán reproducir la misma evolución económica y social que se dio en el Occidente desarrollado, dado que, aparte de no ser un camino deseable ni sustentable, la forma y condiciones en que se conformaron gradualmente las economías centrales son imposibles de reproducir actualmente y fuera de ese contexto. Obviamente las formas brutales de reproducción y expansión capitalista, el colonialismo y el imperialismo no son opciones válidas ni posibles para alcanzar el desarrollo por parte de las economías atrasadas.

Por otro lado -señala también S. Amin-, la posición y las posibilidades de un país en la jerarquía global viene definida no por sus deseos, sino por su capacidad para competir en el mercado mundial en una lucha desigual contra los centros que dominan los cinco monopolios: 1) El monopolio tecnológico; 2) El control de los mercados financieros mundiales; 3) El acceso monopolista de los recursos naturales del planeta; 4) El monopolio de los medios de comunicación, y 5) El monopolio de las armas de destrucción masiva.

De acuerdo con este mismo autor:

«Estos cinco monopolios, tomados en conjunto, definen el marco en el que opera la ley del valor mundializada. La ley del valor es la expresión abreviada de todas estas condiciones y no la expresión de una racionalidad económica «pura», objetiva. El condicionamiento de todos estos procesos anula el impacto de la industrialización en las periferias, devalúa su trabajo productivo y sobrevalora el supuesto valor agregado derivado de las actividades de los nuevos monopolios de los que se beneficia el centro. El resultado final es una nueva jerarquía, más desigual que ninguna de las anteriores, en la distribución de los ingresos a escala mundial, que subordina las industrias de las periferias a la categoría de subcontratadas. Este es el nuevo fundamento de la polarización, presagio de sus formas futuras». (Amin. S., ob. cit., p. 19)

Los nuevos pero inciertos paradigmas del capitalismo

Veamos a continuación cuáles son las características de los nuevos paradigmas que nos presentan estos gurús del capitalismo. Importa detenernos en esto para que nos demos cuenta de cómo esta gente disfraza e intenta vendernos de manera fraudulenta su bicicleta vieja.

Tal es el caso, por ejemplo, de la supuesta nueva reconfiguración económica y moral que se presenta en El escenario global [7] por parte de los países emergentes reunidos en el BRICS (Brasil, Rusia, China y Suráfrica). Pero, a decir de Mauro Marini, esto no es otra cosa que:

«…un reescalonamiento, una jerarquización de un conjunto de países capitalistas en forma piramidal y, por consiguiente, el surgimiento de centros medianos de acumulación -que son también potencias capitalistas medianas-, lo que nos ha llevado a hablar de la emergencia de un subimperialismo». Definido este subimperialismo «como la forma que asume la economía dependiente al llegar a la etapa de los monopolios y el capital financiero». Según este mismo autor: «El subimperialismo implica dos componentes básicos: por un lado, una composición orgánica media en la escala mundial de los aparatos productivos nacionales y, por otro lado, el ejercicio de una política expansionista relativamente autónoma, que no sólo se acompaña de una mayor integración al sistema productivo imperialista sino que se mantiene en el marco de la hegemonía ejercida por el imperialismo a escala internacional». (Mauro Marini, R., ob. cit.)

Otro ejemplo es cuando nos presentan «la revolución capitalista de China» y sus «zonas especiales de desarrollo» como un nuevo paradigma económico, pero al fin y al cabo resulta que no es otra cosa que la sustitución del socialismo por el capitalismo mediante la recreación de unos modernizados «enclaves» coloniales. Como en el pasado, estos nuevos «enclaves» son zonas económicas que están situadas a lo largo de la costa oriental de China donde se realiza la reproducción del capital nacional e internacional, gracias a una industrialización acelerada, la maquila y la superexplotación de los trabajadores. Cabe recordar que los «enclaves» coloniales eran aquellas ciudades o regiones determinadas donde se realizaban las actividades de importación-extracción de materias primas, bienes y servicios entre las colonias y las metrópolis. Aisladas del resto del país y su economía, estos «enclaves» se encontraban ubicados preferiblemente en las zonas provistas de puertos marítimos o fluviales.

También es el caso cuando nos regalan la idea de la exitosa industrialización llevada a cabo por los «tigres asiáticos», o por el nuevo «tigre celta», este último miembro de los llamados despectivamente PIGS (Portugal, Irlanda, Grecia y España), como un nuevo paradigma económico del capitalismo contemporáneo. Pero después vemos que todos ellos terminan siendo unos tigres de papel víctimas de la quiebra fraudulenta, producto de la nueva economía de humo y la especulación financiera, que trae como consecuencias inmediatas el desempleo, la pérdida de poder adquisitivo, la rebaja y postergación de las pensiones, la degradación de los programas de salud y educación pública, etc. Una información más completa sobre el caso concreto de Irlanda puede obtenerse a través de los documentos que le referimos al final de este artículo [8].

Así entonces, es la cruda y terca realidad la que desmiente a estos operadores mentales de la burguesía, a sus tesis y peregrinas ideas, como aquellas que pregonan los supuestos de un capitalismo «ético», «racional», «popular», «desarrollista», «organizado», y «sustentable». Pero luego, frente a las «inconformidades» o los evidentes fracasos de sus consejas y predicas, ¿qué pasa con estos gurús del capitalismo?

Resulta que esta gente nunca juega limpio, por ejemplo: Si algún miembro de la jerarquía o pirámide capitalista toma efectivamente ventajas en algún aspecto del intercambio con las economías desarrolladas, entonces estos cancerberos del capitalismo le aconsejarán que «corrija» los términos de ese intercambio, bien sea modificando el valor de cambio de la moneda, el monto de los aranceles, o la tasa de los intereses.

Si todavía alguno de los países emergentes o subdesarrollados confronta dificultades, se rezaga o no sigue las consejas de estos teóricos y operadores capitalistas, entonces entrará en funcionamiento el chantaje y la imposición de los organismos internacionales.

Ahora bien, si fracasa el experimento ideado por estos teóricos y asesores de los organismos internacionales capitalistas, entonces seguramente buscarán escusas como aquella de que: «lo que sucedió fue que no se siguió la hoja de ruta previamente fijada», o «no se aplicaron las recetas con suficiente fuerza y fidelidad» (¡!).

Y si finalmente se presentan crisis severas o quiebras de las economías «asistidas» por estos técnicos neoliberales, entonces los veremos acudir desvergonzadamente a las mismas opciones estatistas y proteccionistas que antes criticaban; o simplemente se hacen los locos y desaparecen del escenario público, conformándose con seguir rumiando sus «verdades» en el seno de las academias e instituciones de donde en mala hora salieron. Francamente estos gurús del capitalismo son patéticos.

Referencias:

[1] Mulot, Eric: «Liberalismo y ‘neoliberalismo’: ¿Continuidad o ruptura?«, en Insustentabilidades del capitalismo, Actuel Marx Intervenciones N° 7, Primer Semestre 2009, María Emilia Tijoux Merino/Lom Ediciones, Santiago, Chile, pp. 23-55.

[2] Varios autores: «Keynesianismo y Post Keynesianismo«, Universidad del Zulia, Venezuela, Fuente: http://es.scribd.com/doc/34234438/Keynesianismo-

[3] Ginebra, Joan: La Trampa Global, Panorama Editorial, S. A. México, D. F. 1999, pp. 51-53.

[4] Por ejemplo, Pla López, Rafael: La naturaleza del capitalismo, Fuente: www.nodo50.org/cubasigloXXI/congreso/pla_10abr03.pdf ; Torres López, Juan: La crisis financiera. Guía para entenderla y explicarla, Editado por ATTAC España, 2009; Fuente: www.attac.es ; István Mészáros: La crisis estructural del   capita l , Ministerio del Poder Poder Popular para la Comunicación y la Información; Caracas, Fuente: www.minci.gob.ve/[email protected]

[5] Valdés Vivó, Raúl en la presentación de su título: «Crisis sin salida del capitalismo», ante el XI Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y problemas del Desarrollo, 08 de marzo de 2009, la Habana; Fuente: http://www.sierramaestra.cu/index.php

[6] Por ejemplo Amin, Samir: El capitalismo en la era de la globalización, Ediciones Paidós Ibérica, S. A., Barcelona, 1999; Mauro Marini, Ruy: La acumulación capitalista mundial y el subimperialismo, en Cuadernos Políticos n. 12, Ediciones Era, México, abril-junio de 1977. Fuente: http://www.marini-escritos.unam.mx/006_acumulacion_es.htm ; Benetti, Carlo: La acumulación en los países capitalistas subdesarrollados, Fondo de Cultura Económica, México, 1976.

[7] Kenichi Ohmae: El próximo escenario global, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2008.

[8] Ver por ejemplo: Vicenç Navarro , ¿Qué pasa en Irlanda y en los otros PIGS, incluida España?, Sistema Digital / Rebelión, Fecha de publicación: 27-11-2010; Eric Toussaint , Crisis irlandesa, el fracaso absoluto del neoliberalismo, CADTM / Rebelión, Traducido para Rebelión por Caty R., Fecha de publicación: 05-01-2011; Juan Torres López , Irlanda como ejemplo, Rebelión , Fecha de publicación: 19-11-2010.