17 de octubre, día Internacional para la erradicación de la Invisibilidad Los invisibles no son superhéroes, ni supervillanos, ni super nada, en todo caso son superpobres. Son los invisibles. Son los más desfavorecidos y además los más perjudicados, de una sociedad basada casi exclusivamente en una infame y cruel estructura de ambición y codicia. Este […]
17 de octubre, día Internacional para la erradicación de la Invisibilidad
Los invisibles no son superhéroes, ni supervillanos, ni super nada, en todo caso son superpobres. Son los invisibles. Son los más desfavorecidos y además los más perjudicados, de una sociedad basada casi exclusivamente en una infame y cruel estructura de ambición y codicia. Este modelo de sociedad genera, en su imparable proceso de creación y concentración irracional de riqueza, un molesto residuo denominado pobres. Para evitar las insoportables molestias que produce ver o tener pobres cerca, la sociedad de la codicia ha ideado un plan estratégico y logístico extraordinariamente eficaz. La clave es bien sencilla: la distancia. Partiendo de la inevitabilidad del residuo pobres, la sociedad de la codicia genera tales residuos en lugares lo más alejados posible de sus ciudades santas. Así, siguiendo la fórmula: «a mayor distancia, mayor pobreza» el sistema ha procurado durante decenios alejar de sí el molesto residuo pobres, llegando a crear grandes, gigantescos contenedores de pobres en territorios tan alejados y poco sospechosos de codicia como la práctica totalidad de África, extensas zonas de Centroamérica y Suramérica, y extensas zonas de Asia. Para hacerse una idea de la eficiencia del sistema, baste recordar que la pobreza se ha convertido en seña de identidad de los citados territorios.
Los pobres son molestos para el sistema capitalista porque muestran su miseria (la del sistema) mostrando la suya (la de los pobres). La miseria es el combustible principal de que se vale la sociedad de la codicia. A mayor número de pobres, mayor generación de riqueza. A mayor nivel general de pobreza, mayor concentración de la riqueza. Los economistas recién licenciados y algunos tertulianos descerebrados llaman a este fenómeno «eficiencia de los recursos».
El nivel de ambición y codicia es tal, que es necesaria la creación de más y más pobres. Más incluso de los que viven en los gigantescos contenedores de pobres mencionados anteriormente. Esta necesidad ha dado paso a la aparición de un número cada vez mayor de pobres en las mismísimas capitales de la codicia. Pero aún estos pobres más cercanos son también invisibles: la sociedad cierra los ojos o aparta la mirada, no sin antes desposeerles de todo cuanto hayan podido creer que poseían. Los economistas recién licenciados y algunos tertulianos descerebrados llaman a este fenómeno «ajuste de mercado».
Siempre se ha dicho que la sonrisa es lo que diferencia al ser humano de los demás seres vivos. Puede que solo sea una impresión mía, pero teniendo en cuenta que cada día menos gente tiene motivos para sonreír, es posible que ahora el mayor rasgo que nos diferencie de los demás animales, sea la capacidad del ser humano para sumir en la pobreza a sus congéneres de forma totalmente cruel, irracional e innecesaria. Lo cual hace paradójicamente «más humanos» al resto de los seres vivos.
Codicia, Sociedad Anónima
Es nuestra obligación individualizar la Codicia que lastra a esta Sociedad, ponerle nombre, apellidos y rostro. Es nuestra obligación hacer que la Codicia deje de ser Anónima para que la Sociedad pueda ser, algún día, de todos.
De niño soñé durante años con la invisibilidad. Nunca creí que fuera tan sencillo alcanzarla.
Enlace al original: http://impresionesmias.com/2010/10/17/los-invisibles/
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