Estoy haciendo una cosa con el ojo derecho y, de repente, con el izquierdo leo la noticia de EFE. Mi primera impresión es que se trata de otra componenda entre diplomacias y, para descartarlo, me dirijo veloz como Internet a la prensa de Kazajistán, pero no encuentro una noticia equivalente que diga que los españoles votan cambiar la Constitución en el primer referéndum en 44 años. Por tanto, la información de EFE es cierta.
Leo también que era muy potente la voluntad de cambio del pueblo kazajo, pues no resulta fácil convencer a cualquier clase política de que limite su poder, que tal es el sentido de las 56 enmiendas aprobadas con el 77% de los votos. De hecho, el referéndum se convocó como respuesta a las grandes protestas sociales vividas en aquel país hace cinco meses.
Como hay envidias que son sanas, creo que la sociedad española no debe dejarse humillar por la kazaja y obligar a que su clase política convoque inmediatamente un referéndum para cambiar la Constitución del 78. Como en España es imposible mejorar la democracia, solo hay que corregir un error material del que no se percataron los héroes de la Transición.
Simplemente, o se traslada la palabra “no” del puesto octavo al quinto del texto del artículo 56.3, o se coloca la misma palabra, es decir, “no”, en el puesto tercero del texto del artículo 14. Y si no quieren convocar un referéndum por lo de las molestias, que el CIS haga una encuesta sobre lo mismo a cien mil, y quien se sienta mencionado sabrá también lo que es sentirse avergonzado.
Así de fácil es, y dentro de la ley, pero merece la pena.
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