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El hecho de que haya grupos de personas que, en el ejercicio de su libertad para manifestarse, aclamen a Felipe VI y su familia cada vez que salen a la calle, no significa que la monarquía sea la forma de Estado preferida por la mayoría.

Este año votaremos para poner nombres a los escaños de las instituciones representativas. Después, sus nuevos titulares elegirán a los gobiernos. Por tanto, es buen momento para fijarse en pequeños detalles del proceso electoral y lanzar propuestas para mejorar una norma que tanto les cuesta reformar. Que no sea por nosotros, pues los inmovilistas son ellos.
Lo de la pederastia en la Iglesia Católica no ha hecho más que empezar, por lo que toda cifra es provisional.
Pienso en impunes como los togados del TC y me viene a la cabeza un Palacio, el de la Zarzuela. Quizás por eso he relacionado engendro y Reino.
Sobre el “Rey” no cabe duda a quién nos referimos, aunque su número a nivel mundial vaya disminuyendo. Pero esto es un Reino y nos gusta lo paleolítico.
Tras conflictos como el que estalló el lunes 19 entre el Tribunal Constitucional y el Senado prefiero fijarme más en las leyes que en los protagonistas, pues estos siempre arriman el ascua a su sardina.
Da un poco de “cosa” relacionar Memoria, algo que todos debemos respetar siempre, con elecciones, donde por definición cada partido se enfrenta con los otros, aunque sea pacíficamente.
El único español inviolable según la Constitución hace lo que le da la gana porque no le puede pasar nada, aunque ese mismo texto diga que todos somos iguales ante la ley en medio de la risa de millones de violables, una palabra que la RAE no incluye en su diccionario para que sigamos durmiendo despiertos, aunque la de inviolable sí, caso extraño.
Señora ministra, usted conoce perfectamente la pantalla que aparece en este texto, pues es probable que acceda personalmente a los informes sobre la evolución del Covid que su ministerio actualiza dos veces por semana.
Es imposible no calificar de asesinato colectivo la muerte de las 37 personas que intentaban entrar ilegalmente en España, tal hubiera sido su delito, saltando la valla que separa Melilla de Marruecos, país al que pertenecen los policías que han realizado los disparos criminales.