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Queremos más democracia en las papeletas de votación (I)

Fuentes: Rebelión

Este año votaremos para poner nombres a los escaños de las instituciones representativas. Después, sus nuevos titulares elegirán a los gobiernos. Por tanto, es buen momento para fijarse en pequeños detalles del proceso electoral y lanzar propuestas para mejorar una norma que tanto les cuesta reformar. Que no sea por nosotros, pues los inmovilistas son ellos.

Ésta es la segunda entrega de ideas para reformar una LOREG que pronto cumplirá 40 años, con la osadía declarada de consolidar la democracia. A finales de noviembre envié a publicar “Elijamos en nuestras urnas las presidencias de los legislativos” con una propuesta para fortalecer dichas presidencias, pero reduciendo su presidencialismo actual. Tan aparente paradoja no es el tema de hoy y resulta fácil de localizar, pero como no he oído que hayan hecho caso deduzco que la clase política se resiste a ceder cuotas de poder, incluso casi simbólicas, a la voluntad popular. Una vez más.

Lo de hoy va de esos millones de papeletas de votación que siguen teniendo el mismo diseño desde siempre, con los nombres de los candidatos en sus anversos y nada en sus reversos, y he recordado que, en 2019, anterior año electoral, mantuve 22 entrevistas con otras tantas personas para que manifestaran su grado de conformidad con 9 propuestas concretas sobre cambios un tanto “irreverentes” en la LOREG.

La propuesta número 6 decía lo siguiente:

Las papeletas de cada partido deben incluir los puntos de sus programas electorales para que el votante marque sus prioridades”.

Se recogieron 20 respuestas y el índice de conformidad, obtenido mediante puntuaciones de 0 a 10, fue del 70%. Por tanto, me he atrevido a titular que “Queremos más democracia…”.

Desde 2019 ha habido tiempo para darle algunas vueltas a la propuesta. Antes, dos comentarios en un solo párrafo.

El único momento de participación política secreta, consciente y decisoria para la inmensa mayoría de personas es el de las jornadas electorales. Por tanto, creo que limitar el alcance y la eficacia de la voluntad popular a la votación de unos candidatos es despreciar el único momento en el que los votantes podrían transmitir opiniones por escrito a sus candidatos y sin miedo a que sus votos sean anulados.

A continuación, actualizo la propuesta que debatíamos en 2019.

En el reverso de cada papeleta de votación las candidaturas podrán incluir mensajes, incluyendo la posibilidad de solicitar respuestas de sus votantes en el mismo reverso de la papeleta. Evidentemente, se podrá hacer lo mismo, y mucho más fácilmente, cuando se implante la votación telemática.

Las Mesas Electorales realizarán exclusivamente los recuentos de votos obtenidos por cada candidatura y levantarán actas de los resultados, como siempre, es decir, sin tener en cuenta lo que pueda aparecer en los reversos. A continuación, las Mesas entregarán las papeletas de votación recibidas a los representantes de las candidaturas que en los reversos hayan incluido textos con solicitudes de respuestas a sus votantes. Esas papeletas solo se entregarán a los representantes de las candidaturas titulares de las mismas.

Muchas ideas surgen a partir de una propuesta que nunca debería ser de obligado cumplimiento, pero que, sin la menor duda, abrirá una puerta nueva y potente de comunicación entre personas y candidaturas sin violar el secreto del voto.

Y aunque nunca rellenarán esos reversos tantos votantes como votos obtenga cualquier candidatura, ninguna encuesta conseguirá jamás tanta y tan valiosa información como la de la papeleta de votación que se está proponiendo.

Continuará, pues son muchos los argumentos a favor y en contra que conviene seguir debatiendo en torno a esta nueva papeleta de votación.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.