Los libros, que deberían añorar los pueblos con la misma fuerza con que piden el pan, son fuente, por ser verdaderas ambrosías del alma, de eterna celebración. Asociándolos con su poder y fortaleza comparó Martí con un ejército a la imprenta, oficio que prefirió el Maestro por encima de otros, porque -decía- es el que […]
Los libros, que deberían añorar los pueblos con la misma fuerza con que piden el pan, son fuente, por ser verdaderas ambrosías del alma, de eterna celebración. Asociándolos con su poder y fortaleza comparó Martí con un ejército a la imprenta, oficio que prefirió el Maestro por encima de otros, porque -decía- es el que más ha ayudado a la dignidad del hombre. Con la creación de la Imprenta Revolucionaria, el 31 de marzo de 1959, está vinculado el Día del Libro Cubano. Bien sabía el Gobierno revolucionario de la responsabilidad que cargan sobre sus hombros los libros cuando, a solo tres meses de su triunfo en 1959, e imbuido en una transformación radical de la sociedad, daba este paso. La producción editorial cobraría un ritmo ininterrumpido pues llevaría a cabo la misión de poner en las manos de todos revistas, folletos, textos para la educación y para la recreación, que empezaban a convertirse en demanda al ser alfabetizada una población con un alto porcentaje de iletrados.
Una de las obras más leídas del mundo y la más grande de las letras castellanas, El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, sería el primer texto editado por la nueva institución revolucionaria. A los hogares cubanos llegarían las obras, entre otros, de autores universales como Pablo Neruda, César Vallejo y Rubén Darío, cuyos mensajes de amor, ceñidos a formas poéticas, habían estado vedados a la gran mayoría de nuestro pueblo, que ahora los descubría en letras de imprenta. La propia obra de Guillén, reconocido después como Poeta Nacional, justamente por la presencia raigal de Cuba en sus creaciones y por el modo como defendió las raíces y los derechos del pueblo, era prácticamente desconocida para quienes reflejó en sus versos.
En 1967 se fundaba el Instituto Cubano del Libro, que tuvo desde entonces, entre sus principales empeños, la creación de un Sistema de Editoriales, a cargo de la publicación de textos, según la demanda de disímiles sectores.
Por todo el país se extiende una red de librerías que garantiza la comercialización de los títulos. De las tiradas millonarias de ejemplares que se hacían hasta 1990, se pasó en la década siguiente a cifras dolorosamente bajas, por la crisis económica que enfrentaba el país, pero nunca se dejó de publicar. Y a partir de 1998 comenzó la recuperación del libro como industria cultural, a lo cual tributa con creces el Sistema de Ediciones Territoriales, presente en cada una de las provincias, y propuesto por Fidel hace ya más de diez años, para promover la literatura de los autores locales y fomentar la dinámica de las tiradas.
El libro es hoy un fenómeno de encumbrados alcances. El evento cultural más populoso lo constituye, sin dudas, la Feria Internacional, que constituye un colosal esfuerzo editorial y no ha dejado de celebrarse como muestra de la voluntad política del Gobierno revolucionario, aun en las más difíciles condiciones económicas de país.
Sin embargo, no se cierran con la despedida del loado evento las puertas al libro. A las múltiples actividades que todas las provincias, incluida La Habana, desarrollarán en saludo al Día del Libro Cubano, se suma la Feria del Libro en la Montaña, que llevará autores y títulos hasta intrincados parajes, donde el difícil acceso no impedirá que el tesoro de las letras llegue a sus pobladores.
Sirva este día para que aquellos que ya han sido seducidos por el placer de la lectura, adquieran un libro más y con él nuevas riquezas para su mundo interior, y para que aquellos que aún se pierden este placer completo, que tanto bien hace al alma, vayan, como quien sigue huellas paradisíacas, a su encuentro.
Fuente: http://www.juventudrebelde.cu/suplementos/el-tintero/2011-03-26/los-libros-pilares-del-espiritu/