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Los movimientos revolucionarios

Fuentes: Rebelión

Introducción Un hombre colombiano, perteneciente a la izquierda radical, me pidió que elaborara un artículo sobre la siguiente serie de categorías: terrorismo, secuestro, guerrilla, revolución y socialismo. Le respondí que mis conocimientos sobre narcotráfico y guerrilla en Colombia eran extremadamente pobres, y que de lo que no se tiene conocimiento lo mejor es no hablar. […]

Introducción

Un hombre colombiano, perteneciente a la izquierda radical, me pidió que elaborara un artículo sobre la siguiente serie de categorías: terrorismo, secuestro, guerrilla, revolución y socialismo. Le respondí que mis conocimientos sobre narcotráfico y guerrilla en Colombia eran extremadamente pobres, y que de lo que no se tiene conocimiento lo mejor es no hablar. Pero no permitió que me zafara del compromiso que me había tendido, me indicó que a lo mejor no se explicó del todo bien, que lo que en verdad él me demandaba era el conocimiento de la posición de los clásicos del marxismo sobre esos temas. Así que no me quedó otro remedio que satisfacer la demanda y puse manos a la obra. La primera tarea que realicé fue el estudio de la introducción de Engels a la obra de Marx titulada Las Luchas de clases en Francia de 1848 a 1850.

Entretanto iban a sucederse las elecciones generales de marzo de 2008 en España, cuyos resultados fueron los siguientes: victoria de la burguesía de izquierda (Partido Socialista Obrero Español), buenos resultados para la burguesía de derecha (Partido Popular), y descalabro para la izquierda radical institucional (Izquierda Unida). Sucedió también que a pocos días de la fecha de las votaciones la banda terrorista ETA asesinó a un militante del PSOE. Este asesinato me dolió de modo profundo porque la víctima era un trabajador. Aquella demanda del hombre colombiano y esta especial coyuntura política es la que ha motivado las reflexiones que hoy quiero hacer llegar al lector. Todas las reflexiones, menos la primera y la última, están edificadas sobre citas del texto de Engels al que antes me referí.

Condiciones objetivas y condiciones subjetivas para la revolución socialista

En la segunda década del siglo XX Ilích Ulianov hablaba de que en Alemania existían las mejores condiciones objetivas para hacer la revolución socialista, no obstante, era en Rusia donde mejor se daban las condiciones subjetivas. Y el peso de las condiciones subjetivas es tan determinante que fue en Rusia y no en Alemania donde primero se hizo la revolución socialista. Hoy día aquella contradicción sigue en pie. En Europa occidental es donde mejor se dan las condiciones objetivas para hacer la revolución socialista, no obstante, es en Venezuela, por ejemplo, donde concurren las mejores condiciones subjetivas. Se repite la historia: son los pueblos más atrasados quienes se adelantan a los avanzados en el camino de la revolución socialista.

Siendo las condiciones subjetivas de la revolución socialista en Europa el lado más débil y con menor desarrollo, las vanguardias de la izquierda radical siguen sin centrarse en este problema y en consecuencia no le buscan una solución. Algunos sectores de la izquierda radical hablan de que la clase obrera europea está aburguesada y que ya no es el sujeto revolucionario. ¿Pero saben que les sucede a estas vanguardias? Que se representan a un obrero que ya no existe. Dicho de otra forma: la clase obrera europea del siglo XXI ha experimentado cambios sustanciales en su situación económico-social y cultural, pero las vanguardias marxistas le habla como si fuera la clase obrera del siglo XIX o le habla en exclusividad a sus capas más pobres. Estas vanguardias siguen pensando en un socialismo pobre y, en consecuencia, en una clase trabajadora pobre. Para ellas obreros ricos y cultos es sinónimo de aburguesamiento. Pero esta forma de pensar representa hoy día un enorme atraso: hay que pensar en un socialismo rico y en una clase trabajadora rica y culta. Sólo si estas vanguardias acomodan su representación al mundo realmente existente, a los trabajadores realmente existentes, la revolución socialista en Europa podrá ir dando pasos firmes en el desarrollo de las condiciones subjetivas. Pero si siguen dominados por la representación de un obrero inexistente, a esas vanguardias les pasará lo que le sucedía a Alonso Quijano, que creyendo que libraba grandes y decisivas batallas para el futuro de la humanidad contra peligrosos gigantes, en la realidad sólo se enfrentaba a molinos de vientos. (Tengo pensado elaborar mas adelante un artículo sobre los cambios económicos sociales de la clase obrera actual y el sentido que tiene hablar de trabajadores ricos y su partición en ciertas formas del capital)

Las condiciones y curso de los movimientos revolucionarios

Escuchemos a Engels: «Cuando estalló la revolución de Febrero, todos nosotros nos hallábamos en lo tocante a nuestra manera de representarnos las condiciones y el curso de los movimientos revolucionarios, bajo la fascinación de la experiencia histórica anterior, particularmente la de Francia. ¿No era precisamente de este país, que había jugado el primer papel en toda la historia europea desde 1789, del que también ahora había partido nuevamente la señal para la subversión general? Era, pues, lógico e inevitable que nuestra manera de representarnos el carácter y la marcha de la revolución social proclamada en París en 1848, de la revolución del proletariado, estuviese fuertemente teñida por el recuerdo de los modelos de 1789 y de 1830».

Expresando de forma general el problema planteado aquí por Engels sería el siguiente: ¿cómo se representa la izquierda radical las condiciones y el curso de los movimientos revolucionarios en la Europa actual y en la América Latina actual? Siguiendo el modo en que ha razonado Engels, podemos afirmar que una gran parte de la izquierda radical todavía sigue bajo el influjo de la revolución soviética de 1917, todavía sigue pensando que ese es el modelo que debe seguir la revolución en la actualidad, todavía sigue pensando en que la vía es crear un Estado nuevo al lado del viejo Estado burgués.

Este sector de la izquierda radical está más pendiente de cómo ella se representa la revolución socialista que de cómo es el mundo en la actualidad y de cuál ha sido la experiencia acumulada por el socialismo real. El Estado soviético no representó un Estado sustancialmente diferente que el Estado burgués, no pudo desprenderse ni aminorar el peso de los estamentos donde se organiza la violencia: el ejército, la policía y las cárceles. Tampoco pudo crear una democracia distinta a la democracia representativa. La llamada democracia directa es imposible de realizar, al menos que nos encontremos con los Estados de la Grecia clásica, donde la población no superaba los 10.000 ciudadanos. Tampoco se ha podido crear el hombre nuevo que soñara Ernesto Guevara. Hay que abrir los ojos y comprender que el socialismo, al menos en su primera etapa, estará teñido de grandes huellas del capitalismo y en todos los ámbitos de la vida. Esto es lo que nos dice la experiencia del socialismo real. Seguir pensando como si nos encontráramos con las condiciones subjetivas de la revolución soviética de 1917, como si la experiencia de 70 años de socialismo soviético no hubiera existido, significa negar la posibilidad de la revolución socialista en el mundo actual.

Por su parte, en América Latina la izquierda radical vive todavía bajo el influjo de la revolución cubana. Pero creo que el método de las guerrillas ya ha pasado su historia. Hoy es más alentador y más seguro el camino desde arriba, el camino seguido por Chávez, el camino de la vía democrática hacia el socialismo. Pero hay que tener paciencia y esperar muchos reveses. No podemos ser extremadamente exigentes. Es una experiencia nueva, difícil y compleja. Sigue habiendo mucho intelectualismo cuando se habla de Venezuela: se ven las cosas bajo la pureza de la teoría y no bajo las rarezas e impurezas de la práctica. Yo aconsejaría a Chávez que fuera despacio, que asegurara las conquistas, que no se lanzase a lo loco hacia delante. Pero hay muchos izquierdistas a su alrededor que piensan que sólo se puede seguir hacia delante, que nunca se pueden dar pasos atrás ni hacer concesiones a la burguesía. Pero los izquierdistas, por carecer de visión estratégica y ser víctimas de la desesperación, conducen los procesos revolucionarios al abismo.

¿Lucha pronta y decisiva del socialismo sobre el capitalismo o lucha larga y paulatina?

Escuchemos por segunda ocasión a Engels: «Después de la derrota de 1849, nosotros no compartimos, ni mucho menos, las ilusiones de la democracia vulgar agrupada en torno a los futuros gobiernos provisionales en el extranjero. Esta democracia vulgar contaba con una victoria pronta, decisiva y definitiva del pueblo sobre los opresores; nosotros, con una larga lucha, después de eliminados los opresores, entre los elementos contradictorios que se escondían dentro de este mismo pueblo». Engels no se imaginó hasta que punto es verdad esto último que dice, hasta que punto, una vez eliminado los opresores, la lucha entre los elementos contradictorios en el seno del mismo pueblo victorioso iba a ser larga y difícil. Ha sido tan larga y difícil que en el caso de la URSS la burguesía terminó por adueñarse del poder del Estado de un modo que no lo poseyó ni tan siquiera antes de producirse la revolución socialista de 1917. Esa lucha fue tan larga, difícil y compleja que los grandes y medianos capitalistas de la actual Rusia son en sus orígenes obreros.

Engels no se imaginó nunca que la lucha del socialismo contra el capitalismo iba a ser larga y difícil, no sólo después de la toma del poder del Estado por parte de los obreros, sino antes de que esto se produjera. Jamás llegó a imaginarse que los partidos obreros socialdemócratas de Europa occidental iban a convertirse en partidos socialistas burgueses. No se imaginó que la burguesía iba a ganar la batalla antes de la revolución, en la preparación de las condiciones subjetivas, en el seno del propio partido de los obreros socialdemócratas.

Y la izquierda radical, aquejada como está de izquierdismo e ilusionismo, debe atender a la experiencia, aceptando que la lucha por el socialismo no sólo será larga y difícil después de la toma del poder del Estado, sino también desde antes, desde la preparación de las condiciones subjetivas.

Avanzar lentamente de posición en posición

Después de explicar Engels que se había superado la época de los confusos evangelios de las diferentes sectas y que la mayoría de las vanguardias sólo reconocían como válida la teoría de Marx, dice lo siguiente: «Si incluso este potente ejército del proletariado no ha podido alcanzar todavía su objetivo, si, lejos de poder conquistar la victoria en un gran taque decisivo, tiene que avanzar lentamente, de posición en posición, en una lucha dura y tenaz, esto demuestra de un modo concluyente cuán imposible era, en 1848, conquistar la transformación social simplemente por sorpresa». Si para Engels, aún disponiendo de un poderoso ejército, esto es, de un poderoso partido obrero, sólo se puede avanzar lentamente, de posición en posición, mucho más lentamente habrá de avanzar la izquierda radical actual cuando sólo posee multitud de pequeños ejércitos desperdigados y desunidos. Pero la tendencia que hay en el seno de muchos de estos partidos de la izquierda radical, aguijoneados por la desesperación, es que se puede conquistar la victoria sobre la burguesía en un golpe decisivo. Las fracciones terroristas de izquierda también participan de esta concepción. Todas estas concepciones hay que abandonarlas. Hoy más que nunca hay que avanzar muy lentamente y asegurando las posiciones. Y si esta concepción se tuviera en la cabeza de forma clara, las distintas familias de la izquierda radical darían pasos decisivos para crea la primera condición subjetiva de la izquierda radical: la creación de un partido socialista.

La utilización del sufragio universal

Escuchemos de nuevo a Engels: «El primer gran servicio que los obreros alemanes prestaron a su causa consistió en el mero hecho de su existencia como Partido Socialista que superaba a todos en fuerza, en disciplina y en rapidez de crecimiento. Pero además prestaron otro: suministrar a sus camaradas de todos los países un arma nueva, una de las más afiladas, la de hacerles ver cómo se utiliza el sufragio universal». «…Los obreros revolucionarios de los países latinos se habían acostumbrado a ver en el derecho de sufragio una añagaza, un instrumento de engaño en manos del gobierno. En Alemania no ocurrió así. Ya el Manifiesto Comunista había proclamado la lucha por el sufragio universal, por la democracia, como una de las primeras y más importantes tareas del proletariado militante, y Lasalle había vuelto a recoger este punto». «Pero con este empleo del sufragio universal entraba en acción un método de lucha del proletariado totalmente nuevo, método de lucha que se siguió desarrollando rápidamente. Se vio que las instituciones estatales en las que se organiza la dominación de la burguesía ofrecen nuevas posibilidades a la clase obrera para luchar contra estas mismas instituciones». «…Y así se dio el caso de que la burguesía y el gobierno llegasen a temer mucho más la actuación legal que la actuación ilegal del partido obrero, más los éxitos electorales que los éxitos insurreccionales. Pues también en este terreno habían cambiado sustancialmente las condiciones de la lucha. La rebelión al viejo estilo, la lucha en las calles con las barricadas, que hasta 1848 había sido decisiva en todas partes, estaba considerablemente anticuada».

Aunque estos pensamientos están escritos hace más de un siglo, todavía hoy día y en Europa hay sectores de la izquierda radical que siguen pensando que se puede hacer la revolución desde la calle. Siguen creyendo que la calle constituye el escenario principal para librar la lucha contra el capitalismo. Siguen proponiendo que hay que movilizar a la gente desde los barrios y desde las fábricas hasta confluir en un gran movimiento de masas que haga saltar por los aíres al Estado burgués. Si ya Engels en 1895 consideraba que este método de lucha de clases estaba anticuado, cómo no va a estar anticuado en el año 2008. No hay otro camino para el socialismo en Europa occidental que la vía democrática, que la conquista de una extensa representación parlamentaria. Esa es la experiencia de la izquierda radical venezolana. Buscar otras vías, pensar en vías al margen de la representación parlamentaria, es condenar a la izquierda radical a la marginalidad y a la eterna utopía, es vivir con un atraso de más de 120 años. Y esto es lo que quiere en el fondo la burguesía, que la izquierda radical sigue fuera de onda, desarrollando sus ideas y sus proyectos al margen de la vía institucional.

El terrorismo, el narcotráfico y los secuestros

La experiencia del socialismo real ha permitido saber que el fascismo no sólo se da en las filas de la derecha y en las sociedades capitalistas, sino también en las filas de la izquierda y en las sociedades socialistas. La banda de los cuatro fue una banda fascista que se hizo con el mando del Estado chino y asesinó a más de 80.000 personas. Utilizaron el método de la etiqueta. Toda persona que era etiquetada de contrarrevolucionaria era ajusticiada y asesinada al instante. Una sociedad es fascista cuando el Estado aplica su poder sobre el ciudadano sin mediación de la ley. De ahí la necesidad de que en un Estado socialista también haya un Estado de derecho, esto es, unos derechos que permitan al ciudadano defenderse de los abusos del Estado y del partido que en cada momento esté al frente del Estado. Por la misma circunstancia, por el hecho de ausencia de mediación de la ley entre las actuaciones y los ciudadanos, las bandas terroristas son bandas fascistas. Son ellas, sin mediación de la ley y de un juicio imparcial, quienes deciden quiénes deben morir. De ahí la necesidad de que la izquierda radical critique con la máxima dureza y radicalidad a las bandas terroristas de izquierdas.

Las bandas terroristas de izquierdas en vez de actuar como vanguardias que movilizan y organizan a las grandes masas sociales, provocan todo lo contrario: las desmovilizan y las aterrorizan. Porque el terror que practican estas bandas sobre supuestamente los ciudadanos de la derecha, también aterrorizan a los ciudadanos de izquierda. Hasta el punto de que mucha gente de izquierda tiene miedo de hablar. Se genera todo lo contrario de lo que quiere la izquierda radical: la más amplia y profunda democracia y libertad.

Las bandas terroristas de la izquierda también sueñan con un golpe decisivo, con un golpe de suerte, que cambie el curso de la historia. Son blanquistas. No creen en las masas y no creen que ellas sean los principales artífices de la historia. Creen que son cuatro elegidos quienes desde la clandestinidad torcerán el curso de la historia en dirección hacia el socialismo.

Creen además que serán el brazo armado del futuro Estado socialista. Son unos soñadores. Toman su representación del mundo por el propio mundo. Se niegan a reconocer el mundo tal cual es y a ver que los trabajadores no quieren que ellos los representen. Porque estas bandas se arrogan el derecho de declararse los representantes legítimos de los trabajadores y del pueblo en su conjunto. Son unos suplantadores de quienes deben y son los verdaderos artífices de la historia: las grandes masas sociales.

Todos los medios que utilizan las bandas terroristas para financiarse como son el narcotráfico, los secuestros o la extorsión son medios delictivos, son medios fascistas. La izquierda radical de ningún modo puede aprobar, simpatizar o dejar pasar estos medios de lucha. No podemos defender la idea de que cuando ETA extorsiona a un capitalista, se está apropiando de la plusvalía que dicho capitalista ha extraído a los obreros. Primero, porque en todo caso esa plusvalía pertenecería a los trabajadores y no a ETA, y segundo, porque pertenece al socialismo vulgar la concepción de que la plusvalía es un robo.

A modo de conclusión

La izquierda radical debe dar pasos decisivos en el camino hacia la modernización y la actualización. Debe romper de forma radical con toda clase de extremismo y en especial con el terrorismo. Debe abandonar para siempre las concepciones vulgares de la economía. Debe abrazar con toda sus fuerzas el socialismo científico. Debe tirar al basurero sus representaciones erróneas sobre la realidad, sobre todo aquella que tiene por contenido al obrero del siglo XIX.

Debe atender a su percepción y reconocer a los trabajadores del mundo actual tales y como son: más ricos y más cultos. Debe pensar en consecuencia en un socialismo rico, culto y libre. Debe apartar de su mente las representaciones de un socialismo pobre y de un sujeto revolucionario formado por las masas más pobres e incultas de la población. Debe dejar de lado el pensamiento de que la lucha en la calle es el método principal de la lucha de clases. De saber que si no conquista una amplia representación parlamentaria el socialismo jamás se hará realidad. Y si hay algo de lo que estamos hartos los que militamos en la izquierda radical es de los soñadores.