Recomiendo:
0

Entrevista a la escritora Orit Bashkin, autora del libro "New Babylonians: A History of Jews in Modern Iraq"

Los nuevos babilonios, una historia de los judíos de Irak

Fuentes: Jadaliyya

Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

¿Qué le hizo escribir este libro?

Me interesé por este asunto cuando era adolescente, leyendo novelas hebreas escritas por judíos iraquíes que describían sus experiencias en Irak. Cuando trabajaba en mi primer libro entrevisté a judíos iraquíes que hablaron conmigo de sus experiencias en Irak y con musulmanes y cristianos iraquíes que me hablaron de sus amigos y vecinos judíos. Lo que me sorprendió de algunas de esas conversaciones fue el recuerdo personal de los judíos iraquíes que ahora viven en Israel, sus sentimientos patrióticos iraquíes y sus anhelos con respecto a Irak no desaparecieron cuando se fueron a Israel, sino que los transmitieron a sus hijos y nietos, aunque de manera parcial e incompleta. Vi que independientemente de su condición política de ciudadanos israelíes, los recuerdos de su pasado árabe conforman su presente. Por lo tanto, quería entender el contexto iraquí que permitió a estos árabes-judíos a existir y florecer.

Por otra parte, estos recuerdos-tabú, como los denomina Ella Shohat, tienen importantes funciones políticas. Nos recuerdan que las divisiones nacionales que aceptamos hoy no siempre constituyeron la norma y el sentido común. En Israel, la generación de judíos que vivió en Irak y absorbió su cultura árabe está desapareciendo lentamente, y el compromiso de preservar esos recuerdos parecía crucial para mí. Espero haber tenido éxito.

¿Qué temas, problemas y cuestiones literarias aborda el libro?

El libro, como yo lo veo, forma parte de los intentos de los académicos de escribir una historia postorientalista de las comunidades árabes judías. Se delinea la forma en que los judíos iraquíes asumieron el nacionalismo árabe y el patriotismo iraquí. La noción del Islam como civilización más que como religión interpretada por muchos musulmanes modernistas y árabes nacionalistas fue un llamamiento a los judíos iraquíes que, en consecuencia, estos últimos veían a los primeros como héroes de estas culturas árabes-islámicas (que van desde poetas como al-Ma’arri a filósofos como al-Farabi y a los poetas modernos, como al-Sayyab) y los incorporaban como propios. Leyendo acerca de estas visiones de la nación iraquí, me acordé de que en 1940 Michel Aflaq aconsejaba a sus compañeros nacionalistas árabes que considerasen a Mahoma un profeta árabe islámico cuya cultura era relevante para todos los árabes. Aunque de ninguna manera soy admiradora del Baaz (¡Para usar el eufemismo del siglo!), me pareció valioso señalar que los intelectuales judíos iraquíes eran partidarios de tales ideas mucho antes de que se convirtieran en pilares de la ideología Ba’thi.

Escribiendo sobre la historia de los árabes judíos, también intenté no comprometerme con el concepto binario árabe-judío sionista, sino más bien considerar una variedad de expresiones de los judíos árabes de Irak. Por lo tanto, he analizado las experiencias urbanas de las clases medias judías iraquíes educadas y sus percepciones de la secularización, la reforma y las relaciones de género, la producción literaria árabe de periodistas judíos iraquíes, novelistas, cuentistas y poetas, y las visiones radicales de los comunistas judíos árabes, especialmente la liga comunista judía Usbat Mukafat al-Sayhuniyya (La Liga de Lucha contra el sionismo). También mostré que estas visiones de patriotismo y nacionalismo judío iraquí se destruyeron después de la Guerra de 1948 en Palestina, cuando los judíos iraquíes -sus vidas, sus bienes, y sus hogares- se convirtieron en meros peones del conflicto árabe israelí.

¿Cómo se conecta este trabajo y/o se aleja de su investigación y escritos anteriores?

Mi primer libro The Other Irak trata de la historia intelectual iraquí. Intenté mostrar las visiones democráticas, radicales y seculares de la sociedad iraquí como se expresan en la esfera pública iraquí de la era monárquica (1921-1958). También, siguiendo ideas de autores como Ussama Makdisi y Max Weiss, que ven el sectarismo como un fenómeno moderno, construido por el Estado y los poderes coloniales, traté de abrir las nociones problemáticas vinculadas con el sectarismo y entender sus construcciones modernas y coloniales. Mi nuevo trabajo es, en muchos sentidos, una continuación del primer proyecto. Los judíos fueron parte activa de la esfera pública iraquí. Jugaron un papel importante en la formación de la cultura iraquí de entreguerras y se mostraron entusiasmados con los nuevos desarrollos literarios y culturales en la Bagdad de entreguerras. Con respecto al sectarismo, intento mostrar que los judíos defendieron diversas soluciones políticas para hacer frente a los diversos mecanismos sectarios creados por el estado, Gran Bretaña y los diferentes grupos dentro de la sociedad iraquí.

¿Qué personas esperan que lean este libro y qué impacto le gustaría que tuviera?

Teniendo en cuenta el esfuerzo de borrar el recuerdo de las experiencias de los árabes judíos en el Irak del Estado Ba’thi, quiero que los iraquíes que leen este libro sepan de los judíos que vivían en Irak y consideraban a Irak su patria y el árabe su lengua madre. En cierto sentido, quiero recordar un contexto social en el cual los judíos iraquíes y los iraquíes musulmanes eran compañeros de trabajo, vecinos y amigos. Tal vez ingenuamente también quiero creer que la comprensión del pasado judío iraquí podría moldear nuestro pensamiento acerca de la situación entre israelíes y palestinos y entre los judíos y los árabes en general. La introducción de los judíos de Israel en la historia árabe y la lengua árabe podría servir como un instrumento útil para hacer frente a los actuales mitos sobre el odio mutuo y eterno entre judíos y musulmanes. Tengo muy pocas esperanzas de que el Estado israelí haga algo para cambiar esta situación, pero espero que los grupos dentro de Israel -estudiantes, intelectuales, judíos orientales, grupos interreligiosos y otros- puedan aprender por sí mismos, y sus hijos, el árabe, la historia árabe y la historia árabe-judía de una manera independiente del Estado.

Por último creo que el libro puede de antídoto a las nociones de los países occidentales de la islamofobia. Muchos de nosotros encontramos publicaciones en internet que detallan el odio mutuo de árabes y judíos y el «antisemitismo musulmán». Son producidos por una amplia gama de organizaciones que prefieren hablar de una tradición judeocristiana en lugar de una judeo-islámica. Quiero recordar a estos lectores acerca de estas visiones de tolerancia, de pluralismo y de democracia que nacieron en un contexto islámico moderno. Deberíamos hablar más de las culturas judeo-islámicas, y espero que este libro tenga un papel en este proceso.

¿En qué otros proyectos está trabajando ahora?

Uno de los proyectos en los que estoy trabajando tiene que ver con el siglo XIX, las novelas históricas en árabe, y más en general con las representaciones de los judíos en los trabajos de las luminarias del renacimiento literario y cultural árabe de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. En estudios recientes se ha demostrado que en las principales revistas árabes de esta época se protestó por la persecución de los judíos en Europa, se informaba de los pogromos y las actividades antijudías, especialmente en Rusia y en los Balcanes, y tomó nota con satisfacción de que a los judíos se les otorgaron ciertos derechos de ciudadanía en el Reino Unido y Alemania. Estos intelectuales árabes lo hicieron, en parte, con el fin de exponer el doble discurso de Europa, y como intelectuales árabes subrayaron el hecho de que Europa, tratando de presentarse como el faro de la justicia, la democracia y la modernidad, trataba a sus propias minorías de una manera espantosa. Participar en estos discursos era también una manera de promover la comprensión de la ciudadanía laica. Novelas, novelas históricas, en particular, transmitían estas nociones.

Un trabajo mío reciente explora la histórica Urshalim al-Jadida («La Nueva Jerusalén»), escrita por el intelectual cristiano Antun Farah (1874-1922). Relatando una historia de amor entre una mujer judía, Esther, y un hombre cristiano, Iliya, durante la conquista árabe de Jerusalén (en el año 637), la novela promovía nuevas ideas de la fraternidad otomana y los derechos seculares de la ciudadanía. Examino esta novela también con respecto a la condena de Antun de la política francesa por su colonialismo y su antisemitismo expuesto en el asunto Dreyfus, y su admiración por Émile Zola.

¿Qué metodología utiliza en su investigación en este libro?

Creo que el libro se vincula con las teorías relacionadas con el nacionalismo que han tendido a enfatizar el carácter moderno y la naturaleza de la construcción del proyecto nacional. También veo este trabajo como parte de los esfuerzos de los escritores poscoloniales de subrayar la imposibilidad de imaginar un Oriente estable y Occidente en un mundo globalizado y capitalista. Por lo tanto, subrayo los diálogos constantes entre los diversos centros culturales de Irak, Oriente Medio, Europa y América y muestro que estos diálogos crearon una experiencia única judía iraquí que, sin embargo, estaba entrelazada con los discursos globales y occidentales.

Para concluir, algo que es más que una anécdota. Cuando estaba haciendo el trabajo de archivo en Israel visité el barrio árabe de Sheikh Jarrah en Jerusalén Este. Por un lado, las manifestaciones que se producen en Sheikh Jarrah una vez por semana eran muy esperanzadoras, ya que los árabes y los judíos unen sus esfuerzos para protestar por la denegación de los derechos humanos de los palestinos en Jerusalén. Por otro lado, las políticas de asentamiento contra los palestinos en el barrio representado, en mi opinión, son todo lo contrario de la coexistencia judeo-iraquí en el barrio mixto de Bagdad que he descrito en mi libro. Tal vez la historia judía iraquí podría aclarar que el caso contemporáneo de Sheikh Jarrah es la anormalidad, mientras que la Bagdad entre las dos guerras debería ser la norma.

Extracto de New Babylonians: A History of Jews in Modern Iraq (la Nueva Babilonia: Una historia de los Judíos en el moderno Irak)

 

La cuestión de Palestina: La Liga de Lucha contra el sionismo

 

En septiembre de 1945, ocho judíos comunistas solicitaron una licencia del Ministerio del Interior iraquí para formar una organización política con el objetivo expreso de oponerse al sionismo. Los solicitantes eran Salim Menashe, que trabajó con el sindicato de zapateros; Ibrahim Naji Shumail; Ya’qub Efraín Sehayek; Nisim Hesqel Yehuda; un propietario, Moshe Ya’qub; el presidente del sindicato de sastres; Cohen Yaqub, empleado en una fábrica de tela al-Fattah del; Masur Qattan, editor del diario Al-Shab y Masri Ya’qub. La licencia fue concedida eventualmente, allanando el camino de la Liga de Lucha contra el sionismo, como se llamaba la organización, que llegó a ser muy influyente, tanto en los círculos comunistas como en los judíos, y en 1946 logró llamar la atención de una amplia gama de actores en Iraq, iraquíes, judíos y británicos por igual.

Los conceptos de la Liga se centraban en tres ámbitos: el judío, el iraquí y el árabe. En el tema judío, la Liga intento presentar sus críticas al sionismo desde un punto de vista judío, sosteniendo que la religión judía no puede ser la base de una comunidad nacional y que la solución del problema judío debe buscarse dentro de las comunidades en las que los judíos vivían. En el ámbito iraquí, la Liga argumentó que los iraquíes que equiparaban sionismo con judaísmo estaban fomentando el sectarismo y sugirió que la lucha contra el colonialismo dentro de Irak, así como la campaña nacional por las libertades democráticas y la justicia social, debe verse como parte de una batalla global por la liberación, de la cual la lucha contra el sionismo era un aspecto. En el plano palestino árabe, la Liga pidió la creación de un Estado palestino libre y democrático. En los folletos y publicaciones de la liga se utilizaba el término «árabe judío» para marcar la identidad de sus miembros, lo que nos da una idea de los significados atribuidos a este término en el contexto comunista. Como muchos miembros de la liga eran judíos (y sus ideas fueron recibidas favorablemente por los musulmanes y los cristianos), sus actividades mostraban las formas en que los comunistas judíos imaginaron su comunidad árabe.

El secretario de la liga y editor de su revista era Yusuf Harun Zilkha, exmiembro de un grupo disidente comunista llamado Wahdat al-Nidal que regresó al partido comunista iraquí en 1941. Su trabajo diario era el de empleado de la autoridad ferroviaria. Las ideas de la liga fueron más lúcidamente descritas en su libro Zionism: The Enemy of the Arabs and the Jews (Sionismo: El enemigo de los árabes y los judíos), donde se ven los esfuerzos para proporcionar una narrativa histórica del problema judío en lo que se refiere a las preocupaciones árabes iraquíes y judías. Zilkha argumentaba que el problema judío no era abstracto, sino que debía contextualizarse en períodos específicos y condiciones socioeconómicas concretas. En su opinión, la existencia de los judíos como una minoría dentro de las sociedades no judías tenía una larga historia que se remonta al exilio de su tierra del pueblo de Israel en Asiria. Esta tendencia se consolidó bajo los babilonios, cuando el pueblo de Judá se convirtió en una de las comunidades antiguas del Cercano Oriente. Cabe destacar que, aun cuando se les dio permiso para regresar a Palestina en la antigüedad, no todos los judíos optaron por abandonar Babilonia y reinstalarse en su lugar de origen. Los judíos siguieron viviendo en el exilio a partir de ese momento y recibieron las influencias de cada una de las comunidades en las que residían.

Zilkha cree que el problema judío estaba relacionado con la lucha de clases. Cada vez que las clases dominantes se sentían amenazados por una nueva clase, utilizaban a los judíos como un conveniente chivo expiatorio para distraer a las masas de sus problemas reales. Esta práctica global fue particularmente notable cuando un Estado o una clase dirigente se encontraban al borde del colapso. En la era moderna, el problema judío se había vuelto más agudo. La Revolución Francesa había sembrado la semilla de la libertad en la Europa moderna, haciendo que los movimientos reaccionarios que surgieron después de las guerras napoleónicas desataran una campaña racista contra los judíos europeos como parte de un intento más general de reducir los derechos democráticos de los súbditos de los imperios europeos. A medida que la lucha de clases se intensificaba, los judíos sufrieron cada vez más campañas racistas y antisemitas. Andando el siglo XX, la manifestación más evidente de este fenómeno fue el régimen nazi. Los alemanes capitalistas, frente a las amenazas de los trabajadores, se volvieron contra los judíos y los culpó de todos los males del capitalismo, en particular el desempleo y la crisis económica global. Alemania e Italia, sin embargo, no fueron los únicos lugares donde la mezcla tóxica de antisemitismo y capitalismo echó raíces. En Gran Bretaña, grupos fascistas como el de Oswald Mosley, aprobaron ideologías similares. Peligrosamente, los movimientos pro nazis se habían extendido en las colonias y en los países semicolonizados como Egipto, Irak, Siria y el Líbano. A pesar de la derrota de la Alemania nazi y el eje, el antisemitismo no desapareció. En la actualidad, escribió Zilkha, la propaganda antisemita se centró en romper la unidad de los movimientos de liberación nacional en el mundo colonizado y separar las filas de la clase obrera.

Sin embargo, el análisis de Zilkha provocó la siguiente pregunta: si el antisemitismo y el racismo eran tan dominantes en la cultura europea y la historia, ¿por qué no recurrir al sionismo y buscar una solución en Palestina, donde los judíos podrían tener un Estado soberano propio? En respuesta, Zilkha argumentó que cuando judíos se unieron a una lucha común con las clases trabajadoras en los países en los que vivían, sus condiciones mejoraron y se redujo el antisemitismo. Judíos y no judíos, por lo tanto, debemos luchar juntos contra el antisemitismo y por la consecución de las libertades democráticas. Más importante aún, el sionismo en sí mismo, sólo puede conducir a un aumento del antisemitismo.

 La crítica de Zilkha al sionismo incluía unos pocos componentes. En primer lugar, sostuvo que la religión por sí sola no puede servir de base a una comunidad nacional. Se define a una nación como un grupo de personas que comparten una historia común, lengua, territorio, vida económica y mentalidad colectiva. Desde esta perspectiva, los judíos no podían considerarse una nación.

 Los judíos no tienen una historia compartida. La historia de los árabes judíos [al-yahud al-‘arab]… es diferente de la historia de los judíos rusos o ingleses. La historia de los judíos alemanes es diferente de la historia de los judíos turcos o americanos, etc. Por ejemplo, los judíos británicos son parte de la nación británica [umma], igual que los judíos árabes forman parte de la nación árabe. Los judíos no tienen un territorio común, no comparten un idioma común, ya que los judíos alemanes hablan alemán, los judíos británicos hablan inglés y los judíos árabes hablan árabe… No tienen una mentalidad compartida [takwin nafsi] que se manifiesta en una cultura compartida, porque vivieron hace miles de años en varias comunidades y pasaron a formar parte de las sociedades en las que vivían.

El sionismo, por otra parte, fue un movimiento antidemocrático, ya que no trata de dar libertades iguales para todos los habitantes de Palestina, privilegiando a un solo grupo, los judíos, sobre los árabes palestinos. Desde sus inicios, el líder del movimiento, Theodor Herzl, buscó ayuda de los gobernantes autoritarios, como el sultán otomano Abdulhamid ‘II y el Kaiser alemán, para apoyar su agenda excluyente. Aunque el sionismo laborista pretendía ser socialista, quien se consideraba a sí mismo socialista no podía dejar de objetar a un régimen que prefería un grupo étnico a otro en el mercado laboral. La Histadrut, supuestamente un sindicato, era en realidad una organización que empleaba a los trabajadores de las mismas empresas que tenía bajo su control y sólo se respetaban los derechos de los trabajadores judíos. Por consiguiente, los palestinos sufrieron un alto desempleo debido a la competencia desleal en el mercado entre los árabes y los judíos.

Extracto de Orit Bashkin, New Babylonians: A History of Jews in Modern Iraq, con permiso del autor, © 2012, por Board of Trustees of the Leland Stanford Junior University. Para obtener más información o solicitar el libro haga clic aquí

  Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/9322/new-texts-out-now_orit-bashkin-new-babylonians_a-h