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Los otros

Fuentes: Rebelión

En un intercambio de cartas, e-mails, saludos y conversaciones Harald Martenstein me contó que en Charlottenburg de Berlín ellos siempre buscan ansiosamente a conciudadanos para, en nombre del barrio, transmitir a los homenajeados enhorabuenas y parabienes. Es un cargo honorífico sin compensación económica. Y es lo que hace, entre otros, el jubilado Steffen Witt de […]

En un intercambio de cartas, e-mails, saludos y conversaciones Harald Martenstein me contó que en Charlottenburg de Berlín ellos siempre buscan ansiosamente a conciudadanos para, en nombre del barrio, transmitir a los homenajeados enhorabuenas y parabienes. Es un cargo honorífico sin compensación económica. Y es lo que hace, entre otros, el jubilado Steffen Witt de 71 desde hace 15. Y lo viene haciendo de modo tan inmaculado que han premiado su labor con una condecoración. Su certificado policial de conducta es blanco como el jazmín, al día de hoy no pesa sobre él manifestación alguna políticamente escandalosa.

La elección es siempre pura formalidad, la política no juega papel alguno, tan sólo se exige que el candidato no sea un gánster o que no le falta algún tornillo. En realidad a los candidatos para este servicio no se les debe preguntar por su militancia política. Pero ahora el ayuntamiento del distrito ha rechazado a Witt porque el viejo Witt pertenece a AfD (Alternativa para Alemania). Un representante del ayuntamiento considera inaceptable que alguien como Witt tenga que felicitar su cumpleaños a un homosexual o alguien con poso migratorio. ¿Pero cómo van a saber ellos del pie que cojea el señor Witt? La felicitación «Herzlichen Glückwunsch zur goldenen Hochzeit» (felicidades de corazón en sus bodas de oro) suena muy alemán, muy neutra, difícilmente reconocible sin más como populista de derechas. Y posiblemente Witt tampoco podría felicitar a muchos de sus amigos de partido, porque en AfD hay algunos homosexuales conocidos. La tesis de que todo homosexual centenario tiene que ser automáticamente de izquierdas se adentra, no cabe duda, en el mundo de los mitos. Porque entre los autores conservadores y reaccionarios los homosexuales se hallan relativamente bien representados.

Diferente es entre los emigrantes. Un turco centenario, que ha votado por el potenciamiento de Erdogan, pudiera ser que en una discusión política considerara al señor Witt muy de izquierdas, porque hasta ahora AfD no aboga ni por el encarcelamiento de quienes piensan diferente, ni por la pena de muerte ni, tampoco, por una dictadura presidencialista. Si tuviera que haber consenso político entre el homenajeado y el felicitante la embajada turca tendría que mandar a alguno de los suyos. Es importante no cortar el diálogo con Erdogan. Todo aquel que se comporta incorrectamente con los demás por sus ideas cree luchar así por una causa justa y recta, y posiblemente también así lo crean Erdogan, Trump y Putin.

Yo abogo por la libertad de opinión en general y me manifiesto en contra de las depuraciones políticas, ya se traten de carteros del DKP, de periodistas de Turquía o de un conciudadano mayor de AfD, que quiere ser útil en un cargo honorífico. El que sea de esta opinión no tiene importancia alguna, siempre que no la imponga ni con violencia ni con odio. Considero la «democracia» una plantita valiosa y vulnerable, a la que con el paso del tiempo la siento muy dentro de mí.

Y mientras no me torturéis con la «bañera» lucharé y me manifestaré en contra de toda depuración, y extirparé de mi vida esta actitud y este vocablo. Y no por amor a AfD sino por puro egoísmo. Cuando uno se acostumbra a difamar a la gente por sus opiniones, totalmente legales, o a que pierdan el trabajo por ello, en adelante ya nadie puede sentirse seguro. Se crea un clima de miedo y de hipocresía.

La libertad del señor Wiff es mi libertad, por muy distintos que ambos seamos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.