En este artículo el autor analiza la situación de exclusión social de las personas indocumentadas que viven en Brasil.
Hay dos tipos de desaparecidos: los físicamente desaparecidos y los jurídicamente desaparecidos. Una joven y ya muy cualificada investigadora brasileña pone el foco en un subgrupo especial: los indocumentados, los que buscan sobrevivir sin documentos personales, un grupo de personas que no son vistas como ciudadanos.
Cuando son presos del sistema que no les concede la documentación, son fichados por los órganos punitivos que ni siquiera les permiten el uso de su nombre. Ese grupo de docenas de millares de personas en Brasil, después de detenidos, cuando son liberados, ni siquiera lo hacen en posesión de documentos personales. Son detenidos como indocumentados y liberados como indocumentados, como si fuera su destino en la vida. Hay una invisibilidad ciudadana y una visibilidad ciudadana.
Y si yo no existo, por qué me cobras a mí, es el título del libro de Leticia Chahaira, editado por el Laboratorio de Políticas Públicas de la Universidad del Estado de Río de Janeiro ( UERJ); un título que toma de la letra de un rap de uno de los más grandes músicos brasileños contemporáneos, el rapero Criolo.
Ella se dio cuenta de que el numero de personas sin registro de nacimiento en Brasil era de cerca de tres millones de personas. Son personas que tienen las puertas cerradas a servicios como hospitales, escuelas y otros muchos que, según la Constitución, se considera que son derechos universales.
Una primera marginalización se da cuando no se obliga a las personas a tener documento de identidad para tener acceso a sus derechos. Por otra parte, el Estado no exige esa documentación cuando la persona es ingresada en el sistema penitenciario.
Un tercio de la población carcelaria en Río de Janeiro no tenía identificación civil. A nivel nacional 8 de cada 10 personas no poseen documentos civiles personales. “Invisibilizada como ciudadana, esa persona puede pasar una vida entera inexistente para el Estado desde el punto de vista del vínculo jurídico–formal, y por esa razón, privado de tener acceso a los derechos mas fundamentales, sintiendo en la piel la restricción y negación de derechos humanos que debieran sobreponerse a cualquier tipo de condición”, dice el libro.
En Brasil la presentación de documentos es exigida para casi todas las actividades. En la legislación vigente, los derechos sociales son universales, pero el sujeto no documentado queda privado del disfrute de los derechos humanos fundamentales.
La investigadora constata la grave violación de los derechos humanos cometida por el Estado al exigir la exhibición de la documentación para las actividades más importantes, pero, al mismo tiempo, no proveer a una porción significativa de personas esos documentos. Así, incumple sus deberes de reconocerle a ciertas personas un derecho subjetivo que debiera ser garantizado para todos.
Sin embargo, el brazo punitivo del Estado no vacila en volverlo sujeto de acción penal, incluso cuando el individuo es detenido sin la documentación necesaria para acreditar su verdadera identidad.
“La falta de identidad civil indica una atribución de que alguien puede ser tratado como menos que un ser humano”, escribe Chahaira. Las condiciones de color/raza de una persona y el territorio que ella ocupa ya son atributos suficientes para prácticas abusivas punitivas y policiales. Pero la falta de identificación aumenta ese hecho, haciendo que el individuo indocumentado no tenga derecho a la más mínima protección por parte del Estado.
La obra busca explicitar la problemática gravísima del subregistro civil, analizando las condiciones en Brasil, aunque se reproduzca en prácticamente todos los países del continente.
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