Mientras los refugiados irakíes se hacinan , ocho personas por habitación, en colchones sobre el piso, en la ciudad sueca de Södertälje, (aprox. 60 mil hab), en las afueras de Estocolmo, bajo impresionantes medidas de seguridad, tiene lugar una polémica conferencia internacional de dos días, con el objetivo declarado de construir en Irak «una […]
Mientras los refugiados irakíes se hacinan , ocho personas por habitación, en colchones sobre el piso, en la ciudad sueca de Södertälje, (aprox. 60 mil hab), en las afueras de Estocolmo, bajo impresionantes medidas de seguridad, tiene lugar una polémica conferencia internacional de dos días, con el objetivo declarado de construir en Irak «una segura, unida, federal y democrática nación, basada en la libertad y la igualdad de principios que ofrezca a su pueblo paz y prosperidad». Palabras que suenan a música celestial , sin niguna relación con la realidad, pero muy típicas de la mentalidad autista de los neocon que monitorean al presidente Bush. O del discurso habitual sobre «libertad, derechos humanos, misiones humanitarias, democracia» que acostumbran a edulcorar intenciones bastante menos altruistas. Como la conquista del petróleo, por ejemplo. Y que, desafortunadamente para los organizadores, y para el país que pretende dictar al mundo lecciones de democracia, coincide con la publicación de dos estremecedores informes de Amnistía Internacional y la organización Salvar a los niños, que muestra el abismo existente entre las palabras y los hechos.
La versión oficial dice que la conferencia es una continuación de la realizada hace un año en Egipto, convocada por la organización The International Compact whith Irak (ICI) formada por Estados Unidos. Y que el gobierno del primer ministro iraki Nuri al Maliki solicitó al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon la realización de la de Estocolmo, y que ambos habrían pedido a su vez a Suecia que fuera su sede. Una versión que no digieren algunos de los críticos de la decisión sueca, entre otros, experimentados ex diplomáticos como Pierre Schori, Sverker Åström , Carl Tham, o Urban Ahlin portavoz del Partido Socialdemócrata sueco sobre política exterior. Algunos de ellos se inclinan a creer, con razones valederas, que la participación sueca en esta historia se «cocinó» entre su ministro de exteriores Carl Bildt, con un largo historial de «relaciones carnales» con los círculos más reaccionarios y agresivos de la política exterior de Estados Unidos, especialmente de la administración Bush, y luego se orquestó el resto. (Una hipótesis nada «conspirativa» si se tiene en cuenta que en Carl Bildt, siendo líder del Partido Conservador y principal opositor a la política exterior del entonces primer ministro Olof Palme, fue inspirador en los años 80 de una intensa campaña sobre supuestas sistemáticas incursiones de «submarinos rusos» en aguas suecas, incluidas las que rodean al Palacio Real en Estocolmo. ( En 1981 un submarino auténticamente soviético había encallado en la ciudad de Karlskrona, cerca de una base militar. El comandante de la nave adujo un fallo en el sistema de navegación y el gobierno soviético de entonces, pidió disculpas. Las relaciones entre ambos países tuvieron momentos de mucha tension pero no pasaron a más). Pero la» enfermedad incurable» del anticomunismo sueco alcanzó su máximo nivel y estimuló la campaña aludida. La afirmación (de las nuevas incursions «rusas» nunca pudo probarse, como ha quedado demostrado a través de una profusa bibliografía sobre el tema. Pero un informe manipulado, de una comisión que investigó el asunto, «confirmó» la autoría rusa de las incursiones, lo que puso en aprietos a Olof Palme, que junto con Willy Brandt y Bruno Kreisky trabajaban por atenuar la peligrosa temperatura de la Guerra Fría . Tras la concurrida conferencia de prensa con los corresponsales extranjeros en la que se informó de la «injerencia rusa» Bildt viajó esa misma tarde hacia Estados Unidos con el informe en su maletín). Palme le recriminó públicamente su actitud. Como es sabido, sin que la mención, ni por asomo sugiera vincular ambos hechos, Olof Palme fue asesinado dos años más tarde en una calle céntrica de Estocolmo, en extrañas circunstancias nunca aclaradas.) Cuando se produjo el colapso de la Unión Soviética y con él, el anuncio del «fin de la historia» se pensó que la «enfermedad» ya no tenía razón de ser . No fue asi y Putín y sus presuntas ambiciones de restaurar la «superpotencia» son mirados con ojos de «guerra fría» por los medios y algunos políticos y militares suecos, especialmente desde que asumió el nuevo gobierno «burgués» según una anacrónica denominación que se sigue utilizando. Algunos ministros de este gobierno apoyaron la invasión a Irak y los medios en su casi totalidad reconocieron «errores» de la Administración Bush y sus aliados pero nunca formularon la condena que hubiera correspondido a gobernantes y medios que se proclaman democráticos y se creen autorizados a otorgar certificados de democracia tanto como excomuniones.
Las personalidades y las organizaciones suecas e iraqíes que cuestionan y van a demostrar en la calle su protesta por la realización de esta conferencia y especialmente por la presencia de la ministra de exteriores de Estados Unidos Condoleza Rice, y su colega británico David Miliband, sostienen que los mayores responsables de la catastrófica situación de Irak son precisamente los gobiernos de Estados Unidos y el Reino Unido, representados por George W Bush y Toni Blair respectivamente y algunos comparsas menores como el ex-presidente de España José M Aznar, que mintieron a sabiendas, a sus propios pueblos y al mundo para desencadenar una de la mayores tragedias de la historia contemporánea. Sus consecuencias, de la que los 4 millones de refugiados iraquíes que han visto destrozadas, en muchos casos para siempre, sus vidas, con toda su terrible dimensión, no es todo. Además de llevarse por delante el derecho internacional, con nefastas consecuencias de futuro, de las víctimas de los bombardeos masivos e indiscriminados de las fuerzas invasoras, del saqueo sistemático, las «ganancias de empresas manejadas por el vicepresidente Dick Cheney y el ex-ministro de Defensa Donald Rumsfeldt, la destrucción de infraestructuras y medio ambiente, este último de improbable «reconstrucción», una generación de niños iraquíes ha quedado con secuelas psíquicas de por vida.
Sin descartar que los responsables sean convocados algún día por algún tribunal internacional – muchos criminales que se creían inmunes lo atestiguan- una posibilidad no mencionada entre los críticos de la conferencia- lo que sí afirman estos unánimemente, tras declarar su disposición a ayudar al pueblo iraquí a reconstruir el país, es la responsabilidad de los invasores. El portavoz socialdemócrata Urban Ahlin sostiene que «Suecia no debe jugar el papel de patrulla de limpieza (de la «mugre») causada por Estados Unidos» y que los principales responsables de la invasión, a saber Estados Unidos y el Reino Unido, asuman su responsabilidad en esa reconstrucción». Y agrega que «debe evitarse la terminología de EE UU de caracterizar la Guerra contra Irak como una guerra contra el terrorismo».Tal como está planteada la conferencia, afirma el ex-diplomático sueco Sverker Åström, «parece como si una catástrofe natural, un gigantesco terremoto hubiera asolado al país» (Irak).» Lo único razonable» agrega, es que los dos Estados que adoptaron la decision de atacar y ocupar Irak asuman la tarea de organizar y financiar su reconstrucción». Y Pierre Schori se pregunta «si no es una macabra ironía que el gobierno que convoca a una conferencia para aliviar los sufrimientos del pueblo iraki, expulse, al mismo tiempo a muchos refugiados de esa procedencia, que buscan asilo en Suecia, con el argumento, que también esgrime la Administración Bush, de que allí no existe ningún conflicto armado» Y Carl Tham, embajador sueco en Berlín en el periodo 2002-2006, tras referirse al drama de los refugiados iraquíes -2 millones solamente en Jordania y Siria- sugiere que»los millones -aprox. 30- que se van a gastar en organizar la conferencia, sean enviados al organismo de Naciones Unidas para los refugiados( UNHCR) .
(1) El autor fue corresponsal del diario El País en Suecia, Noruega y Dinamarca desde 1979 hasta hace unas semanas