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Los salarios de las leonas: las futbolistas españolas campeonas del mundo en huelga

Fuentes: Rebelión

¿Cuál es el valor de mercado de las campeonas del mundo?

El abismo que separa al fútbol masculino y femenino sigue siendo inmenso.

La creación el pasado año de Liga Profesional de Fútbol Femenino, organizada por los 16 clubes de primera división y con la futbolista Beatriz Álvarez Mesa en la dirección, aporta mayor visibilidad al trabajo de las jugadoras y, por primera vez, se pone en marcha una estructura organizativa profesionalizada semejante a la de sus homólogos masculinos.

Las jugadoras han estado negociando más de un año un nuevo convenio que mejore sus condiciones laborales, sobre todo en materia de subidas salariales y bajas por maternidad. La Federación Española de Fútbol y el Consejo Superior de Deportes acordaron el establecimiento de un salario mínimo profesional para las jugadoras de 16.000 euros anuales a tiempo completo, una cifra que es 9,7 veces inferior en el caso de las mujeres respecto a los hombres. Para ellos, el convenio fija un salario mínimo de 155.000 euros anuales repartidos en 14 pagas (de algo más de 11.000 euros al mes). Por otro lado, el 47% de las mujeres no cobran por jugar al fútbol, y solo el 10% tiene un salario digno que le permite subsistir gracias al deporte.

La Federación Internacional de Fútbol (FIFA) dio un tímido paso por el fútbol femenino. Decidieron aumentar el premio en metálico a 150 millones de euros para las jugadoras de la Copa Mundial Femenina 2023. En el anterior Mundial, el premio fue tres veces inferior al de este año, mientras que en el que tuvo lugar en Canadá en 2015, el primero al que se presentó la selección española absoluta, la remuneración fue incluso diez veces menor. Sin embargo, las grandes desigualdades salariales no provienen del desinterés de las audiencias. El Mundial ha demostrado que el fútbol femenino vende. La semifinal de España contra Suecia tuvo en España una media de 1.921.000 espectadores, el 45,5% de la cuota de pantalla, con picos de hasta 3.755.000 visualizaciones. Pese a ello, la igualdad salarial entre selecciones sigue sin llegar. Cada una de las jugadoras campeonas del mundo ha percibido 250.000 euros por parte de la Federación en concepto de prima, una cifra algo inferior a los 400.000 euros de la selección masculina. No obstante, supone una mejora respecto al premio del Mundial femenino anterior, ya que en el de este año se ha incrementado un 300% la compensación.

Tras más de un año de negociación, la Liga Federación de Fútbol no aceptaba las reivindicaciones mínimas de las jugadoras, ni siquiera las salariales, y estas anunciaron dos jornadas de huelga.

Antecedentes de la huelga

Hace prácticamente un año, las capitanas de la selección femenina de fútbol manifestaron su descontento por sus condiciones salariales y sociales. Al igual que hicieran antes las jugadoras de la selección de Noruega y de Estados Unidos, las futbolistas de la Roja señalaban aspectos a mejorar como la preparación, la planificación de la categoría femenina, el transporte, el alojamiento y la conciliación familiar de las jugadoras durante las concentraciones.

La noruega Ada Hegerberg, Balón de Oro en 2018, renunció a jugar con su selección nórdica en 2017, como forma de protesta por las condiciones del fútbol femenino en su país. También las mundialistas estadounidenses presionaron hasta que lograron la equiparación salarial con la selección masculina y creó un precendente.

Ante la falta de cambios apreciables en las negociaciones de su convenio, 15 jugadoras españolas de la selección nacional enviaron un email a la Federación Española para poner de relieve su malestar. Las situaciones que soportamos, «de las cuales son ustedes conocedores, están afectando de forma importante a mi estado emocional y por lo tanto a mi salud», aseguraban en el correo. La Federación reaccionó de inmediato y aseguró que únicamente regresarían a la selección «si asumían su error y pedían perdón».

Determinados sectores del mundo periodístico y deportivo, muchos no dudaron en tachar a las futbolistas de «caprichosas y niñatas» y burlarse de ellas por exigir de esta forma avances en sus condiciones como profesionales. Las futbolistas, por su parte, prefirieron no alimentar la ola mediática que se había generado y se mantuvieron en silencio, limitándose a remarcar que ellas no habían renunciado a la selección.

En vísperas del Mundial, tuvieron lugar conversaciones entre las jugadoras y el equipo técnico. Las negociaciones hicieron que algunos aspectos de las reivindicaciones se pudieran modificar y algunas regresaron a las convocatorias del equipo, como Irene Paredes, Jenni Hermoso o Aitana Bonmatí, mientras algunas, como Mapi León y Patri Guijarro, consideraron estos cambios insuficientes y no enviaron el email que debían remitir para ser convocadas. Algunas de las que sí lo enviaron tampoco fueron llamadas.

Con todo, las jugadoras de la selección que compitieron en el Mundial mantuvieron un nivel técnico y una concentración que las ha llevado a ser campeonas, éxito que todas ensalzaron, incluso las que no estaban allí pero sí que fueron decisivas en la clasificación para la copa.

Huelga y final, de momento, del conflicto

Se convocaron dos jornadas de huelga. Tras la primera, sindicatos que representaban a las jugadoras, tres específicos del sector junto a CCOO y UGT, alcanzaron un acuerdo sobre el salario mínimo en el convenio colectivo y desconvocaron la huelga. Estos son los acuerdos salariales:

Temporada 2023/24: 21.000 euros, pudiendo incrementarse hasta los 23.000 euros en función del crecimiento de los ingresos comerciales de la competición.

Temporada 2024/25: 22.500 euros, pudiendo incrementarse hasta los 25.000 euros en función del crecimiento de los ingresos comerciales de la competición.

Temporada 2025/26: 23.500 euros, pudiendo incrementarse hasta los 28.000 euros en función del crecimiento de los ingresos comerciales de la competición.

Los sindicatos señalan que dicho acuerdo ha sido aceptado por las jugadoras «en un ejercicio de responsabilidad con los y las aficionados a este deporte y que se continuará negociando sobre otras reclamaciones sindicales tan importantes como maternidad, protocolo de acoso, lista de compensación y otros».

La suerte de Luis Rubiales, presidente de la Federación, y del entrenador Jorge Vilda, es de sobra conocida. El primero ya ha declarado por primera vez ante el juzgado y Vilda ha sido destituido. En su lugar, la seleccionadora actual es Montse Tomé, que se desempeñaba como segunda entrenadora de la selección.

A raíz de estos hechos, se ha desencadenado en el mundo del deporte español y en otros ámbitos, un fenómeno similar al de #ME TOO.

Tras este «SEGUNDO TRIUNFO», las futbolistas se sienten fuertes. Han tenido que tragar mucho durante estos últimos años y han expuesto lo que piden para volver a jugar con España: cinco peticiones para sentirse en «un lugar seguro», y cuatro de ellas no se han cumplido.

Las firmantes –que son 39 y no 41 porque a última hora se han caído del comunicado las madridistas Athenea del Castillo y Claudia Zornoza– exigen cambios profundos en la Federación tanto en su estructura como en sus directivos. La única petición que se ha cumplido es la dimisión del presidente. Las jugadoras han escrito como exigencia que Pedro Rocha, el sustituto de Luis Rubiales, también dimita, al igual que algunos cargos que aplaudieron con entusiasmo a cuando éste los convocó para que le expresaran su apoyo y que, al día siguiente de su dimisión y de su cese, anunciado como inevitable, renegaran de su actuación.

EN OTRO ORDEN DE COSAS en relación con las luchas feministas, el Parlamento Europeo ha presionado a los 27 países miembros de la Unión, para que sancionen a los «puteros». El informe abolicionista de la prostitución salió adelante con varios grupos políticos divididos. Uno de los argumentos en contra de la criminalización es que no se contemple la posibilidad de que haya mujeres que «eligen ese trabajo».

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.