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Los sueños, ¿individuales o colectivos?

Fuentes: Rebelión

La ideología dominante que es individualista, consumista y aspiracioncita, presenta la realización de hombres y mujeres ligada al cumplimiento de sus sueños. Entendiendo por sueños como aquello que se desea y anhela, y es de difícil concreción. Es frecuente que los sueños profundos se liguen en nuestra sociedad a la riqueza, a la fama y al poder. La idea del triunfador se relaciona a figuras de éxito económico como aspecto central, sea este el empresario, el famoso, el narco o el político. Los sueños y la idea de éxito se construyen socialmente, soñamos desde las ideologías.

Para la ideología neoliberal los sueños se presentan como algo intimo inherente al individuo y su realización también se presenta como un asunto individual. Por lo tanto, el éxito y el fracaso, se explica por las acciones u omisiones del individuo. De ahí la existencia de la literatura de autoayuda y de cursos de “coaching” que plantean una reformulación del individuo para encaminarlo al éxito y a la conquista de sus sueños. Buscándolo hacer emprendedor, práctico, productivo y ambicioso.  Utilizando teorías débiles, optimismo toxico y pensamiento mágico, se hacen llamados a conquistar los sueños como una carrera individual de obstáculos a vencer.

En esta carrera de obstáculos es evidente que unos empiezan en diferentes posiciones y los obstáculos son distintos para cada uno. Hay injusticias, desigualdades, privilegios y relaciones de dominación- explotación, que condicionan la carrera hacia los sueños. Pensar en un individuo aislado, autónomo y libre, solo ocurre dentro de la ideología dominante. Los sueños de los hombres y mujeres se ligan a una realidad social particular, son respuestas imaginativas ante la realidad a partir de coordenadas sociales. Es en sociedad donde se definen los sueños y es en sociedad dónde se crean las condiciones para concretarlos o no.

Desde un individualismo exacerbado, se presentan las historias de éxito como un ejemplo de voluntad y perseverancia individual. Ocultando los aspectos sociales que los hacen posibles. Un ejemplo de ello es con respecto a la educación universitaria donde el discurso dominante presenta la conclusión de una carrera ligada al esfuerzo y al talento del estudiante. No mostrando que esto sólo es posible para los hijos del pueblo por la existencia y expansión de la universidad pública y gratuita. El legítimo sueño de obtención de una carrera universitaria se vuelve realidad a partir de la conquista de derechos, la creación de instituciones y la lucha colectiva constante. Y esto vale para otros sueños que implican crear condiciones para el desarrollo pleno de hombres y mujeres.

La otra parte es cómo se construyen los sueños socialmente, desde que valores e intereses. Y si estos convienen a la idea de una sociedad justa, libre y más humana. Así, los sueños de riqueza, fama y poder, significan un ataque a lo colectivo, merman los lazos de solidaridad y desembocan en carreras individuales cuyo desenlace para los más es la frustración y la derrota. Estos sueños y sus consecuencias son altamente funcionales a la dominación, ya que abonan al individualismo consumista y los males y contradicciones del sistema se explican por los propios individuos. El individuo se presenta como el único causante de su fracaso y su condición social, quitando la culpa al sistema de dominación que reproduce desigualdades y asigna lugares.

La ideología dominante se mete hasta nuestros sueños, y los hace funcionales a un sistema de dominación, que explota, excluye y margina a inmensas mayorías. Haciendo de su situación un asunto personal. Romper está dinámica del poder implica asumir que la realización individual sólo es posible para las mayorías a partir la construcción de una sociedad más justa, de condiciones mejores para todos y de la conquista de derechos. Reflexionar sobre los sueños es importante para desmontar las ideologías y, sobre todo, para imaginar alternativas

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