Ellos representan dos historias de vida que son ejemplo en las luchas por conquistar la libertad y la igualdad de los pueblos
Fue un 17 de enero de 1961, en Katanga, cuando lo asesinaron y desaparecieron su cuerpo, como si hubieran querido también acallar su palabra, sus ideas, su mirada, el tacto de las velas con las que quiso navegar libre, con las que soñó una tierra diferente, más justa, más humana. Patricio Lumumba (Sankuru, Congo, 2 de julio de 1925) sigue siendo un estandarte elevado a los vientos y a los sueños de la libertad que nacen de las entrañas de todos los pueblos.
Anticolonialista y nacionalista, Lumumba fue el primero en ocupar el cargo de Primer Ministro de la República Democrática del Congo en 1960, tras conseguir la independencia de este Estado de la tutela belga. Dicen que fue precisamente su discurso pronunciado en la ceremonia de independencia de su país, en presencia del rey de Bélgica, cuando lo sentenciaron. Lumumba esgrimía que las atrocidades vividas no debían olvidarse, sino que tenían que permanecer en la memoria como un fuego capaz de incendiar para siempre las desigualdades y la esclavitud. «De esta lucha de lágrimas, fuego y sangre estamos orgullosos hasta las raíces más profundas de nuestro ser porque fue una lucha noble y justa, absolutamente necesaria para acabar con la infamante esclavitud que nos fue impuesta por la fuerza. Este fue nuestro destino durante los ochenta años de gobierno colonial; nuestras heridas están aún demasiado frescas y son todavía muy dolorosas para permitirnos borrarlas de nuestra memoria».
La muerte de Lumumba está relacionada con el imperialismo y el neocolonialismo de las potencias occidentales, esas que siempre han pretendido y pretenden hacer de África su patio trasero, igual que hacen con el resto del mal nombrado tercer mundo. Porque resulta que el Congo no es un país pobre, sino que es una de las geografías más ricas del mundo en recursos naturales, convergen en ella diamantes, recursos vegetales, oro, uranio, cobre, cobalto, radio, zinc, hasta coltan, uno de los más estratégicos materiales que se utilizan en las nuevas tecnologías. Algunos reportes de las Naciones Unidas señalan que en la guerra que vive el Congo hoy, el coltan es la verdadera razón de la tragedia.
A Lumumba lo asesinaron, es cierto, pero sigue vivo, sigue siendo luz y abrazo infinito para todas aquellas y aquellos que luchan por eliminar las desigualdades y conquistar la paz y la libertad auténticas. Fue hace poco, en 2002, cuando el gobierno belga reconoció su responsabilidad en el asesinato de Lumumba, aunque continúa negándose a investigar a profundidad lo sucedido.
Su muerte, como la de todas las mujeres y hombres imprescindibles de la historia de los vencidos, de los más que menos tienen, se transformó en un símbolo de la resistencia. Y su rostro y sus palabras son una trinchera de lucha, una bandera que ondea en las batallas por la libertad en África y en cualquier rincón del mundo.
Tengo un sueño
«Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad» decía soñando Martin Luther King (Atlanta, 15 de enero de 1929 – Memphis, 4 de abril de 1968), en Washington, el 28 de agosto de 1963.
A este otro soñador, también negro y también libertario, lo asesinaron. No ya en los confines de África sino en Estados Unidos. Fue condecorado con el Premio Nobel de la Paz en 1964. Pastor de la iglesia bautista, fue líder y fundador del Movimiento por los derechos civiles para los afroamericanos.
Hace apenas cincuenta años atrás, sobre todo el sur de los Estados Unidos se caracterizaba por la violencia que se ejercía contra los negros. Ese racismo tan arraigado provocó en 1955 la muerte de tres personas: Emmett Till, un adolescente de 14 años; el pastor activista George Lee; y el militante de los derechos civiles Lamar Smith. Por eso, el 1 de diciembre de 1955, cuando Rosa Parks, una mujer negra, fue puesta en prisión por haberse negado a ceder su puesto en un autobús a un hombre blanco, violando así las leyes segregacionistas de Montgomery, Luther King inició un boicot de autobuses. Durante esa campaña fue arrestado y su hogar atacado con bombas incendiarias. Luego de casi un año, la Corte Suprema de los Estados Unidos, en noviembre de 1956, declaró finalmente la ilegalidad de la segregación en los autobuses, restaurantes, escuelas y otros lugares públicos.
Largos años de lucha en los que Luther King enarboló siempre las banderas de la no violencia, lo condujeron en 1967 a organizar una campaña a favor de los pobres con el objetivo de alcanzar la justicia social. Se trataba de eliminar la pobreza, analizando su origen y no restringiéndose sólo a la defensa de los afroamericanos. Al igual que Lumumba fue calificado de comunista y por lo tanto objeto de interés de la administración estadounidense de esos años.
Fue a finales del mes de marzo de 1968 cuando Martin Luther King se desplazó a Memphis, Tennessee. Y el 04 de abril, a las seis y un minuto de la tarde cayó abatido por las balas. James Earl Ray el presunto asesino fue arrestado en 1969 y aunque se declaró culpable se retractó después y confesó una conspiración. En 1997, Dexter Scott King, hijo de Martin Luther King, se entrevistó con Ray y apoyó públicamente los esfuerzos de éste para conseguir un nuevo juicio. Dos años después la viuda de Luther King ganó un proceso civil en contra Loyd Jowers y otros conspiradores. En diciembre de 1993, Jowers había aparecido en Prime Time Live de ABC News revelando detalles de una conspiración que implicaba a la mafia y al gobierno para asesinar al líder de los derechos civiles.
Dos héroes, dos tiempos, el mismo mundo
La convicción de sus ideas, la entereza de sus gestos y el aplomo de sus pasos serán siempre ejemplo de la vida entregada en la edificación de sociedades más justas, más solidarias y más libres. Con ellos hemos aprendido lo que significa a dar la vida por la vida, porque ellos son fértiles semillas que florecerán en todos los presentes que habremos de hacer nacer juntos.
VOCES
«Ninguna brutalidad maltrato o tortura me ha doblegado porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados. Un día la historia nos juzgará, pero no será la historia según Bruselas, París, Washington o la ONU, sino la de los países emancipados del colonialismo y sus títeres».
Patricio Lumumba (fragmento de la carta escrita a su esposa e hijos pocos días antes de su muerte)