El 49 por ciento de los estadounidenses inscriptos al padrón electoral se abstuvo. Donald Trump tuvo solamente el voto de uno de cada cuatro votantes y, en número de votos directos, menos que la candidata Demócrata. Tiene además serias diferencias con su partido, que controla ambas Cámaras en el Congreso y su vicepresidente, aunque reaccionarísimo, […]
El 49 por ciento de los estadounidenses inscriptos al padrón electoral se abstuvo. Donald Trump tuvo solamente el voto de uno de cada cuatro votantes y, en número de votos directos, menos que la candidata Demócrata. Tiene además serias diferencias con su partido, que controla ambas Cámaras en el Congreso y su vicepresidente, aunque reaccionarísimo, tomó distancias de Trump durante la campaña de éste. Las finanzas y el gran capital, sobre todo, no confían en él y tratarán de controlarlo y, si es necesario, de sacárselo de encima legalmente o con la «solución Kennedy», por las malas.
De modo que recién comienza la pelea real, con los habitantes, ciudadanos o no, y con el poder real -el gran capital-y sus agentes políticos del establishment del cual Trump es sólo la oveja negra. Por consiguiente, está por verse si podrá llevar a cabo todo lo que dijo que haría. Pero, para enfrentar el peligro, lo mejor es basarse en las predicciones peores y suponer que sus actos corresponderán con sus declaraciones.
¿Qué podría suceder en México? En primer lugar, una horneada primera de tres millones de deportados significaría, además de la reducción de las remesas, un importante aumento de la desocupación y, por consiguiente, de los efectos colaterales de ésta (delincuencia, enfermedades, aumento de la pobreza). La anulación del TLCNA traería aparejada una caída brusca de las exportaciones sin que a causa de la dependencia tecnológica y económica sea posible reducir mucho las importaciones. Sería imposible paliar los efectos de ambas medidas sin independencia alimentaria, con el actual precio del petróleo por el suelo, PEMEX destrozada y con capacidad productiva cada vez más reducida y con la total dependencia de Estados Unidos que el PRI, el PAN y sus cómplices construyeron desde los 80.
El peso se seguirá devaluando, la capacidad adquisitiva caerá, aumentarán la pobreza y la miseria y, con ellas, la delincuencia, por un lado, y las luchas sociales, por el otro. Todo eso en un año preelectoral…
En Estados Unidos, al mismo tiempo, la supresión en el mercado de mano de obra millones de trabajadores baratos llevará a un aumento del costo del trabajo y a una disminución de la productividad, sobre todo en la agricultura. Las medidas de incentivo fiscal a las transnacionales para que repatrien sus empresas manteniendo la elevada tasa de ganancia que tienen en el exterior serían muy gravosas para los trabajadores y deprimirían el mercado interno que Trump dice querer potenciar.
La sindicalización y los conflictos sociales podrían por consiguiente aumentar. Además, la actual protesta radical en el partido Demócrata podría conducir a la creación de un tercer partido con los que votaron por Sanders o se abstuvieron, una vez eliminada la ilusión de cambiar la dirección y la línea del partido Demócrata. Por primera vez en un siglo podría surgir así un partido que luche y organice todos los días y no sólo en períodos electorales.
Por otro lado, el abandono de todas las medidas de protección ambiental aumentaría la posibilidad de terribles inundaciones y tornados en los estados que votaron mayoritariamente por Trump. Los problemas bancarios estallarían y Estados Unidos caería en una depresión.
En escala mundial, el centro de la guerra fría se trasladaría al Pacífico, con China como centro de los ataques aventureros de Washington para imponer la devaluación del yuan, reducir el impacto chino en el comercio mundial y frenar a China en América y en África.
La alianza con Putin (para alejarlo de Beijing) avalaría de hecho la política rusa en Crimea y Ucrania, abandonando a Poroshenko (y a la OTAN y la Unión Europea). Ésta también resultaría muy debilitada por el proteccionismo en EE.UU. que reduciría sus exportaciones y por el estímulo de Washington a la salida de la U.E. del Reino Unido y por el neofascismo en el Viejo Continente si ganan Marine Le Pen en las elecciones en Francia y Matteo Renzi en su próximo referéndum en Italia.
La alianza con Putin contra el Estado Islámico significa por otra parte, aplastar al agente de Arabia Saudita y Qatar y reforzar al gobierno dictatorial sirio y a sus aliados (Irán, los chiítas) o sea, chocar con los intereses de Israel. El explosivo Medio Oriente se desestabilizaría aún más para los imperialismos. Rusia se convertiría en la gran potencia en el Mediterráneo y China tendría grandes dificultades económicas en el caso de que sus exportaciones cayesen aún más potenciando las huelgas y conflictos sociales (y la lucha de clases y étnica en ese país).
A todo esto se agregarían las consecuencias de la anulación de los acuerdos climáticos por el país más contaminante del mundo, EE.UU, lo cual daría vía libre al incumplimiento de las regulaciones por otros países (en especial por China) y agravaría el desastre ecológico actual (deshielo de los polos, destrucción de los glaciares, sequías brutales y desertificación de enteras regiones, tornados e inundaciones repentinos, aumento del nivel de los océanos, reducción de los manglares, empeoramiento del aire, de los mares y de las fuentes de agua potable).
En cuanto al sometimiento de América Latina sería peor que en el siglo XIX (porque EE.UU. entonces no era aún una gran potencia mundial y Argentina y Brasil eran semicolonias inglesas). Trump buscaría darles el tiro de gracia a Cuba y a Venezuela y extender el abyecto servilismo del gobierno mexicano a todos los países. Dado que la devaluación de sus monedas, la dependencia y la crisis económica y social seguirían agravándose, el antiimperialismo reforzaría así la protesta social, que no podría ya ser contenida y canalizada por débiles «gobiernos progresistas» lo que abriría el camino o a dictaduras militares o a revoluciones populares.
La clave para frenar a Trump está en Estados Unidos mismo, en la creación de un partido independiente apoyado en los trabajadores de ese país y de América toda. Todavía estamos a tiempo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.